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Edición testing
Editorial > Editoriales Antiguos
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No ha sido un buen año, ni tampoco hay excesivas perspectivas de que el próximo sea mejor. Es más, si nos hemos intoxicado con los informativos, es posible, incluso, que ni siquiera entendamos lo que se nos pide de nosotros en estas fiestas. Yo, al menos, no he entendido las normas sanitarias, ni sé a qué atenerme. La buena noticia es que hay un gobierno y diecisiete fotocopias reducidas que dictan normas, pero no tienen capacidad para vigilar su cumplimiento. Y ya llevamos nueve meses, de prohibiciones más o menos inútiles y de sobredosis de información. Por si no lo sabías: nadie, ningún poder, se preocupa ni por ti, ni por los tuyos. Ni siquiera, en realidad, tienen idea del resultado de las normas y prohibiciones que dictan. Lo hacen para que no adviertas la triste y dramática realidad: tenemos un gobierno preocupado por el que no haya desokupaciones, por la eutanasia, por alojar en hoteles de cinco estrellas a los magrebíes llegados a Canarias, por cobrarte impuestos y por crucificarte fiscalmente si tienes una nómina.
Pero esto no es del todo malo: si tienes ojos y ves, entendimiento y entiendes, te habrás dado cuenta de que estás solo. No hay Estado que cuide de ti, no hay administración que te proteja, no hay poder que te defienda. Solo existen unas estructuras burocrático-administrativas en las que se han acoplado los que solamente piensan en sí mismos y en vivir a tu costa. La grandeza del tiempo nuevo es que ya no podemos confiar en nada que no sea en nosotros mismos y en nuestro entorno.
Siempre he estado convencido de que los tiempos amables, de prosperidad y felicidad, son infecundos. Los tiempos amables y fáciles crean siempre ciudadanos blandos y bobalicones. Ciudadanos que lo admiten todo y creen en la bondad de las administraciones. Son los tiempos de crisis, los tiempos duros, las privaciones y los peligros, los que forjan el carácter y templan el acero.
Por si no te habías dado cuenta estamos inmersos en una crisis gigantesca que no es solo ocasionada por el Covid o la mala gestión económica: es una crisis de civilización. Era normal que se produjera: el fondo de la cuestión es la contradicción entre un tiempo de progreso técnico continuo y unas estructuras políticas anticuadas. Se está gestionando el mundo del siglo XXI con ideas del siglo XVIII…
Para colmo, la naturaleza humana es conservadora. En un entorno tecnológico, social y político, estable, el ser humano se siente a gusto. Pero desde hace mucho tiempo, todo cambia a una velocidad superior a la que la naturaleza humana puede adaptarse.
Las cosas deben cambiar. Gracias al virus hemos llegado a un punto en el que la incapacidad del gobierno, de la oposición y de las administraciones autonómicas o europeas, incluso que las instancias mundiales (este virus, desde su inicio, ha sido el gran fracaso de la Organización Mundial de la Salud), está tan visible que podemos advertirlo con solo escuchar los informativos.
Ya no hace falta convencer a nadie del gran fracaso de las estructuras de poder. Este año se cerrará en España con casi 100.000 muertos (la diferencia entre los que fallecieron en 2019 y los que habrán muerto en 2020, estimación más real sobre el número de víctimas directas e indirectas del Covid-19). Somos líderes mundiales en número de muertos por cada 100.000 habitantes. Estamos en cabeza -junto con Grecia- del hundimiento del PIB. No sabemos siquiera si podremos tomarnos las uvas con los nuestros, ni si la vacuna prometida, única esperanza para el gobierno, servirá para alga a la vista de las nuevas y recientes mutaciones del virus.
La buena noticia es que el gobierno tiene poder, pero carece de autoridad. Impone normas, pero carece del prestigio necesario para que se cumplan. Solo puede recurrir a la multa y ni siquiera tiene esbirros suficientes para sancionar a todos los que incumplen sus normas. Desde hace nueve meses, las medidas adoptadas por el gobierno han supuesto errores tras errores, han generado el hundimiento de sectores enteros de la economía, ni siquiera han estado dictadas por una lógica clínica, ni por “grupos de expertos”, solamente se han tomado como medidas cosméticas y para demostrar que “se hacía algo”, mientras se esperaba la vacuna. Lo poco que se ha hecho, se ha hecho mal.
Y ahora llegamos a las fiestas navideñas.
Cuatro días después de que se conociera la existencia de una mutación del virus procedente del Reino Unido, se han interrumpido vuelos con aquel país. El gobierno explicaba su inacción “esperando que la Unión Europea adopte medidas colectivas”… subterfugio para justificar su pasividad, cuando ya todos los gobiernos europeos habían adoptado medidas preventivas ante los intercambios con el Reino Unido. Esto te da la medida de cómo van a desarrollarse las cosas en los próximos días. De ahí que ni se te ocurra confiar en las administraciones, para las que rige el “Principio de Murphy”: “si en algo pueden equivocarse… se equivocan” y su primer corolario: “cuanto más complejo es un problema, más posibilidades tienen de equivocarse”. Y el asunto de Covid, que cabalga sobre la renovación tecnológica, sobre cambios sociales e incidirá en la economía, es demasiado complejo para que quede en manos de políticos ineptos y cuñados de estos convertidos en “asesores”.
Me voy a permitir darte algunas recomendaciones que yo mismo pienso seguir estas navidades: la situación sanitaria es grave; es todo lo que hace falta saber; ni creas ni te intereses por todo lo que cuentan los medios y las normas que se dictarán: te volverás loco. Pero, ten cuidado. El virus no es una broma: acecha. Si eres una persona responsable, si has educado a tus hijos en la misma responsabilidad, si te rodeas de gente responsable, puedes ir seguro. Te rodees de 6, de 10, familiares, amigos, “allegados” o extraterrestres, estarás seguro. Evita contactos con los que no conozcas o con quienes están suficientemente colgados para ir de irresponsables por la vida.
Diviértete y genera alegría en tu entorno. Pero también recuérdales que pueden confiar antes en los Reyes Magos que en cualquiera de las administraciones. Utiliza estas fiestas para recordar la mala gestión del gobierno, para crear una barrera que no contamine a tu entorno. No cometas el error de desdramatizar la situación: el virus solamente puede prevenirse mediante aquello que los últimos gobiernos han desprovisto al pueblo español, esto es, de RESPONSABILIDAD. Haz que, al menos en tu entorno, todos los que participan sean responsables ¡pero no solamente de la peligrosidad del virus y de la necesidad de adoptar medidas, sino también y sobre todo de que alguien ha fallado y debe de irse! Hoy le decía un locutor: “cuando se pierden tres partidos seguidos, el entrenador debe de irse”. Y hay que tomarse en serio esta boutade ahora que afrontamos la tercera ola del Covid.
No quisiera acabar sólo con una alusión a los inútiles que nos dirigen. El problema es más complejo: cuando ya nada funciona es preciso cambiarlo todo. No te han explicado que en los próximos 5 años se perderá un 15% de los puestos de trabajo gracias a la robótica aplicada. No te han dicho que el mundo de 2030 no se parecerá en nada al de 2010. Prefieren que ignores que los adelantos brutales de las ciencias de la salud que se producirán en los próximos diez años, no serán recogidos por la Seguridad Social. No te han dicho que el “Salario Mínimo de Subsistencia” permitirá solamente consumir porros, pagar internet y telefonía y alimentarse de una pizza al día. No te dirán que la llegada de más y más excedentes de inmigración garantiza que la sociedad estará parcelada religiosa, cultural y étnicamente y será imposible articular respuestas de “todo un país” contra las políticas del gobierno. Prefieren que ignores que no hay verdadera oposición al gobierno y que, a fin de cuentas, los partidos solamente piensan en pillar las llaves de la caja, mucho más que en programas de cambio o en reformas estructurales. España, por ejemplo, precisa una reforma de arriba abajo. No la van a hacer, ni la han incluido en sus programas, ninguna de las siglas políticamente correctas que aparecen en los informativos. Pero es necesaria.
Cuando tengas un momento para meditar estas fiestas, incluso cuando quieras plantear algún tema en las reuniones familiares, con amigos o “allegados”, plantéate quién eres tú y quiénes son los tuyos. Plantéate cuál es tu cultura y donde queda el multiculturalismo. Define dónde está la civilización y dónde la barbarie. Llegarás, a poco que tengas algo de rigor cultural, a la conclusión de que nuestra cultura es europea, y que ésta está formada por las aportaciones del mundo clásico, del mundo germánico y del Cristianismo. Ahí está incluido todo lo que somos. Lo que no somos, es lo que está fuera de esta síntesis. Quizás funcione para otros horizontes, pero no aquí. El primer “derecho humano”, ausente de la declaración de derechos formulada por la ONU en 1948, es el derecho a vivir, disfrutar y ampliar de la propia cultura. Afiánzate en ella. Si la pierdes, pierdes tu identidad, pierdes el contacto con tus raíces, pierdes tu Tradición. Pasas a ser un paria, una sombra en el valle de las sombras, un muerto en vida.
En cambio, cuanto más profunda es su identidad, más puedes permitirte abrirte al futuro, como el árbol de raíces profundas que soporta vientos huracanados y cuyas hojas y ramas crecen siempre más fuertes y más altas.
Te estoy diciendo que no tengas miedo al progreso científico: teme a los que lo gestionan mal.
Te estoy diciendo que profundices en tus raíces ante el gran salto técnico que viviremos.
Te propongo que disientas de la corrección política, de las siglas políticas que llevan décadas turnándose en el poder y que, lejos de solucionar nada, han ido agravando los problemas hasta convertirlos, hoy, aquí y ahora, en irresolubles.
Es probable que tengas la sensación de que no puedes nada contra el stablishment, contra la casta política y contra el engaño, la mentira, la deformación de los hechos y la incapacidad generalizada de la que hacen gala. Y no es cierto: puedes desconectar de ellos, dejar de votarles y de escucharlos, dejar de observar sus normas y de confiar en ellos. Puedes hacer incluso algo más: convencer a otros de que lo hagan también. En otras palabras: DEBES DESPERTAR TÚ, Y TÚ DEBES DESPERTAR A LOS TUYOS, PARA QUE LA PATRIA DESPIERTE, FINALMENTE.
El año del Covid-19 acabará bien si al último de tu familia, el más timorato de tus amigos o algún vecino, entona, gracias a ti, el ¡¡BASTA YA!!
Para los cristianos, FELIZ NAVIDAD.
Para los que no lo son, FELIZ SOLSTICIO.
Para todos los disidentes: que 2021 SEA EL AÑO DEL DESPERTAR
QUE SE CUMPLAN LAS PALABRAS DE UNAMUNO:
“¡Poneos en marcha! ¿Qué adónde vais? La estrella os lo dirá: ¡al sepulcro! ¿Qué vamos a hacer en el camino, mientras marchamos?
¿Qué? ¿Luchar y luchar! ¿Cómo?
¿Cómo? ¿Tropezáis con uno que miente? Gritarle a la cara ¡mentira! Y adelante. ¿Tropezáis con uno que roba? Gritadle: ¡ladrón! y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que dice tonterías, a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta?, gritadles: ¡estúpidos!, y ¡Adelante! ¡Adelante siempre!”
Ernest Milá
“Barcelona, Bilbao, Sevilla, Burgos... Los altercados se han sucedido en las últimas jornadas en varias localidades en protesta por la imposición de nuevas restricciones y el toque de queda; grupos antisistema de diversa índole que aprovechan las movilizaciones pacíficas para trasladar el caos a los espacios públicos. El Gobierno teme que los disturbios se extiendan a toda España, mientras que las fuerzas de seguridad claman por un plan "más estructurado" para desplegar sus operativos”, así comenzaba Vozpopuli su crónica sobre los disturbios callejeros de los últimos días. ¿Qué está pasando?
De momento solo es un síntoma. Una masa heterogénea de grupos radicales y antisistema, desde individuos afines a la extrema derecha e izquierda hasta negacionistas del coronavirus, pasando por jóvenes de origen latino, MENAS magrebíes violentos y gente desesperada por las consecuencias de la pandemia, se echan a la calle para protestar violentamente y enfrentarse a las fuerzas del orden público.
En Barcelona, una veintena de personas resultaron heridas; la mayoría de ellas, miembros de los Mossos d’Esquadra. Las escenas de Barcelona guardan muchas similitudes con las que se vivieron en Gamonal (Burgos), donde las fuerzas de seguridad tuvieron que retroceder en más de una ocasión. También se vivieron escenas similares en Bilbao, Sevilla y Oviedo, Zaragoza, Málaga, Santander, Vitoria, entre otros. Y ya se han detectado llamamientos similares en las redes sociales para fechas próximas.
Las fuerzas de seguridad han manifestado su malestar por la imprevisión del Ministerio del Interior, por su desastrosa gestión. Prueba de ello es el comunicado conjunto que han firmado desde el Sindicato Unificado de Policía (SUP), la Confederación Española de Policía (CEP), la Unión Federal de Policía (UFP) y el Sindicato Profesional de Policía (SPP): "Toda esta improvisación deriva en imágenes como las que hemos visto en algunas ciudades de España, poniendo de manifiesto la falta de previsión de las autoridades y exponiendo a nuestros compañeros a riesgos totalmente evitables".
Ante esto, los voceros del Gobierno solo tienen una cosa que decir: Es la ultraderecha. No es que sean tontos, es que saben que la situación social se está deteriorando por momentos y quieren reducir el riesgo de explosión acusando a una fantasmagórica ultraderecha para intentar deslegitimar las protestas. Pero nada más lejos de la verdad.
El estallido social se frena por el apoyo familiar pero el malestar se dispara
Sociólogos, epidemiólogos e investigadores sociales avisan de que de momento el civismo es mayoritario en el país pero que, conforme avance la brecha social y el deterioro económico, cada vez aparecerán más grupos aislados, desbordados y al límite. Un clima que se repite en los países vecinos de Europa y que pueden aprovechar los populismos y los partidos de extrema derecha, que se mezclan con grupos radicales del fútbol y negacionistas, antisistemas y sectores hundidos y desesperados por la pandemia, como el ocio nocturno. Una amalgama peligrosa en una sociedad cansada, hipersensible y cada vez más desconcertada.
El martes en Sevilla, en un importante barrio obrero de la ciudad, Pino Montano, con un fuerte tejido asociativo, las protestas convocadas de forma pacífica para defender al pequeño comercio acabaron con enfrentamientos. Al día siguiente, la Policía detectó convocatorias similares en otros barrios obreros de Sevilla que fueron inmediatamente desactivadas.
Interior vigila de cerca todas estas protestas que se han repetido, cada vez con más violencia por toda España con rasgos similares. El jueves fue en Bilbao. El viernes los disturbios de Barcelona, con una veintena de heridos, fueron mucho más graves que los de Sevilla. Esa misma noche las imágenes de Burgos, en el barrio del Gamonal, también fueron escalofriantes. En Zaragoza, Santander o Valencia hubo manifestaciones contra el estado de alarma en la noche del viernes y la escena se repetía este sábado en ciudades como Vitoria, Bilbao, Madrid, Barcelona o Logroño: contenedores quemados, ataques contra la Policía y proclamas contra las restricciones impuestas para frenar el virus.
En el caso de Barcelona, directamente el líder de Vox en Cataluña, Ignacio Garriga, aseguró que no eran "negacionistas" sino "trabajadores en el paro, padres sin nómina para alimentar a sus hijos, autónomos que no tienen trabajo". Grupos, señaló, "condenados a la miseria". Tras la avalancha de declaraciones del resto de partidos políticos criticando que se jalearan las actitudes violentas, el líder de Vox, Santiago Abascal, vinculó las protestas con "menores extranjeros y radicales". La Policía no tiene ningún indicio ni prueba en ese sentido.
Son episodios esporádicos, muy concretos, pero que en pocos días se han extendido de forma importante. Un síntoma de lo que puede venir.
Frustrar expectativas lleva a una crisis de legitimación
Cuando se frustran las expectativas entramos en una nueva dimensión. Según los expertos, hasta ahora esa frustración está contenida. Hay elementos que hacen de dique de contención, el propio carácter cívico de la sociedad española pero también las asociaciones de barrio, de voluntarios, las ONG, las familias. Pero cad vez hay más personas que se quedan fuera de esto, y advierten: Hay que preocuparse ya por lo que está ocurriendo y por lo que puede ocurrir en el futuro por el deterioro de tipo socioeconómico que se está produciendo. Hay un grupo de población que se está aislando de todo lo que ejerce de freno. Conforme esto se amplíe el peligro de que la respuesta sea violenta o no cívica puede ser creciente también.
Imágenes de la posguerra
En el confinamiento de la primavera ya vimos las colas del hambre y la organización solidaria vecinal. La gente ya sabe de esto. Si estamos otra vez en las mismas y nadie ha hecho nada para mitigar esto es normal que haya gente que esté ya al límite. Ahora las revueltas no van a ser como la de 'los Cayetanos', serán revueltas o protestas de la gente más desfavorecida en la que se metan antisistema, grupos radicales, independentistas, empresarios que quieran que el toque de queda no les afecte a sus negocios y eso creará una amalgama de personas que manifiesten su malestar de diferentes maneras, advierte Xavier Coller, catedrático de Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
Las encuestas reflejan que la sociedad está bastante cansada y desorientada. Cansada porque llevamos mucho tiempo de restricciones y porque la pandemia está durando más de lo deseable; y está desorientada porque al dejar en manos de las comunidades autónomas las decisiones, donde cada una hace lo que quiere y falta un liderazgo nacional que de confianza a la gente. El Estado de las Autonomías se h demostrado que es un mostrenco aparato para vividores, ineficaz y caro.
Está comprobado que cuando una sociedad que ha creado una clase media, un estado del bienestar con todas sus comodidades, ve peligrar todo esto surge el fascismo. En España parecía algo impensable, inimaginable. Pero los resultados de Vox muestran que ya hay esa brecha de desafección, de alejamiento. El germen de todo esto es la clase media en proceso de proletarización y hace tambalear todo el sistema.
Ya no hay héroes a las 8 de la tarde
Parece necesario un estudio que analice los efectos de la pandemia sobre la ruptura de la paz social, de la destrucción de las expectativas de esa clase media. Aún es pronto para tener conclusiones, pero el malestar no para de crecer.
Es evidente que respecto la España que salía cada día a los balcones, en esta segunda ola hay otro clima. Para colmo, la ejemplaridad de las élites políticas, económicas y culturales dejan mucho que desear como lo ocurrido con la ya famosa fiesta de la entrega de premios de 'El Español', que mostró a los políticos de fiesta la semana que entraba el estado de alarma. Si la ciudadanía ve que sus políticos no actúan correctamente nadie se extrañe que el hartazgo llegue a todas las capas sociales y se produzca la fractura que lleve a la explosión social.
En el mismo sentido interpreta la población el desprecio de Sánchez largándose del Congreso cuando se iba a votar (con la única negativa de Vox y Navarra Suma) un Estado de Alarma ¡para seis meses! Así lo señalaba un editorial de El Mundo: "Lo que ocurrió este jueves en el Congreso oscila entre el maltrato consentido y la normalización de la anomalía. Cuando Illa acabó su sermón doliente " y Casado se dirigió a la tribuna, Sánchez se levantó y se fue. La imagen de su sillón vacío en el día en que se debatía su propia medida, de profundos efectos sobre la vida de la gente, expresa todo el desprecio que le merecen la oposición, los ciudadanos cuyas libertades quedan ahora restringidas, la institución misma del parlamentarismo y los procedimientos de la democracia liberal". Por su parte, el ABC decía: "Se limitó a escuchar el discurso de su emisario, el ministro Illa, y en cuanto comenzó el turno de la oposición se dio un ostentoso piro, un que os den. Muy triste la abulia con que los españoles toleramos que nos falten al respeto y se pitorreen de nuestras libertades". A Sánchez ya se la suda todo. Pero, sin embargo, las castas políticas le dieron su apoyo. Sánchez consiguió de sobra los votos necesarios para blindarlo, aunque la realidad a estas alturas es que los españoles tienen un cabreo inmenso con sus dirigentes y les importa un guano lo que pase en el Congreso.
Raúl del Pozo lo tiene claro: "El estallido social es inevitable en una España con la mayor recesión, el mayor números de parados, de contagiados y de muertos de la zona euro. Las colas del hambre, como en el 29, cruzan también las avenidas de Nueva York, pero las de la Castellana de Madrid son de posguerra… Miles y miles de personas se acercan a recoger bolsas de comida; y no son vagabundos, ni mendigos; hay periodistas, universitarios, profesionales, madres de clase media con bebés en los carritos, donde meten las bolsas de comida. La Cruz Roja está repartiendo tres millones de toneladas de alimento en todo el país. Mientras eso ocurre, los periodistas seguimos contando los problemas de los palacios, de la Zarzuela, de La Moncloa, de San Jerónimo”, cuando eso ya a la gente le tiene sin cuidado.
Por eso caen en tentaciones dictatoriales y Pablo Iglesias aspira a cerrar las bocas de aquellos que dicen lo que a él no le gusta con la monserga del “odio”, pero no impedirá que ese odio, esa impotencia, ese asco hacia esa Casta que se sube el sueldo mientras la gente pasa hambre crezca hasta ser incontrolable.
Y como todo es empeorable, los de fuera de España también están asustados. "Alerta en la UE: España está sumida en el caos político". Político, económico, social, administrativo. España ya no es un Estado. Esto es un derribo…
El objetivo de Sánchez: evitar la explosión y volver al bipartidismo
Según ha sabido Vozpópuli, el mensaje que durante las últimas semanas está trasladando Pedro Sánchez a empresarios, interlocutores de la oposición e incluso dirigentes del PSOE, preocupados todos por la situación política y económica de España y por la actitud de un Podemos es que "Es mejor que Podemos esté dentro del Gobierno”.
Sánchez no solo considera a Pablo Iglesias imprescindible por pura aritmética parlamentaria -sin el voto de los diputados morados los Presupuestos 2021 no saldrían adelante y la legislatura estaría prácticamente finiquitada-; también teme que, en caso de una ruptura abrupta de la coalición, Podemos se sume al verdadero incendio que se va a producir en la calle a partir de enero, cuando multitud de empresas vayan a la quiebra por la pandemia dejando a cientos de miles de trabajadores en el paro.
Su reflexión es que, mientras la oposición sea únicamente Vox, la coalición de izquierdas podrá aguantar la presión de la calle por muy grande que sea el deterioro económico en esta segunda oleada del virus. La alternativa, una salida de Podemos del gabinete, daría paso a una pinza derecha/izquierda contra el PSOE que acabaría más pronto que tarde en un adelanto de elecciones generales.
Por eso el presidente del Gobierno ha accedido a todo lo que le ha exigido Iglesias en la última semana, para lograr la foto presupuestaría en La Moncloa. Algunas de las fuentes consultadas admiten que a partir de la aprobación de los Presupuestos y celebradas las elecciones en Cataluña el 14 de febrero, la legislatura ya estará "garantizada" y Sánchez "tendrá las manos más libres" para girar hacia el centro hasta la convocatoria de las próximas elecciones, en busca de mayor cooperación con Ciudadanos y hasta con Pablo Casado. Una muestra de esto último se va a comprobar en las próximas semanas con ocasión del casi seguro pacto entre los dos grandes partidos para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
A partir de ese momento, entrado 2021, será cuando se compruebe la resistencia de la coalición y si Unidas Podemos lo acepta o rompe. Con una salvedad en este último supuesto: "En la retina de la gente quedará que quien rompe es Iglesias, no nosotros". Eso operaría a su favor en las urnas.
El medio señala que en privado, el líder del PP comparte la teoría de Pedro Sánchez de que la colaboración entre los dos partidos llamados a gobernar debe circunscribirse a lo esencial, porque lo contrario sería entregar la alternativa a los extremismos: Podemos y Vox; es más, el presidente del Gobierno nunca ha llegado a sugerir siquiera a Casado en los numerosos encuentros que han mantenido ese apoyo presupuestario que, de cara a la galería uno demanda y el otro ofrece con la boca pequeña. O con Podemos o adelanto electoral y que Dios reparta suerte, viene a ser la máxima que ambos dirigentes políticos están apurando al máximo; uno para impedirlo a toda costa y el otro para forzarlo.
Cuentas que pueden no salir si, más pronto que tarde, la explosión social se apodera de las calles de España. Entonces… cualquier escenario quedará abierto. Pues eso, que Dios reparta suerte…
Juan Antonio Aguilar
Director
?El 28 de octubre la Guardia Civil de España llevó a cabo una operación en la que fueron detenidas 21 personas por el presunto desvío de fondos para costear la actividad del movimiento independentista de Cataluña.
El auto del juez sobre ese operativo apunta a que varios de los investigados habrían “interactuado” como interlocutores con Rusia en nombre de Puigdemont en busca de apoyo para la causa independentista. En concreto, se afirma que Víctor Terradellas, antiguo responsable de relaciones internacionales en el partido Convergencia Democrática de Cataluña, estaba en contacto con "un grupo de Rusia" creado "en la época de Gorbachov" para el desarrollo de criptomonedas.
Según las conversaciones intervenidas a los investigados, el líder de ese grupo —del que no se dan detalles— llegó a ofrecer a Puigdemont la ayuda de diez mil soldados y pagar todas las deudas catalanas. Paren un minuto y reflexionen:
- 10.000 soldados rusos (unas dos divisiones), más de lo que tiene Rusia en Siria (donde hay una guerra abierta de carácter estratégico para Moscú) o el triple de las tropas desplegadas en Transnistria para mantener la paz.
- Pagar a Puigdemont y su banda toda la deuda de Cataluña, nada menos que unos 80.000 millones de euros a finales de 2017. En moneda rusa, una cantidad irrisoria de unos 6 BILLONES de rublos al cambio del momento (octubre de 2017).
¿Alguien en su sano juicio puede creerse tamaño disparate? ¿Y cómo iban a trasladar a las divisiones rusas? ¿Por mar a lo largo del Mediterráneo para desembarcar en Barcelona o quizás aerotransportadas por los cielos de todos los países de la OTAN? ¿Su señoría, el juez Joaquín Aguirre, del juzgado de instrucción número 1 de Barcelona, ha perdido todo su juicio para admitir un delirio que tiene difícil explicación sin acudir al uso de sustancias psicotrópicas o al exceso de alcohol?
Del mismo modo, el auto afirma que el empresario Oriol Soler se reunió con Julian Assange en Londres para diseñar una "estrategia de desinformación" en la que "también habría participado el gobierno del Kremlin" mediante los medios públicos Sputnik y Russia Today. A ver, señoría, que Julián Assange estaba encerrado, sin poder salir, en la embajada de Ecuador en Londres… ¿Vd cree que tenía capacidad de organizar una “estrategia de desinformación” con Snowden, Rusia et alia, para organizar un golpe de Estado en Cataluña? Habrá que esperar –si no morimos antes de un ataque de risa- a que el señor juez presente al mundo las pruebas que sostienen tamaña conspiración…
Según el juez, todo “demuestra” que "la injerencia rusa" fue "una realidad" durante la crisis catalana de 2017, lo que le permite aventurar incluso que la actuación de los detenidos pudo provocar "un conflicto armado". Esa es la conclusión a la que ha llegado el juez Joaquín Aguirre... según los informes que le ha presentado la Guardia Civil. Y aquí viene la segunda parte del disparate.
El nombre con el que la Guardia Civil ha bautizado esta intervención es el de Operación Volhov, que evoca una batalla de la II Guerra Mundial en Rusia donde intervinieron tropas de la División Azul española. Ya empezamos mal…
Los informes de la Guardia Civil utilizan como fuente dos archivos de audio intervenidos en el teléfono del exdirigente del partido nacionalista Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) Víctor Terradellas. Pero la realidad es que esos audios no demuestran más que la fanfarronería y el delirio de los oligarcas separatistas catalanes. Y no es la primera vez. Ya hablaron en su día de unos préstamos multimillonarios que les iba a conceder China para financiar la independencia o la media docena de países que iban a reconocer la ·república catalana” en cuanto se declarara. Fantasías de unos tipos que no sabemos si son unos enfermos mentales o tienen una cara y un desparpajo dignos de lo mejor de la picaresca española.
Basta repasar otros momentos de los audios. Las escuchas practicadas por la Guardia Civil a los miembros del estado mayor de Carles Puigdemont desvelan el grado de desprecio del círculo de confianza del prófugo hacia los líderes independentistas y denotan hasta qué punto consideraban que ellos, y no Quim Torra u Oriol Junqueras, controlaban los hilos del procés.
Los extractos de las conversaciones intervenidas y reflejados en el auto del juez incluyen duras descalificaciones de David Madí, ex mano derecha de Artur Mas y considerado uno de los cerebros de Tsunami Democràtic, hacia Torra, a quien tilda de «subnormal político profundo»; hacia Junqueras, del que dice «tiene un punto de desequilibrado» y hacia el presidente del PDeCAT, David Bonvehí, al que califica de «trozo de carne que es un auténtico subnormal».
Estas pesquisas incluyen algunas frases literales del investigado como su violenta reacción cuando se suspendieron las salidas de prisión de los condenados por procés. "Es el momento de dar hostias al PSOE y a Podemos… que son unos hijos de puta… apuntar los cañones sobre la cabeza de estos mamones. Que dispare todo Dios… que son unos hijos de puta si no les dan la amnistía".
¿Y estos son los que contaban con 10.000 soldados rusos y 80 mil millones de euros del Kremlin para su invento?
Veamos el relato de los hechos… El encuentro con Assange se produjo en la embajada de Ecuador en Londres el 9 de noviembre de 2017 y del documento descubierto ahora se desprende que en él se habló de la urgencia de desarrollar una criptomoneda que permitiera a la futura república catalana financiarse al margen de España. Supuestamente, Assange “ofreció” la ayuda de Rusia para alcanzar “ese objetivo”. Nadie sabe cómo iba a hacer Assange para conseguirlo.
Su interlocutor en ese encuentro era David Madí, exsecretario de Comunicación de CiU y cercano a Artur Mas (al que el Kremlin se negó a recibir meses antes) y Puigdemont. Durante la grabación, se escucha a ambos comentar que el actual líder de Junts per Catalunya tenía mucho interés la puesta en marcha de la criptomoneda. Terradellas cuenta que va a desplazarse a Moscú "en los próximos días para avanzar en ese asunto” y que Puigdemont le ha pedido que le acompañe Xavier Vinyals, presidente de la Plataforma Proselecciones Catalanas.
Los investigadores deducen que el viaje del que habla Terradellas es uno de los tres que hizo a la capital rusa antes del 1-O y reunirse con el exdiputado Sergei Markov para conseguir el respaldo de Moscú a la ofensiva secesionista (en su momento –porque todo esto ya era conocido- Markov lo negó en una entrevista pública). Es ahí cuando Terradellas le dice a Madí que Rusia estaba dispuesta a colaborar con los planes del Palau enviando incluso a 10.000 soldados a Cataluña para hacer efectiva la independencia. Pero el Kremlin habría exigido a cambio que una de las primeras cosas que debía hacer la nueva república era aprobar una ley que permitiera convertir su territorio en un oasis financiero para el desarrollo de criptomonedas. ¿Para qué? Para que Cataluña se convirtiera en una "Suiza virtual" desde la que desplegar divisas digitales que hicieran tambalearse el orden económico actual. Por su parte, al independentismo le habría permitido escapar del control monetario de Madrid y financiar el presupuesto del nuevo país durante sus primeros meses de vida, señalan las diligencias de la investigación. Dicho de otra forma, que en Cataluña se iba a poner una minería de criptomonedas que “hundirían el sistema económico mundial”. Tamaña teoría de la conspiración está al nivel de las creencias en la Tierra plana, los reptilianos y demás magufadas sensacionalistas.
De inmediato surge una pregunta: Rusia tiene la oportunidad de hundir el sistema económico occidental y para ello ¿necesita poner la minería de criptomoneda en Cataluña? ¿No puede ser en otro sitio? Rusia es grande, China también, y hay otros países asiáticos. ¿Y no serían aliados más confiables para algo así Venezuela, Irán o Corea del Norte? ¿Por qué Cataluña? Y tras el fracaso del 1-O ¿por qué Rusia no ha seguido con tan fantástico plan desde otro punto del globo? Recordemos que hablamos de criptomonedas, no hace falta un Banco Central de Cataluña.
¿Entiende el lector que disparatada es toda esta historieta?
Financiar a Puigdemont
Según se desprende de la investigación, el fugado expresidente catalán habría continuado maniobrando para consumar la creación de la criptomoneda catalana. En concreto, las intervenciones telefónicas de la Guardia Civil apuntan a que Puigdemont habría encargado esa función a uno de sus asesores en Waterloo, el ingeniero industrial Jaume Cabaní que desde 2018 había asumido el liderazgo de la infraestructura tecnológica y financiera desplegada por Puigdemont desde Bélgica para canalizar donaciones y transferencias irregulares que le permitieran costear su estancia en ese país.
Cabanì fue administrador hasta el verano de 2019 de la fundación CATGlobal ASBL, una de las mercantiles sobre las que pivota el aparato de captación de fondos de Waterloo. Además, ha estado al frente de la filial belga de Òmnium Cultural, Òmnium Cultural Rights Europe ABSL, y habría encabezado la gestión del registro ciudadano del Consell de la República, una plataforma que aspira a mantener la unidad de acción del independentismo. A esos cometidos sumaría la gestión de una larga lista de cuentas bancarias y medio de pago digitales por los que circula el dinero que garantiza el funcionamiento de esas entidades. Sus movimientos incluyen precisamente varias operaciones con criptomonedas.
Una de las patas principales de Consell de la República es la página www.defensaexili.org, que ofrece la posibilidad de realizar aportaciones confidenciales para “dar apoyo a los exiliados a causa de la represión del estado español con motivo del proceso de construcción de la república catalana”. Las donaciones se canalizan a través de un software de la compañía estadounidense Stripe. Se ha detectado una llamada del banco BNP Paribas a Cabanì para pedirle explicaciones por un ingreso de 50.000 euros que había recibido desde Alemania. El colaborador de Puigdemont alegó que ese dinero tenía su origen en supuestos negocios en otro país. El dinero procedía de la plataforma Stripe y teóricamente iba a ser destinado a una mercantil que había montado precisamente en Bélgica. En total, Cabanì habría recibido a través de Stripe 136.062 euros, de los que 54.994 euros fueron finalmente transferidos a España bajo el concepto Avenue de l’Avocat 34 de Waterloo, la dirección del expresidente catalán en Bélgica. También dispone de cuentas en ING Bélgica, el banco online alemán N26 y el también germano Deutsche Handelsbank. Y es cliente de Transferwise, una firma británica especializada en transferencias de cambio de divisas entre particulares que opera en algunos territorios con licencia bancaria. Para colmo, algunas de estas cuentas las gestiona a través de la sociedad Catalitza Oü, constituida por él mismo en agosto de 2019 en Estonia, uno de los países fetiche del mundo independentista.
Además de Stripe, Cabanì también ha recibido en sus cuentas 16.993 euros procedentes de la plataforma de bitcoins Payward Ltd, uno de los sistemas más utilizados para ocultar el rastro de fondos de procedencia irregular. Su conexión con la cúpula del independentismo en el exterior viene acreditada por otros movimientos. Entre sus ingresos figuran pagos de Òmnium Cultural y una donación de 1.500 euros de la exconsejera de Agricultura también fugada de la justicia Meritxell Serret. Al mismo tiempo, desde sus cuentas salieran fondos para pagar los servicios de Paul Beckaert y Till Dunkell, los abogados del exjefe del Ejecutivo catalán en Bélgica.
Y en todo este entramado… ¿Dónde están los rusos? Porque vemos pezuñas financieras alemanas, belgas, británicas, estadounidenses, holandesas… pero rusas no hay ninguna.
Cuando nos hacen pasar vergüenza ajena
Ya sea por el grado de insistencia con el que determinadas instancias o autoridades españolas señalan a Rusia como un elemento amenazante, o por la apariencia ciertamente delirante que presentan las tesis del juez Aguirre, lo cierto es que el nivel de ridículo que nos hace pasar esta gente es tremendo. El economista Guillermo Rocafort señalaba en El Confidencial Digital: “La locura del proyecto independentista catalán no conoce límite y por culpa de la incompetencia política española ya está dando la vuelta al Mundo, alcanzado límites entre lo grosero y lo peligroso”.
El bochorno es tan espantoso que la embajada de Rusia en España se choteó de esta "teoría de la conspiración" con una nota en forma de meme:
"La información aparecida en los medios españoles sobre la llegada de 10.000 soldados rusos a Cataluña está incompleta. Hace falta añadir dos ceros al número de soldados… Lo más impactante de esta conspiración: las tropas deberían ser trasportadas por aviones Mosca y Chato ensamblados en Cataluña durante la Guerra Civil y escondidas en un lugar seguro de la Sierra Catalana hasta recibir a través de estas publicaciones la orden cifrada de actuar".
No sabemos que es más hilarante, si el auto judicial en sí mismo o el berreo de la gusanera mediática española dando crédito a toda la sarta de sandeces que rodea a la conspiranoia de la “injerencia rusa” en el conflicto de Cataluña.
Pero más vale no reírse, porque esto es muy serio
Es normal que las redes sociales se hayan visto inundadas de chistes, memes y carcajadas al leer en los medios de prensa la desquiciada tesis de la “injerencia rusa”. Pero esto es más serio de lo que parece. No solo es que pueda afectar a las relaciones diplomáticas con una de las potencias más importante del mundo, lo peor es que dice muy poco de la soberanía de España.
Este medio ha venido publicando desde hace años toda la información que disponíamos para desmentir la magufada de la injerencia del Kremlin en este y otros asuntos. Son decenas de artículos publicados (ver, por ejemplo: El diario ultraderechista El País vuelve a la carga con la injerencia rusa y anunciando nuevos peligros para la democracia del gran capital, La “injerencia rusa” en Cataluña o cómo la prensa plutocrática nos toma por imbéciles, Filtran más documentos del proyecto de desinformación británico Integrity Initiative. En evidencia la falsedad de la “injerencia rusa” en Cataluña, La “injerencia rusa” era esto: Una ridícula propuesta del separatismo catalán a un exdiputado ruso para el apoyo a la independencia. Moscú la despreció), o recordemos aquel episodio impagable de la ex ministra de Defensa María Dolores de Cospedal (El cuento de la injerencia rusa en Cataluña: Tras Cospedal y “Cipiollino”, la OTAN entra en escena con unos informes “muy secretos”).
Nuestros lectores saben de nuestra defensa de la unidad nacional española y de su soberanía, también de nuestra oposición a las neofeudalidades separatistas, tanto en España como en otros países, pero por un mínimo de honradez intelectual no podemos hacer seguidismo de estas mamarrachadas aunque puedan favorecer al independentismo.
Y no, no nos reímos. Porque todo esto no es más que otro síntoma de que existe un auténtico aparato de intoxicación informativa con centro en el East StratCom, del Servicio Europeo de Acción Exterior (OTAN), de su sucursal en España (el CNI, repasemos el informe ELISA en: El CNI, entre el esperpento y la indignidad), desarrollado por una constelación de think tanks (como el Instituto Elcano o el CIDOB catalán) y repetido como monserga insufrible por unos medios de comunicación que nos toman a todos por imbéciles. Y da pena ver a la Guardia Civil rebajándose a dar pábulo a estas historietas que, como españoles, nos hacen avergonzarnos de nosotros mismos.
Quizás nos reímos para no pensar y darnos cuenta del ridículo y el bochorno que nos hacen pasar aquellos que están obligados a defender la unidad, la soberanía y la independencia de España.
Lo peor es que los jefecillos que montan el circo estarán contentos. No dan para más…
Juan A. Aguilar
Director
Hace unos días, OKDiario daba a conocer un informe del Centro Criptológico Nacional, órgano del CNI, sobre “desinformación”. El informe aparece elaborado con fecha del pasado 30 de septiembre. Lo ha desarrollado el ‘Observatorio Digital Elisa. Laboratorio para el Análisis de la Desinformación (Antiglobalismo)’. Y carga contra las tesis que critican el avance de unas «élites globales» que se superponen a los países por ser una de las «narrativas maliciosas más frecuentes». Sobre este asunto, hemos publicado dos crónicas: En un escandaloso informe, el CNI persigue las ideas antiglobalistas en un trabajo sobre Vox. La pregunta es ¿para quién trabaja el CNI? y Enemigos de la libertad y la Patria: El CNI publica en su web las “excusas” baratas por las que puede investigar a las plataformas digitales que “erosionen” al régimen.
Posteriormente, nuestra publicación recibió el informe completo de ELISA (LEER AQUÍ) pudiendo observar con indignación que estos individuos, a los que todos pagamos sus nóminas con el dinero que nos arranca la Agencia Tributaria, se dedican a “monitorizarnos” porque somos un peligro para la “seguridad nacional”. Dada la gravedad de los hechos, creemos que es necesario hacer una serie de consideraciones:
1) El informe de 39 páginas es una estafa a la Nación. Está mal hecho, no tiene nivel, sobran los corta y pegas y es más propio de un mediocre estudiante de bachillerato que de un servicio secreto que se supone profesional. Si España fuera un país serio, los autores deberían estar en la calle desde el mismo momento que se conoció su contenido.
2) El infame papelajo lo intentan justificar legalmente con la Ley 11/2002, de 6 de mayo, reguladora del Centro Nacional de Inteligencia, que encomienda al CNI el ejercicio de las funciones relativas a la seguridad de las tecnologías de la información en su artículo 4.e), y de protección de la información clasificada en su artículo 4.f), a la vez que confiere a su secretario de Estado director la responsabilidad de dirigir el Centro Criptológico Nacional (CCN) en su artículo 9.2.f). Nos preguntamos si esta publicación y el resto de las que salen señaladas en el “informe” somos un “peligro” para la “seguridad de las tecnologías de la información” o para la “protección de la información clasificada”. Y como no es así de ninguna de las maneras, sería deseable que la propia Fiscalía General del Estado actuara de oficio ante lo que parece un atentado flagrante contra derechos fundamentales de las personas físicas y jurídicas, amparados en la Constitución Española, la Carta de Derechos Fundamentales de la UE y demás tratados internacionales firmados por el Estado Español.
3) De forma descarada, ELISA expone su objetivo: “Las narrativas antiglobalistas son propagadas a través de plataformas digitales que difunden contenidos maliciosos que son la base sobre la que se asientan movimientos militantes que buscan introducir y magnificar niveles de polarización en las opiniones públicas en Europa y Estados Unidos, y que plantean como retórica movilizadora “recuperar” la soberanía de los Estados con agendas políticas nacionalistas e identitarias (Pág 3)”. Es decir, ellos seleccionan lo que consideran que son “contenidos maliciosos”, que son los inciden en la opinión pública de “Europa y los Estados Unidos” y no le gusta a los que mandan sobre los anacletos, porque estos "maliciosos" pretenden “recuperar la soberanía de los Estados”, o sea, que quieren una España Libre, Justa y Soberana. La pregunta surge sola: Entonces ¿para quién trabajan los anacletos de ELISA?
4) Todo empieza a verse más claro cuando ELISA expone las “seis variables” que deben vigilar, espiando a ciudadanos que tienen unos derechos reconocidos, sin que medie –que sepamos- ningún mandato judicial. Estas variables son:
a) “La erosión de la legitimidad de los líderes estatales”, dicho de otro modo, que nadie puede criticar a los gobiernos de la UE o EEUU, lo que democráticamente es inadmisible.
b) “Cuestionamiento del pluralismo”… Esta es graciosa. Porque los primeros en cuestionar el “pluralismo” es el CNI, que se pone a espiar a ciudadanos porque tienen ideas antiglobalistas y “no piensan como el poder dice que hay que pensar”. Bonito pluralismo. Recuerda al silencio, que cuando se habla de él se le niega.
c) “Rechazo a la economía de mercado”, es decir, al liberalismo y al capitalismo. Es realmente asombroso. Desde aquí pedimos amparo al Vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, para que actúe en consecuencia, porque con esto pueden dar por hecho que todos los seguidores de Podemos estarán siendo espiados por ser un “peligro para la seguridad nacional”.
d) “Ataques a los medios de comunicación tradicionales”, es decir, por criticar y sacar las vergüenzas de las corporaciones mediáticas “corporativas” dominadas por transnacionales, bancos y el gran capital. ¿Y saben por qué? Porque no quieren pluralismo ni nadie que lleve la contraria al poder. En el fondo, estos anacletos no son más que sicarios del dictadorcillo bananero de turno.
e) “Critica de los organismos multilaterales”, es decir, no se puede criticar a la ONU, a la UE, a la OTAN, a la OMS, a la OPAQ, a la FIFA o a Eurovisión… Una muestra más del carácter antidemocrático, antipluralista y antipopular de ELISA.
f) “Negación de la evidencia científica”. Esta es la más ridícula porque su falsedad es tan evidente que basta con leer lo que se publica en Geoestrategia.es/Elespiadigital.com. Veámoslo con más precisión:
5) Dice ELISA: “Recurrente negación de la evidencia y el pensamiento científico (“las vacunas dañan el organismo”, “se quiere acabar con la especie humana”, etc.). Crisis Covid-19: ha evidenciado la conexión de las plataformas que fomentan las narrativas antiglobalistas con colectivos militantes. activamente anticientíficos, como los movimientos anti-vacunas o el negacionismo de enfermedades (Sida, Ébola, Covid…). Las narrativas antiglobalistas han aprovechado el temor poblacional durante la crisis sanitaria para aumentar la propagación de sus mensajes anticientíficos y negacionistas”. La táctica de ELISA es muy burda: mezclar las chaladuras de los antivacunas y conspiranóicos del 5G, los terraplanistas y reptilianos, los de la conspiración judeomasónica con los antiglobalistas, con los críticos de los mass media y de la economía de mercado, en un totum revolutum para intentar deslegitimarlos.
6) Pero si así fuera… ¿Por qué incluyen a nuestra publicación, que nunca ha estado en posiciones de negar la “investigación científica”, más bien todo lo contrario? ¿O a la agencia de noticias rusa Sputnik, que tampoco encaja en ese “negacionismo” científico? Estos torpes anacletos incluyen dos pantallazos de nuestra publicación. Uno es sobre Coronavirus y 5G: ¿hay razones para temer una mayor propagación del virus debido a la nueva red?, donde se niega cualquier relación entre la tecnología 5G y el coronavirus, y el otro es Bill Gates, la vacunación y los chips bajo el 666 donde se dice: “Hay muchas teorías de conspiración: algunos creen en la existencia de reptiles, que están en la cima del sistema político de los Estados Unidos, mientras que otros creen que Coca-Cola usa la sangre de los bebés cristianos para hacer bebidas. Hay testigos oculares de las Chemtrails y aquellos que usan gorros de aluminio cuando ven la televisión para protegerse de las destructivas olas de zombis. Soy escéptico de todo esto. … Pero también hay hechos racionales que no se pueden negar, ya que están documentados…. El caso descrito a continuación se refiere a un hecho oficial documentado…”. La pregunta es: ¿Siendo así, por qué los anacletos nos incluyen entre los “negacionistas” científicos? Solo hay dos posibles explicaciones: a) por mala fe y con ánimo de perseguir las ideas y conculcar derechos, lo que sería un delito grave o b) porque son unos vagos que no saben ni quieren trabajar y, simplemente, no leen los artículos, con lo cual, deberían ser puestos en la puta calle ipso facto.
7) Uno queda aún más espantado cuando ve lo que ellos llaman “Registros de fuentes dañinas”, donde incluyen: “Derecha antisistema”, “Izquierda antisistema”, “Webs proiraníes”, “Webs prorusas”, “Webs chavistas/Venezuela”, “Socialismo/nacionalismo árabe”, “Corea del Norte”, “Antiamericanismo”, “Narrativas de desafección institucional”, “Fomento del escepticismo”, “Pro anonymoyus/Wikileaks”, “Utilizar redes sociales alternativas:VK”, “Anti sistema financiero/pro regreso patrón oro/anti economía liberal”, “Anti tratados libre comercio/liberalismo/globalismo”, “Defensa de Eurasia/vinculación con A. Dugin”, “Antieuropeismo/anti Euro”, etc. Relea el lector esto una y otra vez, y reflexione…
ELISA concluye: “ELISA posibilita la CIBERVIGILANCIA, en un proceso de MEJORA CONTINUA”.
Decíamos días atrás: “Curiosamente, el informe es un calco –casi un corta y pega, es que no se da para más…- de las intoxicaciones a las que nos tiene acostumbrado el Instituto Elcano y los agentes extranjeros como Stratfor y Nicolás de Pedro al frente, todos siguiendo la estela de los neocons norteamericanos escondidos en sus madrigueras, principalmente el Atlantic Council, la OTAN y los servicios secretos británicos. (…) Lo que hace impagable el informe, [es] que deja en un ridículo espantoso un servicio que nos cuesta mucho dinero y que ha sido incapaz de adelantarse a UNO SOLO de los acontecimientos trágicos que ha sufrido España”.
Quien quiera conocer el “glorioso” recorrido de nuestros servicios secretos solo tiene que acudir al libro La cara oculta del Estado, cuyo autor es el presidente de esta casa, Fernando J. Muniesa.
Los servicios secretos de España no pueden seguir siendo este disparate, no pueden seguir siendo regulados por una Ley franquista de 1968, la Ley de Secretos Oficiales, no pueden seguir siendo una covacha de enchufados con una endogamia exasperante, no pueden seguir con unos ratios de eficacia y eficiencia ridículos, no pueden estar dedicados al servicio del Gobierno de turno o a los intereses de potencias extranjeras, grupos de presión o de intereses económicos capitalistas, no pueden tratar a todos los españoles como sospechosos de “desafección” porque sus opiniones no coincidan con lo que mandan desde Bruselas o Washington…
Son necesarios unos servicios secretos al servicio de España y de los españoles. Y de nadie más. Unos servicios con dignidad, profesionalidad, patriotismo y lealtad al juramento. Por todas estas cosas...
No, no podemos seguir así.
Juan Antonio Aguilar
Director
Los que vivimos el primer “felipismo”, no podemos olvidar aquella promesa de “crear 800.000 puestos de trabajo”. Fue un buen slogan que la realidad desmintió. Donde decía “creación de puestos de trabajo” debía de haber dicho “firma de contratos laborales”. Algunos de 4 horas, otras de una semana y algunos, incluso de un mes de duración. Sánchez, hombre de poca imaginación y muchos plagios, ha calcado el eslogan felipista de hace 40 años, para, sin duda, encandilar a los que nacieron después. Porque el plan de medidas económicas del gobierno ni es plan ni tiene futuro. Ahora explicamos porqué.
Sánchez confunde la propaganda con la gestión del gobierno. Y eso es muy peligroso: la razón de Estado, con demasiada frecuencia dicta normas que la propaganda desaconseja. Pero, siempre es más fácil gobernar en el sentido de la corriente, la que siguen los peces muertos. Pero nadar contracorriente solamente es atributo de los políticos para los que el Estado y su misión es anterior y superior a su propio destino. No es el caso de Sánchez: lo vimos en la crisis del confinamiento que se inició aprisa y corriendo, cuando las UCIs empezaban a estar saturadas y la desescalada se inició cuando la ciudadanía empezaba a estar harta. Entonces se lavó las manos y transfirió el marrón a las comunidades autónomas, que es como decir al vacío. ¿Resultado? Hoy más de 55.000 muertos.
El gran problema de España es que el sistema de los ERTES (“ERTOS” en Cataluña…) no puede subsistir mucho tiempo, engañando a las cifras reales del paro. Para colmo, desde hace unas semanas no se habla de “la vacuna” y se ignora cuándo estará dispuesta, cuándo y cómo se distribuirá y si llegará a tiempo para salvar la temporada turística de 2021. De momento, hoy se ha publicado que Grecia está “robando” mercado turístico a España. De la Costa Dálmata no se dice nada e, incluso, de Chipre que también se está llevando una parte del pastel. Hacer planes cuando aún no se sabe, ni se prevé cómo va a evolucionar la crisis, parece aventurado y, en realidad, solamente sirve de cara a la galería para demostrar que el gobierno “piensa”, “planifica” y “hace”. Pero es pura fantasía:
- Sánchez prefiere no “pensar” lo que ocurrirá en 2021 como la vacuna no haya liquidado radicalmente y para siempre esta pandemia.
- Prefiere no “planificar” algo que es demasiado complejo para explicar a los ciudadanos y que no podría realizarse sin un consenso general: a saber, que los males de la economía española dependen de la errónea estructura económica del país y que, sin turismo y sin construcción, fallan los dos pilares construidos durante los años 80 por el felipismo y luego reforzados por el aznarismo a expensas de cualquier otro.
- No “hace” porque el gobierno es demasiado diverso y se ve debilitado por la incrustación de personajillos irrelevantes procedentes de la banca (Escribá), por el moños y su trupe de perpetuos outsiders de la política y por las ministras de cuota, unas con aspecto de amargadas permanentes (Carmen Calvo) y otras más preocupadas por su look que por su tarea (Nadia Calviño, Isabel Celáa).
Porque, a fin de cuentas, ¿qué es lo que propone el programa de “medidas económicas” presentadas por Sánchez?
- 800.000 puestos de trabajo en tres años... Dígame cómo van a ser esos puestos y su “calidad” y le diré si es aceptable o no. Porque 266.666 puesto de trabajo en tres años pueden ser “fijos” y bien remunerados, o meros contratos de cuatro horas con salarios de hambre. En España, vale la pena no olvidarlo, en estos momentos -la cifra la ha dado hoy mismo Caritas- trabajan dos millones de personas que viven ¡en la pobreza!
- Un PIB que ascienda un 2,5% anual... insuficiente para crear empleo. Siempre se ha admitido que éste se crea en España, a partir de un aumento del PIB del 3%.
- La “transición ecológica” es un chiste apto solamente para votantes y perpetuos engañados: esa medida debería haberse adoptado hace 15 años, no ahora. Ahora, ya no tiene excesivo interés el tránsito del motor de combustión interna al motor eléctrico: esa transición sigue su curso de manera irregular (de manera aceptable para utilitarios y estancado en el transporte), falta todavía mucho para que la ingeniería logre crear baterías que duren más se carguen en menos tiempo y den a los vehículos la autonomía que requieren sus actividades. Para colmo, si se trataba de “transición” en el tema de los vehículos, habría que estar mucho más atentos a los coches sin conductor guiados por sistemas 5G que a la “transición ecológica”. Eso sería estar en vanguardia de la modernidad. Sánchez ha logrado reiterar medidas con las que a Zapatero ya se le llenaba la boca: instalación de molinetas eólicas en todos los campos de España, paneles de energía solar a cascoporro y todo ello subvencionado…
- La “transición digital” corresponde también a otra época. Está claro que las compañas de telecomunicaciones se van a forrar con el sistema 5G y que España no precisa de un tontorrón sin ideas para garantizar el que tendremos buena posición en los nuevos anchos de banda… Pero nada de todo esto se deberá a la acción del gobierno, sino a la iniciativa privada.
- Reforzar la “formación profesional” es otro brindis al viento y cuando se oye de un socialista una consigna de este tipo, lo primero que se piensa, no es en refundar las “universidades laborales”, dignificar, promover y aumentar el número de especialidades y, sobre todo, en aproximar empresa y enseñanza laboral, sino, simplemente, en mantener la boca cerrada a los sindicatos, derramando sobre ellos, otros cientos de millones en concepto de cursos de “formación” que nunca, absolutamente nunca, han servido para nada más que para que los sindicatos siguieran firmando todo lo que les ponían bajo la nariz.
- Rehabilitaciones de viviendas para acondicionarlas a la “eficiencia energética”… mero eufemismo para aludir al sector de la construcción y a su futuro que, como podía preverse, ya no dependerá de la construcción de nuevas viviendas, sino de las reformas. El ideal de Sánchez sería que legiones de Pepe Gotera y Otilio recorrieran toda España colocando ventanas de cristales dobles, calefacciones de circuito cerrado, y cambiarán el gotelé por estucados de fantasía. Es la vieja idea de que la “construcción” es el motor de la economía española y que, si este funciona, todo irá bien.
Con este plan no se va a llegar a ningún sitio: en primer lugar, porque no es realista; se ha elaborado antes de que saber cómo va a evolucionar la crisis en 2021 e ignorando el daño permanente que la crisis Covid-19 de 2020 habrá dejado en nuestra economía.
Si se ha lanzado este “plan” no es por deferencia a los ciudadanos preocupados por su futuro, sino por exigencia de la Unión Europea para aflojar los 140.000 millones de pesetas prometidos (y que, en realidad, descontando lo que hay que aportar a Europa en el mismo plazo y los seis años en los que se partirá la ayuda, apenas suponen entre 6.000 y 7.000 millones anuales, insuficiente para todo). El Himno a la Alegría, tocado por el pianista Jaime Rodhes, no ha sido nada más que un clímax de coba para la UE, cuya función es idéntica a la del “¡Americanos, os recibimos con alegría!”, de Bienvenido Míster Marshall.
El plan, en sí mismo, es “blando”, irrealizable, voluntarista (el eslogan “España puede” es significativo: mejor uno que “puede” que un “impotente”, puro marketing) y sin bases sólidas: nos habla de “transiciones” que se producirían, quiera o no el gobierno, por iniciativa de empresas privadas y por la incorporación inevitable de las nuevas tecnologías (desde el 5G hasta los vidrios dobles). El resto de medidas es una música que conocemos demasiado bien y que ya ha fracasado en muchas ocasiones (durante el felipismo y durante el zapaterismo).
Lo cierto es que en marzo-abril estaremos ya con TRES BILLONES de deuda pública. Nos gustaría saber cuál será el “plan de pago”, de dónde saldrá el dinero para subvencionar tanto el “Programa de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía Española” (nombre oficial del engendro), cuánto va a subir el IRPF, y qué hacer cuándo se sepan las cifras reales de muertos por Covid-19, cuando se sepa exactamente si el PIB ha caído un 11 o un 17% y se conozca el volumen de los destrozos finales operados a la economía española, comprobándose que, en esta ocasión, no hay -como durante el zapaterismo- “países PIGS” (Portugal, Italia, Grecia y España) en los que mirarnos, sino que hemos logrado desbancar a cualquier competidor en la miseria.
Ante este plan que confirma la falta de plan del gobierno Sánchez, la noticia del procesamiento del moños y vicepresidente del gobierno, es casi una anécdota frívola.
Este plan no resolverá nada: ha sido pura propaganda política y, como tal, se diluirá, aumentando más nuestra deuda. No evitará que la crisis económica se transforme en crisis política y que ésta, finalmente, desemboque en crisis institucional como resultado. Y esta crisis política no será igual a la que se desató como resultado de la crisis de 2009: El independentismo catalán está demasiado debilitado y escarmentado para probar una nueva aventura, como la que probó tras la crisis de 2009. El PNV, por su parte, sin ETA es como un tigre de peluche. Los ánimos no están para ver la formación de nuevos partidos como en 2009 y, de producirse las peores previsiones. Y lo peor puede ocurrir cuando las masas se lanzan a la calle expontáneamente y sin que nada pueda contenerlas. Eso ocurre en momentos de desesperación y falta de perspectivas… como los momentos a lo que nos aproximamos.
Habrá que recordar que el “Palacio de Invierno” no está en La Zarzuela, sino en La Moncloa. Porque la crisis política a la que caminamos, apuntará al choque entre los dos palacios. Y todos tendremos que decidirnos por una u otra opción.
Ante el irremediable deterioro de una España narcotizada y enferma terminal
¿Alguien duda de que el país, especialmente la administración, haya dejado de “funcionar”? Hace poco, un millón de personas que habían pedido el “salario mínimo vital”, tan cacareado por los propietarios de Podemos, se quejaban de que llevaban meses sin que el ministerio correspondiente se pronunciara e ingresara las cantidades prometidas. No hace tanto, el gobierno exigía a los españoles que lleváramos permanentemente mascarillas que nadie se había preocupado de comprar y que solamente existían en los hospitales. Nunca como hoy las webs de los distintos departamentos del gobierno central y de los gobiernos autonómicos han tenido tantos recursos, teléfonos, emails… y nunca como hoy el ciudadano ha tenido tanto silencio como respuesta. Ayer mismo, me vi obligado a desplazarme a la central de correos para que me resolvieran una duda: ni contestaban al email, ni al teléfono. Y, como las desgracias nunca vienen solas, me fue imposible confirmar por teléfono, por correo electrónico o en la página de Facebook del CAP de mi pueblo, una información básica. Las noticias que leo en los medios son igualmente alarmantes: la sensación que da es que la administración, con la excusa del Covid, ha dejado de funcionar o está próxima al colapso y, no solamente, la sanidad, sino en los servicios básicos. De hecho, es milagroso que este país siga sobreviviendo después de todo lo ocurrido desde el mes de marzo.
Me temo que ni el gobierno, ni la oposición, se están dando cuenta de la gravedad de la situación y se refugian en las cifras del Banco de España -que son malísimas con una pérdida de PIB de entre el 12 y el 17%, con un paro que puede subir al 20-25% según los más optimistas y con una cifra de muertos que sigue aumentando (ayer murieron 484 personas de Covid). Iglesias sigue preocupado por la “prestancia” de su moño (el gran “avance” de Podemos, que ha dejado atrás los tiempos en los que “el moños” era “el coletas”). Medio país está hipnotizado por el nuevo culebrón protagonizado por el “ex trinca”, el tal Mainat, independentista catalán, que va revelando los niveles de degradación y estupidez de los propios protagonistas, incluidos el protagonista y su entorno personal y familiar. Sánchez aspira a rebajar la tensión con Felipe VI viajando con él a Cataluña, mientras Illa y Ayuso se acusan mutuamente de mentir en las cifras de muertos y contagiados en Madrid. Y sigue el culebrón. Y sigue. Y sigue…
Lo cierto es que el gobierno ya no tiene ni arrestos ni redaños para negar que los muertos hayan superado los 55.000 y prefiere enviar a los “antifas” a retirar las banderas nacionales puestos en su honor. La pandemia vuelve a cebarse en los ancianos… seguramente porque son los que están estos días más en relación con los nietos que han reemprendido las clases. Y, para colmo, Sánchez y Podemos se niegan a que existe una Comisión Independiente formada por médicos y científicos para evaluar las medidas adoptadas por el gobierno desde el inicio de la pandemia. El manifiesto de los científicos es el mayor bofetón recibido por Sánchez: “EN LA SALUD USTEDES MANDAN, PERO NO SABEN”.
La única esperanza para el gobierno es la llegada de fondos europeos -agotados antes de que crucen la frontera- y que Sánchez cometió el error de mendigar antes de conocer la situación exacta en la que quedaría nuestra economía al acabar la pandemia y, sin duda, pensando que luego habría más posibilidades de volver a poner el cazo de pedigüeño profesional.
Ayer veo un documental sobre China y cómo cambio su política económica cuando se desató la crisis de 2008. Si hasta ese momento priorizaba las exportaciones, a partir de entonces se preocupó del consumo interior. El resultado ha sido que en apenas 5-7 años, China será el líder mundial en comercio a sus 1.450 millones de ciudadanos, unirá un mercado mundial que asfixiará al resto de economías productivas, incluida la norteamericana. Un éxito para el gobierno chino gracias al seguimiento, a la capacidad de adaptación y a la planificación a largo plazo. Tres elementos completamente ausentes en las economías neoliberales y, no digamos ya, en la española.
Esto no funciona y no es porque el gobierno Sánchez esté compuesto por un atajo de inútiles, impresentables e ignorantes -que lo está-, sino porque es el propio sistema creado en 1978, el que ha entrado en crisis. Basado en el oportunismo, en el empobrecimiento cultural del pueblo español, en una clase política de baja calidad y en una ausencia de planificación, con un país roto por 17 “jaulas” autonómicas (así las calificaba ayer Puigdemont y en esto hay que darle la razón: en estas 17 jaulas está parcelada y encerrada la opinión pública a la que no se le ha consultado nunca si aprecia este sistema autonómico, caro, inestable y de dudosa eficacia, o si pasamos página y lo sustituimos por un Estado de verdad, digno de tal nombre, capaz de planificar, ordenar, establecer políticas a largo plazo y con exigente con sus gestores.
No falla el gobierno Sánchez. Falla la constitución. La constitución del 78 ha permitido que, no solamente en sanidad “manden los que no saben”, sino que también ocurra lo mismo en política interior, en industria, en comercio exterior, en cultura y educación, en inmigración, en política económica… MANDAN, PERO NO SABEN. La diferencia con anteriores gobiernos la da el hecho de que, hoy, en la mesa del consejo de ministros, se sienten impresentables que no serían ni siquiera admitidos como seguratas en la puerta de una discoteca de polígono marginal. No me extraña que se nieguen a comisiones de investigación: están logrando paralizar la administración.
¿Qué hace falta? Lo que hace falta no es un “programa de mínimos”, es una póliza de supervivencia para nuestro país. Y estos puntos nos parecen oportunos y ajustados a la gravedad del momento:
- Gobierno de salvación y unidad nacional, compuesto por técnicos y expertos te indudable capacidad y patriotismo que acometa tres objetivos:
1) Afrontar la pandemia y explicar por qué somos líderes mundiales en número de muertos por cada 100.00 habitantes. Técnicos y expertos, ante políticos chapuceros y oportunistas sin escrúpulos.
2) Reformar la economía, renegociando el tratado de adhesión a la UE y restando protagonismo a sectores de escaso valor añadido de los que hoy dependemos (construcción, hostelería y turismo). Reforma de la estructura económica antes que inercia hacia el abismo.
3) Movilizar a la sociedad civil pasando por encima de partidos políticos que ya ni representan opciones ideológicas, ni programas que algún día serán cumplidos, sino bandas de saqueadores del dinero público. Revitalización de la sociedad civil. Disminución del peso de los partidos.
4) Liquidar el Estado de las Autonomías, reduciendo el presupuesto, disminuyendo la carga fiscal y realizando un plan a largo plazo para disminuir la deuda pública.
- Golpe de timón de la Casa Real para enderezar la situación y descalificar, de una vez por todas y para siempre, a una clase política inservible, insalvable e impresentable y a una constitución que urge revisar y modificar.
No somos particularmente optimistas. Si el país ha llegado hasta donde se encuentra hoy es porque ha demostrado ser capaz de tragar carros y carretas. Con una sociedad civil desmovilizada y narcotizada, pocos parecen darse cuenta de que la parálisis está empezando a alcanzar a todos los organismos y servicios del Estado.
Ante esta situación, insistimos, la Casa Real tiene que tomar la iniciativa o de lo contrario arriesgarse a seguir reinando en un país quebrado por el gobierno de los ineptos, fragmentado por las autonomías, gobernado por los que “mandan, pero no saben” y con una sociedad civil narcotizada a la que se han superpuesto oportunistas de todos los pelajes en partidos políticos que llevan 40 años saqueando el país y conduciéndolo hacia el abismo.
Y, por cierto, ya tenemos un pie en el vacío.
Ernesto Milá
Durante años, Sánchez ha ido mareando la perdiz y vendiendo humo a la gencat independentista. Les ha instado a participar en una “mesa de negociación”. Y los indepes que cuando oyen hablar de “negociación” recuerdan inmediatamente a aquel Zapatero que afirmó, con una seriedad pasmosa, que aceptaría todo lo emanado por el Parlament de Cataluña (y que luego tuvo que desdecirse, cuando le dijeron que había una constitución que imponía límites), aceptaron.
La inteligencia nunca ha estado del lado del independentismo. La credulidad, en cambio, sí: aquel que cree que, en el siglo XXI, con una Unión Europea, concebida como “unión de Estados Nacionales” (y no de una “unión de republiquetas indepes”) y con una globalización asfixiante, es posible la creación de pequeñas naciones, demuestra, por eso mismo, tener unas tragaderas capaces de engullir las bolas más desproporcionadas, incluso de un mentiroso patológico como Sánchez.
Desde el principio, Sánchez se planteó la “mesa de negociaciones” como una posibilidad de arrastrar el voto independista para su coalición. Por lo demás, los indepes no tenían nada que esperar si gobernaba el PP o el PSOE con Cs. Así que se subieron al carro de la “mesa de negociaciones”, preparando el pliego de exigencias: referéndum mañana, independencia pasado y, ante todo, libertad de los independentistas presos y amnistía general… Sánchez no podía dar casi nada de todo esto, pero sí podía regar a la Gencat indepe con algunos euracos y tapar la boca a los que, en el fondo, no dejaban de ser unos mendicantes pedigüeños, llorosos y tristones, con tendencia a la victimización.
Y entonces llegó la negociación de los presupuestos. En el verano, Sánchez -tras regresar de Europa con las manos casi vacías y la exigencia de enviar a Podemos a la oposición, se “abrió” a Cs y el PP adivinando que el rapapolvo europeo recibido por Sánchez le haría entrar en razón, desconectó a su ala derecha enviando a Cayetana a la sala de los lamentos, decidió no comprometerse en la moción de censura de Vox y optó por un perfil centrista. Los medios se cebaron contra Podemos sacando sus trapos sucios en materia económica y de gestión interna que dejaban a los propietarios de la marca al mismo nivel de corrupción alcanzado por el PSOE, el PP y CiU.
Pero luego, Sánchez hubo de rectificar de nuevo, cuando desde el CIS le dijeron que un cambio de rumbo podría tener efectos inesperados en la intención de voto. Así que optó por seguir con el “vista a la izquierda”. El voto de Podemos estaba, lógicamente, asegurado en el debate sobre los presupuestos, pero no había suficiente: era necesario el voto indepe catalán y el abertzale. Este último era fácil de contentar: y Sánchez mostró su dolor y comprensión por la suerte de un matarife de ETA muerto en la cárcel el día anterior. Votos ganados, por esa parte. En cuanto a los indepes, les juró y perjuró que la “mesa de negociación” que había ido retrasando con más y más excusas de mal pagador, ahora iba en serio. Para reforzar ese criterio se empezó a rumorear que el gobierno tenía previsto el estudio del indulto para los indepes presos.
Entre porro y porro, los de la CUP no terminaban de fiarse de tanta promesa, mientras que ERC creía en ellas y en la buena fe del presidente, Puigdemont se veía coprotagonizando la mesa de negociaciones y veía en el indulto una posibilidad de volver a sentarse en poltrona, la Asamblea Nacional de Cataluña reconocía que el “procés” había fracasado y la exCiU se partía en dos, por presiones de Puigdemont que quería un partido propio (JuntsxCat), rompiendo al PDCat, en otro de los ajustes de cuentas que demuestra el nivel político del independentismo, ahora en pérdida de vigor y desmovilizado, y que obligó a Torra a realizar cambios en su gobierno (que pasaron completamente desapercibidos para todos los que no ven TV3).
El Tribunal Supremo tiene unos tempos inescrutables como cualquier juzgado: nunca se sabe cuándo cogerán un expediente y lo resolverán. De lo que no me cabe la menor duda es que el Tribunal Supremo es independiente e, incluso, inoportuno: porque la sentencia de inhabilitación de Torra era fácil de redactar, la podían haber resuelto menos de una semana después de haber sido presentada: a Torra la Junta Electoral le ordenó quitar una pancarta, no sólo no la quitó, sino que se jactó de que no lo haría. Como un ladrón de gallinas, pillado in fraganti y que les dice a la Guardia Civil que volvería hacerlo tantas veces como le apetecieran unas alitas de pollo. Pero el Supremo esperó más de dos años para “estudiar” la sentencia y la emite en el momento más inoportuno… para Sánchez.
A partir de aquí la “mesa de negociaciones” paritaria, Gobierno-Gencat, salta por los aires. Sánchez tendrá que inventar algo más convincente para ganarse el voto indepe para sus presupuestos.
Y lo peor no es solamente eso, sino que el episodio ha contribuido a demostrar otra vez el talante de Podemos. Castells, “ministro podemita de universidades”, ya ha declarado que la sentencia le parece una “venganza desproporcionada” … Sin olvidar que otro diputado de Podemos, su secretario de organización, deberá responder ante la justicia por haber propinado una patada a un guardia durante una manifa. Con esos aliados, Sánchez no precisa siquiera de enemigos, para irse hundiendo ante la Unión Europea, esa a la que deberá volver a mendigar de nuevo en pocas semanas.
Todo esto llega en el momento en el que se ha reconocido que somos nuevamente líderes en esto del Covid-19: incluso El País reconocía que la segunda ola de la pandemia ha irrumpido en España con más fuerza que en cualquier otro lugar. ¿Y les extraña? Nadie, por lo demás, ha negado a la Asociación Nacional de Víctimas y Afectados por el Coronavirus, que fueran 53.000 los muertos hasta la fecha (lo que nos convierte en líderes mundiales de víctimas por cada 100.000 habitantes, no se olvide) y que fueron las banderas nacionales que colocaron el pasado domingo en la ladera verde del parque de Roma en Madrid.
Sea como fuere Torra es cosa del pasado, como es pasado, Jordi Pujol, Artur Mas o Puigdemont. Pasado sin historia. Pasado ridículo de personajillos, a cuál más atrabiliario, que iniciaron una aventura que nadie con dos dedos de frente se habría atrevido a emprender y cuyo perfil político y personal es cada vez más bajo, hasta llegar ahora al “president” interino, un tal Aragonés que promete ser el escalón inmediatamente inferior.
Sí, porque toda la historia de estos personajes es una escalera que desciende, peldaño a peldaño, hasta la cripta del independentismo en donde yacerán sus restos: un fenómeno propio de la “primavera de las naciones” del siglo XIX, fuera de lugar y fuera de la historia en el siglo XXI.
Ellos no se dan cuenta de la endeblez de sus argumentos, ni siquiera de algo tan sencillo como el que, poco a poco, van perdiendo fuerza social (que, por otra parte, nunca fue mayoritaria). Hoy, podemos afirmar, que lo que queda del movimiento se parece más a una secta religiosa que a un movimiento político.
¡Ah, por cierto! A Torra, lo podrían haber destituido por cualquier cosa, entre otras por ser el presidente de “los catalanes independentistas” y no de “todos los catalanes”, por haber realizado declaraciones desafiantes, haber animado a los “nens de la gasofa” a sus manifestaciones, como irresponsable, aventurero y extraterrestre… pero resulta ridículo que su inhabilitación haya sido por una pancarta de mierda que podría haber sido retirada por un par de Mossos d’Esquadra el mismo día en que se puso.
Ernesto Milá
Imaginad un relato de terror en los que el protagonista sueña y tiene una pesadilla, pero le es imposible despertar y cuando lo hace el mundo encuentra es peor que el peor de sus sueños, así que sigue pensando que está soñando, pero la pesadilla se hace todavía más dramática. Y así pasa horas y días, entre sueños terribles. Un buen día despierta definitivamente, abre la puerta y ve que la pesadilla sigue ahí está fuera, no en su cerebro en estado REM, sino en su vida, en su entorno, en las calles. Pues bien, este es el mejor resumen que puede hacerse de la España post-Covid y si se me apura, de la España de las últimas décadas. Ahora estamos llegando a ese momento del despertar en el que nos encontraremos una situación tan deteriorada que preferiríamos seguir sumidos en el peor de los sueños.
Todo empezó en la transición cuando se nos prometió que, con las libertades políticas, todo lo demás vendría por añadidura. Luego resultó que no era así y que, como dijo el poeta, “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Cada día nos convencemos más de la oportunidad de este verso de Jorge Manrique que, presumiblemente, será prohibido por la nueva Ley de Memoria Histórica a causa de sus implicaciones.
La transición empezó mal porque se basaba en una mentira: en que el pueblo, los dirigentes políticos (del poder y de la oposición) y el rey, habían tomado la decisión irrevocable de marchar hacia la democracia, esto es, hacia el paraíso perdido. En realidad, el país marchó hacia la democracia por cuatro factores, por orden de importancia:
- Las ambiciones del capital financiero internacional y de las multinacionales que querían invertir en España (país barato, como hoy lo es Vietnam) y convertir a España en un país neocolonial.
- La necesidad de la economía española de entrar en el mercado común europeo para colocar sus excedentes, cerradas a causa de la exigencia del “club europeo” de disponer de una forma democrática de Estado.
- La necesidad para la OTAN de reforzar la “profundidad” de sus líneas en una fase de endurecimiento de la Guerra Fría que no podía seguir siendo resuelta mediante pactos unilaterales con los EEUU.
- La inviabilidad de una estructura franquista sin Franco, ni un Delfín con carácter suficiente para asumir las riendas del Estado y la falta de convicción de las autoridades franquistas sobre la viabilidad de la “democracia orgánica”.
Estas fuerzas y no Suárez, ni mucho menos el rey, ni siquiera la presión popular (no hubo “ruptura democrática” porque la izquierda no tenía fuerza social suficiente para realizarla y, por lo demás, el único partido con existencia real era el PCE, que luego Carrillo se encargó de liquidar en los siete años siguientes) hicieron la transición.
Y aquella mentira trajo todas las demás. La primera de todas lo que ocurrió realmente el 23-F, luego la opereta siniestra del “síndrome tóxico” que costó la vida a 2.000 personas y dejó a otras 20.000 afectadas liquidándose la cuestión con una sentencia dictada por las multinacionales del sector químico. Más tarde, ya en el felipismo, vino la estatización de RUMASA que puede ser llamada “la madre de todas las corrupciones” que siguieron, luego el escándalo del GAL (y no nos referimos a la liquidación física de los matarifes de ETA a los que solamente habrían llorado sus familias, sino al saqueo de fondos públicos que realizaron todas las partes implicadas) y luego los sucesivos escándalos de financiación de los partidos políticos. Y así hasta llegar a la negociación con ETA y al 11-M del que, lo esencial, sigue todavía velado para una opinión pública que sospecha que las cosas no fueron como se contaron. Luego vino la mentira de que España necesitaba inmigración porque la natalidad bajaba (hubieran bastado estímulos fiscales para que se produjera lo contrario en lugar de convertir al país en un mosaico étnico. Y así sucesivamente: todos los que tenéis más de 50 años sois capaces de reconstruir la “memoria histórica” de la democracia que confirma el mencionado verso del enorme, gigantesco y profundo, Jorge Manrique, poeta y soldado.
El caso es que, a fuerza de ir degradándose la situación política y social, ir disminuyendo la cultura y la educación de un pueblo (ayer en la última página de La Vanguardia se entrevistaba a un investigador que afirmaba que la generación actual tiene un coeficiente intelectual más bajo que las anteriores y que los nativos digitales no fuerzas más que la vista, porque todo lo tienen en pantallas y monitores), terminamos eligiendo a unos gobernantes que causan irrisión en toda Europa y que algún político europeo se negaría incluso a dar la mano, no por su ideología, ni por el Covid, sino por el riesgo que implica estar cerca de un piojoso.
Un gobierno que no previó las consecuencias económicas del Covid y lo desacertado de la medida del confinamiento general -porque de la única economía que entiende y que le interesa, es trincar para las cuentas propias- ha colocado al país ante la quiebra y la suspensión de pagos (lo que debería ocurrir cuando el próximo año haya que renovar letras y pagarés del tesoro y emitir otros miles de millones nuevas… a ver quién es el inversor de alto riesgo que las compra si la prima de riesgo no se va elevando. Sabemos lo que ocurrirá: que España volverá a ver cómo se dispara la prima de riesgo (lo que ya nos puso en 2010 en grave situación), se congelarán salarios y se subirán impuestos.
Pero ¿se pueden subir aún más los impuestos? Sí, claro, a los que tienen una nómina que el gobierno “de izquierdas y progresista” considera unos privilegiados. Para esta gentuza el trabajo no es un derecho, sino que ha pasado a ser un privilegio. Son aquellos con nómina los que pagarán el “salario social”, son ellos los que pagarán los caprichos de las comunidades autónomas, son ellos los que pagarán el chalé y las propiedades compradas por los miembros del gobierno y, son ellos, los que mantendrán a la inmigración masiva, subsidiada como nunca y que sigue llegando más y mejor que en los mejores tiempos del aznarismo y del zapaterismo…
Lo peor sería que el gobierno optara por disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones que ganaría apoyado por los restos de Ciudadanos y con un PP disminuido y un Vox agigantado. Porque, en ese caso, tras las promesas electorales y el “todo marcha bien” y “debemos permanecer unidos”, al cerrarse las urnas, los que tienen una nómica verán sus ingresos mermados de nuevo y a aguantar la crisis a sus espaldas, mientras el primer acto de los nuevos diputados -no lo dudéis- será subirse el sueldo…
La esperanza del gobierno es que la vacuna llegue en primavera y en Semana Santo esto vuelva a ser el paraíso de turistas borrachos, gilipollas haciendo el balconing y estampándose contra un acantilado después de una selfie. Aquí ya no queda más esperanza que la vacuna y que el turismo vuelva. No hay plan B. La limosna europea no da más de sí, lo justo para pagar algunos caprichos en los próximos seis años, pero fuera de las triunfales declaraciones del ciudadano Sánchez, lo cierto es que el reparto del oro europeo no ascenderá a más de 6.000 millones de euros anuales que se comerá el “salario social” aumentando la cantidad de ni-nis y de inmigrantes que viven del cuento.
Por mucho que mejore el turismo en verano -si es que mejora-, otros países, la Costa Dálmata, Europa Central, el mismo Portugal, habrán dado muestras de que pueden competir ventajosamente con España, país que ya hoy aparece en todos los medios mundiales como el país con una mayor tasa de contagios y que, cuando se sepan las cifras reales de víctimas, ocupará el primer lugar en muertos por cada 100.000 habitantes.
Y, cómo no podía ser de otra forma, el país en el que el gobierno “ordena” y las comunidades autónomas “ejecutan”, pero nadie tiene Autoridad y nadie sabe hacerse respetar sino por la vía de las multas, aquí, el virus es incontrolable, los negacionistas son incontrolables, los botellones son incontrolables y la acción de las administraciones es errática, confusa y destartalada (la nueva ley de memoria histórica “urgente” es casi un chiste en todo este panorama).
Lo peor no es que el año que viene la quimera de que el turismo aumentaría en España a razón de un 5% anual hasta el 2050 habrá quedado desbaratada. Lo peor es que ningún partido -y ahí incluyo a Vox- NINGUNO es capaz de plantear un modelo económico alternativo al binomio “turismo-construcción”.
Reindustrialización, relocalización, rearme arancelario, renegociación de las cláusulas de adhesión a la UE, ruptura con el modelo de economía globalizada, son las únicas vías para emprender un “nuevo curso”.
De lo contrario volverá a repetirse el escenario actual de aquí a cinco años (el detonante es lo de menos, lo que interesa subrayar es la fragilidad de la economía española), como se ha repetido la crisis generada por otras causas en el período 2008-2013. El gran problema es que la “memoria histórica” registra que los errores del zapaterismo generaron los primeros tres cuartos de billón de euros de déficit y ahora no encaminamos a los tres billones.
Estamos más cerca del corralito argentino que del sistema fiscal nórdico. Lo que ocurre es que España se dará cuenta cuando suban el impuesto sobre la cerveza y el coste de una cañita se duplique.
Ernesto Milá
No creo que los chinos hayan creado un virus de laboratorio (hace falta entrar en la trastienda de un restaurante chino para comprobar que cualquier cosa puede salir de allí). Lo que sí creo es que todos intentan beneficiarse del virus: los EEUU para echar la culpa a China y así dar un paso más en el “decoupling” comercial con este país (varios de los vídeos que han circulado en las últimas semanas -algunos de los cuales han sido reproducidos por Cuarto Milenio- tienen el aroma inequívoco de haber sido construidos desde los laboratorios de “operaciones psicológicas” del Pentágono y filtrados a la opinión pública occidental a través de distintos medios que ignoraban su origen (aunque no tanto su intencionalidad).
Tampoco creo que el gobierno de la izquierda marciana de nuestro país considere el virus como un medio para encerrar a la gente en sus casas y desmovilizar a la sociedad. Habitualmente, la gente está ya encerrada en sus casas y replegada a lo individual desde el primer tercio de los años 80, separada de la realidad y desinteresada por los grandes problemas del país. Y más todavía en esta época de autopistas digitales, Skype, redes sociales, streamings y multiplataformas mediáticas. No hace falta salir a la calle para estar en contacto con el mundo. Ahora bien, lo que sí creo es que el gobierno español no ha estado a la altura y ha demostrado su ineficiencia absoluta.
Hoy sabemos que el gobierno español preguntó a la UE sobre la gravedad del virus 30 días antes de que irrumpiera en España. La UE contestó que, efectivamente, se trataba de una pandemia grave. Ante lo que el gobierno marciano no hizo absolutamente nada, salvo permitir la manifestación feminista del 8 de marzo y que la televisión pública, a través del programa de Maxim Huerta del mediodía, unos tertulianos poco informados, estuvieran sembrando el miedo en la sociedad durante un mes, hasta que se decretó el confinamiento obligatorio. ¿Hay que recordar que el miedo es un reflejo psicológico que al somatizarse genera una bajada de defensas?
¿Cómo iba a hacer algo Sánchez, dotado de todo el poder que le otorga la constitución, pero huérfano de la Autoridad necesaria para que se respeten sus orientaciones por sí mismas y sin apelar a las multas o a la represión? La sanidad estaba en manos de Illa, un individuo carente por completo de formación en la materia, desconocedor de la diferencia entre un virus, una bacteria, un ácaro y una boina. Con unos ministros de Podemos más preocupados por el pendiente y la coleta, acompañados por neuróticas feminitudas, catetas en su mayor parte, y preocupados de que Sánchez cortejara a la otra parte del arco político… y les dejara en la calle con las hipotecas y los cuñaos en paro. Y luego estaba Simón, con aspecto permanente de haber pasado una mala noche, pero provisto de la capacidad de hablar sin decir nada. Sin olvidar a la inefable Celá, ministra de educación, incapaz de explicar cómo iba a actuar el gobierno en materia de enseñanza durante la pandemia y que todavía sigue sin responder esperando que las comunidades autónomas lo hagan.
Pero, eso sí, aplausos, oímos y muchos. Se aplaudía por cualquier cosa: ¿Qué han muerto 20? Aplausos en el geriátrico. ¿Qué faltan mascarillas? Aplausos porque de China llegarán unas que no sirven para nada. ¿Qué las urgencias están saturadas? Aplausos y muérase de otra cosa… Aplausos, siempre aplausos, aplausos por nada, aplausos para nada. Aplausos para ahogar los gritos en el Ifema, oídos por todos los ingresados, de aquellos a los que se les había empotrado un tubo en los pulmones para que respiraran mejor y seguían ahogándose…
Establezcamos el orden de importancia:
1) Hay muertos (29.000 oficiales y 54.000 reales) porque hay virus. Virus producto de la dejadez oriental (como antes la gripe aviar que vino de África, pero se aceleró en China), cuya característica es la rapidez en su expansión, pero que no deja de ser una gripe grave.
2) El número de muertos ha aumentado al aplicarse un mal protocolo clínico para su tratamiento. Y ahí las responsabilidades se distribuyen entre la OMS, el gobierno español y su falta de especialistas (ni siquiera se creó el famoso non nato gabinete de expertos).
3) España ostenta el dudoso honor de ser el país del mundo con más muertos por cada 100.000 habitantes, gracias a la ineficiencia y falta de autoridad de los distintos escalones de gobierno (estatal, autonómico y municipal).
Sigamos lo ocurrido en estos últimos meses. El gobierno actuó en cinco fases:
- Fase previa: tenía información suficiente para reaccionar un mes antes. No hizo nada. Ni siquiera encargó mascarillas a alguna empresa, ni prohibió manifas feminitudas
- Fase de confinamiento: cuando el virus estaba presente y difundiéndose, el gobierno central asumió el papel de “salvaguarda de la nación y escudo sanitario”.
- Fase de normalización: ante la pérdida de prestigio del gobierno y para cortarla, el gobierno trasladó la responsabilidad de la desescalada a las Comunidades Autónomas.
- Fase de reavivamiento: como era de esperar, cada comunidad reprodujo los errores que antes había cometido el gobierno central y se sacó de la manga “ideas geniales” (no fumar).
- Fase providencialista: el gobierno y las comunidades, a estas alturas, ya solamente confían en que la vacuna esté difundida antes del final de la primavera y así poder recuperar económicamente al país en la campaña turística de 2021.
Vana esperanza esta última porque en la temporada siguiente el turismo todavía no estará suficientemente recuperado. Es más, es probable que casi dos años de interrupción de los flujos turísticos hayan sido aprovechados por otros países en los que el impacto del Covid-19 ha sido mucho menor (Europa del Este, Costa Dálmata, Portugal) para restar clientela a su principal competidor: la maltrecha España del Covid y de la izquierda marciana.
No, decididamente, no podemos hablar de conspiración en el caso del Covid-19, ni para el mundo (la epidemia apenas ha mermado la población mundial en un millón, algo imperceptible que es absorbido en menos de un mes por el crecimiento demográfico mundial), ni en España (en donde, de haber estado otro partido en el gobierno, probablemente hubiera ocurrido lo mismo y por las mismas causas: una clase política que está en el poder para saquear las arcas públicas y lo que menos le interesa es resolver los problemas que van apareciendo; y lo que es peor: que ni siquiera tiene criterio, sentido común y capacidad técnica, por no hablar de Autoridad, para resolverlo).
Lo que ha existido es la “conspiración de los ineptos”. Sería punible judicialmente si la policía tuviera una “Brigada para reprimir la Ineptitud”, existieran leyes que penaran la estupidez y la ineptitud de los funcionarios públicos y existiera una población que exigiera eficiencia en el ejercicio de los cargos políticos. Pero nada de todo ello existe y, en su lugar, tenemos una fiscalía general del Estado, cuyo titular es nombrada por el gobierno y que, por tanto, está poco predispuesto a actuar contra él.
La “judicialización” de la vida pública -tal como enseña el caso del independentismo catalán y la vía que ensayó Rajoy para combatirlo y que ahora sostiene Vox- es una vía muerta. La “movilización popular” resulta impensable en un país que solamente se moviliza cuando gana su selección nacional de fútbol, porque desde el felipismo, la sociedad civil está agónica. La “indignación” de 2009 que dio lugar a Podemos se ha convertido hoy en frustración y desengaño para otra generación. Si la vía judicial está muerta y la vía de la movilización es ilusoria, habrá que deducir que este país no tiene remedio.
De todo ello puede concluirse -y esto es importante- que la única conspiración posible en España es la de los ineptos. Ha, existido y existirán muchas más “conspiraciones” como ésta (ya nos hemos olvidado del síndrome tóxico de 1981 que afectó a 20.000 personas, y que se “resolvió” con una sentencia judicial sin fundamento científico ni epidemiológico). No es extraño que el gobierno se niegue a una auditoria científica de su gestión...
Y luego a alguien le extraña que ahora estemos por los 2,3 BILLONES de euros de deuda y en la primavera de 2021 lleguemos a los 3 BILLONES. La idiotez tiene un precio a pagar por los que todavía tienen nómina.
Por qué el gobierno manipula las cifras de víctimas del COVID
He entendido por qué el gobierno se niega a reconocer que, en estos momentos, según la diferencial de muertes entre 2019 y 2020, ya debemos haber superado con mucho los 54.000 muertos por Covid-19. Y lo he entendido, gracias a una estadística publicada en la web de RTVE. Como se sabe, desde el primer momento de la crisis del Covid, el gobierno y los medios de comunicación subvencionados -quien paga manda- han optado por dar cifras de muertos “en bruto”, sin refinar y absolutamente engañosas. Resulta absurdo contar el número de muertos y decir que EEUU y Brasil (es decir, Trump y Bolsonaro) son los países del mundo que contabilizan más muertos. ¿Qué son los 197.000 fallecidos en EEUU y los 134.000 muertos en Brasil, al lado de nuestros discretos 28.000 muertos?
Pero, claro, la contabilidad “en bruto” de muertos, no tiene en cuenta lo esencial: que EEUU tiene 328.000.000 de habitantes y Brasil 201.000.000… frente a España que solamente tiene 47.000.000. LO QUE CUENTAN, PARA DAR LA MAGNITUD DEL PROBLEMA SON LOS PORCENTAJES DE MUERTES POR CADA 100.000 HABITANTES. Y este es el dato que evita dar el gobierno y sus mansos corderillos mediáticos.
Pero, el becario que debe armar la web de RTVE, ha tenido un desliz: ha incluido el cuadro elaborado por la Universidad John Hopkins y se percibe que el número 1 del ranking mundial de muertes por Covid-19 está en poder de Perú con 96,68 muertos por cada 100.000 habitantes. Le sigue Bélgica (con 86,9), luego Bolivia (65’87) y, en cuarta posición, sin subir al podio, España con 64,38). Brasil y EEUU están en posiciones más bajas (octava y décima respectivamente).
Hay un error en todo esto que explica el por qué el gobierno español y su socio telonero, NO RECONOCEN QUE LOS MUERTOS EN ESPAÑA NO SON 28.000 SINO PRÁCTICAMENTE EL DOBLE. La cifra de 50.000-54.000 que se ha manejado sale de la diferencial entre los fallecimientos en 2019 y los fallecidos desde principios de 2020. Dado que las cifras de muertes anuales son bastante estables hay que pensar que la diferencia, restados algunos cientos de muertos por “daños colaterales” (imputables, por otra parte, a la ineptitud gubernamental: retrasos en operaciones, mala asistencia médica) nos da la cifra que tan pertinazmente el gobierno de miserables se obstina en ocultar, con el silencio cómplice del PP.
Pero ¿por qué un gobierno haría tal martingala de poner en el cajón algo más de 20.000 fallecimientos? Hace unas semanas, preguntado por esto, Sánchez respondió: “Ya habrá tiempo de contar los muertos”… De momento, aplausos y mascarillas. Pero esa obstinación se debe a algo absolutamente intolerable y casi chusco: RESTANDO 20.000 MUERTOS ES COMO HEMOS DESCENDIDO DE LA PRIMERA PLAZA MUNDIAL DE FALLECIMIENTOS POR CADA 100.000 HABITANTES, A LA CUARTA…
En efecto, si el porcentaje se calcula en función de los algo menos de 30.000 muertos reconocidos oficialmente por el gobierno, el porcentaje da el 64,63 por cada 100.000 habitantes al que alude la universidad John Hopkins, PERO SI EL CÁLCULO SE REALIZA SOBRE LOS 50.000 MUERTOS, EL PORCENTAJE SE DISPARA A 106 Y ¡ENTONCES SI QUE PODEMOS REIVINDICAR EL DUDOSO HONOR DE SER EL PAÍS CON MÁS VÍCTIMAS EN TODO EL MUNDO!
Y ahora se está produciendo la inmersión en la “segunda ola” de Covid-19. Vemos como las cifras de muertos y de contagiados van creciendo de día en día. Hoy ya se advertía que las UCI están al 90% y que el colapso es cosa de una semana. Y nadie puede decir que esta segunda ola se ha producido en una situación de imprevisión. SE ESPERABA Y SE TEMÍA PARA NOVIEMBRE, PERO SE HA ADELANTADO.
Solamente desearía formular una pregunta y me gustaría que algún puto diputado de algún jodido partido preguntara en esa olla inútil de grillos que es el parlamento de la Nación, ¿POR QUÉ SOMOS EL PAIS CON MAYOR PORCENTAJE MUNDIAL DE MUERTES POR CADA 100.000 HABITANTES?
Y lo que es más misterioso todavía: ¿por qué países de nuestro propio entorno geográfico en los que el Covid-19 llegó antes, no han superado ni remotamente las cifras de fallecimientos de España: Italia figura muy por detrás con un 59 por c/100.000 habitantes, Francia 46,35 por c/100.000 habitantes, bastante menos de la mitad que España.
Así pues, no perdamos el tiempo con esa maldita negociación de los presupuestos, o si el payaso que gobierna y sus mariachis piden perdón y ponen el culo ante Bildu y ERC, o si el australopiteco de Torra es o no inhabilitado. Vayamos a lo esencial: Y LO ESENCIAL, AQUÍ Y AHORA ES QUE, CUANDO TENEMOS ENCIMA LA SEGUNDA OLEADA, EL GOBIERNO DE LOS IMPRESENTABLES SIGUE REZANDO A MAMÓN PARA QUE LA VACUNA LLEGUE EN ENERO Y SOSTENIENDO QUE CON UNA MASCARILLA Y SIN FUMAR EN LAS TERRAZAS ESTO ESTÁ “CONTROLAO”.
¿Hace falta recordar que cuando el gobierno ordenaba ir con mascarillas, no había mascarillas a la venta y que pasó un mes antes de que llegaran? ¿Hace falta recordar que hoy hay mascarillas de moda y con todo tipo de símbolos muestra de la fatuidad, de la frivolidad y de la ignorancia de todo un pueblo? ¿Hace falta recordar que la economía está tocada y hundida y el sector turístico tardará en recuperarse o que nuestra deuda terminará a mediados de 2021 en torno a los 3 BILLONES DE EUROS, con una economía a la deriva y sin perspectivas? ¿Y aquí algún imbécil todavía reclama que se acepten unos miles de inmigrantes pirómanos más procedentes de Lesbos?
Paro aquí para no olvidar lo esencial: SOMOS LÍDERES MUNDIALES EN ALGO, EN EL RANKING MUNDIAL DE MUERTOS POR COVID. ¿Qué alguien me explique por qué?
Ernesto Milá
La actitud del gobierno ante el Covid-19 ha sido elocuente y puede dividirse en dos fases:
- Durante los tres primeros meses, de marzo a mayo, asume el “control” de la situación y decreta el confinamiento. ¿Resultado? Más de 40.000 muertos, de los que se reconoció -por el momento- menos de 28.000 –“ya habrá tiempo de contar a los muertos” (Sánchez dixit). No fue raro que los sondeos que indicaban el grado de apoyo al gobierno se desplomaran.
- A partir del verano, Sánchez opta por desembarazarse de la responsabilidad en la pandemia y la transfiere a las comunidades autónomas, para evitar un desgaste mayor del gobierno. ¿Resultado? Peor todavía: cada comunidad tira por su cuenta, los jueces echan para atrás muchas medidas por inconstitucionales, y, para colmo, aparecen ideas tan geniales como inútiles (no fumar en terrazas, que aparece en Galicia y se va adoptando en todas las comunidades). El resultado es que, el prestigio del gobierno del Estado sigue cayendo y el de los gobiernos autonómicos sufre idéntico destino.
¿Resultado final de todos estos despropósitos? Mientras el haragán de Sánchez se va de vacaciones, los Bonnie&Clyde de Unidas Pudimos muestran sus “sufrimientos” por unas vacaciones que alguien frustró en Asturias simplemente con una pintada en el suelo… Y de regreso, la jefa consorte de Podemos y “ministra de igualdad”, se le ocurre la “gran aportación de Unidas Pudimos” al Covid-19: cerrar los puticlubs… Vamos a ver: si la medida tuviera algo de sentido, cabría preguntar como a esta tonta del bote no se le ha ocurrido proponer esta medida hace siete meses, cuando empezó la pandemia y lo hace ahora, cuando su banda está empantanada en procesos judiciales, sospechas de nepotismo y certidumbres de corruptelas.
LA MOCIÓN DE CENSURA DE VOX
Cabría decir que “así se las pusieron a Felipe II”, en relación a la moción de censura que presentará Vox. No recuerdo en la historia de la democracia española un gobierno en una situación tan débil como la que vive Sánchez. Habría que remontarse a los últimos tiempos de UCD o a los momentos más dramáticos de la crisis económica de 2008-10, cuando ZP se negaba a reconocer la realidad de los hechos.
Ahora es diferente, porque el PSOE gobierna en coalición con un partido que, de lejos parece formado por impresentables, de cerca uno tiene la certidumbre de que efectivamente, son impresentables, y que poco a poco, cuando se vayan conociendo sus corruptelas sabremos que eran impresentables, no solo a nivel de programa (ideología de género, más inmigración y vivan los okupas, que, a fin de cuentas, a eso se reducen sus propuestas), sino a nivel de comportamiento ético y moral (que era lo que vendían hasta anteayer: bajarse los sueldos, no ir en coche oficial, transparencia absoluta y gestión asamblearia…).
Con un Unidas Pudimos amortizado, Sánchez se hace ilusiones de que el Cs -en fase terminal- lo apuntalará el tiempo que queda de legislatura y que, para entonces, el Covid será un mal recuerdo y se habrán reabsorbido los millones de parados y de afectados por los ERTE. Pero, claro, antes tiene que pasar por la moción de censura de Vox.
Lo más normal hubiera sido que Vox y el PP hubieran presentado la moción en comandita e, incluso, que hubieran recabado las firmas de algunos versos libres de Cs que intentan acomodarse ante el hundimiento del partido.
Es pronto para decir, si Vox convencerá o quedará como Hernández Mancha después de la que presentó en marzo del 87, cuando perdió el duelo con Alfonso Guerra. Abascal lo tiene ahora más fácil, en primer lugar, porque lo que queda del PSOE no es lo que existía en 1987, cuando todavía quedaban en el partido profesionales brillantes. Hoy el PSOE es un despojo de feministas airadas y de ambiciosos sin principios que las flanquean. Sin ideas más allá del programa de Unidad Pudimos, algo más diluido, sin líderes, sin unicidad interior, descompuesto entre “federaciones” y “partidos”, cada uno de los cuales tira en la dirección que más le interesa y, con un “comité federal” de baja catadura.
La derecha podría ser más inteligente y eficiente. Claro está que el PP de hoy, tampoco es el de otra época (en el fondo, la política se ha convertido en la actividad más lucrativa y, a la vez, más desprestigiada del país, tanto como puede serlo el tráfico de drogas o la trata de blancas), pero, en cualquier caso, si Vox hubiera “trabajado” un poco más el tema de la moción de censura antes de formularla y hubiera buscado alianzas, su posición sería mucho más fuerte de lo que es ahora, especialmente si Abascal flaquea ante Sánchez o no remata bien la faena. Que es lo que espera Casado.
El PP de 2020 intenta “centrarse”: retener el electorado de derecha y ganar centristas y -lo dijo Casado el otro día- que integre a “socialdemócratas” (en clara alusión a integrar a los restos del Cs). Y todo esto con el Covid de fondo, ante el que el PP se limitó, los tres primeros meses, a reír las gracias de Sánchez y ahora parece mudo y sin iniciativa en la materia.
NEGRAS TORMENTAS AGITAN LOS AIRES
Lo cierto es que ¿los contagios repuntan? Si y no. Lo que ocurre es que se están haciendo tests masivos y aparecen “contagiados”, la mayoría asintomáticos, que probablemente lo estaban desde hacía meses. Otro error de comunicación, porque el número de contagios es lo que ha hecho que media Europa y, desde luego, los principales proveedores de turismo de aluvión, recomienden no visitar España. Lo más grave es que, el número de muertos empieza a repuntar y que, veremos lo que ocurre en el inicio del curso escolar, no por los niños que están resultan asintomáticos, sino por el contacto con los abuelos.
En cuanto a la situación económica, no hace falta aludir a las “cifras macroeconómicas” para darse cuenta de la gravedad: sectores enteros de la economía, del pequeño comercio y de los autónomos, laminados por la crisis (en la calle comercial de Calella, de unos 800 metros, casi cincuenta establecimientos cerrados en las últimas semanas y la mayoría de hoteles ni siquiera han abierto). Parece bastante claro que lo primero que el gobierno debería plantearse es cómo afrontar una “reconversión económica” de un país que ahora sabe que no puede cifrar la salud de su economía en el turismo y en la construcción. Y lo más preocupante es que todavía no he oído a ningún partido -Vox incluido- que proponga un nuevo modelo económico.
Así pues, hay que prepararse para un período excepcionalmente difícil: un Estado que se niega a ejercer “poder” (cuando redunda negativamente en la intención de voto) y carece por completo de “Autoridad” (esto es, de prestigio). Con unos gobiernos autonómicos que están peor, incluso. Con una economía en ruinas y sin ideas para reorientarla. Con la amenaza de una mortandad para la segunda oleada del Covid antes de que llegue la vacuna y sin que se hayan modificado los “protocolos de tratamiento” (responsables sobre todo de la mortandad). Y, para colmo, con una derecha dividida y sin grandes ideas en materia económica, en sus distintas formulaciones, sigue al liberalismo más rancio, sosteniendo que no se ha aplicado en su rigor más estricto).
¿Tiene futuro este país? No, desde luego, mientras no haya una nueva generación de jóvenes, surgidos de la clase media que asuman sus responsabilidades y tengan la preparación técnica suficiente para aportar soluciones. Jóvenes que no vean el exilio económico como la salida a su futuro. Que estén imbuidos de patriotismo y quieran un futuro para ellos y para los suyos. Porque hay que reconocer que los que tenemos más de 50 años, no solamente no hemos fracasado, sino que somos los responsables -por acción o por omisión- de que nuestro país esté hoy sumido en lo más profundo de un pozo del que nos va a costar mucho salir.
Ernesto Milá
Todo empezó cuando Sánchez mendigó ayuda a la Unión Europea en el mes de julio. Vino con la promesa de 175.000 millones de ayudas, la mitad en créditos reembolsables… y esto cuando todavía no se tenía idea de cómo iba a ir el verano, el Covid y el turismo.
Ahora ya sabemos que España necesitará más, bastante más, mucho más, que esta cantidad para salir adelante. Lo sabemos todos, empezando por la UE y terminando por Sánchez. Pero había un problema: ¿quién le decía a la Comisión Europea que un buen día, Podemos iba a exigir al gobierno que suspendiera pagos o cualquier otra medida peregrina. Porque Podemos es “gobierno”. Así pues, parece bastante claro que solamente cuando Sánchez prometió desembarazarse de un aliado molesto -por incompetente e imprevisible, no por su “lucidez revolucionaria”- en el plazo más breve posible.
Desde ese momento, se sucedieron cuatro episodios en cascada; los cuatro apuntan en la misma dirección: preparar una remodelación del gobierno español que dejará, inevitablemente, fuera a los ministros (o presuntos tales) de Podemos. Estos pasos han sido:
1) Conversaciones con Cs, partido completamente desahuciado pero que, en cualquier caso, puede apuntalar al gobierno mientras dure la legislatura, a cambio de algunas migajas y de acomodar a algunos de sus responsables en el PSOE.
2) Reforzamiento de la monarquía con la partida de Juan Carlos I (el eslabón más débil) que sitúa a Felipe VI como el emblema de la monarquía (y, desde luego, mucho más limpio que otros miembros de la familia). Se ha recordado de nuevo los “pactos de la transición” y solamente Podemos se ha opuesto, quedando completamente aislado, junto a Torra y su “parlament” que dice que “Cataluña no es monárquica…”, olvidando que lo que no es Cataluña es, precisamente, el “parlament” regional.
3) Aislamiento de Podemos por la vía judicial: la ofensiva que debe soportar Podemos en estos momentos es tan violenta que, incluso los tertulianos que la han defendido en el último lustro, se baten en retirada y no encuentran argumentos suficientes para salir en defensa de la formación que ya hoy cabría más llamar “Pudimos”. En efecto, si este partido podía presentarse hasta ahora como “partido anticorrupción”, ahora resulta que es otro receptáculo de putrefacción. La defensa de la inmigración y del salario social no le salvará de la ruina política e, incluso de la implosión interior.
4) El PP ha emprendido cambios interiores (el relevo de Cayetana Álvarez de Toledo al frente del grupo parlamentario) y negado a seguir a Vox en su moción de censura. El PP no pierde la esperanza de que Sánchez siga los consejos que llevan dándole socialdemócratas y democristianos alemanes: “gran coalición” para alejar los riesgos que pueden derivar de la crisis económica, reformar el Estado y liquidar para siempre el problema independentista. Porque lo que Casado busca hoy -y no lo oculta- es convivir unos años con Sánchez, reforzarse y ganar perfil centrista ante Vox, ocupando el espacio que fugazmente tuvo Cs.
Todos estos hechos, de los que diariamente los medios dan constancia, están orientados en la misma dirección: liquidar el gobierno socialista-podemita y establecer un gobierno de coalición con otras fuerzas.
El socio ideal para el PSOE es, desde luego, Cs, un cero a la izquierda que, de celebrarse nuevas elecciones, desaparecía casi completamente. Pero Cs es poco, apenas nada, y la situación que tendrá España a finales de año, cuando se haya confirmado el hundimiento económico, el cierre de un 25-30% del pequeño comercio y de los autónomos, la pérdida del 95% del turismo, el retorno a los tiempos de los 5-6.000.000 de parados, resultará evidente que hará falta algo más consistente que aliarse con un cadáver político como Cs. El PP, desde luego, es más sólido y, hasta ahora, estable.
El problema es que tanto el PP como el PSOE van a pagar los errores que han cometido en los últimos 30 años de democracia: jurar y perjurar que nunca pactarían uno con el otro. La lógica decía que ya después de las últimas elecciones debían haber pactado un “gobierno estable”, en lugar de un “frente de la izquierda marciana”. No lo hicieron por miedo a las críticas: ahora, con el Covid-19 y, sobre todo, con la situación económica que tendrá el país en diciembre de 2020 (crisis económica confirmada después de dos trimestres de recesión) deberán repensarlo.
Así pues, las posibilidades que se abren a partir de mediados de septiembre de 2020 son, por orden de posibilidades:
1) Gobierno del PSOE en coalición con Cs. [opción preferida por Sánchez]
2) Nuevas elecciones generales, aprovechando la división de la derecha y el hundimiento de Pudimos. [opción temida por casi todos]
3) Gobierno del PSOE en coalición con el PP. [opción preferida por la UE]
En septiembre se producirán tres hechos que influirán directamente en la situación política:
1) Moción de censura de Vox: se verá si este partido y su dirección tiene preparación y cuajo suficientes como para aprovechar la situación y logrará sustituir a la sigla PP en el cartel de la derecha.
2) A pesar de que el 11-S de este año cogerá a los independentistas catalanes más divididos que nunca y el proyecto independentista está en barbecho (salvo para los espectadores de TV3), esta fecha será importante porque Torra deberá anunciar la fecha de las elecciones anticipadas (en las que todo puede ocurrir, salvo que el independentismo prospere).
3) Estaremos en la segunda oleada del Covid-19, en el momento en el que se inicien las clases y quede muy atrás la esperanza en salvar algo de la campaña turística. El sistema sanitario volverá a estar colapsado y el caos generado por la impreparación del gobierno central (durante el confinamiento) y de los gobiernos autonómicos (de julio a agosto) precisará más que nunca un GOBIERNO FUERTE… lo que lleva de nuevo a la “gran coalición”.
En este panorama, excepcionalmente revuelto y complicado -estamos en la situación más grave que ha vivido España seguramente desde la transición- el único que faltaba es Miguelito Bosé pontificando sobre “la resistencia”…
Ahora bien, la lógica en la política española tiene escaso peso. No estamos hablando de una clase política sólida, seria y responsable: estamos hablando de políticos oportunistas y sin escrúpulos que solamente piensan en su ego y en su propio beneficio personal. Y ahora ya sabemos que no hay renovación posible: que, hasta que no se demuestre lo contrario, los partidos que surgieron de la crisis de 2008, Cs y Pudimos, hoy están muertos y enterrados por haber cometido los mismos errores que los partidos nacidos en la transición. Seamos claros: no hay sistema más corrupto, ni políticos de más baja catadura, que en España. Por eso, las leyes de la lógica política, los compromisos adoptados en cumbres y la prosperidad nacional, pesan menos que el ego de cualquiera de estos hombrecillos ambiciosos, sin talla para medirse con los grandes nombres de nuestra historia.
Ernesto Milá
Lo que sabemos hoy del rey emérito se conoce desde principio de los 90 y está escrito. Simplemente, nunca se difundió para que lo conociera la opinión pública. Hay libros, informes y noticias, muchas de ellas provenientes del exterior. Las personas interesadas, no sin dificultad, podían conocerlas y asombrarse de que nunca hubiera un debate público sobre ellas. En el Parlamento, la mención a estos asuntos era siempre oblicua, cuando no desestimada y alrededor de Juan Carlos I se fue creando una omertà que aún dura.
La dinámica es inquietante. Cada vez que el rey Felipe VI se distancia de su padre, lo incrimina más y, a la vez, profundiza en la crisis de legitimidad de la monarquía. La solución sería cortar de una vez y denunciar la sistemática y permanente corrupción que había ido anidando en torno a un rey obsesionado con acumular capital e intervenir en los grandes negocios que se hacían bajo la cobertura del Estado. Nada nuevo, por lo demás, en la casa de los Borbones. Una mentalidad patrimonialista, un uso y abuso de la Jefatura del Estado para ganar influencia y poder en los negocios, la impunidad como privilegio se mezcló con una concepción reaccionaria del poder y un desprecio sobresaliente a las clases populares recubierto de campechanía. Hablar de los Borbones, al menos, desde Fernando VII equivale a constatar su falta de grandeza, su carencia de un proyecto de país y de una corrupción convertida en el modo normal de gobernar.
Ahora muchos se rasgan las vestiduras y otros fingen ignorancia. Los mismos que desde el grupo Prisa, pasando por La Vanguardia y ABC, salían aguerridamente a defender a un rey intachable y promotor de la democracia, hoy se preocupan, no de condenar las prácticas abusivas que el rey emérito realizaba, sino de proteger a la institución monárquica y, específicamente, a Felipe VI. Lo lógico sería exigir transparencia, justicia y verdad. Hay que decirlo con claridad: las actividades de Juan Carlos las conocían todos los jefes de gobierno y los grandes partidos que se turnaron en el poder desde la Transición. Suarez, González, Aznar, Zapatero y Rajoy conocían lo que el rey hacía y lo protegieron. Sabemos que alguno intentó oponerse y la durísima respuesta del hoy rey emérito. Es más, por lo que se va conociendo, en esta protección de los negocios privados del rey, intervinieron instituciones del Estado y, específicamente, el Centro Nacional de Inteligencia.
Antes se ha dicho, y conviene subrayarlo, que los medios de comunicación han sido esenciales en el ocultamiento de las actividades de Juan Carlos, practicando un cierre de filas en torno a la institución y reprimiendo a aquellos periodistas que osaron ir más allá de lo políticamente permitido. Convendría no olvidar un dato para los tiempos que vienen: lo que ha destapado los negocios sucios del Rey no ha sido tal o cual señora, tal o cual inspector de policía encarcelado, sino las dimensiones de una corrupción que terminó llegando a los medios de comunicación internacionales y autoridades judiciales de algún Estado, como Suiza, nada proclives a una visión justiciera de la cosa pública.
La fuga del rey emérito tiene, al menos, tres consecuencias. La primera es que hace emerger las sombras en esa marcha triunfal en la que se ha ido convirtiendo la Transición democrática. Se conocen bien las estrategias y las actitudes y hasta el 23F ha sido esclarecido. La intervención del rey en la caída de Adolfo Suarez está clara y hace aparecer una paradoja que irá creciendo en el tiempo. Me refiero a que el rey ganó legitimidad por unos sucesos que, en gran parte, él contribuyó a provocar; que hoy los monárquicos y la derecha reclamen la figura de Adolfo Suárez, es algo más que una mentira histórica: Juan Carlos, en medio de una grave crisis en la UCD, fue quien forzó, en último término, su dimisión.
La segunda consecuencia es que la Casa de los Borbones, en su conjunto, queda dañada y su imagen pública, devaluada. El enriquecimiento del rey ha contribuido, directa e indirectamente, al nivel de vida y a la capacidad de gasto de su familia. Se trata de una enorme fortuna cuyo de depositario será Felipe VI. El caso Urdangarín hay que verlo ya de otra forma, en otro contexto y con otras implicaciones. La tercera consecuencia es una crisis de legitimidad de la monarquía parlamentaria como forma de gobierno. La reinstauración de la tradicional monarquía española por parte de Franco se convirtió en restauración gracias al proceso de democratización y al acuerdo con don Juan de Borbón. Se pretendió así blanquear la falta de legitimidad de origen. Las actividades del rey como jefe de la casa de los Borbones, el uso en beneficio propio y de su familia de la Jefatura del Estado, terminaron por destrozar la legitimidad de ejercicio.
Sabemos que no fue fácil convencer al rey para dejar la corona. La figura clave fue, una vez más, Felipe González. Lo que se le explicó a Juan Carlos para convencerle se puede suponer, la apertura de una crisis de régimen provocada por la ruptura del pacto social y las políticas de austeridad impuestas por la UE. El 15M, para sorpresa de muchos, puso en pie una crítica profunda al papel de los grandes poderes económicos, el cuestionamiento de una democracia bipartidista cada vez más cerrada y separada de la ciudadanía, la corrupción como forma normalizada de hacer política y la necesidad de una regeneración del sistema en su conjunto. Democratizar la democracia, poner freno al control que sobre la política ejercía el capital financiero, empresarial y corporativo; la defensa intransigente de los derechos sociales y, fundamentalmente, fortalecer el peso de las clases trabajadoras. El debate pronto giró hacia la apertura de un proceso constituyente y la monarquía se empezó a cuestionar a fondo.
No es difícil imaginar que en esas conversaciones influyó mucho el carácter juvenil de la movilización social y el masivo empleo de las redes sociales que rompían la muralla de protección que habían ido construyendo los grandes medios de comunicación. La corrupción era ya difícil de ocultar, la vida privada del rey contaminaba a la Jefatura del Estado de una manera sustancial. El asunto Urdangarín, los escándalos permanentes y, sobre todo, el desprestigio de la monarquía hicieron necesaria la abdicación de un rey súper protegido por las élites económicas y políticas. Su salida de España no pone fin al problema y abre un debate inexcusable sobre el papel de la monarquía en un país como el nuestro que vive una crisis existencial.
La coyuntura política se va a ver afectada por la crisis en la casa de los Borbones. Hay dos actores que han tomado la iniciativa, el PSOE y Vox. Pedro Sánchez intenta aprovechar la salida de Juan Carlos como instrumento para visualizar una nueva centralidad en el país; no le importan demasiado las críticas de Unidas Podemos. Es más, se cree con capacidad de convertirlas en un apoyo de su nueva posición política. Vox se adelanta y marca posición. Deja a un lado cualquier veleidad populista y aparece con su verdadera cara, la derecha tradicional española, monárquica, autoritaria y neoliberal. Pretende sintonizar con la calle y movilizar a una parte de la opinión pública contra el gobierno socialcomunista y en defensa del rey Felipe. Casado queda en una posición extremadamente difícil. En condiciones normales, debería propiciar un acuerdo con el Partido Socialista ante una crisis de Estado y de Régimen. Esto ya no es posible. La estrategia ideada por Aznar fracasa ante un Abascal que busca desesperadamente su hegemonía en el espacio político electoral de las derechas.
La situación de Unidas Podemos es difícil y con riesgo. Lo decisivo es acertar en la estrategia económica. No se trata solo de incrementar el gasto social. Hay que ir más allá: cambiar el modelo productivo fortaleciendo el papel de las clases trabajadoras, cambiar el modelo de poder (económico). La estrategia de la ministra Calviño es típica de los gobiernos social liberales: primero crecer y luego redistribuir. La economía no funciona así; el modo de distribución determina el tipo de crecimiento y el modelo productivo. Hasta ahora, las salidas a las crisis han supuesto una devaluación sustancial de salarios y precios. Si queremos hablar de verdad de transformar el modelo productivo, la clave es hacer las reformas ahora porque luego no serán posibles. Me refiero a las reformas laborales, a definir con precisión un nuevo modelo industrial y sus concreciones programáticas, a conseguir, de una vez por todas, un sistema fiscal justo, redistributivo y eficiente. Insisto, las reformas que no se hagan ahora, luego no se podrán realizar o serán solo un cambio de fachada.
La política es el arte de diferenciarse. Una fuerza como Unidas Podemos, que construyó una alianza de gobierno con un partido como el PSOE, corre el peligro de diluirse, de perder sustancia social y desdibujar su proyecto político. Las alianzas son siempre un modo de organizar el conflicto y no de ponerle fin. Es la continuación del conflicto por otros medios. El tema republicano es una fuerte identidad, ahora más que antes. ¿Por qué? Porque existe el peligro –que Vox y PP aprovecharán a fondo- de que república e independentismo acaben identificándose. Hace falta un republicanismo español claro, que mire hacia el futuro; es decir, hacia la III República. Pasar del republicanismo como nostalgia al republicanismo como proyecto y programa. Movimiento hacía la III República (M3R).
Manolo Monereo
Hay demasiadas razones para pensar que este verano será de los que no se olvidan. Por los muertos, pero también por los vivos. Con ese ejercicio de prestidigitación a que nos someten un día sí y otro también no sabemos ni siquiera a qué número ascienden las víctimas del virus. Las cifras bailan, los fallecidos no. Cada autonomía elabora su propia lista de afectados, siempre a la baja. Aseguran que es para no asustar a la ciudadanía y la verdad es que provocan una inseguridad capaz de asustar hasta a los más crédulos entre los creyentes. Hemos llegado a un punto en el que nadie se cree nada y la diferencia entre quienes comulgan con ruedas de molino y los hartos de ser engañados ha dejado de tenerse en cuenta.
La única verdad incontrovertible es que estamos acojonados porque tenemos miedo al miedo y no hay persona ni institución que nos otorgue una mínima seguridad de dónde estamos y hacia dónde vamos. Tenemos conciencia de que el presidente se reúne con los suyos, su gabinete íntimo, y prepara la mentira de la jornada. Cada día una diferente pero entreverada con asuntos generales que sirven para salpimentar el plato. Hay que estar muy imbuido de tus propias mentiras para colar como argumento frente a los países que ponen cortapisas a la llegada a España de sus residentes, que ellos tienen más contagiados que nosotros. ¿Por qué nos ponen condiciones si están peor que nosotros? Una idiotez para niños de escuela; si cuentan con más infectados, razones tienen para hacer cuarentenas con los que están en la misma tesitura. El “¡Y tú más!” elevado a categoría de política de estado es la prueba de la infantilización de nuestra vida social.
Nos tratan como a niños y además tontos. Y el presidente se ríe. Hace chistes jaleado por los suyos. Si no viviéramos lo que estamos viviendo se diría que no va con ellos, que lo suyo es durar hasta el final de la legislatura, casi cuatro años, y a fe que van a conseguirlo. No hay nada que se lo impida a menos que una revuelta social en otoño barra con todo. No hay sociedad que pueda aguantar un paro del 50% mientras las instituciones se desmoronan.
Hay quien interpreta los fondos europeos como si fueran el maná en el desierto y, al margen de las hombradas de Sánchez sobre un supuesto Plan Marshall que él ha conseguido frente a la cicatería de los llamados “frugales”, la realidad es otra. Ni estamos al final de una gran guerra ni está la economía globalizada en condiciones de cubrir gastos a fondo perdido. Los empréstitos, sean del tipo que sean, han de pagarse, ya sea en dinero o en especies, y las especies entre estados se traducen en dependencias.
Escuchar a Sánchez vanagloriarse de una victoria que él acaudilló resulta patético, casi tanto como los aplausos de sus ministros y no digamos de la ovación de sus diputados, cual Procuradores en Cortes, reunidos para la ocasión en un pleno que tenía mucho de procaz. Una provocación para sus aliados -los de Podemos ya saben cómo se aplaude a quien les da de comer-, para la oposición y hasta para el común que, como yo mismo, no acabamos de entender el homenaje al hombre que no sabe cómo confinarnos, ponernos las mascarillas y rebozarnos en alcohol. ¡Y encima se ríe y hace chistes con los descerebrados de Vox y se cisca en la oposición!
No hay que negar que una de las razones para que la república no tenga largo recorrido no procede de las barrabasadas del Emérito, al que una democracia frágil concedió poderes que él usó al modo Borbón, como su abuelo y su bisabuelo. Lo que nos aterroriza sería una república con un presidente como Pedro Sánchez. Sería una pandemia histórica de tratamiento imposible. Pedro Sánchez I, el Mentiroso, o el Falaz, o el Soberbio. Hay para escoger.
Adoctrinados los medios de comunicación, poseedor de la bolsa de los fondos, con un gobierno de retales y un partido convertido en rebaño, no hay coronavirus capaz de ponerle en un aprieto. Por si fuera poco, cabe la máxima teresiana o ignaciana de que en tiempo de aflicción conviene no hacer mudanza, lo que aplicado a los ciudadanos es la garantía de que cualquiera puede hacerlo peor. Y sobre el campo de batalla en el que sólo destacan los muertos, esos cadáveres tan abandonados que ni siquiera son registrados por su número de serie, sobre ese panorama del que sólo se burlan los señores diputados del partido que dice gobernar, sobre eso está el miedo, ese fantasma ubicuo que se cuela por todos los resquicios.
El que lo sabe todo, incluso lo que jamás osaría decir porque no tiene ni idea, ha informado a la adormilada población española que conoceremos el número de muertos cuando termine la epidemia y él tenga a bien darlo a conocer. ¿Para qué antes? Quizá porque entonces la gente se haría tantas preguntas que ni los trileros que nos gobiernan serían capaces de abordarlas. El conocimiento se ha convertido en una ciencia al alcance de dos muñidores, Sánchez e Iván Redondo. El resto debemos conformarnos con los restos de borona, ese pan basto tan comido antaño en Asturias y que administra la chica de los recados, Adriana Lastra; asturiana, una vida entregada a servir al señorito de turno, con la fidelidad que concede muchos años de vasallaje. La servidumbre es todo un modo de hacer política, que no es mortal como el coronavirus, pero empaña la sociedad de tal modo que exige cura en cuidados intensivos. El verano de 2020 no ha hecho más que empezar, pero promete ser de los que dejan huella. Aunque sólo sea por eso, inolvidable… como nuestros muertos.
Gregorio Morán
Publicado en Vozpopuli
Cuando teníamos la oportunidad de recuperar Gibraltar, vemos como se aleja con nuestra ayuda, que es lo más triste. Hay gobiernos que convierten las derrotas en victorias. Los nuestros se han especializado en convertir las victorias en derrotas. El Brexit nos ofreció en bandeja acabar con la anomalía de la última colonia en Europa y, pronto, en el mundo. Gibraltar, para la ONU, debe autodeterminarse a través de negociaciones entre España y Reino Unido teniendo en cuenta que «toda situación colonial que destruya la unidad nacional e integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de Naciones Unidas». (Resolución 2353 de la Asamblea General del 19-XII-1967, renovada cada año). Para la Unión Europea, es «un territorio europeo cuyos
asuntos externos lleva un estado miembro», y así ha venido siendo hasta que Londres decidió salir de ella. ¿En qué situación queda Gibraltar? Pues vuelve a ser lo que era, una colonia fuera del espacio Schengen que regula las relaciones comunitarias de todo tipo, comerciales, políticas, sociales y culturales.
Puede imaginarse el terremoto que causó en el Peñón. La verja volvía a ser una frontera tan impenetrable como España quisiera, de ahí la oportunidad de que les hablaba. Afortunadamente para ellos, los gobiernos españoles no la vieron o no quisieron verla y unos por exceso, otros por defecto han reconducido la situación en sentido contrario. Los gibraltareños, con el apoyo tácito de Londres que «dormía» el asunto, lanzaron una ofensiva para atraerse al entorno, ofreciéndole compartir su prosperidad. No olvidemos que pese a ser sólo un Peñón inhóspito, tiene la tercera renta por cápita del mundo. No me pregunten cómo, pues es de sobra conocido: las 30.000 empresas que apenas pagan impuestos, y atraen dinero de todo el mundo, aparte del contrabando del tabaco y hachís, que convierte aquellas aguas en película de acción cada poco, más otros negocios menos espectaculares, pero más rentables. Nada de extraño que los gibraltareños que se precien duerman en su chalet de Sotogrande y vayan a The Rock sólo a la oficina. Esa es la prosperidad que ofrecen compartir a los españoles del Campo, que hasta ahora se tienen que contentar con trabajos ínfimos. Razón de que la inmensa mayoría esté de acuerdo y mientras La Línea pide convertirse en Ciudad Autónoma para facilitar el cambio, se realizan todo tipo de compras de inmuebles y solares a los gibraltareños y sus empresas. Piensen que está en marcha un proyecto de establecer un servicio de helicóptero entre el aeropuerto de Gibraltar (en territorio nunca cedido) al de Málaga para trasladar a ingleses ricos que quieran disfrutar a lo largo del año de las bondades de la Costa del Sol. Algeciras, el mayor puerto de la bahía, no es inmune a la tentación, pese a ser el PP el partido predominante. Pero amigo, la oferta es demasiado atractiva para rechazarla. De hecho, Fabián y sus amigos dominan desde la Universidad de Cádiz a buena parte de Sevilla, aunque el cambio de Gobierno les ha hecho más discretos. Para resumir: Gibraltar quiere quedarse en la Unión Europea a través de España, cuando se va Reino Unido, sin romper con él. Listos que son. Y tontos, nosotros. El Gran Gibraltar es la puerta trasera.
Lo inició Moratinos con su visita al Peñón, la primera de un Ministro español, pese a que España ha rechazado como interlocutores a las autoridades gibraltareñas. Entonces se sentaron las bases. El gobierno Rajoy no le prestó mayor atención, como a tantas otras cosas importantes. Pero el de Sánchez-Iglesias lo retomó dados los amigos e intereses que allí tienen. Su titular de Exteriores, Arancha González Laya, una economista, le ha dado un enfoque mucho menos político, pero igualmente peligrosos, como es entrevistarse con Picardo, dándole el rango de interlocutor, que nunca ha tenido, no lo hizo en Gibraltar, sino en Algeciras, pero a todos los efectos, es lo mismo. Aunque ha tenido que pisar el freno, no por las críticas de la oposición, a la que bien poco caso hace su gobierno, sino por haberse olvidado, como se olvidó de las resoluciones de la ONU y de las disposiciones de la Unión Europea, de que quien manda en Gibraltar no es Picardo, sino el gobierno inglés. Y la carta que le envió para concertar una cita e informarle de tales negociaciones aún no ha tenido respuesta. Ella se había olvidado de la soberanía, creyendo que acuerdos económicos podía sustituirla. Pero los ingleses nunca se olvidan de ella, pues Gibraltar es, aparte de una colonia británica, una importantísima base naval a la entrada del Mediterráneo.
¿Significa que los ingleses van a dejar colgado a Picardo? ¡En modo alguno! Le dejarán sacarnos cuanto pueda, siempre que no toque el arsenal donde se reparan sus submarinos nucleares y la pista de aterrizaje, que pueden ofrecer a los norteamericanos si les fallan las españolas, cosa siempre posible.
Esta es la situación. El Brexit no ha conducido a la españolización de Gibraltar, sino a la gibraltarización de su Campo, que amenaza extenderse al resto de Andalucía. ¿Cómo es posible que se actúe de forma tan estúpida contra los intereses nacionales?, preguntará algún lector. La respuesta es; si nuestros gobernantes admiten que quienes dieron un golpe de Estado estén en la calle a los pocos meses de darlo, anunciando que volverán a hacerlo, ¿qué puede importarles un Peñón, aunque sea una base militar extranjera en la punta sur del territorio nacional?
Y si me preguntaran qué deberíamos haber hecho cuando Londres decidió el Brexit, respondería: «Nada. Dejar que los acontecimientos siguieran su curso, devolviendo Gibraltar a lo que es: una roca pelada». Pero hemos hecho justo lo contrario: actuar contra nuestros intereses. Cornudos y apaleados. Ignorancia y resentimiento hacen el milagro inverso: estupideces...
José María Carrascal
Se iniciaba este martes el informativo de la sobremesa en La Sexta con el aplauso que varios ministros dedicaban a Pedro Sánchez a su entrada al Palacio de la Moncloa. Lo primero que pasaba por la cabeza de cualquiera que conservara unos gramos de memoria es la enorme diferencia existente entre lo que ocurrió en 2012 y lo que sucede estos días en este país.
Entonces, cuando el Gobierno obtuvo fondos de hasta 100.000 millones de euros para salvar las corrompidas cajas de ahorros, la izquierda criticó que las condiciones de esos préstamos suponían toda una intromisión en la soberanía nacional. Aquellas afirmaciones contrastan con las actuales, pues ahora esas mismas voces hablan del oxígeno obtenido en Bruselas y omiten la palabra 'rescate'. Desde luego, el aparato propagandístico de la izquierda está mucho mejor engrasado que el de la derecha.
Habrá mucho tiempo para analizar las consecuencias de la pandemia, aunque se dispondrá de mucho menos espacio, pues son muchos -demasiados- quienes se han dejado engatusar por la publicidad oficial y han hecho mutis por el foro o han pronunciado las verdades con sordina. Especialmente estruendosos son los silencios procedentes de la universidad, donde, salvo honrosas excepciones, se ha optado por callar cuando más falta hacía recitar las incómodas verdades para contrarrestar la propaganda, que es siempre optimista y casi siempre falsa.
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Los sociólogos se han escondido y han dejado todo el protagonismo a los epidemiólogos, por lo que actualmente circulan muchos más mensajes -insustanciales- sobre las características de un virus que sobre los cambios que las epidemias y las catástrofes generan en las personas y en las sociedades. Con su cobardía, los intelectuales han impedido que los españoles aprendan a mirar todo esto por encima de los árboles.
El enemigo externo
Hay veces que es necesario jugarse el tipo para evitar la infamia. Fue lo que hizo a principios de siglo el presidente uruguayo Jorge Batlle cuando la emprendió contra dos periodistas de Bloomberg para dejar claro que su país no se parecía en nada a la Argentina populista que iba camino del default. “Los argentinos se pasan diciendo a ver ‘quién es el culpable de no ayudarnos’. Y no se dan cuenta que tienen que ayudarse a sí mismos. Y no se dan cuenta de que el idioma que hablan no existe más en el mundo”. A continuación, dijo: “Los argentinos son una manga de ladrones, del primero hasta el último (…) Si nos compara, usted es un ignorante absoluto sobre la realidad argentina y la uruguaya. Somos dos países diferentes. ¿Sabe la clase de volumen de corrupción que tienen?”.
Mientras Eduardo Duhalde trazaba teorías de la conspiración y buscaba enemigos externos para justificar sus errores, Batlle lanzó un mensaje claro a los acreedores y a los inversores: Uruguay pagará; Argentina, no.
El ejemplo del 'chivo expiatorio' viene al pelo para contrarrestar las afirmaciones que los propagandistas de Moncloa y sus impresentables aliados mediáticos han difundido durante las últimas semanas, en las que se ha acusado de 'insolidaridad' a estados como Países Bajos por negarse a aceptar un 'Plan Marshall' europeo que no llevara aparejado una reforma de la economía española para enjuagar su déficit y eliminar las lacras que durante décadas ha arrastrado el mercado laboral.
En otras palabras, en tiempos de dificultad se ha optado por buscar antagonistas -y en 2012 también se hizo con Merkel- para evitar que las miras se fijaran en los verdaderos culpables del desastre. Que no comenzó con la pandemia, sino mucho antes.
Un aplauso necio
El aplauso de este martes en Moncloa ejemplifica esta actitud irresponsable, que trata de convertir en una gran victoria algo tan preocupante como pedir dinero a otro ante la falta de recursos propios para afrontar un problema. Cuando una familia se hipoteca pierde, en realidad, una parte de su libertad. Salvando las distancias, algo similar ocurre cuando un Estado se acostumbra a recurrir al endeudamiento para solventar sus problemas financieros más acuciantes, sea cual sea su origen. España será en el futuro algo menos libre, pues los préstamos que recibirá no estarán exentos de condiciones. Poco hay que celebrar.
El citado aplauso también deja clara la degradación de la actividad política, en la que la supervivencia en los partidos obliga a rendir culto al líder de forma acrítica y mema. Hay que tener cuajo para ostentar un alto cargo de la Administración, con cartera ministerial incluida, y prestarse a ejercer de palmero para que los responsables de la comunicación de Moncloa puedan transmitir un falso triunfalismo a los ciudadanos. Al apreciar esas imágenes, cualquiera podría llegar a cuestionarse si en política es más sencillo aupar a dictadores o neutralizar cerebros.
Sobra decir que el triunfalismo es falso, pues todavía habrá que ver si España recibirá la totalidad de los 140.000 millones de euros y cuáles serán los sacrificios que deberá afrontar para poder ingresarlos, pues, en la práctica, los países que porfían se han reservado el derecho a paralizar estos aportes si no se ponen en marcha los ajustes necesarios. También habrá que ver si este plan contribuye a dinamizar la economía o si se utilizará como un mero salvavidas para pasar el mal trago y, a la vez, para aplazar de nuevo las reformas que necesita España para cuadrar sus cuentas.
Se puede comprar la tesis de que España ha obtenido unos fondos fundamentales para evitar el ahogamiento de la economía, pero el optimismo desmedido resulta totalmente fuera de lugar. Principalmente, porque es la argucia que se ha sacado el Gobierno de la manga para evitar que los ciudadanos miren al horizonte, pues allí verían un 2021 que será doloroso, en el que el virus amenaza con mantener bloqueados sectores fundamentales, como el turismo y el comercio, y en el que la sombra del desempleo, el empobrecimiento y la enfermedad amenazan con situarse más a pie de calle que nunca.
No hay que engañarse: aplauden los suyos porque les va el cargo en ello, pero no hay muchos motivos para batir las palmas.
Rubén Arranz
Publicado en Vozpopuli
Noam Chomsky es facha, dicen los niños airados de Twitter, y aprietan sus deditos furiosos en el teclado para hacerlo trending topic, un dudoso honor viral que equivale a tirarle abajo una estatua. Puto facha, al final, Noam Chomsky, quién nos lo iba a decir: referente de la izquierda mundial, intelectual, anarcosindicalista, lingüista prestigiosísimo, agnóstico, antiglobalización, un miura verbal contra el capitalismo y contra EEUU, su máximo exponente, al que llama “Estado terrorista y canalla” de “lógica mafiosa”.
Toda la vida le han llovido piedras por radical, a Chomsky, pero su subversión resulta no ser suficiente para tu primo el posmoderno, que te monta el chiringo de la disidencia en un hilo sin fundamento, a golpe de meme y eslogan zafio, como si la disidencia no hubiese que racionalizarla -“en España, de diez cabezas, nueve embisten y una piensa”, lo adelantaba Machado, ya saben ustedes: un equidistante, un extremocentrista, otro facha-.
El progre de nuevo cuño que campa en internet -en su barrio no le conoce ni dios- se ha enfadado porque Chomsky ha criticado en un manifiesto -con mis adoradas Margaret Atwood y Gloria Steinem, entre otros- la deriva censora de la izquierda -la de la derecha también, ha dicho, pero esa era más clásica y previsible-.
El chaval de la pataleta está haciendo su parte: se ha puesto “antifa” en la biografía de Twitter y se pasa el día pelándosela entre canuto y canuto. Al tercer café le da por lidiar un linchamiento virtual -también llamado “activismo”-, y a la noche, derrotado, se pide un Glovo y se pone una de Netflix para desconectar, porque la revolución virtual también te deja seco. “Mañana será otro día. La invasión recomenzará”, que decía Goytisolo. Vaya facha.
La verdadera izquierda, claro, es ese espécimen hipócrita que un día sube una foto en negro a Instagram y escribe "Black lives matter" pero al día siguiente cruza la acera para no toparse con un pakistaní que tiene muy mala pinta. El que cita la paradoja de Popper y mañana le habla mal al camarero. El que le da a "enviar" a un tuit como quien lanza una sentencia firme: ahí su izquierda pulcra y excluyente donde nadie es lo bastante rebelde -excepto él-, irascible hasta el coñazo, hasta la pérdida completa del matiz, de la capacidad de escucha activa y, lo peor, del sentido del humor. Le dan la razón a Chomsky cuando lo “cancelan” por decir algo molesto: es la nueva izquierda del veto.
Una izquierda amargadilla que le mira el diente al caballo regalado, incapaz de celebrar sus propios éxitos y de reconocer a sus voces más prestigiosas. Porque el prestigio -que Chomsky se ganó estudiando, proponiendo, incomodando y siendo brillante durante 91 años, uno a uno- también es un delito. El prestigio te convierte en establishment y a ver cómo te quitas tú la cruz esa.
Yo no sé a qué clase de marginalidad nos obliga esta piara, a qué tipo de pobreza, a qué tipo de pureza, a qué tipo de ostracismo. Sólo sé que una izquierda sin referentes es una izquierda cutre y mediocre, demasiado soberbia para escuchar a los buenos. Demasiado charlatana para cesar con su verborrea ombliguista un rato y aprender. Una izquierda llorica y permanentemente herida -si tiene más razón Chomsky que un santo- que no entiende, como Paglia, que “un discurso ofensivo en democracia debe contradecirse con otro más ofensivo aún”, no castrándolo ni montando campañas de despidos para el que saca los pies del tiesto. Es una izquierda acomplejadilla y pueril: qué mona.
A Chomsky le dicen facha estos tarados de las redes y a mí se me caen los palos del sombrajo, se me vuela la peluca, los ojos me lloran sangre como a las vírgenes de Cuarto Milenio. Facha. Facha. Qué sencillo, a pesar de todo, resumir las prolijas aportaciones de este hombre de 91 años. Toda su obra. Todo su discurso. Facha. Para el New York Times es el pensador más importante de la contemporaneidad, pero, bueno, ¿quién carajo es el New York Times? Son influyentes, tienen un altavoz privilegiado… Fachas también. Más vale siempre gritar desde las cavernas.
Esto no va de comprar el discurso de Chomsky en bloque, esto no va de mitomanías, claro que no: participar del debate y discrepar es hermoso y oxigenador. Esto va de respetar, con un poco de humildad, a los que han dedicado su vida a escribir, decir y estudiar tanto útil. Va de recordar que mientras él escupía en el rostro de la guerra de Vietnam, mientras traicionaba la tradición intelectual porque lo que consideraba servilismo hacia el poder, mientras montaba un pollo en su propia universidad por razones políticas, mientras apelaba a la responsabilidad del mundo académico para contradecir las hegemonías, la mayoría de los que hoy le critican ni siquiera habían nacido. Algunos sólo se chupaban el dedo.
Dad gracias, amnésicos, que no se os caen los anillos. Dad gracias a que Chomsky existió -y aún existe, con cada vez menos tiempo- para asentar con inteligencia y erudición muchas de las bases de la vida digna que vosotros queréis y no sabéis defender hoy día.
Lorena G. Maldonado
Publicado en Vozpopuli
Ignoro si sabe cómo andan las cosas por esa calle que usted ha pisado poquísimo desde que empezó la pandemia. Ni siquiera se dignó acudir a cualquier hospital para dar ánimos a sanitarios y enfermos, o a los militares, o los familiares de quienes estaban debatiéndose entre la vida y la muerte. Tampoco acudió a ninguna de las muchas residencias en las que nuestros mayores murieron solos, bajo una capa de silencio cobarde, mientras desde su gobierno se instaba a la verbena en los balcones o se daban comedietas vergonzantes en la televisión pública.
No sé si tiene claro que todo lo que prometió en cuanto a los créditos ICO, a los ERTE o a las ayudas a los autónomos ha sido pura propaganda. Los ICO, insuficientes, complicados de solicitar burocráticamente hablando y apenas han llegado a las PYMES; los ERTE, todavía por cobrar en muchos casos y, a los que los cobren, Hacienda les pegará un palo terrible porque la retención es mínima; a los autónomos, que se acogieron al pago aplazado les han obrado de sopetón los atrasos. No hace falta un ministerio de economía para entender que, tras cuatro meses sin facturar ni un céntimo, no se trata de que te aplacen pagos, sino de que te perdonen la deuda o comprender que la mayoría no volverán a desempeñar su actividad, con la pérdida de puestos de trabajo e ingresos para el estado. Usted ha permanecido de brazos cruzados mientras el tejido productivo se ha destruido, sin prestarle la más mínima ayuda como sí han hecho otros países en los que, por ejemplo, se han condonado impuestos a autónomos y se han dado cantidades a fondo perdido para que puedan reiniciar sus actividades.
Le supongo informado de que las paguitas caritativas, dignas de las Pías Damas del Ropero son, en primer lugar, escasas, en segundo, discriminatorias, y en tercero, imposibles de mantener al reducirse drásticamente la recaudación de la hacienda pública justamente por desaparecer el número de personas que contribuyen a la misma. Eso nos lleva a la disminución del PIB y a que los servicios sociales y la beneficencia estén, ya, desbordados por las peticiones de comida. Comida, presidente. En su “nueva normalidad” la gente hace colas que dan la vuelta a la manzana esperando una bolsa de alimentos.
Como no sé si sabe usted lo que le cuento, se lo pongo por escrito. Es infumable que los políticos no hayan tenido siquiera el gesto de bajarse sus retribuciones. Es indecente que no conozcamos los trapicheos en la compra de material sanitario, los nombres de los proveedores. Es bochornoso que hayan cantinfleado con las cifras de muertos, que hayan ocultado que sabían antes del 8-M la gravedad de lo que se nos venía encima, que hayan cercenado libertades modelando ruedas de prensa a su gusto, que hayan permitido protestas contra la jefatura del estado alentadas desde el gobierno mientras prohíben acercarse a la residencia del vicepresidente, que hayan instrumentalizado a la Guardia Civil, que se haya reducido el parlamento a su mínima expresión, que hayan manipulado informes internacionales en su beneficio. En suma, que me parece una sinvergüencería todas y cada una de las cosas que se han hecho desde el gobierno que usted preside. Y no crea que disculpo al resto de administraciones, que si la central ha sido un auténtico desastre, las autonómicas y municipales no les van a ustedes a la zaga. Sufro como catalán y barcelonés a Torra y a Colau.
¿Los resultados? Miles de muertos, miles de familias destrozadas, nuestros sanitarios trinchados, desolados, desmoralizados. Una sociedad en la que el miedo a la disidencia cada vez es mayor, unos políticos que cada vez viven más aislados en su burbuja, una economía hundida, aniquilada, con miles y miles de personas condenadas al paro, y una clase media postrada para muchos años.
Lo peor es que a usted todo eso le da igual mientras pueda seguir en su sillón. Porque, efectivamente, es usted lo peor de esta pandemia. Es usted el peor virus, la peor receta económica, el peor espejo moral, el peor ejemplo a seguir. Y ahora, siga con su vida de maniquí de la nada. No sé si acabará siendo juzgado en esta tierra. Desde luego, cargos, los hay. Pero la historia, infinitamente más justa y cabrona, sabrá ponerlo en su sitio. Ah, y no, no se moleste en llamarme facha. Evítese al menos ese ridículo. Que en 1973, con catorce añitos, yo ya estaba en la CNT.
Miquel Giménez
Publicado en Vozpopuli
Por mucha cancioncita balconeada a coro la que se avecina es de órdago. Los pronósticos económicos auguran años de auténtica necesidad para las gentes que no han aprendido cómo se pasa del mitin demagógico a una lujosa villa con piscina. Vamos a experimentar una crisis de dimensiones tan homéricas que costará mucho recuperarnos. Si hemos de ser sinceros, cualquier gobierno que tuviese que lidiar con este sombrío panorama se las vería y desearía para intentar salir del empeño, pero es que con estos bueyes que tenemos es imposible arar ni un milímetro. Nos pilla en el peor momento de nuestra historia y es la tormenta perfecta en la que se suman una emergencia nacional como no se conoce desde la guerra civil y una clase dirigente que apenas serviría para hacer algo con plastilina en parvulitos.
A ese horizonte lo llaman 'nueva normalidad', pero lo de antes de la pandemia no era, ni de lejos, normal. Porque ni es normal lo que hemos visto en Cataluña, ni con Sánchez, ni con Podemos. Venimos del bolso de Sorayita en el escaño de Rajoy y eso debería haber disparado las luces de alarma. Éramos felices en nuestra ignorancia, porque no hay nadie más encantado de la vida que el necio. Flaubert afirmó que la necedad es indestructible, porque todo lo que lanzamos contra ella acaba por estrellarse. Eran décadas pontificando acerca de los problemas más abstrusos desde la barra del bar con el “Esto lo arreglaba yo en veinticuatro horas”, dando lo mismo que se hablase del paro, del terrorismo o del trasvase Tajo-Segura.
Despreciamos al inventor, al empresario, desdeñamos la meritocracia, para, por el contrario, loar a futbolistas prácticamente analfabetos, a personajes obtusos de la mal llamada prensa del corazón, cuando debería denominarse de los higadillos. Dimos más importancia al editorial del Marca o del Sport que a lo que dijera el New York Times o el Frankfurter Allgemeine. Nos molestaban los intelectuales, los críticos o los cultos que avisaban de que esto se tambaleaba y el deporte nacional consistía en llamarlos cuñados. La ignorancia ha sido tremenda y las universidades auténticas fábricas de fracasados con título.
En este estado de dejación moral e intelectual han ayudado partidos, sindicatos –si es que tal cosa existe en España-, el mundillo reducido y canijo de la cultura de ceja y subvención y, no nos olvidemos, los poderes económicos que veían encantados lo fácilmente manipulable que es un pueblo que sabe más de fútbol que de historia. Las familias tampoco nos hemos quedado cortas, criando a unos hijos discapacitados emocionalmente, inválidos de coraje y paralíticos de ética. Con todo esto ¿qué carajo esperábamos que pasaría? Pues que mientras la cosa funcionaba más o menos íbamos teniendo eso que nuestros padres llamaban un pasar decente. Pero a la que las cosas se han torcido, y de qué manera, a todo el mundo se le ha puesto cara de idiota con resaca, reivindicando, eso sí, su derecho a aglomerarse como si no hubiera un mañana y a exigir la paguita.
A ver si nos vamos enterando. Aquí no habrá ni nueva ni vieja normalidad. El Gobierno sigue siendo la colección de fracasados más tremenda de nuestra historia y la oposición parece La Sonámbula de Bellini. Para quienes lo desconozcan, Amina, la sonámbula protagonista de la obra a la que toman por un fantasma, no es despertada por su amado Elvino por temor a que la impresión sea fatal. De ahí que entre la impudicia totalitaria de unos y el miedo escénico de otros, nada pueda ser normal en nuestra vida política.
No pretendemos ser pesimistas, hay lo que hay, aunque mucho nos tememos que en esa nueva normalidad nos esperen las horcas caudinas. Pero como parece que eso poco le importa al vulgo, habrá que conformarse. En el gobierno deben repetirse lo que escribió aquel magnífico escritor costumbrista norteamericano conocido por su nom de plume como Mark Twain: “¿No tenemos a todos los necios de la ciudad de nuestra parte? ¿Y no son éstos, en cualquier ciudad, una mayoría aplastante?”.
Menuda mierda de nueva normalidad nos espera. Y ahora sigan, sigan con la caja estúpida, que la Esteban y Jorge Javier van a pelearse por sus discrepancias acerca de Heidegger.
Miquel Giménez
Publicado en Vozpopuli
Hace menos de un siglo nuestros abuelos quemaban iglesias. Para ellos era un símbolo del poder y además era fácil, sobre todo era muy fácil; estaban llenas de madera y de telas que ardían bien. No se necesitaba organización alguna, bastaban un par de iracundos y muchas ganas de provocar al orden establecido, a quien por cierto los descerebrados le venían como anillo al dedo para denunciar la barbarie, el radicalismo y el talante despreciable de los oprimidos. Una amañada tormenta perfecta donde cada cual se sentía plenamente realizado. Por lo demás, no afectaba al Poder, sino que lo reforzaba.
Fue una práctica eminentemente española y, como las corridas de toros, salvadas sean las distancias, irritaba tanto como enardecía. No sé cómo demonios se llamaría hoy a eso de quemar iglesias. Decir terrorismo sería impropio porque no daba miedo a nadie; desesperación de los desposeídos tampoco cabría en nuestro lenguaje donde los sindicatos son instituciones, vivimos en un conato de Estado de bienestar y los que nada tienen aguantan con el estatuto humillante del precariado. Tendríamos que adscribirlo a algo parecido a la kale borroka o los destrozos en bienes comunes de la ciudadanía, tal que sucede con la quema de neumáticos, el corte de vías públicas o la agresión física. No se ataca al enemigo: se jode al ciudadano en la esperanza de que se cabree no contra ellos sino frente al Poder. Y además llama la atención.
En Barcelona, sin ir más lejos, hay quien considera una batalla contra el sistema pinchar ruedas de bicicleta o pintarrajea autobuses de turistas -nadie los cita, ahora que se reza por que vuelvan-, y cabe deducir, aunque no lo escribamos, la diferencias entre los antisistema de hace un siglo y los del momento. Pertenecen a otra clase social y eso explica muchas cosas, por ejemplo, la selección de los símbolos. Quemar una iglesia pretendía ser una advertencia a los poderosos; derribar estatuas es un espectáculo que exige pasar por las redes para que los adheridos lo disfruten. Este posiblemente sea uno de los atractivos de que Colón, aquel visionario aventado del siglo XV, se haya vuelto un icono propenso al insulto y la desmesura.
Las grandes fortunas de Europa y América se edificaron sobre la sangre y el sudor de millones de esclavos. Buena parte de ellas se mantienen y hasta han crecido con el añadido de las nuevas esclavitudes que ha traído la globalización económica. ¿Por qué Colón? Sólo cabe una explicación para tomarle como símbolo de la opresión sobre las razas autóctonas: que es tan lejano que nadie sabe ya de su tortuosa vida, de su ninguneo histórico y menos aún de la envergadura de su hazaña. No es sino un signo de barbarie imaginar en este personaje de hace casi seiscientos años una responsabilidad en algo que tenga que ver con el esclavismo contemporáneo y ni siquiera con el incipiente comercio de su época. Lo suyo se cifraba en fama y poder, y la vida le fue pacata en ambas. Es majadería sacar a colación a Colón y a los aventureros que descubrieron a Europa una fuente infinita de posibilidades; después de ellos, nada volvió a ser igual y sólo por eso ya tienen su lugar en la historia.
Somos un hatajo de cínicos barnizados de petulancia. Siempre me atrajo la fascinación de la mediocridad universal sobre la Roma Imperial; no por ella en sí, que también, sino por la beatífica asunción de su equilibrio, su justicia, sus costumbres y sus singulares avatares políticos. Todos admitimos que éramos unos bárbaros frente a aquellos avasalladores guerreros y constructores. Es rarísimo encontrar una página que ponga peros al Imperio Romano; lo aprendimos todo de ellos, incluso su perversidad guerrera. Como chiste para aliviar, valga decir que los únicos que niegan la universalidad romana son los vascos nacionalistas que aseguran orgullosamente que jamás fueron romanizados; mejor les hubiera ido, intuyo, para sus entendederas y alivio de patrioterismos. Una mente lúcida habría deducido lo poco interesantes que debían ser aquellas tierras para que ni siquiera las hubieran hollado quienes tenían a gala no desperdiciar nada que pudieran explotar.
Pero quizá lo de los romanos, tan desalmados como cualquier poder imperial, suene hoy a filme de Hollywood, “peplum” creo que los llamaban en los estudios de Los Ángeles. Colón es más simple, tan vacío como un brindis al sol. Derribamos las estatuas de Colón -¿quién va a salir en su defensa?- y ya estamos, imagino, con la conciencia tranquila; la gran batalla frente al racismo y la xenofobia ha tenido su infantil victoria. ¿Qué más estatuas derribamos para adecentar un presente sin futuro?
En definitiva, es un ensayo con zarzaparrilla lo de las estatuas de Colón, pero no osamos seguir el hilo conductor que nos lleva a los destrozos de Boko Haram en África para borrar las huellas de cultura no islámica, o en Burkina Faso, la ignorada. Confieso que el tema me hiere, aunque sólo sea porque fui uno de los últimos visitantes de los esplendorosos restos de la ciudad de Palmira, aún en aquella Siria donde se decía que los libros árabes se editaban en Egipto, se vendían en Beirut y se leían en Damasco. Pero mi memoria es frágil y cada vez más huidiza y siento que nadie ya podrá gozar una noche de luna invernal entre las desérticas avenidas de aquel ensueño que volaron los islamistas.
Una nueva inquisición nos está atenazando la libertad y lo hace, como la de antaño, para salvarnos. La tortura es más variada que la antigua. El medio, el mismo; constreñirnos a que no podamos pensar diferente, a que cada individuo -¿hay que añadir “e individua”?- debe atenerse a lo que digan los portavoces. Este “neofascismo” de gente asentada que está consiguiendo lo que sus padres, mediocres apostólicos de las iglesias de sus intereses, habían soñado y no lograron: convertirnos en minorías silenciosas sobre lo fundamental, sobre la libertad de pensamiento. De lo demás hay que decir “lo que toca”: la que se dice izquierda es la izquierda, los que se creen asaltadores del cielo son acróbatas del infinito y los que se oponen a la fe carbonera, unos ansiosos de triquiñuelas para ocultar la gloria del liderazgo.
Esta Nueva Inquisición se alimenta de la estupidez, pero no de la suya, que está blindada, sino de la nuestra, que no acaba de entender que nos van enterrar en las pausas del coronavirus. Más que beatificar la España vaciada deberíamos detenernos en la que empieza a susurrar: la silenciada.
Gregorio Morán
Publicado en Vozpopuli
Con motivo de las protestas tras el asesinato de un ciudadano afroamericano en los Estados Unidos a manos de un policía con antecedentes violentos, estamos asistiendo a una auténtica mascarada de presunta “solidaridad” con la minoría negra de ese país.
Son bastante conocidos los problemas sociales que sufre la sociedad norteamericana, hablándose muchas veces de problema racial, para esconder una realidad, que no es otra que un problema de clases, de desigualdad económica y de desintegración comunitaria. No vamos a descubrir nada en este sentido. En cuanto al terrible suceso, se supone que EEUU es un Estado de Derecho y la Justicia se encargará de un crimen tan injustificable.
Lo que el crimen de un policía no puede justificar es una orquestada ola de vandalismo que demuestra el grado de deterioro de nuestras sociedades y la estupidez generalizada en una población totalmente domesticada. La imagen de “artistas” podridos de dinero, deportistas de élite con descapotable y palanganeros de la falsa intelectualidad postrados de hinojos, apoyando a todos aquellos que braman por las calles gritando “puta policía” para después arrasar con un súper, un humilde comercio de barrio o un mega centro de Apple, agrediendo salvajemente a quienes les plantan cara, muestran que las actuales élites sí que son un auténtico fin de raza, cabecillas de un verdadero ejército del crimen.
Sabemos que los poderosos nos quisieran a todos de rodillas ante sus planes. Pero se le cae a uno el alma a los pies viendo cómo soldados de la Guardia Nacional norteamericana se arrodillan a los pies de esos manifestantes Y es vomitiva la imagen asquerosamente machista de mujeres besando las botas a esos niñatos de facultad pija pagada por sus papis blancos y protestantes.
Como señala Miquel Giménez en Vozpopuli, “Los que fraguaron esta ordalía en el Foro de Sao Paulo, bien pagados por Soros y la plutocracia internacional, pueden sentirse satisfechos. Tras minar el espíritu democrático en Europa y apartar de la política a quienes sentían una robusta creencia en la libertad, se encuentran con el camino expedito para su superestado mundial, en el que solo habrá dueños y esclavos, ricos y pobres, dirigentes y masas adoctrinadas, eso sí, felices de seguir las consignas so pena de excomunión social. Es la utopía de millonarios decadentes y con pose izquierdista que hablan del pueblo, pero son incapaces de dejar propina al camarero o hacer un contrato a su empleada del hogar. Nadie de esta ralea se arrodillará por el vil asesinato del capitán de policía jubilado David Dorn, también negro, de setenta y siete años, que había acudido en auxilio de un amigo suyo propietario de una casa de empeños. Un balazo, disparado por un joven blanco, y a otra cosa. Y su agonía grabada por un móvil insensible e impermeable a la más mínima noción de humanidad. Nadie se arrodillará por aquellos que, también de rodillas, son asesinados cortándoles la cabeza a manos del ISIS. Nadie se arrodillará por quienes pasan hambre, miseria y enfermedades…”
Los poderes nos quieren de rodillas, temerosos, suplicantes por pecados que nunca cometimos. Quieren hacernos sentir culpables, quieren que reconozcamos que somos racistas, fascistas, machistas, homófobos, xenófobos y fumadores.
Y no lo podemos consentir. Por un mínimo de dignidad. Ni aunque nos prometan el Paraíso, que cuando la limosna es grande, hasta el Santo desconfía…
No podemos ser como esos homínidos que berrean en un infecto programa de TV como “Operación Triunfo”, donde unos mamertos se arrodillan para “mostrar su solidaridad” con un hecho ocurrido en una ciudad que son incapaces de señalar en un mapa. Solidaridad de pacotilla, relato mugroso que lo mismo repiten genocidas como Obama o Bush que ese personaje ridículo, ataviado con tiara egipcia, que se dice Papa porque le cayó encima la cagada de una paloma.
Pero si una imagen nos ha producido espasmos y arcadas incontenibles es la de unos miembros de la Policía Nacional española arrodillados por algo de lo que no tienen ninguna culpa… arrodillados ante el amo con el mismo entusiasmo que apaleaban agricultores y ganadores hace unas pocas semanas, o contra los trabajadores de Nissan abocados al paro y al hambre, asaltando a ciudadanos por llevar una bandera nacional o machacando cabezas de estudiantes y obreros como hemos sido testigos una y otra vez a lo largo de los años. Matones y chulos con los débiles, sumisos ovejunos con los poderosos, incluso cuando van a por sus propios jefes y compañeros.
Cobardía lo llaman algunos…
Los que, como los de la imagen de arriba, quieran ser tan patéticos y se tengan tan poca autoestima, que se arrodillen, que se humillen para que sean tendencia un minuto de su vida y le pasen la mano por el hombro la auténtica policía política de este Régimen, la formada por los periodistas de pesebre. Otros no lo haremos jamás… Ni ante Dios, que nunca nos pediría que entregáramos nuestra dignidad como personas ante las satrapías posmodernas.
Con orgullo y la cabeza bien alta… Arrodillarse… ¡¡¡Jamás!!!
Juan A. Aguilar
3.000 millones de euros es el valor de los bienes y servicios que generaba España el año pasado cada 21 horas. Como el año pasado no fue ningún año de prosperidad especial, esto quiere decir que con las capacidades de que disponemos a estas alturas del siglo XXI, a nuestro país no le cuesta ningún esfuerzo especial producir todo ese valor en menos de un día.
Pues bien, con 3.000 millones de euros van a tener que conformarse dos millones trescientas mil personas para vivir siete meses, desde junio hasta diciembre de 2020. Ello supone que van a disponer cada uno de unos 186 euros de media al mes. ¿Alguien me puede explicar por qué sacan pecho estos caraduras del gobierno al poner en marcha lo que ellos llaman un Ingreso Mínimo Vital?
Por supuesto que cualquiera de los que en estos momentos están sufriendo problemas reales para subsistir lo recibirán como caído del cielo. No seré yo quien afirme que no haré cola algún día para solicitar esa ayuda si me quedara sin trabajo y hubiera llegado a las condiciones que exigen para ser perceptor. Pero una cosa es que no me queden más recursos y otra muy distinta que le tenga que estar agradecido a estos gestores del capitalismo por hacernos vivir a casi dos millones y medio de trabajadores durante más de medio año con lo que nuestra sociedad produce en menos de un día. Ya dejó la advertencia hace 80 años Miguel Hernández: tened presente el hambre.
PSOE e IU presumían hace un año de querer situar el salario mínimo de un trabajador a jornada completa en 1.000 euros al mes. Ahora 1.000 euros va a ser la cantidad máxima a la que podrá aspirar una familia de tres adultos y dos niños que no consigan encontrar trabajo. Y no hablamos solo de un problema con el salario presente, sino también de la ruina del salario futuro de los trabajadores afectados. En el caso del trabajador activo, éste está cotizando para su pensión y para un posible desempleo. Sin embargo, el perceptor de una ayuda no contributiva no cotiza para su futuro. La patronal debe estar encantada: hemos pasado de pelear el nivel salarial como valor social de reproducción de la fuerza de trabajo, a conformarnos con que tengan a bien asignarnos el nivel de subsistencia más ramplón. La clase trabajadora ha retrocedido un siglo.
Y encima hay que aguantar el oírles refunfuñar con el supuesto “fraude” que estas ayudas van a generar. Hasta hace tres meses -cuando había trabajo- los trabajadores y trabajadoras demostraban no tener ningún escrúpulo para aceptar cualquier trabajo duro, temporal o estacional, que les permitiera llevar un ingreso suficiente a su casa. Aquellos cuyo trabajo no ofrecía la posibilidad de tele-trabajar han arriesgado su salud y la de su familia durante la pandemia con objeto de no perder sus ingresos. Ahora que los despidos masivos nos privan del trabajo, encima vamos a tener que aguantar sus estúpidas acusaciones sobre nuestra preferencia por vivir a la sopa boba de un subsidio de mierda. Pondrán como ejemplo de nuestra vagancia que no queremos ir a la recogida de no sé qué cosecha en la que nos van a tener viviendo en un barracón y meando en una lata.
Si aquí hay fraude es el de ustedes, empresarios “patriotas”. Ustedes que están enviando a los trabajadores a trabajar desde casa haciéndoles pagar todo de su bolsillo. Ustedes para los que toda actividad es imprescindible y nunca encuentran los EPI con los que proteger a sus empleados. Ustedes que han forzado a los trabajadores a coger un ERTE y seguir trabajando ocho horas. Y, si nos detenemos en este último fraude, debemos preguntarnos si no será el Ingreso Mínimo Vital la manera legal de prolongar esta sobre-explotación a perpetuidad y legalmente. Debemos aclarar que el Ingreso Mínimo Vital se puede seguir cobrando mientras trabajas, siempre que la suma no supere el total de ingresos que te descualifican. ¡Qué conveniente para el empresario! Ahora que sabe que el Estado me puede pagar, digamos, doscientos euros, ¿por qué no bajarme el salario esos doscientos euros y hacerme trabajar el mismo tiempo? Total, yo con doscientos euros no puedo vivir, y necesito que me mantenga empleado para llegar al nivel de supervivencia real. Pero no, esta forma de actuar no se va a considerar un fraude; es la manera en la que se están utilizando este tipo de ingresos vitales en todos los países en los que se han instaurado. No son una garantía de libertad para el trabajador, en realidad son una libertad para que el empresario baje los salarios por debajo del nivel de subsistencia, socializando el colchón que evita el estallido social. Son su libertad para aumentar la explotación y los beneficios en momentos de crisis.
Y es que trasladar la discusión desde el ámbito de los derechos de los trabajadores al ámbito de la beneficencia, pone las condiciones para que aún vayamos a peor. El emocionado vicepresidente Pablo Iglesias lo ha dejado claro de forma involuntaria cuando ha comparado el “hito” que han logrado al implantar el Mínimo Vital con la promulgación de la Ley de Dependencia por parte de Zapatero en 2006. ¡Menuda comparación! Se está refiriendo a una ley que se promulgó un año antes de una crisis y que no tenía ninguna financiación definida, lo que permitió al propio Zapatero y a su sucesor Rajoy pasar de ella sin necesitar siquiera su derogación. Ese es el sutil, pero transcendental cambio mental que todos ellos pretenden provocar mediante la transformación de los derechos arrancados por la clase trabajadora en meros derechos humanos. Cuando el trabajador tiene claro que está peleando por su salario, por el fruto de su trabajo, lo hace desde la reivindicación convencida, y parte desde la confrontación de clase. No importa que la pelea del momento sea por el salario directo que se lleva a casa mientras trabaja o por el salario diferido que hasta ahora percibía cuando se quedaba en paro o se jubilaba. Sin embargo, cuando piensa que solo está optando a una ayuda que le han otorgado como medida de gracia, si cierran la ventanilla delante de sus narices y le dicen que se han acabado los fondos, se da la vuelta resignado y va a mirar si queda algo en Cáritas o en el banco de alimentos. Este es el contexto en el que estas “izquierdas” están situando a los trabajadores en los primeros compases de una crisis que se percibe profunda y prolongada.
No, el Ingreso Mínimo Vital no es ningún hito en la historia de los derechos; todo lo contrario. El Ingreso Mínimo Vital es un paso más, lógico y necesario, en un proceso de degradación y desmontaje de los derechos de los trabajadores que comenzó hace cuarenta años y en el que los socios del ilusionado Pablo Iglesias han sido ejecutores cum laude. El Ingreso Mínimo Vital es lo que queda cuando te has cargado el despido nulo, has bajado las indemnizaciones por despido, has acortado y reducido la prestación por desempleo y has suprimido los salarios de tramitación; es lo que queda cuando has convertido a los fijos en temporales, has autorizado las ETTs y el tercer nivel de subcontratación; cuando has aumentado los años para calcular la pensión y elevado la edad de jubilación en un país con desempleo crónico; etc. El Ingreso Mínimo Vital es una vuelta de tuerca más en el aumento de la explotación del trabajo asalariado, ese aumento de la explotación que transforma cada vez más salario en beneficios empresariales. Esta vez con veintiuna miseras horas de trabajo social mantenemos a casi dos millones y medio de trabajadores a disposición del capital durante siete meses. Y lo peor es que no será la última vuelta de tuerca, en los próximos meses sufriremos más.
Publicado por Crónica de Clase
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