Aunque los paneles solares son considerados como una de las grandes opciones para la producción de energía verde a nivel mundial, su implementación en determinados lugares y entornos podría resultar contraproducente.
Esa es la principal conclusión que se extrae de la publicación compartida en la revista Nature Cities tras la investigación de un grupo de científicos indios que parecen haber encontrado un problema al que pocas veces -o nunca- se ha prestado atención.
Según constató este grupo de investigadores, en la ciudad de Calcuta, las temperaturas se incrementan durante el día en 1,5ºC de media, pudiendo llegar a +3,2ºC en los momentos más calurosos del día, algo que podría condicionar enormemente la implantación e inclusión de los paneles en los nuevos modelos urbanísticos de las ciudades, en un contexto marcado por la importancia de la transición energética.
Pero, ¿cómo llegaron los investigadores a esta conclusión? Utilizaron un modelo avanzado, que combinaba el WRF (previsión meteorológica), el energético de edificios (BEM) y la parametrización del efecto de los edificios (BEP). Con este novedoso sistema consiguieron unos resultados mucho más profundos y completos que los de los estudios que se habían desarrollado hasta entonces, al incorporar más factores de calor que habían sido ignorados.
Resultados muy llamativos (y preocupantes)
Y los resultados sorprendieron. Según informaron, tan solo el 20% de la energía solar obtenida por los paneles se convierte en electricidad, mientras que el 80% restante contribuye a su calentamiento, que provoca además el aumento de temperaturas en las zonas cercanas al lugar en el que están instalados. Por la noche notificaron un enfriamiento de 0,6ºC.
Como los resultados obtenidos eran tan llamativos, los científicos decidieron realizar experimentos en otras ciudades, y así comprobar si esto es algo generalizado. Y efectivamente, tras realizar el mismo estudio en Sidney, Bruselas o Atenas, comprobaron que sí. En la primera se produjo un aumento de 9ºC durante el primer día, mientras que en la ciudad belga, este incremento fue muy inferior (1,1ºC).
De estos resultados se puede extraer la conclusión de que un factor decisivo son los condicionantes climáticos locales. Por todo esto, consideran que la implementación de paneles solares en las ciudades podría incrementar el fenómeno de las islas de calor urbanas, principalmente en zonas donde hay poca o ninguna vegetación y la densidad urbana es de por sí muy elevada.
Por todo esto los científicos que trabajaron en esta investigación creen que es necesaria una nueva reflexión acerca de la instalación generalizada de los paneles solares y las energías renovables a nivel mundial.
Como solución, los científicos propusieron soluciones integradas para mitigar estos efectos centrados en la utilización de materiales reflectantes y sistemas de paneles híbridos para reducir el calor sin que eso afecte a la productividad energética.
Esto ayudaría a encontrar el equilibrio entre el uso de energías renovables y el bienestar térmico de las ciudades. De cara a un futuro cercano, otra de las opciones pasaría por incorporar tejados verdes y materiales frigoríficos.
El concepto de ‘temperatura media mundial’ tiene poco que ver con la ciencia
Las ideologías posmodernas asumen que la atmósfera y los océanos se han calentado durante las últimas décadas. Insisten en que es eso que llaman un “dato”: la “temperatura mudial” sigue una tendencia ascendente. Esa temperatura se obtiene mediante la recopilación de mediciones del aire en un gran número de estaciones meterológicas repartidas por el mundo, su peso según el área que representan y, a continuación, el cálculo del promedio anual según el método habitual de sumar todos los valores y dividirlos entre el número de puntos.
Sin embargo, el concepto de “temperatura mundial” es engañoso, tanto termodinámica como matemáticamente, afirma Bjarne Andresen, profesor del Instituto Niels Bohr de la Universidad de Copenhague (*).
“Es imposible hablar de una temperatura única para algo tan complejo como el clima de la Tierra”, afirma Andresen, experto en termodinámica. “Una temperatura solo puede definirse para un sistema homogéneo. Además, el clima no se rige por una temperatura única. Más bien, las diferencias de temperatura impulsan los procesos y crean las tormentas, corrientes marinas, tormentas, etc., que conforman el clima”.
La temperatura mundial es otro concepto tan poco válido como la “clase media”, donde un artificio matemático convierte a una sociedad dividida en clases sociales en algo homogéneo y uniforme. Sólo les falta repetir entelequias como la de que “todos somos iguales ante la ley” o que “todos tenemos los mismos derechos”.
Si bien es posible tratar la temperatura estadísticamente a escala local, no tiene sentido hablar de una temperatura general para la Tierra. El planeta consta de una gran cantidad de componentes que no se pueden promediar. En economía, tiene sentido comparar el tipo de cambio de las monedas de dos países, pero no se puede hablar de un “tipo de cambio mundial” promedio.
Si la temperatura disminuye en un punto y aumenta en otro, el promedio se mantendrá igual que antes, pero dará lugar a una termodinámica completamente diferente y, por lo tanto, a un clima diferente. Si, por ejemplo, la temperatura es de 10 grados en un punto y de 40 grados en otro, la media es de 25 grados. Pero si, en cambio, la temperatura es de 25 grados en ambos puntos, la media sigue siendo de 25 grados. Estos dos casos darían lugar a dos tipos de condiciones climáticas completamente diferentes, ya que en el primero habría diferencias de presión y vientos fuertes, mientras que en el segundo no habría viento.
Si en lugar de temperatura se quiere calcular el “salario medio”, es casi seguro que la medición no tenga en cuenta a los parados, cuyo salario es cero, por lo que el promedio bajaría bastante.
También es casi seguro que en el cómputo un académico va a incluir todo tipo de ingresos económicos que no son salario, es decir, que va a sumar los emolumentos de la burguesía, que gana mucho más dinero, lo que va a seguir elevando el “salario medio”.
Otro problema con la “temperatura mundial” es que existen muchas maneras de calcular el promedio.
Por ejemplo, hay dos vasos de agua del mismo tamaño. En uno de ellos el agua está a 0 grados, en el otro a 100. Al sumar esos dos números y dividirlos entre dos, se obtiene una temperatura media de 50 grados. Se denomina media aritmética. Sin embargo, la media geométrica de esos dos números es 46 grados. La diferencia de 4 grados es la energía que impulsa todos los procesos termodinámicos que generan tormentas, truenos, corrientes marinas, etc.
Son solo dos ejemplos de métodos diferentes para calcular promedios y todos son igualmente correctos, pero se necesita una razón física sólida para decidir si el promedio de temperaturas se debe calcular de una manera u otra. Dependiendo de ella, el mismo conjunto de datos medidos puede mostrar simultáneamente una tendencia al alza y una tendencia a la baja del promedio de temperaturas.
Por lo tanto, las conclusiones sobre la tendencia de las temperaturas mundiales pueden ser consecuencia del método matemático utilizado para obtener el promedio y si nunca hay una buena explicación de los motivos por los cuales se elige uno u otro medio, tampoco lo hay cuando se cambia sobre la marcha.
EL INFORME ESTADÍSTICO DE LA ENERGÍA MUNDIAL REVELA LA GRAN MENTIRA DE LA TRANSICIÓN
La 74ª edición del
informe estadístico de la energía mundial muestra que tras décadas de propaganda y políticas energéticas disparatadas, la transición energética ni ha comenzado ni se la espera.
☑️ Emisiones de CO₂
Crecen en 2024 un 1,1% a nivel mundial. En España crecen un 2,9%.
☑️ Suministro total de energía
Crece en 2024 un 1,8% a nivel mundial. En España crece un 2,3%.
☑️ Energía procedente de combustibles fósiles
Crece en 2024 en 7,6 Exajulios a nivel mundial. En España crece en 0,11 Exajulios.
☑️ Energía procedente de renovables
Crece en 2024 en 2,8 Exajulios a nivel mundial. En España crece en 0,01 Exajulios.
TODO lo que nos cuentan de la transición es pura propaganda. El mundo cada vez utiliza más los combustibles fósiles, cada vez depende más de ellos y cada vez emite más CO₂ al usarlos. Las renovables, aparte de hacer peligrar las redes eléctricas y encarecer la factura de la luz, muestran un crecimiento raquítico comparado con los combustibles fósiles. Incluso aunque nos creyésemos sin pruebas que el cambio climático es culpa de nuestras emisiones, el incremento de renovables tiene un IMPACTO NULO sobre el clima.
España aumentó en 2024 un 3% sus emisiones de CO₂ y su uso de combustibles fósiles
El 74º informe estadístico de la energía mundial que publica anualmente el Instituto de la Energía muestra que, tras décadas de propaganda y políticas energéticas cuestionables, la transición energética ni está ni se la espera. A nivel mundial, el consumo de energía creció en 2024 en 11,9 exajulios, un 1,8% más que en 2023. Pero el incremento en la energía mundial se debió en un 66% al aumento del uso de los combustibles fósiles y tan solo en un 29% al aumento de la energía renovable. El mundo cada vez utiliza más los combustibles fósiles y cada vez depende más de ellos, mientras que el crecimiento de la energía renovable es de menos de la mitad de la procedente de fuentes fósiles. El resultado es que en 2024 las emisiones de CO₂ procedentes del uso de energía volvieron a aumentar en un 1,1%. También subieron los niveles de CO₂ en la atmósfera, llegando el pasado año a las 425 partes por millón.
Es evidente que, tras el Protocolo de Kioto de 1997 que comprometía a las 192 partes firmantes a limitar sus emisiones de CO₂ y tras los Acuerdos de París de 2015 que comprometían a sus 195 partes firmantes a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, el mundo no tiene intención real de descarbonizarse en un plazo previsible. Tras casi tres décadas, tan solo un puñado de países lo están haciendo y sus esfuerzos no tienen un resultado apreciable sobre las emisiones globales y los niveles de CO₂ y tienen un resultado nulo sobre el cambio climático, como demuestra que 2024 haya sido el año más cálido registrado.
España lleva reduciendo sus emisiones de CO₂ desde el año 2007, pero en 2024 las aumentó en un 2,9%. Con respecto a 2020, el año de la pandemia, las ha aumentado en un 13%. Esto se debe a que España está incrementando su uso de energía y la mayor parte de este aumento proviene de la energía fósil. En 2024, el consumo de energía en España creció en 0,13 exajulios. Descontando la disminución en la generación nuclear, el 70% del incremento en el consumo de energía del año pasado se debió a los combustibles fósiles y tan solo el 30% se debió a la generación de fuentes renovables.Analizando la evolución del consumo de energía, resulta evidente que España no está llevando a cabo una transición energética sino un decrecimiento energético. El máximo consumo energético se alcanzó en 2007 y, a pesar del aumento de población, ha caído desde entonces en un 18%. Este decrecimiento energético, debido casi en exclusiva al menor uso de combustibles fósiles, hubiera sido del 30% de no haberse triplicado el consumo energético procedente de fuentes renovables. Puesto que la energía es la fuente de la que mana la economía, el efecto de la reducción en el uso de los combustibles fósiles sobre la economía ha sido extremadamente negativo, llevando a un disparo de la deuda pública que desde 2007 se ha cuadruplicado. Este incremento brutal de la deuda pública hace que no percibamos de momento el tremendo empobrecimiento que estamos sufriendo, fruto de las equivocadas políticas económicas y energéticas adoptadas en este siglo.

Evolución del consumo de energía en España procedente de combustibles fósiles (negro) y de fuentes renovables (verde) y evolución de la deuda pública (rojo). Datos del 74º informe estadístico de la energía mundial y de Datosmacro.com.
Tres décadas después del Protocolo de Kioto es evidente para cualquiera que la ruta de la descarbonización emprendida por un puñado de países no va a tener ningún efecto apreciable sobre el cambio climático en un futuro previsible. Estos países, entre los que se encuentra España, no solamente están dañando gravemente su economía (disfrazando el daño con deuda) en persecución de una quimera, sino que además contribuyen miles de millones de euros a un fondo climático para los países que ni reducen sus emisiones ni tienen intención de hacerlo, y que se aprovechan del autoinducido declive económico de Occidente.
De proseguir por esta senda nos aguarda la ruina económica completa en un futuro no muy lejano.
SOS Rural denuncia la eliminación masiva de cultivos para instalar placas solares sin control
Rocío Regidor
El
campo español vive desde hace varios años en una situación crítica. A los intensos periodos de sequía hay que añadir la
excesva burocracia, la competencia de terceros países, la guerra de Ucrania y la falta de relevo generacional. Pero no son los únicos desafíos a los que se enfrenta el sector primario. SOS Rural, la plataforma independiente en defensa del medio rural,
alerta de que la «burbuja de las fotovoltaicas» está provocando un impulso precipitado de proyectos en diferentes zonas de España que suponen un mazazo para la actividad agrícola.
Esta asociación denuncia un
crecimiento «exagerado» de estas plantas en la Región de Murcia y también en Andalucía que no va acompañado de una evaluación real del potencial espacial. En este contexto,
THE OBJECTIVE habla con Natalia Corbalán, portavoz nacional de SOS Rural y CEO de la Fundación Ingenio que en los últimos años se ha convertido en un referente en la defensa del mundo rural y de un sector primario sostenible.
PREGUNTA.- ¿Cuáles son los principales desafíos y problemas a los que se enfrenta actualmente el campo español?
RESPUESTA.- La gran raíz del problema del campo es el maltrato político, que ha dado lugar principalmente a un factor que a nosotros nos preocupa y que va a focalizar la acción política este año, que es la competencia desleal. La competencia desleal viene propiciada por esos marcos normativos que han abierto las puertas sin control a productos de fuera. Y que lo que hacen es atacar la competitividad de los nuestros. Y otra cosa, la sostenibilidad medioambiental. Es decir, esas leyes cargadas de sesgo ideológico que lo que hacen es limitar la agricultura y hacerla carísima, porque las obligaciones medioambientales que se cumplen aquí, el coste que tienen, no lo tienen en Marruecos, ni en Egipto ni en Túnez. Es decir, que todo eso lo paga el agricultor europeo y español, con lo cual está haciendo inviable la agricultura. Está haciendo que no puedan producir, que el coste sea elevadísimo. No hay relevo generacional porque el campo está mal visto. El campo no se ve como una actividad sostenible económicamente, que hablamos mucho de sostenibilidad, pero nunca de sostenibilidad económica. Las explotaciones, como cualquier otro negocio, tienen que ser rentables.
P.- Este caldo de cultivo, esta situación en el campo, ¿está favoreciendo la entrada de nuevos actores?.
R.- Es que poco se habla de eso. Es la pescadilla que se muerde la cola, la tormenta perfecta. Ha dado lugar a que el campo se arruine, a que los agricultores quieran abandonar, dejando las mejores tierras, las más fértiles, al albur y servidas en bandeja a otro negociete político que es el de las
fotovoltaicas. Los planes para instalar energías renovables están totalmente descontrolados. No hay una clarificación, en España no hay una ley que organice el territorio en relación a dónde se pueden o no instalar. Nosotros no estamos en contra de las energías
renovables, estamos en contra de cómo se está haciendo. Claro, este café para todos y las renovables es muy complicado, sobre todo porque vemos que está beneficiando a grandes fondos buitre extranjeros. O sea, demonizamos nuestra industria, la más productiva. La soberanía alimentaria la desmantelamos en pro de un sistema energético embrionario, porque Europa está corriendo antes de andar. Tuvimos un centro energético hace nada, eso demuestra que no saben lo que están haciendo. Básicamente, están desmantelando el sistema energético tradicional en pro de un sistema que todavía está sin preparar. Lo están haciendo a costa de las mejores tierras, de los suelos agrarios fértiles, superficiales, útiles, que se están desmantelando no sólo de Andalucía. También en Murcia. Yo vengo de ahí. Pero se están levantando hectáreas de cultivo en todos los sitios en Castilla-León, Castilla-La Mancha, Extremadura.
P.- ¿Cuál diría que es la región en la que está habiendo un crecimiento más descontrolado de esta cuestión?
R.- En Murcia es raro el día que no nos levantamos con una nueva normativa que lo que hace es ir a la línea de flotación de la situación agrícola. Ahora mismo estamos viendo a ver qué va a pasar con el programa de control de nitratos, un programa altamente dañino que acompaña a las obligaciones de la Ley del
Mar Menor, que ya asfixia a los agricultores. Van a expandir esas cuestiones a toda la Murcia agrícola, a todas las zonas productivas. Esto, de nuevo, compromete la viabilidad de los agricultores para justificar su ruina y que venga el gran fondo a instalar fotovoltaicas. Es decir, tú estás arruinado y te llega el gran fondo y te dice que te dan una cantidad a 30 años. Hay toda una corriente que urde el plan de arruinar a la agricultura para servir a otro negociete.
P.- ¿Qué impacto tiene en el campo esta situación cada vez más generalizada en algunas zonas?
R.- Aparte del impacto paisajístico, ecológico, social, medioambiental, el gran drama es la alimentación. Si cada día quitamos hectáreas productivas de alimentos, ¿qué vamos a comer y a qué precio? La gente está viendo lo que cuesta medio melón o media sandía. Eso una familia media no se lo puede costear. Cuando ya no haya nadie que produzca melón nacional y nos lo vendan fuera, ¿a qué precio lo vamos a pagar? Es decir, cuidado con esto porque está en juego el bien más estratégico que tiene un país, que es la soberanía alimentaria. Y eso es lo que nosotros estamos haciendo. No se pueden levantar hectáreas de cultivo, no, así no se puede hacer así.
En zonas como Murcia hay un programa que va a ser el sellado del suelo. Cuando se pone una instalación fotovoltaica, aparte de todo el cableado, las estructuras, las zapatas de hormigón, echan los productos para que no crezca la hierba debajo de las plantas porque eso interfiere. Hay un sellado del suelo, el suelo se impermeabiliza, no percola el agua de lluvia. Con lo cual en Murcia va a ser especialmente dramático, porque la cuenca depende del Mar Menor, que por ley natural va a verter al Mar Menor, la escorrentía. Pero ya no habrá nada, ya no habrá estructuras vegetales que retengan ese agua. Las escorrentías correrán hacia el Mar Menor, con el impacto que eso va a tener aparte del incremento de temperatura, impacto paisajístico, impacto para la fauna y flora que habita en el manto verde de la Región de Murcia. Es decir, esto es un ecocidio en toda regla.
P.- ¿A qué obedece ese crecimiento descontrolado, a falta de organización o a interés político en cambiar el modelo productivo?
R.- Hay un interés que lo marca Europa y desde luego lo han acogido nuestros políticos nacionales con los brazos abiertos a nivel nacional, porque no hay una ley que proteja como la tiene Italia o Francia. ¿Qué ha hecho Italia? Pues proteger las superficies útiles mediante una ley. O Francia. España no. Pero es que los parlamentos autonómicos ya estamos viendo lo que están haciendo. Tampoco están por la labor de tenerla. ¿Por qué? Porque están favoreciendo otros usos del territorio. Están favoreciendo que la fotovoltaica llegue y se quede con las mejores tierras. Por tanto, vemos que no hay voluntad política de proteger al campo. Es una pose. Cuando ellos hablan de que protegen al campo es una pose, pero luego en realidad utilizan los boletines oficiales de la Comunidad Autónoma X para desmantelarlo. ¿Qué hace Andalucía? Pues utilizar la figura de la utilidad pública. ¿Cómo va a ser de utilidad pública algo que lo único que beneficia a empresas privadas? Eso no es de utilidad pública, no puede ser de utilidad pública.
P-. Entonces, ¿cómo se están arrebatando las tierras a los olivareros?
R.- Están dando lugar a expropiaciones forzosas para instalar fotovoltaica. Ahí está el drama. Que un propietario libremente decida que quiere entregar sus tierras, es libre. Pero que venga la administración y que te diga o te mueres o te mato, o entregas estas tierras a la empresa que ha venido a ofrecerte un contrato de arrendamiento o vendré yo administración y te expropiaré por un precio ridículo, pues no tiene sentido. La empresa te da un contrato a 30 años, te da 3.000 euros por hectárea, que es ridículo, porque es mucho más productivo sacar aceite de oliva de esos olivos.
P.- ¿Cuántos olivos se van a perder en la zona de Andalucía?
R.- Hay un baile de cifras. Desde la Junta hablan de 13.000, pero como yo le dije a la consejera, esto no es un tema cuantitativo, es un tema cualitativo. Son cerca de 200.000 los que están realmente programados entre las zonas de la campiña norte de Jaén y la Subbética Cordobesa. Entre esas dos provincias está previsto que se talen más de 200.000 olivos. Solo en la provincia de Jaén van 24 macro plantas fotovoltaicas. Cuando digo macro son las que gestiona la Junta de Andalucía, que están por debajo de 50 megavatios. A partir de 50 megavatios las gestiona el Ministerio. Pero, ¿qué ocurre? Que fraccionan los proyectos. Me quedo en 49 megavatios cada uno y ya directamente es la Consejería de Industria la que me tiene que dar la declaración de utilidad pública. Entonces eso es lo que están haciendo, están casi en fraude de ley.
P.- ¿Desde cuándo se está produciendo este boom?
R.- Desde hace diez años ya, pero en los últimos años ha habido un impulso enorme. En la última década en España se ha incrementado la superficie dedicada a parques fotovoltaicos en 1.150% a nivel nacional. Extremadura representa el 23% de la producción fotovoltaica de España. Lo que está ocurriendo con Extremadura es que están copando las tierras de secano, que también son productivas, porque el secano también lo es, pero a diferencia de Andalucía sí que tienen un marco normativo que está protegiendo las tierras de vega, de regadío y las dehesas.
P.- Parece ser un tema transversal que afecta tanto al Gobierno central como a las administraciones.
R.- Lo que es flagrante es lo que está pasando en Murcia y en Andalucía. En Murcia hay un plan clarísimo. Quieren que pase de ser la huerta de Europa a la pila de Europa. No paran de salir titulares sobre nuevas normativa que aceleran los trámites administrativos. Recientemente ha salido una noticia sobre la tramitación de un Real Decreto ley que ya está publicado, falta el trámite parlamentario del Congreso, para que todos aquellos proyectos que están ahora mismo en vía judicial y que tienen medidas cautelares que los paralizan, acelerarlos. Es decir, de nuevo saltarse la justicia para hacerles el negociete. Esto es intolerable. Además, lo ha metido de nuevo el Gobierno en sus paquetes omnibus. Hacen pinza en este tema. Vemos la connivencia, da igual que sea un Gobierno del PP o del PSOE. Al final, ¿cómo votan ambos partidos en Europa? Igual.
P.- El año pasado estuvo marcado por las protestas del campo, esas protestas continúan pero han bajado mucho en intensidad, ¿realmente ha habido un cambio en la política europea con el cambio de Comisión?
R.- Notamos un cambio porque Europa sabe que tiene que mirar de nuevo a la productividad. Europa no puede estar focalizada solamente sostenibilidad ambiental porque está viendo lo que está pasando y no solamente el sector agrario, que si no hay sectores como el químico que también ha dicho basta. Creemos que Europa puede virar. Y hay ahora mismo un viento de cambio con el nuevo Comisario Jansen que creemos que tiene la visión de levantar el pie de la burocratización.
P.- Pero, ¿por qué el campo no se levanta en la calle con este tema de las fotovoltaicas?
R.- Por falta de información. Porque si el campo supiera lo que conllevan los contratos que firman los agricultores, muchas veces es desconocimiento. Son contratos leoninos con muchísima letra pequeña, oscuros, difíciles de entender y que además encierran algo que cuando te lo diga te vas a quedar un poco perpleja. Cuando pasa la vida útil de la planta y pasa el tiempo, quien se queda con el marrón de desmantelar ese terreno y levantar esa instalación es el agricultor, no la empresa. Y si el agricultor no levanta esa instalación, incurre en un delito medioambiental. Por ese delito tiene que responder con sus bienes presentes y futuros (Artículo 1911 del Código Civil). Quiero decir que el marrón lo tiene el agricultor y sus herederos si no se descontamina ese suelo.