Andrew Korybko
Recientemente se evaluó que «
El reloj está corriendo para que Rusia logre sus objetivos máximos en el conflicto ucraniano» después de que el
Wall Street Journal informara que Trump planea organizar una misión de mantenimiento de la paz occidental / OTAN en Ucrania sin la participación de los EE.UU. con el fin de congelar el conflicto. Obviamente, esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Esto es lo que puede contrarrestar este escenario, ya sea retrasándolo lo suficiente para que Rusia ponga fin al conflicto en sus propios términos o haciendo fracasar el plan de Trump por completo:
- Los europeos temen una escalada cinética directa con Rusia
Las duras palabras de
Franciaa principios de este año sobre intervenir convencionalmente en el conflicto y la posterior negativa de
Polonia a descartar su participación también enmascaran el temor de los europeos a una escalada cinética directa con Rusia. Trump tendrá que aprovechar magistralmente la influencia de Estados Unidos sobre ellos y sobre la OTAN en su conjunto para coaccionar a los socios europeos de su país para que pongan en juego su seguridad llevando a cabo este arriesgado plan. Al fin y al cabo, siempre podría salirle el tiro por la culata y desencadenar sin querer la Tercera Guerra Mundial.
- La opinión pública polaca está fuertemente en contra
Resulta difícil imaginar una misión de mantenimiento de la paz de Occidente y la OTAN en Ucrania sin la participación destacada de Polonia, pero la opinión pública se opone rotundamente a ello después de que una reputada encuesta realizada durante el verano mostrara que
el 69% de los polacos se oponen al envío de tropas a ese país vecino bajo cualquier concepto. A medida que la desconfianza mutua polaco-ucraniana empeora, como se explica
aquí,
aquí y
aquí, se convertirá en una venta muy difícil, además de que los polacos temen que una vez más serán explotados por Occidente
sin obtener nada a cambio.
- La retórica previa de Trump sobre el Artículo 5 no inspira confianza
Otro obstáculo que habrá que superar es recuperar la confianza en Trump debido a su
retórica previa sobre el Artículo 5 después de que en febrero declarara que EEUU no protegerá a aquellos miembros de la OTAN que no hayan gastado al menos el 2% de su PIB en defensa. Incluso
amenazó con que «animaría [a Rusia] a hacer lo que les diera la gana». Aunque
ahora la mayoría cumple ese objetivo, es posible que sigan temiendo que ponga más condiciones al Artículo 5, del que dependerán para defenderse si participan en esta misión.
- No está claro exactamente qué haría Trump si Rusia ataca a las tropas de la OTAN
Trump también tendrá que convencer a los miembros de la OTAN de que su respuesta a Rusia golpeando a sus tropas equilibrará la línea entre el cumplimiento de los compromisos percibidos del Artículo 5 al tiempo que evita una escalada que podría derivar en la Tercera Guerra Mundial. También necesitan estar seguros de que seguirá adelante y no se echará atrás. Además, esto tendría que comunicarse claramente también a Rusia, a quien tendrá que disuadir. Hay muchas cosas que pueden salir mal en cualquier punto de esta secuencia de acontecimientos, por lo que su éxito no puede darse por sentado.
- La OTAN no está preparada para una guerra no nuclear prolongada con Rusia
Incluso en el escenario extremadamente improbable de que ni Rusia ni Estados Unidos recurran a las armas nucleares en caso de intercambios cinéticos directos entre ellos, la OTAN no estaría preparada para librar una guerra caliente no nuclear prolongada con Rusia. Está perdiendo con creces la «
carrera de la logística», durante la última cumbre de la OTAN no se avanzó en el «
Schengen militar» para facilitar esos movimientos hacia el este, y el bloque
sólo dispone del 5% de las defensas aéreas necesarias para protegerse. Por lo tanto, la OTAN podría acabar perdiendo frente a Rusia.
- La mediación externa podría conducir a una misión de mantenimiento de la paz a escala reducida
Hungría y la India mantienen excelentes relaciones con Rusia y Estados Unidos, por lo que es posible que, de forma independiente o conjunta, negocien una misión de mantenimiento de la paz a menor escala. El resultado podría ser que las tropas occidentales se desplegaran al oeste del Dniéper, Ucrania desmilitarizara todo lo que aún controla en el este de armas pesadas y Rusia accediera a congelar la Línea de Contacto. Este escenario se debatió ampliamente
aquí a mediados de marzo. Es poco probable, hay que reconocer que imperfecto, pero no obstante sigue siendo posible.
- Los europeos precavidos podrían apostar que es mejor reducir sus pérdidas
De todos modos, los seis puntos anteriores podrían llevar a los cautelosos europeos a apostar que es mejor cortar por lo sano y dejar que todo siga su curso sin arriesgarse a las consecuencias que podría acarrear su participación en cualquier misión ucraniana de mantenimiento de la paz. Sería una derrota sin precedentes para Occidente si posiblemente deja que Rusia logre una victoria máxima, pero la creciente fatiga, así como el miedo a desencadenar y perder inadvertidamente la Tercera Guerra Mundial, podrían dar lugar a este resultado que cambiaría el mundo.
- Una crisis de Brinksmanship [política suicida] similar a la cubana podría estallar antes de la Reinauguración de Trump
Otra posibilidad es que los halcones antirrusos en las burocracias militares, de inteligencia y diplomáticas permanentes de EE.UU. («estado profundo») y/o Zelensky provoquen una gran escalada con Rusia antes de la reinauguración de Trump por desesperación para evitar que «venda Ucrania», como podrían verlo. Si eso sucede, entonces Trump sería impotente para influir en el curso de los acontecimientos. No tendría más remedio que heredar cualquiera que fuera el resultado, ya sea la Tercera Guerra Mundial o un acuerdo de paz posiblemente desigual.
- También existe la posibilidad de que Rusia alcance la victoria máxima antes de esa fecha
Este escenario es poco probable debido a la alta probabilidad de que el punto anterior se materialice, concretamente en forma de una intervención convencional de la OTAN para al menos hacer correr a Rusia hasta el Dniéper, en el caso de que las líneas del frente se colapsen antes de mediados de enero y Rusia esté a punto de lograr la victoria máxima. Aun así, siempre cabe la posibilidad de que se evite por el motivo que sea, en cuyo caso no habría necesidad de la misión de mantenimiento de la paz de la OTAN que Trump supuestamente prevé.
- Las guerras en Asia Occidental empeoran y se convierten en la prioridad inmediata de Trump
Y, por último, nadie sabe si las guerras de Asia Occidental podrían empeorar y convertirse así en la prioridad inmediata de Trump al reasumir el cargo, existiendo argumentos de peso para predecir que
tanto Israel como Irán podrían estar tramando precisamente este escenario en beneficio de sus respectivos intereses. En pocas palabras, Israel podría querer cebar a Estados Unidos para que le ayude a destruir Irán de una vez por todas, mientras que Irán podría querer infligir un golpe devastador a los intereses regionales de Estados Unidos como venganza por el asesinato de Soleimani por parte de Trump.
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Dada la enormidad de la tarea que tiene entre manos, Trump podría ser incapaz de ejecutar su supuesto plan para organizar una misión de mantenimiento de la paz de Occidente y la OTAN en Ucrania, a menos que anuncie la participación directa de Estados Unidos en este plan, algo que no se prevé que haga. Si no consigue lo que quiere, entonces podría recurrir a amenazar a Rusia y a la OTAN por igual, pero esa guerra psicológica podría no surtir efecto. En ese caso, podría darse por vencido y seguir adelante, culpando a Biden de la derrota sin precedentes de Occidente.
El reloj corre para que Rusia alcance sus máximos objetivos en el conflicto ucraniano
El plan informado de Trump para una misión de mantenimiento de la paz de Occidente y la OTAN en Ucrania coloca a Rusia en el dilema de adelantarse a esto con otra ofensiva nacional a gran escala, atacar a esas fuerzas después de que entren con el riesgo de desencadenar la Tercera Guerra Mundial, o aceptar tácitamente este juego final.
El informe del
Wall Street Journal de que el plan de paz de Trump para Ucrania prevé la creación de una zona desmilitarizada de 800 millas que sería patrullada por europeos añade mucha urgencia a la lucha de casi 1000 días de Rusia por alcanzar sus máximos objetivos en este conflicto. La posible entrada de fuerzas convencionales occidentales/OTAN en Ucrania como fuerzas de mantenimiento de la paz coloca a Rusia en el dilema de aceptar
que se cruce otra «línea roja» más o arriesgarse a la Tercera Guerra Mundial atacándolas.
Para refrescar la memoria de todos, ya que ha pasado tanto tiempo desde que comenzó la operación especial, Rusia pretende oficialmente: 1) desmilitarizar Ucrania; 2) desnazificarla; y 3) restaurar su neutralidad constitucional, entre otros objetivos suplementarios e informales. Los referendos de septiembre de 2022 añadieron entonces el objetivo oficial de retirar las fuerzas ucranianas de la totalidad de las cuatro regiones que Rusia reclama ahora como propias, incluidas las zonas de Jersón y Zaporozhye, al otro lado del Dniéper, que serán desafiadas.
Al mismo tiempo, Putin se ha
negado repetidamente a una escalada recíproca en respuesta a las atroces provocaciones ucranianas, como su bombardeo del Kremlin, los sistemas de alerta temprana, los aeródromos estratégicos, las refinerías de petróleo y los edificios residenciales, etc., todo ello debido a que no quiere que el conflicto se descontrole. Por muy responsable que sea este enfoque, el inconveniente es que creó la percepción de que podría aceptar que se cruzaran aún más «líneas rojas», incluidas las fuerzas convencionales occidentales/OTAN en Ucrania.
Por lo tanto, la aversión de Putin a la escalada podría ser explotada por Trump, quien al
parecer recibió en junio
un plan en el que se le aconsejaba dar a Ucrania lo que quisiera si Rusia se negaba a cualquier acuerdo de paz que él propusiera, ergo la alta probabilidad de una intervención convencional de Occidente/OTAN para congelar decisivamente el conflicto. El historial de Trump de «escalar para desescalar» con Corea del Norte e Irán sugiere que también llevaría a cabo este plan contra Rusia, de ahí que ésta deba tomarse en serio este escenario.
Siempre que Putin carezca de voluntad política para arriesgarse a una escalada sin precedentes atacando a esas fuerzas convencionales de Occidente y la OTAN, y su comportamiento hasta ahora en respuesta a otras provocaciones sugiere que efectivamente es así, entonces tendrá que correr contrarreloj para alcanzar sus objetivos máximos. A EE.UU. aún le llevará algún tiempo conseguir el apoyo de actores clave como Polonia, donde el 69% de la población está en contra del envío de tropas a Ucrania bajo cualquier concepto, por lo que es probable que esto no ocurra a mediados de enero.
En cualquier caso, Rusia ya no dispone de un tiempo hipotéticamente indefinido como antes para: 1) desmilitarizar Ucrania; 2) desnazificarla; 3) restablecer su neutralidad constitucional; y 4) retirar las fuerzas ucranianas de la totalidad de las cuatro regiones que Rusia reclama ahora como propias, incluidas las zonas al otro lado del Dniéper. Aunque la
dinámica militar-estratégica del conflicto lo favorece, y
la captura de Pokrovsk podría conducir a enormes ganancias en Donetsk, será muy difícil lograr todos estos objetivos para cuando se produzca una intervención.
Para explicarlo en el orden en que se mencionaron, se suponía inicialmente que Ucrania se desmilitarizaría tras el rápido éxito de la operación especial en su fase inicial, pero el Reino Unido
y Polonia (cuyo papel desconocen la mayoría de los observadores) convencieron a Zelensky para que desechara el borrador de tratado de paz de primavera de 2022. Ese documento habría recortado enormemente sus capacidades militares, pero ya no es realista imaginar que vaya a aceptarlo, sobre todo después de haber recibido decenas de miles de millones de dólares en armas de la OTAN.
También es poco probable que la OTAN acceda a pedir que se las devuelvan debido a la percepción (independientemente de su veracidad) de que Ucrania debe ser capaz de «disuadir» a Rusia de supuestamente reanudar el conflicto una vez que éste termine definitivamente. La rápida captura de Afganistán por parte de los talibanes tras la chapucera retirada de Biden fue vilmente arremetida por Trump, que pasaría a la historia como un perdedor aún mayor si aceptara «desmilitarizar» Ucrania y luego fuera tomado por tonto por Putin si Rusia arrasa con ella algún tiempo después.
La única forma viable en que Rusia podría llevar a cabo la desmilitarización de Ucrania en el contexto actual es controlar la mayor parte posible de su territorio para asegurarse de que no se despliegan allí armas amenazadoras. El problema, sin embargo, es que es poco probable que Rusia consiga el control militar de toda Ucrania, o incluso de partes significativas de su territorio al este del Dniéper, cerca de la frontera internacionalmente reconocida por la que todavía vuelan regularmente los proyectiles de Kiev, para cuando se produzca una intervención de Occidente y la OTAN.
Una de las razones por las que la fase inicial de la operación especial no puso fin al conflicto en los términos de Rusia es que Occidente informó a Zelensky de lo sobrecargada que estaba su logística militar y le animó a aprovecharlo para hacerla retroceder, como finalmente hizo.
Dado lo cauto que es Putin como líder, es poco probable que vuelva a actuar fuera de su carácter ordenando repetir esta misma estrategia arriesgada, incluso si los frentes se derrumban y Rusia es capaz de avanzar hacia otras regiones.
Otro reto imprevisto al que se enfrentó Rusia durante la fase inicial de la operación especial fue el de mantener realmente las amplias franjas de territorio que controlaba nominalmente. Los arsenales ucranianos ocultos de Javelin y Stinger infligieron suficientes pérdidas tras las líneas rusas como para provocar la retirada a gran escala que coincidió con el fracaso de las conversaciones de paz de la primavera de 2022. También está la dificultad obvia de capturar rápidamente grandes ciudades como Járkov, Sumy y Zaporozhye, lo que todavía no ha ocurrido.
Pasando al segundo objetivo máximo de Rusia de desnazificar Ucrania después de explicar lo difícil que será lograr el primero de desmilitarizarla, esto tampoco puede tener éxito sin un acuerdo político que ya no es realista en el contexto actual después de que tal oportunidad se escapara en la primavera de 2022. Lo que Rusia tiene en mente es que Ucrania promulgue leyes que se alineen con estos objetivos, como prohibir la glorificación de los fascistas de la Segunda Guerra Mundial y rescindir las restricciones a los derechos de los rusos étnicos.
Zelensky ya no tiene motivos para seguir adelante con esto, como coqueteó con hacerlo a principios de 2022, y al equipo de Trump no parece importarle mucho este asunto de todos modos. Por lo tanto, no está claro cómo Rusia puede lograr esto antes de una intervención occidental/OTAN, excepto en el improbable escenario de una Revolución de Color favorable a Rusia y/o un golpe militar, ninguno de los cuales aceptaría Estados Unidos, y ambos probablemente provocarían la intervención antes mencionada por desesperación para salvar el «Proyecto Ucrania».
El tercer objetivo máximo de restablecer la neutralidad constitucional de Ucrania es comparativamente más probable, aunque discutible en este momento, dado que la serie de garantías de seguridad que ya ha obtenido de los Estados de la OTAN desde principios de este año equivale de facto a un apoyo continuado del Artículo 5. En contra de la percepción popular, este Artículo 5 no es una garantía de seguridad. Contrariamente a la percepción popular, esta cláusula no obliga al envío de tropas, sino sólo a que cada país haga lo que considere oportuno para ayudar a los aliados atacados. Su actual ayuda militar a Ucrania se ajusta a esto.
Coaccionar a Ucrania para que rescinda la enmienda constitucional de 2019 que convierte el ingreso en la OTAN en un objetivo estratégico sería, por tanto, una concesión superficial a Rusia por parte de Estados Unidos para hacer que el plan de paz de Trump sea un poco menos amargo de tragar para Putin. Al igual que con los dos objetivos máximos anteriores, Zelensky no tiene ninguna razón para cumplir con las exigencias de Putin en este sentido, ya que las fuerzas de este último no están en condiciones de imponérselo, lo que significa que sólo se puede hacer de manera realista si Trump se lo ordena.
Como el lector probablemente ya ha captado, el tema común es que la incapacidad de Rusia para coaccionar militarmente a Zelensky para que cumpla con sus objetivos máximos reduce en gran medida la posibilidad de que se logren, lo que también se aplica a la final de obtener el control sobre todas las tierras de sus nuevas regiones. Es inimaginable que Zelensky ceda voluntariamente Zaporozhye, con sus más de 700.000 habitantes, por ejemplo, o que Trump acepte el oprobio occidental que supondría obligarle a hacerlo.
Lo mismo vale para dejar que Rusia cruce el Dniéper para obtener el control sobre las zonas de esa región y de Kherson al otro lado, creando así la oportunidad de que acumule allí sus fuerzas en el futuro para un ataque relámpago a través de las llanuras occidentales de Ucrania en caso de que el conflicto se reavive alguna vez después de su finalización. No hay forma de que Trump le haga a Putin un regalo militar-estratégico tan valioso, así que los partidarios de Rusia no deberían engañarse a sí mismos haciéndose ilusiones pensando que esto sucederá.
La única forma en que Rusia puede lograr sus objetivos máximos antes de la entrada de tropas occidentales/OTAN en Ucrania como fuerzas de paz es por medios militares, lo que requeriría otra ofensiva múltiple a gran escala del tipo que caracterizó los primeros días de la operación especial. Pero incluso en ese caso, seguiría existiendo el riesgo de que la logística militar de la OTAN se viera de nuevo sobrecargada, cayera en una emboscada con Stingers/Javelins y se viera afectada su reputación e incluso sufriera pérdidas sobre el terreno.
Por tanto, a Rusia sólo le quedan tres opciones: 1) escalar ahora, antes de que las tropas occidentales y de la OTAN entren en Ucrania, y coaccionar a Zelensky para que acceda a estas demandas o capturar y mantener suficiente terreno para desmilitarizar la mayor parte posible del país; 2) escalar después de que entren, con el riesgo de desencadenar una crisis de riesgo similar a la cubana, que podría desembocar en la Tercera Guerra Mundial; o 3) aceptar el hecho consumado de congelar el conflicto a lo largo de la Línea de Contacto y empezar a preparar a la opinión pública en consecuencia.
No está claro qué opción elegirá Putin, ya que aún no ha manifestado su preferencia por ninguna de ellas. Sin embargo, es oportuno citar al Ministro de Asuntos Exteriores ruso del siglo XIX, Alexander Gorchakov, que dijo que «
Rusia no está enfurruñada; se está serenando». Rusia sabe que el tiempo corre para alcanzar sus objetivos máximos antes de que Trump probablemente ordene la entrada de fuerzas de paz occidentales/OTAN en Ucrania. El Kremlin está tranquilo por ahora precisamente porque los responsables políticos aún no han decidido qué hacer.
Análisis: La cuestión ucraniana y la administración Trump
Aleksandr Dugin
Cuando decimos que la totalidad de Ucrania debería formar parte de un espacio ruso unificado no estamos exigiendo algo descabellado, tampoco estamos siendo maximalistas. La Ucrania actual es incompatible con la existencia de Rusia y si decidimos aplazar la resolución de este problema, incluso incluyendo a los nuevos territorios dentro de nuestro sistema administrativo, no seremos capaces de resolver este problema. Únicamente veremos cómo se rearmarán y volverán a atacarnos en el futuro. Nadie nos puede dar garantías de que no lo harán. Tampoco nadie va hacer una propuesta de alto al fuego por nosotros.
Por lo tanto, las negociaciones con Trump sobre Ucrania deberán llevarse a cabo de la siguiente manera: Ucrania es nuestra, todo lo demás es negociable. ¿Aceptas? Por supuesto, no nos van a regalar nada, porque tendremos que luchar por ello. Liberaremos a Ucrania por nuestra cuenta y usando nuestra fuerza. La única cuestión es si seremos capaces de evitar una guerra nuclear siguiendo este camino o, en el peor de los casos, no. El mejor escenario sería que no llegáramos a estos extremos, pero, de lo contrario, debemos estar preparados para todo. No se trata de una hipótesis, sino de un hecho.
Resulta inquietante que nadie en Occidente comprenda la gravedad de nuestra situación. Los globalistas de Biden han conseguido deformar tanto la ventana de Overton que en lo único que piensan en Occidente es en infligirle una derrota estratégica a Rusia, incluso llegando al punto de que esto se ha convertido en el eje central de su política. Los que son más razonables y más cercanos a Rusia dicen: “tal vez no deberíamos derrotar a Rusia, porque nos saldrá muy caro”. Mientras tanto, quienes son nuestros acérrimos enemigos y propagan la rusofobia proclaman: “inflijamos una derrota estratégica a Rusia, son incapaces de lanzar un ataque nuclear, no se atreverán”. Aunque todo quede claro cuando sea demasiado tarde.
Pero tal mentalidad supone una seria amenaza para la administración Trump en las relaciones con Rusia: la hipnosis de la rusofobia es demasiado fuerte y eficaz. Ese es el cálculo. Trump, con la mejor de las intenciones, puede decir: “Moscú, toma lo que tienes y nada más. ¿Trato hecho?” Pero eso es inaceptable para nosotros, pues puede llevarnos a otra guerra que muy probablemente cause el colapso de Rusia, ya que es una derrota en todos los sentidos del término. Puede parecer que Trump nos da lo que queremos, pero para nosotros será un desafío, un chantaje y un llamado a la rendición. Es una situación muy peligrosa en la que chocan realidades geopolíticas y clichés mentales artificiales que crean una disonancia cognitiva extremadamente peligrosa. Tenemos que hacer que Washington se dé cuenta de que Rusia necesita ocupar toda Ucrania y punto. Y luego diremos «camaradas, las armas nucleares».
Está mal empezar un diálogo con la nueva administración estadounidense, enemiga del globalismo y los valores antitradicionales, aferrándonos a estas ideas. Esta es otra trampa dejada por los globalistas que es probable que Trump no entienda. Nosotros, maniobrando de todas las formas posibles en el plano diplomático, no nos atrevemos a llamar a las cosas por su nombre. Sin embargo, es mejor que hablemos sin rodeos con Trump. (Toda) Ucrania es nuestra y eso no se discute. Seguiremos luchando con armas convencionales hasta alcanzar la Victoria. Los sacrificios que hagamos son nuestro problema y debemos rendir cuentas.
Puede que no se levanten las sanciones, puede que no se renueven las relaciones. Tendremos que discutir eso más adelante. Si quieren, levanten las sanciones, pero toda Ucrania será nuestra, pase lo que pase. Porque sin ella, moriremos. Y no queremos morir. Si tenemos que morir, entonces todos morirán.
De nuevo, esto no es una forma de extremismo, sino únicamente las frías leyes de la geopolítica, claramente descritas por nosotros y por Brzezinski. En general, la separación de Ucrania de Rusia es un imperativo de toda la geopolítica atlantista desde su fundación, desde Mackinder (e incluso desde antes). Se trata de una ley. Para la escuela euroasiática, el axioma opuesto es verdadero: Ucrania será rusa o no existirán ni Ucrania ni Rusia y quizás nadie más.
Ahora está surgiendo una situación muy sutil y delicada. Todo estaba claro con Biden y los fanáticos globalistas. Nos planteaban exigencias inaceptables y a ellos nuestras exigencias les parecían inaceptables. Con Trump, la cosa cambia. Lo que parece un «regalo» a sus ojos será una declaración de guerra contra nosotros. Por eso es muy importante explicarle esto a Trump con claridad y nitidez, sin patetismo ni emoción. Si dejamos que nuestra sexta columna siga el camino de la negociación, entonces cederá todo. Creo que todo esto es claro para nuestra gente, en cambio, en Washington, la nueva administración Trump, que ni siquiera teóricamente puede estar libre de la influencia de los neoconservadores o representantes del Estado Profundo, bien puede tomar todo esto por lo que no es.
Creo que la solución más directa a toda esta situación sería anunciar justo ahora, mientras se prepara la futura toma de posesión de Washington, cuáles son los verdaderos planes de Rusia para Ucrania. Rusia sólo se detendrá después de que Kiev capitule incondicionalmente y tome el control total de su territorio. Ucrania es Rusia. Este es nuestro punto de vista.