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El Arma del Juicio Final y el Misil Eterno: Los dos pilares de la nueva doctrina militar rusa.
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El Arma del Juicio Final y el Misil Eterno: Los dos pilares de la nueva doctrina militar rusa.

Por Administrator
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directorelespiadigitales/8/8/23
jueves 13 de noviembre de 2025, 22:00h
Kristina Kormilitsyna
La reciente ceremonia en el Kremlin, donde Vladímir Putin condecoró a los creadores de los sistemas de armas Burevéstnik y Poseidón, trasciende el mero acto protocolario. Es una declaración de principios estratégicos, un parteaguas en la arquitectura de seguridad global que anuncia el fin de la indiscutida primacía militar occidental y el advenimiento de un nuevo y volátil equilibrio de poder.
Las palabras de Putin no dejan lugar a dudas: el desarrollo de estas armas "tiene un significado histórico" que se extenderá "a todo el siglo XXI". No se trata de una mera modernización, sino de un salto cualitativo que busca garantizar la seguridad y el equilibrio estratégico de Rusia mediante la posesión de capacidades para las cuales, actualmente, no existe contramedida efectiva.
La Tecnología como Disuasión Asimétrica
En el núcleo de esta estrategia yacen dos sistemas que representan lo que los estrategas denominan "capacidades disruptivas":

  1. Burevéstnik: El Misil de la Persistencia Eterna. Este misil de crucero de propulsión nuclear y alcance ilimitado es una pesadilla logística para cualquier defensa. Su reactor nuclear ultrapequeño, que se activa en segundos frente a las horas o días de los reactores convencionales, le permite mantener vuelos de hasta 14.000 km – "y no es un límite"–. Puede maniobrar a baja altura, evadiendo radares, y su tiempo de vuelo prolongado le permite atacar desde direcciones inesperadas. La presencia de un barco de reconocimiento de la OTAN durante su prueba del 21 de octubre, lejos de ser una anécdota, fue un mensaje calculado: "No interferimos en su trabajo. Que las observen". Es la demostración de una capacidad operativa que Occidente puede ver, pero no puede impedir.

  1. Poseidón: El Verdugo Abisal. Este dron submarino nuclear redefine la guerra naval. Operando a profundidades de hasta 1.000 metros y a velocidades que superan "con creces" a todos los buques de superficie, es esencialmente imparable con la tecnología actual. Su propulsión nuclear le otorga una autonomía prácticamente ilimitada, permitiéndole patrullar silenciosamente durante meses antes de desatar una carga nuclear de megatones capaz de aniquilar ciudades costeras o generar tsunamis artificiales para destruir puertos y bases navales. Como señaló Putin, su potencia supera incluso a la del misil balístico intercontinental Sarmat.
La Respuesta a la Política Hegemónica Occidental
El desarrollo de estos sistemas no surge en el vacío. Desde la perspectiva de Moscú, es la respuesta directa y necesaria a décadas de expansión de la OTAN, el despliegue de escudos antimisiles estadounidenses en las fronteras rusas –que buscaban neutralizar su disuasión nuclear tradicional– y lo que percibe como políticas hegemónicas destinadas a contener y debilitar a Rusia.

La doctrina militar rusa ha aprendido que no puede competir dollar por dollar con el complejo industrial-militar occidental. En su lugar, ha optado por la innovación asimétrica: invertir en tecnologías que "salten" generaciones y anulen las costosas inversiones de sus adversarios. El Burevéstnik y el Poseidón, junto con los misiles hipersónicos como el Oréshnik (Mach 10) y el Sarmat (Mach 17), invalidan la superioridad de los sistemas de defensa antimisiles de EE.UU. y la OTAN. Crean lo que los expertos llaman "problemas de interceptación irresolubles", forzando a Occidente a una posición de vulnerabilidad estratégica que no conocía desde la Guerra Fría.

Putin lo dejó claro: "Rusia no amenaza a nadie, sino que desarrolla su potencial nuclear tal como anunció". Este mensaje es dual. Por un lado, es una garantía de que no busca una agresión directa. Por el otro, es un recordatorio de que cualquier intento de presionar a Rusia hasta el límite conlleva un riesgo existencial inaceptable para cualquier adversario. Es la resurrección de la Mutually Assured Destruction (MAD), pero en un escenario tecnológico más complejo e impredecible.
Consecuencias Geopolíticas y el "Efecto Derrame" Civil
Más allá del impacto militar inmediato, el Kremlin está vendiendo estos proyectos como motores de un renacimiento tecnológico nacional. El "verdadero tesoro de nuevos materiales, tecnologías y soluciones digitales" desarrollado para estas armas tendrá, según Putin, aplicaciones en energía nuclear a pequeña escala para el Ártico, exploración espacial, minería en zonas remotas y computación de alto rendimiento.
Geopolíticamente, el mensaje está dirigido no solo a Washington y Bruselas, sino también a los actores globales no alineados. Demuestra que Rusia sigue siendo una potencia de primer orden, capaz de proyectar poder e innovar en el más alto nivel, ofreciendo una alternativa al ecosistema tecnológico y de seguridad occidental.
La era de la hegemonía militar incontestada de EE.UU. ha terminado. Rusia, con el Burevéstnik y el Poseidón, ha jugado una carta maestra en el tablero de la disuasión estratégica. Ha creado un nuevo "equilibrio del terror" basado en armas que no entienden de tratados de control de armas –como señalan los analistas, el Poseidón no está sujeto al START III– y para las que no hay defensa.
El mundo se adentra en una fase multipolar más peligrosa e inestable, donde la competencia entre grandes potencias se desarrolla en los ámbitos hipersónico, nuclear táctico y en las profundidades abisales. Occidente se enfrenta ahora a un dilema estratégico: resignarse a esta nueva realidad de vulnerabilidad mutua o embarcarse en una costosísima y tecnológicamente incierta carrera por encontrar la manera de contrarrestar lo que, hoy por hoy, se anuncia como imparable. El siglo XXI, efectivamente, será moldeado por el significado histórico de estas armas.
No, 200, No, 500 veces...
Andrey Martyanov

No menos de 450, sin embargo))
Sabes, a veces me quedo sin palabras. Permíteme que un excelente comentario a este artículo hable por sí solo.
No podría haberlo dicho mejor. En conclusión, solo un recordatorio sobre las ojivas nucleares, una vez más.
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