geoestrategia.eu
La intuición de Alexandr Dugin

La intuición de Alexandr Dugin

Por Administrator
x
directorelespiadigitales/8/8/23
domingo 21 de septiembre de 2025, 22:00h
Carlos Javier Blanco
Hay una intuición acertada en el pensamiento de Alexandr Dugin: Rusia, aun siendo parte esencial de Europa, no tiene más remedio que volcarse hacia Asia y unirse a ella.
¿Quién puede negarse a la idea de que Rusia es parte de Europa? ¿Quién va a refutar que Europa no es nada y nunca habría sido nada sin la nación de Rusia?
Ya lo expresé frecuentemente en mis escritos, por ejemplo en el artículo de mi autoría "Los dos imperios", escrito como prólogo a la obra clásica de Walter Schubart Europa y el Alma de Oriente (Fides, Tarragona, 2019). Al Oeste, España contuvo las hordas afroasiáticas que pretendían sumir el Occidente cristiano en una ecúmene exclusivamente islámica. España fue el valladar ante el islam durante más de diez siglos (ocho de Reconquista y al menos dos más de vigilancia en el mar Mediterráneo). Lo que hizo el Reino de Asturias-León desde el 722 se amplió en escala geográfica con el Imperio de los Austrias españoles en la Edad Moderna: valladar o katechon ante el auge atroz e imparable de la herejía protestante, que no era más que la antesala del actual liberalismo, nihilismo y capitalismo, ideologías y formas materiales de disolución de la cultura clásica, católica y humanista. Y valladar ante el Turco.
El katechon español al Oeste fue simétrico al mismo katechon ruso al Este. Lo que de Roma pasó a Oviedo, León, Madrid, un espíritu de Imperio de contención ante el Mal, fue análogo al espíritu de de Bizancio (segunda Roma) que también pasó a Moscú. Esa sustancia espiritual transmitida fue la de un Imperio katechónico que puso freno a hordas turcas o tártaras y rescató igualmente la cultura clásica, el cristianismo (ortodoxo) y el humanismo, y lo adaptó a los pueblos eslavos y otras poblaciones asiáticas circundantes.
Freno, resistencia y conservación pugnante (katechon) al Oeste y al Este. Imperios, que no imperialismos, que frenaron y parieron naciones. En medio, la Europa y el Mediterráneo sumidas es la confusión, el desgarro nihilista y la lucha fratricida durante siglos.
Resulta significativo que esa misma Europa desgarrada por el liberalismo, el capitalismo financiero más atroz y voraz, nihilista y anti-tradicional, le haya dado patadas a Rusia, a la Gran Rusia. Sus místicos, novelistas, compositores. Sus revolucionarios, sus atletas, sus científicos, son carne y sangre de Europa. ¿Se imaginan ustedes una Europa sin Tchaikovski? No diré que una excrecencia, pero sería una Europa pobre y gris. Esta Europa invadida por alógenos venidos de todos los lugares posee su reserva humana en Rusia. Por desgracia, tampoco allí nacen muchos niños
Los nazis ucranianos, tan queridos por el bufón Zelensky, amados por la OTAN y los norteamericanos no han sido sino el instrumento ideado para levantar todos los muros posibles entre la Europa amputada (esa es una Europa de eunucos, sin Rusia ) y la parte esencial suya que es la Federación Rusa y las otras naciones hermanas (la propia Ucrania, Bielorrusia y varias más). La voladura del Nord Stream no fue simplemente un "sabotaje" misterioso. Fue la imposición del hegemón yanqui con vistas a asegurarse para sí el dominio colonial de Europa, apartada de su parte integral y esencial, Rusia. Era preciso matar de hambre (energéticamente hablando) a Europa, para que Rusia volviese el rostro hacia China y el resto de las potencias asiáticas que se van hartando más y más del matonismo anglosajón.
La conexión energética ruso-china es enorme, e irreversible. El hambre de gas y energía de Europa será crónica, y esta humillada Europa será dependiente de un proveedor caro, escasamente fiable, decadente y, posiblemente, no sostenible en cuanto a recursos futuros: dependiente de los norteamericanos. Más que los nazis ucranianos, hijuelos de los actuales neonazis de Israel, Alemania, la Angloesfera, etc., han sido los norteamericanos quienes han forzado a Rusia a abrazar al gigante Chino, a reforzar lazos con la India, a mirar a una Asia emergente, viendo al Oeste nada más que a una jauría de perros enanos y descastados, de tamaño de ratón y azuzados por un amo norteamericano que, en su caída, no teme destrozar el propio concepto que se inventó: "Occidente".
Dugin acertó. El filósofo ruso no es, ni mucho menos, el inventor del concepto "Eurasianismo", pero sí es, a mi modesto entender, quien mejor lo ha actualizado y quien de manera más pedagógica lo ha mostrado al mundo. Rusia, aunque debería haber sido esencial para Europa, tiene que trascenderse a sí misma y construir –de manera imperial- una realidad superior, Eurasia, vale decir, un gran bloque continental destinado al rescate de los ideales clásicos y tradicionales (valor sagrado de la persona, respeto a la tradición plural de los pueblos, defensa de la Comunidad, lucha contra el materialismo y el nihilismo). Dugin sabe que Europa (occidental) no está preparada para ello. Hubo otros grandes visionarios que teorizaron una Eurasia: Thiriart, Faye… Quizá pensaron, ante todo, en una unión de los pequeños caniches de Europa, libres del amo yanqui, y salvados por el gran oso ruso. Pero el oso ruso también tiene que pensar en salvarse él mismo. La serie ininterrumpida de provocaciones sufrida por la nación rusa parece que nunca va a tener fin.
Cuando escribo estas líneas, septiembre de 2025, lo hago atónito por las declaraciones de los líderes occidentales, llamando a la guerra, exigiendo sacrificios para iniciar un ambicioso rearme, ladrando a las puertas del Este. Hace unas horas escasas se ha activado una especie de estado de alarma bélica por el incidente de los supuestos drones rusos caídos en suelo polaco. Nuevamente, la victimista Polonia quiere el lío, como en 1939, pidiendo ser invadida. La agresiva Polonia como tentáculo de los "James Bond" británicos, nuevamente en acción. Los ciudadanos europeos jamás aprendemos de la Historia. La victimista Polonia, igual que el victimista Israel, es un país que agita en el aire sus credenciales de pueblo zarandeado por los gigantes, infeliz perseguido por los imperialistas, disfrazado como niño maltratado y objeto de intolerables abusos. Europeo: ¡cuídate de los victimistas! Lloran para que les tengas lástima, pero no dudarán en empujarte al abismo. La paloma polaca es un halcón de los anglos.
Europa, si sigue siendo "Occidente", caerá en el abismo. Ser "Occidente" representa ser un juguete de los anglosajones, un juguete que un vez roto ellos desecharán. Y la catástrofe se acerca más y más, inexorable. El lazo energético ruso-chino es irreversible y ambicioso, el lazo ruso-germánico, en cambio, se ha roto para siempre. Hubiera sido energético y, en general, económico, pero hubiera representado también el primer paso para un estrechamiento de lazos de índole espiritual. Justamente el ideal de Walter Schubart, una Europa "joánica" que la parte rusófoba del nazismo destrozó.
Esa rusofobia de orígenes nazis y anglosajones ha crecido inopinadamente en los últimos tiempos. Cualquier persona sensata habría supuesto que naciones pequeñas y destrozadas por la II Guerra Mundial (y Alemania o Polonia, y todas las demás) anhelarían un mundo de paz y convivencia amistosa entre los pueblos. Desde 1945, bajo la ley de la Guerra Fría, siempre había sido correcto políticamente mostrarse pacifista. Los niños de los colegios de nuestro continente han dibujado millones de palomitas blancas de la paz y cantado bodrios de John Lennon durante décadas. Ahora cayeron las caretas: el pequeño nacionalista polaco y el pequeño nazi alemán que nunca murió espiritualmente, toma forma de nuevo, con una rusofobia de la peor especie, si ya era mala la especie de los nacionalismos supremacistas, resentidos y de campanario.
La intuición de Dugin se va a confirmar. La Eurasia que desde el 3 de septiembre de 2025 va a forjarse, ya está mostrada ante el mundo con un gran desfile del ejército chino y unas palabras de líderes soberanos que hablan de futuro y de civilización, no como Trump y Úrsula, quienes hablan de rearme, privaciones, amenazas y dolor. Esa Eurasia es la que va a imponerse, nos guste o no. Los visionarios de Occidente que querían una Eurasia, la que iba "de Lisboa Vladivostok", no verán fácilmente su sueño hecho realidad, incluyendo en ella a las naciones occidentales. La Eurasia del 3 de septiembre de 2025, la de la OCS y los BRICS en constante ampliación, dejará fuera de "la civilización" a esos perros ratoneros, llenos de pulgas (corrupción, inepcia, soberbia, ignorancia) que ladran en nombre de la OTAN, la Unión Europea y los "valores de Occidente".
China, Rusia, India (ésta con muchas cuentas aún pendientes) y demás potencias asiáticas en trance de "desconexión" emancipatoria (como diría, más o menos Samir Amin) con respecto a los USA, son grandes estados que formarán la Eurasia del siglo XXI. Los perros enanos de Occidente, capaces de morder en la pierna a quienes siempre fijaron como enemigo pero inútiles a la hora de crear civilización, siguen caminando hacia ese abismo: "con ademán firme y vista al frente".
El drama tiene muy mal remedio. En Europa falta "el sujeto emancipatorio", el pueblo. Es tal el grado de anomia, nihilismo, atonía y depravación mental (que incluye la pereza), en las naciones occidentales, que éstas, a nivel popular, han dejado que sus élites plutócratas jueguen con sus vidas, sus patrias y su futuro. En tiempos de mi juventud, unas declaraciones del estilo de Merz, Macron, Starmer, Úrsula o demás miembros de la banda asesina ¿qué habrían supuesto como consecuencia? Por la mitad de lo que estos tipos dicen, mentiras y barbaridades, las capitales de nuestra Europa estarían hace décadas llenas de gente enfurecida con pancartas pidiendo su dimisión, la salida inmediata de la OTAN, así como peticiones de condena por presuntos crímenes de guerra. No debemos olvidad que hay una enorme responsabilidad compartida con Rusia en las muertes de un millón y medio largo de ucranianos.
Falta un pueblo organizado en Europa, un pueblo en la calle que inicie la contestación contra unos criminales "europeístas" que merecen sentarse en el banquillo en una segunda versión de los juicios de Núremberg. Falta un pueblo educado en la historia reciente del Continente. Europa quedó destrozada con el fin de la II Guerra Mundial en 1945, y la parte no liberada por los soviéticos no tuvo más remedio que abandonar toda pretensión de soberanía auténtica, siendo la Unión Europea (y las instituciones precedentes, como la CEE) meros artefactos al servicio de los americanos y de la gobernanza neoliberal de países cuyas élites se plegaron desde el inicio al dictado yanqui.
Las potencias europeas –todas, sin excepción- arrastraban consigo una triste historia de explotación colonial del "Tercer Mundo". La chapucera y criminal descolonización que acaeció tras la derrota colectiva de Europa en 1945, no hizo sino preparar la nueva colonización –más económica que gubernamental- que los Estados Unidos preparaban. Parecía que la antorcha que iluminaba la Estatua de la Libertad en la bahía de Nueva York iba a irradiar su luz sobre el Sur global, ya libre de los genocidas franceses, británicos, holandeses, etc.
Pero el "Tercer Mundo" aprendió muy pronto que, simplemente, habían cambiado de amos. En el momento en que un líder o una fuerza política nacionalista o socialista se resistían a los dictados de Washington, estos obstáculos eran rápidamente removidos por medio de asesinatos, secuestros, golpes de estado, insurgencias, invasiones. La CIA, como el MI6, el Mossad y todos los demás asesinos a sueldo de los estados occidentales, proclamaron desde 1945 (si no antes) sus "valores". Ya el Sur Global sabe muy bien cuál es el verdadero significado de la "defensa de los valores occidentales".
La Eurasia que ha intuido Dugin, ya no es la de Thiriart o la de Faye, sino la de una comunión espiritual entre el elemento europeo y el asiático, representado por los rusos y los chinos espléndidamente. Esa comunidad espiritual no ha de ser desatendida en el futuro. No se trata solamente de comerciar con gas, minerales raros, recursos tecnológicos, no sólo es cuestión de cooperación científica, militar, etc. Todos esos aspectos materiales son fundamentales, y la ligazón de la cual está ausente Europa occidental es fuerte, cada día más fuerte. Pero Dugin no se olvida del aspecto metafísico, sin el cual no se construyen civilizaciones ni imperios. Rusia y China fueron imperios, en efecto. Pero imperios, como el hispánico, civilizadores. Debe distinguirse imperio e imperialismo. En toda creación humana hay errores y carnicerías, pero los dos imperios que han sufrido tantas humillaciones y muertes tienen derecho a rehacerse, a pesar de sus errores. Y por ello, esta es la hora de Rusia y China. Estos dos imperios-naciones-civilizaciones fueron los verdaderos "ganadores" de la II Guerra Mundial, número uno y dos en la lista de pueblos más masacrados: millones de héroes y mártires aniquilados por el imperialismo nazi-alemán y el japonés. Poco después del silencio de las armas en 1945, el ruido de la muerte se hizo sentir de nuevo. De haber prevalecido el criterio de Churchill, ese Hitler británico que será para siempre una vergüenza para la humanidad, la Guerra Mundial nunca se habría terminado, y la fragmentación y esclavización de Rusia y de China habrían tenido lugar. El socialismo autoritario y el tesón heroico de dos grandes pueblos les salvó de todas las maquinaciones anglosajonas.
Los pueblos de Europa se están levantando, muy poco a poco, contra las élites atlantistas y serviles a la anglosfera. Muchas veces lo hacen con el ropaje y los modales "ultraderechistas". Pongan ustedes la etiqueta que quieran: populistas, euroescépticos, xenófobos. En mi país, España, una parte importante de lo que queda de la "izquierda" hace carrera académica o logra una ridícula proyección social "cazando fascistas". Esos libros de títulos y contenidos tan absurdos como "Extrema Derecha 2.0" o "Los Nuevos Odres del Nacionalismo" van en la misma línea del llamado anti-fascismo, vulgar estrategia "anti" de la izquierda liberal de Soros. Mientras que la izquierda ha traicionado, en buena medida al marxismo, a los pueblos y a los trabajadores, poniéndose en manos de gente siniestra como Soros, Biden y, en general, de los grandes fondos de inversión letales, sus peones buscan fascistas con un fervor inquisitorial digno de mejores causas. No se enteraron del cambio de era.
El verdadero mundo socialista, la auténtica patria de los trabajadores unidos solo es posible dentro de un gran bloque continental fuertemente armado (con las armas disuasorias del más alto nivel), provisto de enormes recursos energéticos, humanos y tecnológicos. Una masa de varios millones de hombres y de kilómetros cuadrados. Las mamarrachadas destiladas y desde el mayo del 68 hieden a CIA por todas partes, y basta leer un poco al margen de las páginas atlantistas que se las dan de "progresismo". Esa masa continental y humana llamada Eurasia puede domesticar y vencer al peor bastardo del neoliberalismo, cual es el neoliberalismo de cuño y férula "occidental", el neoliberalismo anglosajón. La causa socialista es la causa a favor de este sur global armado con fuertes ejércitos defensivos, obreros y campesinos bien formados y recursos materiales suficientes para ir creando un orden mundial nuevo. Occidente, con sus "brokers" y ss "antifascistas" (que son dos caras de un Jano), no posee nada de eso. Occidente, desde este 3 de septiembre, está muerto y más que muerto.