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Edición testing
Editorial > Editoriales Antiguos
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En la época actual “el exceso de información, mata a la información”. Cada vez tenemos más y más datos sobre los sucesos de la “humanósfera”, pero cada vez entendemos menos y somos menos capaces de seleccionar datos según su credibilidad, interpretarlos en su conjunto y extraer conclusiones. Entiendo que, desde otras partes de España y desde el extranjero se interprete dramáticamente lo que está ocurriendo en Cataluña. Pero, a poco que alguien se tome la molestia de indagar y utilizar el pensamiento crítico y la capacidad de razonamiento, se percibirá que en Cataluña no ocurre nada grave, sino que se está procediendo a la escenificación de una tragicomedia (que ha liquidado definitivamente la esperanza de convertir a BCN en “ciudad fashion” y que la relegara por décadas a meca de turistas de porro, chancletas y litrona y a campo de actuación de navajeros llegados de toda la galaxia) querida por la irresponsabilidad de todas las partes (eclecticismo del PSOE, infantilismo indepe, falta de cuajo del PP, inercias que datan de hace 40 años y errores del electorado catalán y no digamos de sus gobiernos autonómicos). Pero si queremos entender lo que ocurrió ayer, lo primero que debemos hacer es preguntarnos: ¿qué ocurrió realmente?
Y lo que ocurrió puede reducirse a esto: Ayer, especialmente a partir de las 18:00 horas prosiguió el espectáculo. Porque se trata de un espectáculo. Por definición, todo espectáculo es “espectacular” (o no es espectáculo), pero también, cualquier espectáculo se organizada para entretener, distraer, fascinar, enervar, etc. Es decir, para obtener algún efecto. Al haber varios tramoyistas en acción, no todos buscan lo mismo, y esto genera dificultades a la hora de dar una explicación unitaria. Por eso hemos recurrido a preguntas y respuestas y a organizar estas entre “lo oficial”, “lo real” y “la prueba” que demuestra nuestra tesis de por dónde ha discurrido la realidad catalana.
A la vista de que, afortunadamente, no se ha producido un muerto en los incidentes, todo induce a pensar que las escenas de incendios y violencia irán declinando y que algunos de los tramoyistas han logrado sus objetivos y otros están confirmando su derrota. Tenemos una secuencia de los hechos desde el lunes, suficientemente significativa como para establecer algunas conclusiones.
1) ¿Cuál era el objetivo de la “huelga de país” del 18 de octubre?
Oficialmente, la gencat utilizó el tema emotivo y sentimental de la sentencia a los presos por el 1-O para tratar de movilizar a las masas en solidaridad con los condenados.
Realmente, se trataba de una excusa, para encubrir el motivo auténtico: relanzar el proceso soberanista por parte de Torra.
La prueba es que él mismo había intervenido el día anterior en el parlament para presentar su programa de un nuevo referéndum de autodeterminación para el 2020.
2) ¿Cuál fue el resultado de la “huelga de país” del 18 de octubre?
Oficialmente, según la gencat, paró “algo más del 50%”
Realmente, sólo hubo paro del 90% en la Uni, en Seat nadie se declaró en huelga, los funcionarios de la propia gencat paro un 35%, en la enseñanza un 43% en las escuelas de la gencat y un 25% en el privado. En sanidad un 5%. Fracaso general sin discusiones, especialmente en lo que queda de industria. Sólo el pequeño comercio significativamente paró por miedo a lo que pudiera ocurrir. Por tanto, próximo al fracaso absoluto.
La prueba, las propias encuestas de la gencat y de otros organismos sindicales y patronales que registra La Vanguardia en su edición de hoy.
3) ¿Cuál fue el resultado de las “marchas de protesta por la sentencia?
Oficialmente, según la Guardia Urbana de Barcelona, asistieron 525.000 personas.
Realmente, la cifra fue mucho menor, en primer lugar, a las de otras ocasiones (600.000 dadas por el mismo organismo para el pasado 11-S, 1.000.000 de personas para el 11-S de 2018, 1.800.000 en 2014 apoyando el referéndum de Mas, etc, etc.) y hay que tener en cuenta que otras cifras reducen los asistentes a 250.000 e incluso 75.000 personas que seguramente está mucho más en consonancia con la realidad. La manifestación demostró que el “entusiasmo” va descendiendo en las “masas independentistas”. Incluso el Omnium reconoció la tendencia a la desmovilización. Hay que añadir que lo que se manifestó ayer en BCN (y no más de 2-4.000 personas que lo hicieron en otras capitales catalanas) era TODO lo que el independentismo podía movilizar en la calle a fecha de ayer.
La prueba, es que el “contador” de las manifestaciones, la Colau, mantiene una postura favorable y que todo lo que emane de la Guardia Urbana, históricamente, tiene el “síndrome del cubata” (ver entre doble y triple, e hinchar sistemáticamente las manifestaciones nacionalistas).
4) ¿Qué consecuencias puede extraerse de la “marcha de protesta por las sentencias” y de la “huelga de país”?
Oficialmente, la gencat declara que las movilizaciones indican el nivel de rechazo del “pueblo catalán a las medidas represivas del tribunal supremo” y se muestra
- por una parte, dispuesto a entablar negociaciones “con Madrid”, pero también a
- encontrar vías unilaterales para la independencia.
Realmente, lo que ocurrió ayer confirma la sensación que se tiene desde el mismo 1-O de 2017, cuando, al día siguiente, no pasó nada. A partir de ese momento, el “procés” se quedó sin “hoja de ruta” y se llegó al punto de inflexión que requiere de los dirigentes independentistas se replanteen de la situación y la evidencia que el independentismo no tiene posibilidad de ir más lejos de donde han llegado y reconozcan públicamente que se equivocaron pensando que la independencia era posible utilizando urnas de todo a 1 un euro.
La prueba, que, en estos momentos, salvo la ANC, la CUP y el Omnium, ERC ha dejado de apoyar propuestas alocadas de nuevos referéndums y el “frente independentista” está disgregado en media docena de siglas, ninguna de las cuales propone un camino viable y realista para mantener algo parecido a lo que fue el “procés”.
5) ¿Existe riesgo en Cataluña de batasunización y de kaleborrokismo?
Oficialmente, los “violentos son minoría” y en eso están de acuerdo, tanto el gobierno del Estado como la gencat y solamente la Colau no sabe / no contesta.
Realmente, en Cataluña nunca ha existido posibilidad de crear un movimiento terrorista similar a ETA, ni mantener formas de agitación estilo “kale borroka” por una sencilla razón: las organizaciones de las que podría emanar han sido siempre extraordinariamente débiles y solamente las circunstancias han hecho que se coagularan en la CUP. Estamos ante grupos de adolescentes con ganas de vivir una experiencia inédita en sus vidas, y con unas CUP-CDR dirigidas por maestros de escuela poco realistas, incluso infantilizados en sus discursos políticos, sin apenas capacidad organizativa, ausencia de estructura de partido, asamblearismo caótico, inestabilidad en las bases y con peso en determinadas localidades de la Cataluña profunda… lo más alejado de un movimiento que pueda derivar hacia una organización paramilitar, jerarquizadas, estable y combativa. No dan la talla, en síntesis.
La prueba, que tras todas las acciones convocadas por los CDR desde el 1-O de 2017 se han saldado con fracasos: “huelga general” del 7-O de 2017, las “columnas” que deberían confluir en la Llotja durante el consejo de ministros celebrado en BCN, otro intento de “huelga general”, para terminar con la intención que tenían ayer: realizar una gran acampada de protesta en el Paseo de Gracia o en Plaza Cataluña. Proyectos fracasados en mayor o menor medida y completamente fracasada su opción del 10 de octubre de 2019.
6) ¿Por qué se reprodujeron los incidentes de ayer hasta altas horas de la noche?
Oficialmente, porque grupos radicales estaban preparados para mantener la guerrilla urbana y sembrar la inquietud entre la población… y en esta versión están de acuerdo generalitat, ayuntamiento (no por boca de la Colau sino de Albert Batlle -nacionalista no indepe- y concejal de seguridad) y Estado.
Realmente, los incidentes se prolongaron porque nadie hizo nada efectivo para impedirlos. A las 10:00 las “autoridades” aludían a un “núcleo duro de 400 kaleborrokas arropados por unos 4.000 radicales”… dicho más claramente: un núcleo de radicales procedentes de sectores de la CUP-CDR y 4.000 críos o lumpen, incluso delincuentes, dispuestos a divertirse hasta altas horas de la noche. Dicho de otra manera: lo que podía haberse impedido desde las 18:00 horas (el “asedio” a la Jefatura de la Policía Nacional en Vía Layetana, se convirtió en un “espectáculo” que duró hasta las 24:00 horas y solamente afectó a una zona comprendida entre Urquinaona y Plaza Universidad, con el límite superior en Gran Vía y el inferior en la plaza Nova (Catedral). Un óvalo extremadamente reducido del Casco Antiguo y del Ensanche.
La prueba, que todas las imágenes que mostraron las televisiones se reducía a esta zona: el centro de Barcelona, menos de un kilómetro cuadrado en una ciudad de 102,5 km2.
7) ¿Existe la posibilidad de operaciones de “false flag” (bandera falsa)?
Oficialmente, Torra declaró que eso explicaba la violencia en las calles.
Realmente, no existe ni una sola prueba. De hecho, si es cierto que hubo una “bandera falsa” en toda esta historia: el trapo que enarbolan los indepes, sin tradición, sin historia, sin heroísmo detrás, sin más significado que el independentismo.
La prueba, que si hubiera existido algún “agente provocador” estaría localizado y detenido en estos momentos por la gencat o identificado por su “escamot mediático”. La rumorología interesada ha partido de varios puntos y no solamente de la gencat: conspiranoicos y freakys, rescatando leyendas urbanas ya conocidas (“vi a un hombre mayor con moto que entregaba 3.000 euros a un grupo de jóvenes con gasolina”, y otras por el estilo).
8) ¿Por qué los mandos políticos de las fuerzas de seguridad del Estado no disolvieron las concentraciones radicales de manera contundente a partir de las 18:00 horas?
Oficialmente para evitar que se produjeran incidentes que pudieran causar heridos graves.
Realmente, porque dejar a los radicales a sus anchas aumentaba la sensación de espectáculo. Se trataba, ciertamente, de una “operación psicológica” para identificar lo que queda del independentismo con la violencia y contribuir a desgastar un poco más el fenómeno. El independentismo ha intentado hacer lo mismo, identificando el “unionismo” con dos chavales detenidos por una paliza a un indepe. Ganan los primeros por goleada. Hoy en Barcelona, nadie se acuerda de los 60.000 manifestantes que llegaron especialmente de Gerona y del interior de Cataluña y se manifestaron tranquilamente, sino de las violencias que marcarán a BCN durante las próximas décadas. Una imagen es más efectiva que razonar y tratar de convencer de la inviabilidad del independentismo y demostrar sus ensoñaciones. El objetivo de la “operación psicológica” consistía, simplemente, en tratar de que Cataluña “recuperara su unidad” en el rechazo a “los violentos”.
La prueba, son los comentarios que prodigó TVE1 y el Canal 24 horas, en la tarde-noche de ayer ofreciendo varias horas sobre los incidentes y apenas unos segundos sobre la manifestación (en la proporción inversa a la de TV3) y el mensaje con el que todos los comentaristas reforzaban las imágenes destacando, sobre todo, “la perfecta coordinación entre Mossos y Policía Nacional” y el hecho de que la “seguridad ciudadana ha quedado a salvo por los Mossos, la Guardia Civil y la Policía Nacional”.
9) ¿Pero existe “peligro separatista” o “peligro de guerra civil” en Cataluña.
Oficialmente no.
Realmente, ni de coña, ni antes, ni ahora, ni nunca en la historia de España, ha existido ese riesgo. El nacionalismo independentista es víctima de su “padre”, el crecimiento económico de otra época que hizo afluir a Cataluña a millones de hombres y mujeres de otras regiones del Estado y este fenómeno ha contribuido a la pérdida de identidad catalana que la gencat, con el lavado de cerebro de sus escuelas ha conseguido “catalanizar” sólo en mínima medida (la quiebra de la escuela en España -y, por tanto, en Cataluña- es de tal magnitud que pretender “mentalizar” a los niños a través de las aulas es una quimera que solamente afecta a minorías).
La prueba es que hoy, en 2019, los independentistas están mucho más lejos en todas las encuestas del objetivo que se marcaron en 2004, cuando Carod-Rovira anunció “para el 2014, independencia”.
10) ¿Vale la pena manifestarse por la “unidad de España”?
Oficialmente, no. El gobierno del Estado, ni hoy con el PSOE, ni ayer con el PP, ha alentado manifestaciones a favor de la “unidad del Estado”, ni ha pagado viajes o bocadillos para montar manifestaciones unionistas en BCN.
Realmente, si. Si no se produce una “reacción unionista”, la gencat intentará ocultar el cadáver zombie del “procés” y negarse a reconocer su fracaso. Por tanto, es bueno, no solamente que se convoquen manifestaciones unionistas, sino que se exija al gobierno del Estado medidas drásticas para evitar el cultivo en las granjas-escuela de la gencat, de la especie tóxica indepe. En otras palabras: el unionismo debe dotarse de un programa político, por encima de las siglas de los partidos existentes y exigir, ante todo, una red pública y accesible de escuelas castellano-parlantes. Y, en segundo lugar, realizar propaganda y lucha política en la calle continuamente, demostrando el irracionalismo consistente en querer ordenar Cataluña en el siglo XXI con principios de siglos muy anteriores o con infantiles falsificaciones históricas.
La prueba es las opciones políticas que se dan dentro de una sociedad concreta, son vasos comunicantes: si “baja” el independentismo -como está bajando- el unionismo debe “subir” hasta adquirir un peso político del que hoy carece por la traición de los dos grandes partidos (desde Aznar negociando con Pujol, hasta el PSOE acampado en Chueca y ambiguo en BCN). Decenas de movimientos de la inmigración interior ocurridos desde mediados del XIX han homogeneizado cada vez más a Cataluña con el resto del Estado y han hecho que hoy, en Cataluña, a pesar de 40 años de totalitarismo lingüístico, se hable más castellano que catalán en las calles de las grandes ciudades.
CONCLUSIÓN FINAL: EL PROBLEMA NO ES QUE LOS INDEPES ESTÉN KAPUT SINO QUE ESPAÑA ESTÁ OFF SIDE
La conclusión final: si el nacionalismo español va por detrás del independentismo a la hora de manifestarse es porque, en su sector mayoritario, aspira a defender la “constitución” como marco de convivencia y ésta deja poco lugar para entusiasmos, innovaciones y nuevas construcciones intelectuales.
En cuanto al patriotismo “no constitucional”, vive de los mismos planteamientos de ideales que en el último tercio del siglo XIX, sin integrar en su interpretación todo lo que ha ocurrido a partir de 1945 y, mucho más en concreto, desde 1989, cuando cayó el Muro de Berlín. Digamos que el nacionalismo español va retrasado en dirección a la flecha de la Historia, pero el nacionalismo catalán alude a un “país” y a una “sociedad” que ya no existen y, en algunos temas, que murieron a finales del Medievo.
Puestos a elegir, obviamente, el sentido común nos sitúa “en España, con España y con el castellano”, trampolín para llegar a fórmulas más amplias de convivencia y organización (con esa comunidad continental castellanoparlante de 600 millones de almas o con esa Europa con la que estamos unidos geográfica, antropológica, y culturalmente).
Lo único dramático que tiene la actual situación española es que, cuando hoy debería de estar debatiéndose en la sociedad esta temática de futuro (si mirar a Iberoamérica o mirar a Europa), estamos varados en una trifulca estéril, vintage, peripatética y pueblerina derivada del gran error de la transición y de la constitución: el Estado de las Autonomías.
El paro de país (y los problemas pendientes)
Situación real de Cataluña: una marcha, evaluada por la guardia urbana de la Colau, evalúa la manifestación en 525.000 personas… Bien, dejando aparte, que los encargados del conteo en las manis indepes suelen ver doble, vale la pena reducir esa cifra entre un tercio y la mitad. ¿De dónde han salido? La mayoría, no, desde luego de Barcelona, sino más bien de la periferia, es decir, de la Cataluña profunda. Lejos, muy lejos, lejísimos de las grandes manifestaciones de hace cinco o siete años. Y luego están los incidentes de la Vía Layetana. Estos son de otra pasta: niños díscolos, émulos del kaleborrokismo.
Los primeros constituyen casi todo lo que puede movilizar el “independentismo civilizado” a fecha de hoy y los otros son lo que puede aportar los CDR y el “independentismo salvaje”. Pero lo grave se producirá cuando se vaya el sol y los restos de la primera mani se confundan con los de la segunda y las policías se decidan a cortar los incendios que van a alumbrar toda la ciudad por la noche.
¿Y el “paro de país”? Lo esperado: embotellamientos que impiden llegar al trabajo, coacción psicológica, miedo y una cifra oficial de algo memos del 50%. Imposible saberlo, especialmente porque, en pueblos, muchos comercios han cerrado para evitar incidentes e incluso, desde el lunes, otros han decidido poner el cartel de “vacaciones hasta el lunes”.
Si mañana fueran las elecciones, la candidatura de Sánchez se vería fuertemente castigada por su inacción y por la deserción del ministro del interior que prefirió tomar unas copas con los coleguitas de Chueca, antes de ejercer como master & commander.
En Barcelona, en estos momentos, da la sensación de que no hay autoridad, ni gobierno, ni ayuntamiento, y que si existiera un movimiento revolucionario independentista organizado y audaz, conseguirían su objetivo como el minúsculo Partido Bolchevique en 1917. Pero no existe.
- Existen unos niños díscolos a los que las “autoridades” les han dado permiso para quemar todos los contenedores de la ciudad.
- Existen unos presos que, comparten la misma cárcel, pero no las mismas estrategias y, todos sabemos que Junqueras, mucho más inteligente, sabe que “el mambo ha terminado” por mucho que los “Jordis” (que saldrán los primeros) repitan que “ho-tornarem a fer”.
¿Qué quedará de Barcelona después de todo esto?
Una ciudad que tardará en recuperarse de su crisis:
- Recordemos el veranito de los menas y de las cuchilladas, el verano insoportable de los 17 asesinatos en la ciudad, de las bandas de violadores y chorizos recorriendo las calles con total impunidad. - Recordemos que en las últimas semanas se han ido ¡otras 93 empresas de Cataluña! Y que incluso en estos momentos ni siquiera está asegurado el futuro de la SEAT (sino más cuestionado que nunca).
- Recordemos que en los últimos días se han anulado miles de reservas turísticas, que cruceros han cambiado de destino, que los gobiernos extranjeros alertan sobre lo “inseguro” de la ciudad, que un turista francés murió el lunes en el aeropuerto y que las perspectivas en este terreno son más que sombrías ¡para una ciudad que, hoy por hoy, sólo vive del turismo!
- Recordemos que la economía municipal se basa en explotar al pequeño comercio ideando nuevos impuestos y subvencionando a los manteros llamándolos con el “Welcome refugies”, es el pequeño comercio el que va a pagar la factura de los disturbios.
¿Así pues que le espera a Barcelona?
- Una negrura mayor a la niebla de los incendios de estos días.
- Una crisis turística que destruirá la economía local basada SOLO en esa industria.
- La pérdida de miles y miles de puestos de trabajo.
- Las subidas de impuestos municipales y el endeudamiento para pagar pérdidas.
- El final de la fantasía generada por las Olimpiadas del 92 de BCN ciudad fashion.
Lo importante no son las imágenes impactantes. Todos sabemos que 250-300.000 manifestantes llegados de toda Cataluña y 3.000 niños díscolos no representan nada más que imágenes. Todos oímos ayer a Torra y su increíble propuesta marciana de ¡otro referéndum para 2020! Finamente, está claro que todo lo que ocurra ahí, eventuales muertos incluidos, se utilizará en clave política por unos o por otros .
Lo importante es que:
1) Se ha demostrado un vacío de autoridad absoluto EN TODOS LOS ESCALONES DE GOBIERNO: ayuntamiento, gencat, Estado. Han fallado todos: ahora sabemos que, en momentos de crisis, el ciudadano está solo y cuando las crisis no existen está presionado fiscalmente por ellas. 2) Se ha demostrado que cuanto mayor es la crisis del independentismo, más es su radicalismo: “cada vez menos, cada vez más divididos, cada vez más radicales, cada vez más perdidos en su ensoñación”.
3) La actual situación favorece a los partidos de la derecha de cara a las elecciones, incluso en Cataluña: nunca como hasta ahora se ha hecho evidente la necesidad de orden y de autoridad. 4) Cuando todo esto pase -y pasará pronto-, cuando el 10-N se conozcan los resultados electorales y antes de fin de año se convoquen elecciones autonómicas, estará claro que el independentismo -Pirrus magnificus- va perdiendo la partida, pero también estará claro que las cosas no pueden seguir como antes.
Y solamente hay dos alternativas:
- O el Estado cede, libera a los presos, cesa en los juicios pendientes por el 1-O y se sienta a negociar con Torra…
- O el Estado se afirma y liquida los “mecanismos de reproducción” del independentismo: básicamente, el sistema de enseñanza, la cultura y la sociedad civil indepe subvencionadas, los medios de comunicación públicos empleados para promover proyectos partidistas y una gencat que representa a menos de la mitad de la ciudadanía.
No hay término medio. Así que empiecen a posicionarse, si es que todavía no lo están.
Todos buscan un muerto, pero ya hay un cadáver en putrefacción
Trasponiendo a Cataluña aquel chiste alemán podría contarse así: "La Historia le pregunta al Independentismo: ¿Los muertos huelen? y el independentismo responde: "Si". "Entonces tú estás muerto" contesta la historia". El olor a quemado que se percibe en Cataluña me da derecho a adaptar el chiste. Que es como recordar aquella película en la que el niño decía "A veces veo muertos"... Al parecer el muerto tarda en darse cuenta que está muerto... Y todo esto viene a cuento de lo que está ocurriendo esta semana en Cataluña. Alguien que busca el muerto no se ha enterado de que ya está muerto.
La muerte de un ser humano es algo con lo que no puede bromearse, pero, parece evidente que esta semana, en cualquier momento, ha podido ocurrir, especialmente hoy, que se produzca ese fatal “logro” buscado por todas las partes implicadas en la agonía del “procés”. De lo contrario, no puede explicarse el por qué la consellería de Interior está haciendo todo lo posible para que se produzcan incidentes “visibles” y el ministerio del Interior mantiene a Guardia Civiles y antidisturbios en los cuarteles de invierno. Se olvida que ya ha habido un muerto (el ciudadano francés de 65 años que camino 3 km con su esposa antes de perder el conocimiento obligado a caminar con equipaje a causa del intento de ocupación del aeropuerto) y que se han producido episodios de violencia que hacen casi increíble el que hayamos llegado hasta aquí sin víctimas mortales.
Lo cierto es que, a pesar de que los incidentes que se producen están protagonizados por grupos muy minoritarios (no dejan de ser una “iniciación tribal” en la que unos miles de adolescentes quieren certificar su paso a la “hombría”, mediante una “aventura iniciática”), detrás de todo esto, existe un diseño “conspirativo” muy evidente: cada parte pretende instrumentalizar propagandísticamente ese muertecito que tanto se hace esperar, y está preparado para ello.
- A la gencat le gustaría que el muerto fuera un joven, víctima de una carga de la Policía Nacional o de un tiro que se escapara a un Guardia Civil y, sobre todo, que fuera un civil que pasara por ahí, sin antecedentes, sin aspecto agresivo, el más pacífico de los catalanes.
- El “gobierno en funciones” del Estado, sin embargo, tiene preferencia porque el muerto lo ocasionara un enfrentamiento entre grupos opuestos –“ultras unionistas” y “freakys indepes”- para poder agitar el consabido llamamiento a “aislar a los extremistas”.
- Los CDR rezan al “dios del kaleborrokismo” para que algún cuerpo policial, o los “unionistas”, les ocasionaran el muerto y, mucho más si éste es simpatizante suyo y, en cualquier caso, en una manifestación propia.
- Para la derecha unionista, el muerto ideal sería un Guardia Civil o un Policía Nacional y, en menor medida, un Mosso d’Esquadra, agredido aisladamente por CDR o víctima de las técnicas de kaleborroka importadas del País Vasco. Suficiente para que se aplicara la Ley de Seguridad Nacional.
- Para la Colau, el muerto ideal es el que le permitiera hablar de “paz y amor”, pero que falleciera fuera del término municipal de Barcelona, en cualquier bloqueo de autopistas, lejos de su demarcación. BCN difícilmente podría soportar que se sumara otro más que terminaría demostrando que es alcaldesa de una “ciudad sin ley”.
- Los socialistas catalanes apreciarían que el muerto perteneciera a alguna “minoría” (magrebís, manteros, menas, gays, etc) que les permitiera proclamar que la sociedad catalana debe “ser abierta y situarse por encima del unionismo y del independentismo”
- y, claro está, grupos como el Omnium y la ANC querrían, un muerto sino una retahíla que hiciera imposible cualquier retorno a la normalidad e implicaran la llegada de “Cascos Azules” que restasen soberanía a las Fuerzas de Orden Público del Estado Español.
Cada cual busca un muerto que poder “arreglar” en beneficio propio. Todos sabéis que es así. ¿No os parece vil y miserable lo que está ocurriendo, TODO LO QUE ESTÁ OCURRIENDO?
- Un poder autonómico en las nubes que pide “otro referéndum” para el 2020, pero que se niega a algo tan simple como convocar elecciones regionales.
- Un poder del Estado con el ministro de turno tomando copichuelas con los coleguitas de Chueca como si su “puesto de servicio” no estuviera en Barcelona en este momento.
- Unos partidos que esperan poder utilizar el muerto para fines electoralistas, victimistas y de movilización o conquista de votos.
- Unas asociaciones civiles que ambicionan acentuar su presencia social y sus subsidios cabalgando sobre la pérdida de una vida humana.
- Unos jóvenes que quieren vivir su “aventura iniciática” en las noches de este “otoño cálido barcelonés”, digna continuación al “verano caliente” que ha vivido la ciudad, y de su falta de perspectivas, ideales y la miseria de sus horizontes vitales.
Y luego está la sociedad en su conjunto, los que todavía tienen capacidad de observación y observan, entender y entienden, memoria y recuerdan todas estas estaciones que ha recorrido Cataluña en los últimos 16 años (desde el llamamiento de Pascual Maragall a un “nou Estatut” y desde los “pactos del Tinell”) y están cada vez más ASUSTADOS del giro que está tomando la situación.
Ninguna de las partes implicadas piensa en el catalán medio. Solamente en salirse con la suya en esta alocada carrera hacia el logro del muertecito que están convencidos que beneficiará a su causa.
- La responsabilidad no es igual en todas las partes, desde luego. La más pesada recae a hombros de la gencat independentista que han convertido a la institución en un cuartel de bomberos incendiarios. A fin de cuentas, la gencat es la que lleva 15 años a vueltas con la matraca independentista y que ha llegado siglo y medio tarde al reparto de Naciones-Estado.
- luego está el gobierno del Estado, desde Aznar hasta Sánchez, que siempre ha actuado de la misma manera en Cataluña: dejando hacer al independentismo y amenazarlo con las penas del infierno implícitas en la constitución, olvidando que desde mediados de los 80 la constitución está avejentada, esclerotizada y su credibilidad similar a la de un cuesco con olor a rosas.
Pero no olvidemos que, a fin de cuentas, por mucho que se le haya amputado en las escuelas de capacidad crítica, por mucho que los informativos de TV3 sean verdaderos lavados de cerebro con dinero público, la gran culpable del muertecito que todos esperan, es una parte significativa de la sociedad catalana narcotizada, incapaz de advertir los rasgos esenciales de nuestra época y de entender que se les está vendiendo mercancías políticas averiadas. La gran paradoja de esta situación es que ese sector de la sociedad catalana es, a la vez, víctima y culpable de esta situación:
- VÍCTIMA porque todo lo que ocurre le perjudica ahora, le ha perjudicado desde que se originó el problema y sus secuelas permanecerán por décadas.
- CULPABLE porque pudiendo haber cortado electoralmente con todo esto, entregó su confianza a nacionalistas provistos de consignas pancartistas y temas decimonónicos.
Ahora estamos en la fase en que el independentismo empieza a entender -Junqueras y ERC lo han comprendido desde el 2-O- que erraron el cálculo y que están asistiendo a su última batalla. Cuando la personalidad narcisista (todo nacionalista es narcisista) entrevé que lo suyo no es ni lo mejor, ni lo más hermoso, salen a la superficie las actitudes histéricas y violentas.
Cuando se extingan los ecos de estos disturbios, cuando se olvide el muertecito que todos buscan, se retornará a la normalidad y esta indicará que la flecha de la historia va en una dirección contraria al ideal independentista. Los fuegos de Barcelona y las autopistas de seis carriles cortadas por 12 manifestantes, ocultan el hecho de que el independentismo, está librando su última batalla.
Las “naciones indias” dirigidas por “Asno Loco”-Torra y “Pies Veloces”-Puigdemont están ante su propio abismo. Negrura y oscuridad para ellos.
Ernest Milá
Desde que Guy Debord escribió en 1967 La sociedad del espectáculo, se sabe que la gran característica de la ordenación socio-económico-cultural de la modernidad es la reducción de cualquier actividad humana a “espectáculo”, es decir, a “mera representación”. O lo que es más simple: el “parecer” es más importante que el “ser”. El “look” se superpone a la personalidad. La pose al valor. Lo estamos viendo día a día y mucho más en días en los que todo parece crisparse, cómo estos en los que parece hacerse desatado la “cuestión catalana” y, a falta de razonamientos, objetividad y reflexión, comparte actualidad y se solapa con las noticias que llegan sobre el Valle de los Caídos. No crean nada: ni Cataluña está al borde de la secesión, ni mucho menos de la guerra civil, ni el traslado de los restos de Franco es una más que un chou inútil y frívolo.
Lo diré y lo repetiré de manera lo más vulgar y grosera posible para hacerme entender sin sombra de dudas: los indepes no tienen media hostia. Pueden ampararse en la masa, poner colegios enteros de niños al frente, incendiar éste o aquel contenedor, tumbar de una hostia a una entrañable abuela o tratar de estrangular a una chica que no comparte sus ideales tribales, puede cortar carreteras, una vía o un aeropuerto, especialmente cuando quienes deberían disolverlo, tienen la orden taxativa de no emplear fuerza excesiva y evitar al máximo choques y conflictos, pero no pueden gran cosa más. Especialmente, desde que hace quince días se les hundió el “plan estratégico” con la detención del “núcleo duro”, aquellos CDR encargados de dirigir la toma del parlament cinco días y colocar algunas bombas de termita. Pero, repito, no tienen eso que se dice media hostia. Basta que un par de uniformados saque la porra y amague una carga para dispersarlos.
De hecho, si en el aeropuerto del Prat los incidentes fueron verdaderamente graves fue por la acumulación de manifestantes. El mismo carácter masivo impidió las estampidas: los que tenían a los de la porra delante no podían correr porque la masa que les empujaba detrás se lo impedía en una zona cerrada. Pero cuando, ayer se produjeron incidentes en las inmediaciones del Paseo de Gracia, corrieron arriba y abajo, quemaron contenedores e hicieron el indio a gusto. Parece una revuelta, da la sensación de que es un motín. No se equivoquen: es cosa de niños díscolos que creen que tienen un “ideal” (el independentismo), cuando, en realidad, demuestran que en la escuela no les enseñaron lógica aristotélica, sentido común ni capacidad crítica. “Parecen” peligrosos, pero en absoluto “son” peligrosos salvo para sí mismos.
TORRA PERDIENDO LA "BATALLA DE LAS IMÁGENES"
Torra no se da cuenta, pero está perdiendo lo que puede ser calificado como “la batalla de la sentencia”. Algo parecido, ocurrió con “los indignados”: los primeros días de aquella protesta, mostraron que algunos sectores de las clases medias y de la gente “normal” se habían sumado, pero, a medida que avanzaba la protesta, estos sectores se retiraron y entonces fue el apogeo del perroflautismo. Aquellas aguas han traído a los Unidas Podemos o a los Mas País: poco, casi nada. Bastaron algunas declaraciones maximalistas, choques con la policía, para que, junto con el inexorable paso del tiempo, todo declinara. Esto de ahora no va a ser diferente.
Decía Debord que “el espectáculo es una colección de imágenes”. Torra está perdiendo la batalla de las imágenes. La del humo de los contenedores ardiendo es la más celebrada. La vista desde la Montaña Pelada (el Park Güell) nos muestra la misma imagen que durante la Semana Trágica de 1909. Lo que arde, de hecho, es la crónica de un siglo: antes se quemaban conventos, ahora solo contenedores de basura. No me negarán que hemos mejorado. Pero la imagen desde la Montaña Pelada es la misma.
La otra imagen es la de la “casa regional” de la gencat en Alemania (eso que el Diplocat llama pomposamente “embajada”). Cuatro panolis a sueldo de la gencat explicando a un solitario periodista en una sala vacía "lo intolerable de la sentencia y cómo será la venganza catalana".
O la otra foto de Torra bajo el titular de “La Generalitat desconvoca la reunión con los cónsules extranjeros para evitar un fracaso”. Y ¿qué me dicen de la noticia sobre la prohibición del Parlamento Europeo a la entrada del apestado de Waterloo? Ni siquiera una voz de solidaridad internacional con los condenados. Torra y el independentismo han perdido la batalla de la imagen en el exterior: la creencia en que se podría “internacionalizar el conflicto” se ha saldado con cuatro titulares despiadados.
TORRA PERDIENDO LA "BATALLA DEL SENY"
¿Y qué me dicen de la “batalla del seny”? Verán: desde hacía tiempo, los últimos mohicanos del independentismo se preparaban para “solidarizarse con los condenados”… ¿Quién se acuerda de esto desde el día de ayer? No han podido imponer la imagen de Junqueras y de la Forcadell con traje a rayas, tras rejas y alambradas: gana por goleada la foto de la abuelita tumbada por un porrero y la de una chica de buen ver medio estrangulada por un neardenthal.
El regionalismo catalanista del XIX logró imponer la idea de que Cataluña era la “tierra del seny”. No era cierto: en cualquier lugar en el que un ser humano ha construido algo que pueda llamarse civilización, ha existido alguna forma de “seny” (sentido común). Pero, a medida que el regionalismo se fue convirtiendo, primero en nacionalismo y acto seguido, por simple inercial, en independentismo, el “seny” fue siendo sustituido por el irracionalismo primero y luego por el mero desenfoque completo (querer abordar la “construcción nacional de Cataluña” con formas medievales en el mundo postnacional en los albores de la cuarta revolución industrial).
El catalán de hoy no es muy diferente a cualquier otro pueblo europeo: quiere paz, orden, estabilidad y seguridad. Lo que el "gobierno autonómico", Torra, los CDR, el “procés”, y sus formas más extremas, le están dando es justo todo lo contrario. Las imágenes de estos días lo certifican.
COSA DE GENTE JOVEN CON GANAS DE DESCARGAS ADRENALÍNICAS
Las fotos de los contenedores incendiados le enseñan a tontos cum laude como Torra y a tontorronas diplomadas como la Colau, que una cosa es “llamar a la movilización en defensa de la democracia y de la libertad de expresión” y otra cosa es esperar que las masas, una vez en la calle, sepan qué hacer, dónde ir y cómo comportarse. Porque, cuando se ha crispado a la propia parroquia hasta más allá del límite -para esto está TV3 y los almogávares mediáticos, mercenarios a sueldo de la gencat- siempre ocurre lo mismo: el más exaltado da la nota, deja huella y queda en el recuerdo, gracias a una simple imagen.
Internet, los videomóviles, las redes sociales muestran, con relativa fidelidad, lo que está ocurriendo: las manifestaciones de ayer no estaban protagonizadas por “la sociedad catalana”, sino por grupos de jóvenes salidos de las escuelas de la gencat y, como todo joven, con ganas de tener una “experiencia adrenalínica” en su vida. Antes se corría delante de los “grises”, ahora perseguido por los “Mossos”. Es el gran logro del “estado de las autonomías”.
Son como los “revolucionarios de mayo del 68", dispuestos a cambiar el mundo a golpe de barricada, coctel molotov, manifestación y pedrada. Pero al llegar los exámenes de junio, se fueron a casa y luego de vacaciones. Así son las revueltas de escolares, meros ritos de tránsito de la infancia a la madurez.
DEL PLAN INICIAL A LA REALIDAD ACTUAL. LA BÚSQUEDA DEL MUERTO
El plan inicial preveía otra cosa: ocupar el parlament(ito) unos días y esperar que la solidaridad internacional les echara una mano. Pero se fue al traste con las detenciones de hace quince días. Ahora, todos los capitostes de la gencat rezan a la moreneta o al dios de las poltronas, para que el viernes 18 las masas no falten a la cita, y puedan aprovechar la convocatoria de “embotellamiento general” para que su causa no se archive en el olvido.
Falta el muerto en el imaginario colectivo de los indepes: alguno ha bromeado con el “potato indepe”. De momento, ya tienen a un par de infortunados que han perdido un ojo y un testículo. Pero es poco para victimizarse. ¿Las condenas? Poco más de cien años para 12 acusados de generar más de una década de inquietud y crispación, haber dividido a la sociedad catalana y desviar fondos públicos para una locura privada. Tejero se llevó treinta años por desconchados en la escayola del parlamento. Ni siquiera hay material suficiente para una victimización efectiva.
Todo esto ha ocurrido en Barcelona el 15 de octubre de 2019. ¿Qué queda por llegar? La gencat calcula que la semana siguiente podrá sentar al gobierno a negociar. Se equivoca: las elecciones están demasiado cerca y PP y PSOE luchan ahora por ver quién se queda los despojos de Cs y eso implica “firmeza ante el independentismo”. También aquí hay mucho de pose y espectáculo.
LO VOLATIL Y CAÓTICO DEL PROYECTO INDEPE: UN FUEGO DE PAJA
Pero, sobre todo, lo que juega en contra de Torra es la inexistencia de un “frente político indepe” y el que, no solamente, cada partido (y son tres) vaya por su parte, sino que dentro de cada partido haya tres o cuatro ideas diferentes de lo que hay que hacer, otras tantas de lo que puede hacerse y también de lo que se está dispuesto a hacer. Los sectores más radicales han emprendido la senda del no-retorno y los más guasones ya piden que Guardiola sea “president”.
La sentencia ha operado el milagro de que el conseller independentista Buch, duro entre los duros, permita a los mozos dar estopa a los más suicidas de la CUP y del CDR, olvidando que, en el fondo, es el único apoyo real con el que cuenta Torre. Desde Waterloo, el chalado de los pies veloces y el cerebro vacío, exige la cabeza de Buch. Torra alude a la contradicción entre llamar a la movilización y luego enviar a los mozos, reconociendo que los manifestantes son sólo y nada más que carne de cañón para unos fines que ya ni él mismo sabe cuáles son (¿Negociar? ¿Independencia? ¿Reconocimiento de los resultados del 1-O? ¿Nuevo referéndum? ¿Indulto de los presos? ¿Simple supervivencia?).
Completar el “potato indepe” o el muerto providencial, avivarían su causa… sólo que ya no tiene muy claro cuál es. Su corazón está con los CDR, su culo con la poltrona, su miedo acabar en Waterloo y su cartera, segura mientras tenga las llaves de la caja de la gencat. Vamos que el hombre, cada día que pasa, está más perdido y ni siquiera recuerda ya cuál es su “imagen”, ni a qué parecerse, ni qué espectáculo ofrecer a la parroquia.
Por si las cosas se desmadran, el artífice de la tramoya en funciones, Pedro Sánchez, tiene programada la profanación de la tumba de Franco, que siempre le garantizará el apoyo del “izquierdista fiel” y tener distraído a su rebaño.
Todo esto resulta tan absolutamente ridículo que induce a la indiferencia y al hastío. En un momento dado de la que, en mi juicio, es la mejor película de Sylvester Stallone, La Cocina del infierno (1978), uno de los protagonistas se pregunta antes de arrojarse a las aguas del East River, “¿Qué quedará de todo esto dentro de cinco años?”. La respuesta es, nada. Vivimos un tiempo en que, incluso los dos espectáculos que se nos ofrecen son banales. No me extraña que Netflix se haya convertido en un fenómeno social aquí más que en ningún otro país europeo…
El independentismo radical se ha quedado solo en el Parlament de Catalunya
Lunes, martes, miércoles, jueves, cuatro días preparando la “huelga de país” de mañana. Como si la situación de la sociedad catalana no estuviera suficientemente crispada, ese individuo, digno representante de los que le han precedido (Puigdemont, Mas, Montilla, Maragall, Pujol…) se le había ocurrido convocar un pleno en el parlament para reforzar su postura de cara a la negociación que cree que puede forzar con el gobierno en funciones del Estado. Le ha salido el tiro por la culata. Otro fracaso que se acumula a las espaldas de los indepes y que demuestra, una vez más, que ese camino es una vía cerrada por tres motivos:
1) Por imposibilidad legal, una vez más reconocida en la sentencia que condena al “núcleo promotor” del 1-O.
2) Por carecer de fuerza social suficiente para llevar a la región hasta la independencia.
3) Por descomposición del propio “procés” que, desde el 1-O, lejos de haber avanzado ha ido perdiendo, peso, iniciativa y apoyos.
Pues bien, estas cosas, que están a la vista de cualquier observador atento, se le escapan al que oficia de “molt honorable presidente de la Generalitat de Catalunya”.
¿Qué ha propuesto Torra?
Sorpréndanse ¡una nueva convocatoria de referéndum! ¡Como si del lunes a hoy hubiera cambiado algo la situación legal en España y fuera posible un marco legal para esa propuesta! Además, ni siquiera la propuesta es suya, sino del jefe indio “pies veloces” acampado en Waterloo.
¿Qué ha ocurrido esta mañana en el parlament?
Que casi todos los diputados lo han mirado con cara de ser un extraterrestre recién llegado a un planeta hostil. ERC no ha ocultado su absoluta indiferencia (el partido es consciente de que no puede soportar otra tanda de inhabilitaciones), otro tanto ha hecho la CUP (aunque por distintos motivos que ERC, para la CUP el que los Mossos hayan repartido estopa rivalizando por la Policía Nacional es una “infamia”), los Comunes-Podemos se han distanciado (ante el miedo a perder más simpatizantes explicando lo de que un referéndum de autodeterminación no es independencia aunque el gobierno que lo convoca tenga preparadas “leyes de desconexión”, dando por sentado lo que va a salir de las urnas). El resto de partidos le han dado fuerte y flojo a discreción. Le han dicho de todo. En resumen: el “govern de la generalitat” se ha quedado más solo que una butifarra en un certamen de veganos.
¿Qué significa esto?
Significa que hoy no ha caído Torra porque lo único que faltaba era que mañana, con el “paro de pais” (eufemismo para aludir al embotellamiento generalizado que se prevé…) y al vacío de poder de un gobierno en funciones con Marlaska de copichuelas en los garitos de Chueca mientras arde BCN, se uniera la volatilización del “govern catalá”… Torra, en estos momentos, no está apoyado por nadie. Se mantiene porque nadie sabe exactamente qué ocurrirá mañana. Pero está tan acabado como los neandertales que inspiran su “programa de gobierno”. Toda la duda es si se convocarán elecciones antes o después del final del otoño. Lo que está claro es que en el próximo parlament, el papel de Puigdemont-“peus veloços” y de Torra-“ruc boix”, será irrelevante. Así que prepararos para que ERC ocupe el espacio del “nacionalismo moderado” que hasta hace 9 años ocupaba CiU.
¿Qué ha sido lo mejor de la sesión?
Indudablemente la acusación de Torra de que los disturbios los han generado “infiltrados”. Una vez más el “ministerio de la verdad” ha transformado la verdad en mentira y la mentira en verdad. Torra “ruc boix”, empieza solamente ahora a entender que un presidente digno de tal nombre no puede convocar protestas y poner masas en la calle, acuartelar a los Mossos y pensar que los antisistema que le han apoyado hasta el primer coscorrón se van a presentar como “gentes razonables” y representantes del “seny catalá quintaesenciado”.
¿Qué ocurrirá mañana?
Que mañana habrá “paro de país”, no tanto porque se crea que va a servir para algo, sino como estación necesaria para que todo esto acabe. Se parará allí en donde haya chicos de la gasolina recorriendo las calles, allí donde el embotellamiento sea disuasivo y solo si Buch envía, como los propios Mossos han denunciado, a lo esencial de sus fuerzas, allí donde hay la seguridad de que no ocurrirá nada.
¿Qué puede decirse a los que ven todo esto desde fuera de BCN?
Que la situación en Barcelona es “normal”, que el pulso llevan camino de perderlo los indepes y que, de hecho, sabrían que lo han perdido, si vieran algún canal de TV diferente a TV3. La última semana ha terminado cansando a franjas más amplias que todavía apoyaban al independentismo. Los del “Ho tornarem a fer”, son hoy una minoría cada vez más sucinta. Y cada vez sectores más amplios de la sociedad catalana son conscientes de que la región precisa “normalidad” y aludir a ello significa dejar atrás la ensoñación independentista, propia de otro tiempo y de otro siglo. Aquí en Cataluña no pasa nada que merezca un lugar en la historia. En la crónica de sucesos, quizás, en el anecdotario seguramente, en la Historia, desde luego, no. Así pues, que los últimos mohicanos del independentismo y els nois de la benzina tengan un buen finde, porque este será el último que disfrutarán como amos del gallinero. Hoy se han derrotado a sí mismos en el parlamento. La falta de ideas y la letanía continua, los han matado.
Ernest Milá
Era de prever. Condenas por el 1-O sí, pero sin pasarse. Que es como decir, una de cal y otra de arena. O lo que es igual, ni chicha, ni limoná. Ni esta sentencia disuade a nadie de nada, ni va solucionar nada. Sonrío cuando recuerdo aquel episodio de Big Bang Theory en la que la novia de Sheldon Cooper critica la icónica Indiana Jones y el arca perdida, diciéndole que el final hubiera sido idéntico -los alemanes se hubieran hecho con el Arca de la Alianza y hubieran perecido todos al abrirla- aunque el protagonista no hubiera aparecido. Eso mismo es lo que le pasa al independentismo: remite sin necesidad de que la justicia actúe. Esta sentencia lo demostrará.
Vivo en un pueblo de mayoría indepe, en el balcón del ayuntamiento siempre hay alguna pancarta, algún lazo, alguna bandera multicolor o cualquier objeto de culto en la “.cat profunda”. Apostaba a que la publicación de la sentencia impondría repique de campanas, cohetes avisando para la concentración de rigor y algún que otro pelmazo dando la matraca con las cacerolas. Todo sigue igual. Y es que la sentencia parece sistemáticamente calculada para que quede constancia de que lo han hecho los procesados está pero que muy mal, pero tampoco vayamos a arrojarlos a la mazmorra fría por toda la eternidad.
No es que haya interferencias entre la justicia y el poder judicial, ni que el poder judicial esté controlado por el poder político o que el poder político lo esté por el poder económico según reglas fijas y rígidas. Es que todo este conglomerado -eso que se conoce como “el sistema”- con el paso del tiempo, ha adoptado los mismos hábitos y comparte idéntico instinto de conservación. Por eso, todos sus estamentos tienden a asumir los mismos reflejos condicionados. Unos con toga y otros con traje de domingos.
Así mismo, los años de inhabilitación para ejercer cargo público que veo, son, en algunos casos discretos y en otros irrelevantes. Se dice en la sentencia: “Remítase testimonio de esta resolución al Tribunal de Cuentas a los efectos de reclamación de la responsabilidad civil a aquellos acusados que han resultado condenados por un delito de malversación de caudales públicos”. La cornada por ahí va a doler más que las condenas de prisión.
La polémica sobre la oportunidad de descartar el delito de rebelión diciendo que no se había recurrido a la violencia, son ganas de hablar. En Cataluña nunca habrá “delito de rebelión” porque hasta Terra Lliure llamaba a los suyo “propaganda armada”, pero, eso sí, “sin violencia, no fotem que som gent pacifica i no ens agrada cridar”. El independentismo nunca incurrirá en “rebelión” porque sabe que su gente no sirve para el “ejercicio de la violencia instrumental, funcional, preordenada de forma directa”, tal como se define este delito: rebelión, pero sin arriesgar nada.
De hecho, yo creo que el delito por el que deberían haber sido condenados, si existiera, sería el de “generar inquietud e inseguridad en la calle”. O quizás este otro delito que debería también tipificarse: “el de estupidez”. En efecto, los acusados pensaban, en su infinita estupidez, que después de años de hinchar las cifras de asistentes a sus manifestaciones, después de años de pensar que toda .cat veía TV3, después de años de atribuir a la “inmersión lingüística” alguna eficiencia, después de años de falsear las cifras sobre utilización del catalán, después de años de proponer un “referéndum soberanista” y dar por sentado que la respuesta sería positiva (creando en el Parlament, antes de conocer el resultado, “leyes de desconexión”…), después de 40 años de “construcción nacional” (a golpe de talonario de la gencat), después de haber traído a 1.000.000 de musulmanes… esta Cataluña se convertiría a la voz de ¡ya¡ en República Independiente miembro destacado de la Unión Europea y en inmejorables relaciones con España… ¡Díganme si esto entraría o no en el tipo delictivo de “estupidez” que, al menos para la clase política, debería de estar vigente! ¡Díganme si es razonable iniciar una aventura secesionista cuando a todas luces se carece de fuerza social suficiente para llegar a buen puerto!
No serán las leyes las que liquiden al independentismo: será la historia. Esa que ellos mismos adulteran, modelan, deforman y retuercen, sino la historia diaria.
A fuerza de proclamar que “Cataluña es una Nación” y que por tanto “debe tener un Estado”, se han olvidado que el argumentario utilizado es del siglo XIX, que el objetivo pertenece a una época situada entre el romanticismo y la segunda revolución industrial. Estamos en el siglo XXI y la historia no da marcha atrás. Sigue inexorable hacia adelante. El independentismo, que quiere encontrar su justificación en el siglo XXI en algunas anécdotas recónditas del Medievo, no se ha enterado que el período feudal, el período posterior de los Reinos, el de las Naciones-Estado actuales, o el de las tribus y clanes anteriores a todo esto, han quedado atrás y pertenecen a otros momentos históricos (lo digo también por los que creer que España, como Estado-Nación tiene un futuro y, si lo tiene, es solamente como etapa de tránsito hacia la siguiente fase histórica).
En estos momentos, el gran dilema es “o bloques geopolíticos, geoeconómicos y geohistóricos de carácter continental” o “globalización total y para siempre”. Cualquier otra opción no merece ni considerarse. La guerra comercial EEUU-China, así con confirma. Amazon contra Alibaba. ¿Y Europa? ¡Europa ausente y algunos memos hablando de “construcciones nacionales” minúsculas y mezquinas! ¡Díganme si no es urgente establecer el tipo delictivo que enjuicie e inhabilite la idiotez en política!
El independentismo morirá, además, por un segundo factor: el agotamiento. Entiendo perfectamente el porqué TV3 pierde audiencia. Es monocromática y monotemática. Los indepes cansan y agotan. De hecho, últimamente se viene diciendo que su estrategia -a la vista de que en el enfrentamiento frontal tienen las de perder- es la del “desistimiento”. Pretenden que “España” se canse de Cataluña y al final se salgan con la suya. Error. Madrid está lejos y no ve TV3, ni oye el RAC o las emisoras y medios públicos o subsidiados. Cansan. Agotan. Aburren. Pero, en Cataluña, no en el lejano Madrid... Y, claro, merman. En momentos de crisis económico-social (crisis 2008-2011), cuando el Estado tiene alguna grieta, simplemente, pueden subir la tensión y lograr afluencia de gente cada vez más visceral y menos racional. El resto de catalanes tenemos cosas más inmediatas, más serias, más sólidas, más tangibles en las que pensar. ¡Cómo no van a mermar!
Y un día ocurrirá la increíble: que el nacionalismo perderá las llaves de la gencat o una legislación de la UE impedirá según que prácticas. Ahí será el llanto y el crujir de dientes, no solo para el independentismo y el nacionalismo, sino también para la lengua y la cultura catalana de la que se han apropiado y han convertido, no tanto en “cultura popular” como en “cultura subsidiada”. Porque sin el apoyo institucional, el independentismo no es nada: “Vanidad de vanidades y siempre vanidad; vanidad y mecerse en el viento”. Adiós a la cultura subvencionada, adiós a las cursiladas subvencionadas, adiós a la historia granguiñolesca, adiós a la sociedad civil subvencionada, adiós a los chiringuitos indepes, adiós a la inmersión, adiós al supremacismo... Choque con la realidad del mundo del siglo XXI.
Hay indepes que se creen en el siglo XXI por llamar “maquinari” al hardware, “programari” al software y “ratolí” al mouse… pero viven a finales del XIX y creen en una Cataluña que solamente se aproximó al concepto que se hacen de ella en el siglo IX. No los derrotará un tribunal, ni el “cúmplase la constitución”, o la sentencia de turno, los derrotará -los ha derrotado- el sentido de la Historia. La flecha de la historia no va en la dirección que gustaría al nacionalismo, sino justo en la contraria
¿”Ho tornarem a fer”? Si noi, cada vegada mes sols…
Ernest Milá
Es innegable que existe una escalada de tensión en Cataluña ante la próxima sentencia del Supremo sobre el primer juicio por el 1-O (al que seguirán, como mínimo, otros tres). Es también innegable que esta tensión viene favorecida por la proximidad a las elecciones del 10-N y por un “gobierno en funciones” que ni quiere, ni puede, ni sabe bien que medidas adoptar. Sin olvidar que se acercan fechas de movilización “unionista” (12-O). Todo esto constituye la “parte negativa” que tiende a aumentar la crispación. La positiva es que, salvo ínfimas minorías, nadie quiere que en Cataluña ocurra algo irreparable. Pero, de seguir así un par de semanas más, todo induce a pensar que el “gobierno en funciones” tendrá que aplicar medidas drásticas o arriesgarse a haber demostrado una debilidad que le puede costar cara electoralmente. El personaje más irrelevante de todos, el presidente de la gencat, Quim Torra, es, sin duda, el que va echando leña al fuego.
LA REALIDAD SOBRE LAS DETENCIONES DE MIEMBROS DEL CDR
Cada hora que pasa se va conociendo algún detalle más sobre los detenidos del CDR. Ahora resulta que uno de ellos, ante la Audiencia Nacional, es decir en un clima relajado y con aire acondicionado, sin gritos, ni policía bueno-policía malo, reconoció que Torra “tenía conocimiento del plan”. Incluso el grupo formaba parte de una organización llamada “ERT” (Equip de Resposta Táctica) que “pretendía instaurar la república” por cualquier vía (y de hecho, la única que les queda es la “violenta”). Algún “cerebro” recalentado por 15 años de “nou estatut” y de “procés”, con sobredosis de TV3, y de air-soft, había elaborado un plan consistente en ocupar una semana el parlament, atentar contra infraestructuras ferroviarias, eléctricas y de comunicaciones, y atacado cuarteles de la Guardia Civil. Además, se les ocupó cierta cantidad de termita ya elaborada (mezcla exclusivamente incendiaria). Todo esto debía generarse entre el 1-O, aniversario del “no-referendum”, hasta la publicación de la sentencia… Es fácil pensar que a uno de los detenidos le recordaron la suma de años de cárcel que se podía sumar y decidió reconocer todo lo que ya estaba grabado en conversaciones telefónicas y ocupado en los registros.
Así pues, existía un embrión de organización terrorista… algo que los medios de comunicaciones subsidiados por la gencat, hacen piruetas por no reconocer. En el colmo de la tontería periodística TV· habló de que los detenidos “preparaban acción mediática con un artefacto en el Parlament”… ¿con un espantapájaros, con un porrón? Porque decir “artefacto” es algo indefinido. “Artefacto explosivo” parece más oportuno. O, incluso, “artefacto incendiario”. TV3, luego, ha hablado de “acción mediática” en el parlament, con la misma intención de quitar dramatismo al asunto que había demostrado dos días antes difundiendo el bulo de que la Audiencia Nacional había retirado la acusación de “tenencia de explosivos” o la versión de que solamente se les había incautado petardos para utilizar en la “festa major” del pueblo…
TORRA EL SEMBRADOR DE VIENTOS
¿Puede ser cierto que Torra estuviera al corriente del plan? Si tenemos en cuenta que ERC no le apoya, que el PDCat es una ficción política volátil, solamente queda la CUP-CDR, la ANC y el Omnium como sus apoyos reales, incontestables. El fracaso del último 11-S, la pérdida creciente de fervor popular hacia el independentismo registrada en las encuestas, los fracasos de movilización de los CDR habidos desde el propio 1-O e, incluso, la caída de audiencia de TV· en el verano (fue la única de las 14 televisiones regionales que cayó en audiencia este verano), así como el aislamiento internacional del “procés” por mucho que el de Waterloo no tenga otra cosa que hacer, todo ello son síntomas inequívocos de que, en los próximos dos meses, se remata el “procés”, como sea, incluida la “vía eslovena” (60 muertos y varios cientos de heridos, vía que Torra siempre ha elogiado) o bien, incluso los más fanáticos, deberán reconocer su fracaso. Es muy posible que Torra quiera “internacionalizar” el conflicto, induciendo a otros a que realicen una “acción mediática”.
Torra, no hay que olvidarlo, él mismo y sin ayuda de nadie es el que está tensando la situación día tras día. El que debería ser “presidente de todos los catalanes”, lo es solamente de la minoría independentista. Y juega al bonito juego de la pancarta: “hoy me ordenan retirar una, la retiro mañana y dos horas después coloco otra”… Hay que conocer la mentalidad mezquina de la burguesía independentista para saber que esa iba a ser la reacción: el pequeño gesto, el detallito que indica simbólicamente una revuelta contra las “órdenes de Madrid” (de hecho son órdenes de la Junta Electoral Central), el pequeño revanchismo infantil, el alfiler que se clava evitando que sea un aguijonazo susceptible de generar una reacción… no solamente está ocurriendo en el balcón de Torra sino en muchos edificios públicos en Cataluña.
Y yo me pregunto: ¿no es la ocasión para que algún “gobierno en funciones” o algún “gobierno que funcione” decrete la prohibición de colocar pancartas y símbolos en edificios públicos y en sus inmediaciones? Pero, lo que es lógico y lo que debería haberse hecho desde hace 40 años, no hay nadie capaz de asumirlo: unos porque también quieren colocar sus pancartas y otros porque su mentalidad es “pancartista” y panfletaria. Pero, los edificios públicos deberían servir para resolver los problemas de los ciudadanos, no para mostrar opciones de parte (desde el “Welcome refugies”, hasta el arco iris o cualquier otro trapo) que, además, afean edificios y muestran la fealdad moral y la mezquindad de los que los ocupan.
¡"CREYENTES EN EL PROCÉS"! LA VERDAD ESTÁ EN LA HISTORIA
Los “creyentes” del “procés” que quedan en activo no son más que espectadores de TV3 con el cerebro alterado por sus informativos y que han perdido toda conciencia de la realidad de Cataluña, cenutrios de grupos radicales que creen que experiencias que tuvieron éxito (las independencias de las Repúblicas yugoslavas en los 80, las revoluciones naranjas en el milenio) pueden trasladarse a Cataluña (ignorando que si tuvieron éxito no fue por sí mismas sino por el apoyo que contaron de determinados países, grupos económicos y mediáticos, nada de lo cual está presente en Cataluña) y unos cuantos trogloditas que se niegan a reconocer que el tiempo de los micronacionalismos ha quedado muy atrás en la historia.
Entre estos últimos trogloditas están los últimos detenidos. Hoy se ha publicado que uno de los encerrados en Soto del Real, Germinal Tomás Abueso”, era conocido como el “Comandante Von Germinal”, fanático del air-soft y que llegó a casarse vestido de uniforme militar y rodeado de “armas” de ese deporte. Lejos de ser una excepción, este aspecto “militarista” es una constante en el independentismo catalán: lo vimos con Macià y su loca aventura de Prats de Molló o con Bandera Negra y su intento de atentar contra Alfonso XIII, lo vimos en los escamots de Estat Catalá durante la República, luego en grupos como el FAC, EPOCA o Terra Lliure, y a nivel oficial con personajes como Miquel Sellarés en los primeros pasos de la Generalitat. Siempre ha existido en el nacionalismo catalán, esa veta militarista y “armada”… que siempre, inevitablemente, ha concluido en fracasos sonoros (Prats de Molló, Complot del Garraf), metidas de pata (6 de octubre del 34, la mayor parte de atentados de TLl) y, en suma, en demostraciones de impotencia (FAC) o en crímenes siniestros (Viola y Bultó).
Hace falta recordar que en el Medievo existieron los almogávares, que en Cataluña -incluso en la OJE regional- tenían mucho predicamento. Se suele olvidar que, efectivamente, había algún pirenaico procedente de los condados catalanes, como también había aragoneses, occitanos, gascones… dirigidos por un templario alemán.
Cuando antes adviertan estos “militaristas” que esa vía nunca ha dado resultado en Cataluña, mejor. El problema es que, sino han advertido que el “procés” ha muerto, a pesar de tener el cadáver ante la vista, ¿cómo van a reflexionar sobre la historia de Cataluña y sobre la trayectoria histórica del propio independentismo? Lo peor es que, en el cerebro de los últimos mohicanos del independentismo late la idea de que la “lucha armada” puede culminar el “procés”. Delirio infantil. Delirio suicida. Delirio propio de proyectos fracasados en fase de descomposición.
“PROYECTOS TERRORISTAS CON FINES SECESIONISTAS”
El terrorismo independentista en Cataluña siempre ha sido un “tigre con barretina”. Nada serio. ¿Hacemos un repaso?
Es rigurosamente cierto que una parte del independentismo catalán ha sido “militarista” y dado a asumir pomposamente, “la lucha armada”. El problema es que siempre, siempre, le han faltado condiciones, capacidad y carácter. Hace casi 100 años, se inició en el llamado “Complot del Garraf” mitificado por la historiografía indepe. Se trataba de volar uno de los túneles del Garraf cuando pasara el rey Alfonso XIII en el tren. De paso, claro está, morirían sus acompañantes, el séquito, quizás maquinistas y personal ferroviario y las mascotas. Era terrorismo de la peor especie programado por quinceañeros o poco menos. Uno de los comprometidos se lo contó a su padre, el cual, con buen criterio, lo encerró en su casa. El que tenía que llevar los útiles para colocar el explosivo en el túnel, se le olvidaron. Otros perdieron el tren y llegaron tarde… En fin, que, finalmente, la policía, alertada desde hacía semanas por otro de los componentes del “escamot”, los detuvo a todos, entre ellos el que sería luego “jefe de la policía catalana”, Miguel Badía. Casi una travesura infantil.
A pesar de lo anecdótico y chusco de la peripecia, el “complot del Garraf” condicionaría los planes de Francesc Macià, entonces exiliado en Francia y que pretendía “invadir Cataluña” con 140 independentistas exiliados en Francia y una patulea de italianos dirigida por Riccioti Garibaldi, sobrino-nieto del unificador de Italia y exiliado en París. La acción, conocida en la mitología independentista como “la heroica gesta de Prats de Molló” fue del mismo jaez que el “complot del Garraf”.
Macià, antiguo teniente-coronel retirado del ejército español, planificó la “gesta” con la precisión del ingeniero militar que era. Hacían falta 8.000.000 de pesetas y 4.000 militantes armados para “invadir” Cataluña desde Francia, por la zona de Olot. Para ello lanzó unos “bonos patrióticos” titulados “Pau Clarís” que no lograron el milagro de que los independentistas abrieran su cartera (no se vendió ni el 5% de los bonos emitidos y los compraron catalanes instalados en Cuba, por cierto). Tampoco aparecieron los 4.000 activistas. Y el día en que Macià dio la orden “de ataque”, todos los comprometidos fueron detenidos. La mayoría, italianos. Es más, Macià dio la orden cuando la policía francesa ya había realizado las primeras detenciones. Buscaba el martirio. De hecho, él mismo alegó que temía que alguien, más osado que él, protagonizara una acción como el “complot del Garraf” que tuviera éxito y le robara el protagonismo en el área independentista.
Lo mejor de la “heroica gesta de Prats de Molló” era que la policía francesa estaba al corriente desde el primer momento. Garibaldi trabajaba, además, para Mussolini. La Tercera República Francesa, dirigida por masones (lo eran el presidente Doumerger y sus ministros del interior y de justicia, habían aceptado la presencia de exiliados españoles en su territorio, dado que Primo de Rivera había pactado un acuerdo con la Italia fascista en caso de conflicto. Pero no estaban dispuestos a que un anciano aventurero agriara definitivamente las relaciones con España. Así que dejaron conspirar al pobre Macià y luego lo detuvieron. Como dijo Macià: "Perdent, guanyarem", resumiendo su ideario (que es como decir "tengo vértigo; pues subo más alto para que el tortazo sea mayor")
Durante la República fueron varias las siglas independentistas que aspiraban a seguir la “vía irlandesa” en la época: hubo muchas (Bandera Negra, la Societat d’Estudis Militars, la Organització Militar Catalana, el Grupo 1640…). Muchas siglas y ni un atentado. A pesar de que Estat Catalá y Josep Dencàs, mantuvieron contactos con el consulado italiano en Barcelona antes de la sublevación de octubre de 1934, lo cierto es que la escasa capacidad de pegada que demostraron en aquella ocasión, les enajenó el interés que podían tener en aquel momento, especialmente tras la sorpresa de que 8.000 escamots desfilaran en Montjuic en noviembre de 1932, uniformados y paramilitarizados a la moda fascista.
Las cosas empeoraron durante la guerra civil. Los independentistas pusieron toda la carne en el asador en las primeras semanas de conflicto y se fueron a conquistar Mallorca, prefiriendo dejar atrás una Cataluña arrasada por la FAI, con 9.000 asesinatos en 60 días, y ante la debilidad de Companys que dejó hacer a unos y a otros y, de paso, aprovechó la confusión desde la primavera de 1936 para resolver algunas pendencias personales (ordenar, por ejemplo, a la FAI el asesinato de Miquel Badía por una “cuestión de faldillas”… la frase es de Tarradellas que conocía bien el asunto). En Mallorca les dieron fuerte y flojo y, para colmo, al retirarse en barco, la CNT-FAI desarmó a los “temibles escamots de Estat Catalá” en la pasarela del buque. El partido se quedó sin un miserable pistolón. Y, aun así, hablaron de asesinar a Companys en lo que se conoció como “el asunto Revertés”. El propio Revertés, descubierto, fue asesinado por orden de Companys, mientras que el principal conspirador, el presidente del parlamento de Cataluña, ponía tierra de por medio y el secretario general de lo que quedaba de Estat Catalá, se disculpaba.
Luego nada. En los 40 años de franquismo, las siglas independentistas que sostenían la posibilidad de una “lucha armada” se fueron sucediendo desde los años 60: el PSAN, el FAC… ya no se trataba de imitar el “modelo irlandés”, sino el “modelo vasco”, ETA. Todos, regularmente fracasaron, tras poner alguna bomba e intentan su peripecia terrorista.
Cuando los vientos de la democracia soplaban por estos lares, el “mito ETA” seguía vivo y un puñado de indepes optaron por ella. No servían para eso. El más bragado le pegó un tiro en la pierna a Losantos facilitando con ello su salida de Cataluña, el dejar atrás su etapa marxista y el reinventarse en Madrid como azote de la izquierda desde las ondas de la Conferencia Episcopal. Inútil recordar que “Terra Lliure” es la única organización terrorista en el mundo que ha sufrido más víctimas por “fuego amigo” que bajas causadas a sus adversarios. En efecto, las bombas tenían una extraña tendencia a explotarles entre las manos. La policía acabó con la aventurilla antes de que los supervivientes se hubieran hecho daño. Su “capitán araña”, Carles Castellanos, nunca fue molestado y, cubierto por la gencat, pudo pasar el verano del 92 en Francia y terminar finalmente en los pastos de la Asamblea Nacional de Cataluña.
Y eso es todo el balance del “terrorismo independentista”. Apenas un conjunto de anécdotas chuscas. Por eso, cuando hoy leo en mi retrete que la Audiencia Nacional ha ordenado la detención de julays con “material para fabricar explosivos”, sonrío. A ver quién les dice a estos chicos que eso terrorismo e independentismo catalán nunca han funcionado bien, salvo como caricatura. Dicen que son de Arran, o de la CUP, o del CDR que, en el fondo, es lo mismo. Creo que el porro ha hecho estragos en .cat…
Lo único que le faltaba el independentismo catalán para rematar su crisis es que aparecieran los iluminados de la “lucha armada” intentado repetir los “éxitos” del pasado.
CATALUÑA ¿QUIEN ES EL TERRORISTA?
La pregunta de fondo es: ¿es peligroso el “terrorismo indepe”? Respuesta rápida: no, los indepes nunca han tenido temple para eso. Lo suyo es amedrentar cuando van en “manada” e, incluso así, los nervios les pueden traicionar. No, lo peligroso son los bobos que todavía no se han enterado que el “proceso independentista” está más acabado que Nelson Mandela en una reunión del Ku-kux-klan y que están al frente del ente autonómico. A pesar de lo cual algunos alertan sobre el “peligro del terrorismo” en Cataluña…
Los medios han publicado que los detenidos estos días en Barcelona “fabricaban material incendiario desde mayo”… O que pretendían volar torres de alta tensión. Y ocupar el parlament durante una semana. O que tenían información y planos sobre cuarteles de la Guardia Civil y “edificios estatales”. Y luego que si Torra dice que son buenos chicos o que los indepes piensan que todo esto es un “montaje”. Y luego, el Omnium, la ANC y ERC han telefoneado a los TEDAX porque en sus portales han aparecido “garrafas con un líquido verdoso y la bandera de España”… Llevaban la inscripción “TNT”. ¿Vale la pena tomarse algo de todo esto en serio?
No me cabe la menor duda de que si la Guardia Civil llevaba siguiendo y escuchando conversaciones a los del CDR, algo habrá encontrado y en función de eso se habrán producido las detenciones. A estas alturas nadie precisa realizar “montajes” para acusar a los CDR de violentos. Así que me creo que algunos cerebros recalentados por casi quince años de decir y repetir que la independencia de Cataluña era posible y estaba al alcance de la mano, algunos -sin duda, los más obtusos y chalados- decidieran que con unos cócteles molotov y ocupando el parlament se daba el paso decisivo. Si el gobierno de la gencat y los medios de comunicación subsidiados, creyeron durante unos meses que la independencia era posible, ¿cómo va a extrañar que un grupo de pringaos no creyera otro tanto y quisiera pasar al santoral indepe como los que dieron el paso decisivo? Ahora bien, también me creo que los detenidos, salvo las intenciones y los materiales, no tenían ni, como se dice habitualmente, “ni media hostia”. ¿Peligrosos? Como en el resto de casos de terrorismo indepe, peligrosos, sí, para ellos mismos. Lo cual, claro está, no les exime del peso de la ley.
Me gustaría hacer una comparación con ETA. Lo peor de ETA no era que asesinara y ejerciera como sindicato vasco de matarifes al que iban a parar los psicópatas regionales, lo peor es que era nacionalista y para justificar sus crímenes se aferraba a una idea decimonónica. Por lo mismo, la CUP no es más que una serie de individuos que no pudieron en su momento acoplarse a ERC o que fueron excretados de este partido o que procedían de grupúsculos radicales estilo MDT o Catalunya Lliure o Maulets y que la presunta proximidad a la independencia les dio cierto protagonismo al ser los que ofrecían el programa más maximalista. Lo intentaron. El tiro les salió por la culata.
Tras la Operación Anubis y tras el 1-O llamaron a la “huelga general” y crearon sus “comités por la defensa de la República”. En octubre de 2017 aquella “huelga general” no pasó de ser un embotellamiento, posible sólo gracias a que se ordenó a los Mossos mirar para otro lado. Cuando al gobierno socialista se le ocurrió realizar su “consejo de ministros” en Barcelona, los CDR volvieron a la carga y organizaron “columnas de ataque”: fracaso total, poca gente, poca combatividad, escaso entusiasmo. El segundo intento de “huelga general” fue peor que el primero. Los chicos no admiten que el “proceso independentista” ha fracasado, tanto el asumido por la gencat, como el liberado “desde las bases” (esto es, desde el CDR). Pero es así.
El lema del independentismo en esta fase debería ser: “s’ha acabat el bróquil” o en correcto castellano “no hay más cera que la que arde”. El independentismo ha conseguido fracturar a la sociedad catalana en cuatro (indepes, unionistas, inmigrantes y los que no saben no contestan). Lejos de resolver alguno de los graves problemas que la sociedad catalana tiene planteados, los ha agravado dejando que se pudrieran: “cuando seamos independientes todo se resolverá por sí mismo”.
Pero lo que da la medida de su valía y de su “oportunidad” es que, cuando estamos en tiempos de la “cuarta revolución industrial”, los indepes siguen anclados en la forma Estado-Nación propia de la “primera revolución industrial” (y en modo “mini”).
A nadie le puede extrañar que en las alturas de los partidos (en ERC y en lo que queda del PDCat, si es que queda algo) empiece a cobrar forma la idea de que, no se puede ir más allá de lograr un “concierto económico”. Con eso y un indulto general ya se darían con un canto en los dientes. Por ahí andan los restos optimistas del antiguo seny catalán.
Pero lo cierto es que la inteligencia ha desertado hace tiempo del independentismo y su puesto ha sido ocupado por la visceralidad, el radicalismo y el cerebro nublado por el ideal indepe y por su historia de ficción, o agravado al porrito que tampoco favorece las buenas decisiones.
La novedad en el proceso de sectarización de independentismo catalán (“Cada vez menos inteligentes, cada vez más radicales”) es que se está produciendo ¡en la cúpula de aquella institución que debía dar autonomía a Cataluña y que ha terminado quedándose como simple expresión burocrática del independentismo!
Si la gencat es independentista, no es, desde luego, ni mi gobierno autonómico, ni me representa, ni le reconozco más “autoridad” que la coacción que pueda ejercer. Y si, para colmo, su presidente se niega a cumplir incluso las órdenes de los tribunales, eso exime, igualmente, a cualquier ciudadano de esta región a cumplir la normativa de la gencat incluso en la recogida de cacas de perro.
Ernest Milá
El regionalismo fue una exigencia de la alta burguesía catalana que aspiraba, mediante el proteccionismo y el supremacismo, a liderar económicamente España. El independentismo surgió con los cambios históricos que rodearon a la Primera Guerra Mundial. Ya desde la República empezó a estar claro que el “nacionalismo catalán” o era independentismo o no era nada y que la burguesía regionalista o estaba del lado de España o se la comía el movimiento obrero que no tenía nada que ver con el independentismo. Quizás estos conceptos sean difíciles de asimilar en nuestros días, pero, a poco que se conozca la historia reciente de Cataluña en los dos últimos siglos y uno no esté presa del esquematismo sentimentaloide nacionalista, llegará a las mismas o a parecidas conclusiones.
Así pues, el “regionalismo” nace en un momento de crisis del foralismo carlista y de auge de los negocios en Cataluña. Es decir, entre la primera y la segunda revolución industrial. Y ahí se queda. Aquella fue, efectivamente, la época de los “nacionalismos” y ahí donde había un grupo de burgueses interesados en defender sus buenos negocios, allí había un “proyecto nacional”. Extremando el análisis, incluso podría afirmarse que el regionalismo catalán fue el hijo de la primera revolución industrial (la del vapor) y que el nacionalismo correspondió a la segunda revolución industrial (la del motor de explosión)… Está claro que el nacionalismo es un eufemismo que, inevitablemente, desemboca en el independentismo, casi por inercia (¿qué nación no aspira a tener un Estado propio y a ser independiente?).
Y la pregunta es: ¿se han dado cuenta los independentistas de que estamos saliendo de la tercera revolución industrial (la de la informática) y entrando en la cuarta (la de la inteligencia artificial)? La cuestión es esencial, no solamente para el independentismo catalán sino para el nacionalismo español: el modelo “Estado-Nación” correspondía a un tiempo histórico determinado que pertenece al pasado, no a nuestro tiempo. España, por ejemplo, no ha tenido siempre esa configuración. De hecho, la tuvo a lo largo del siglo XIX, antes era un “reino” y antes de serlo, existían “las Españas” y, antes aún, condados y reinos feudatarios de otros, y antes fue una parte del Imperio Roma y antes aún una unidad geopolítica perfectamente definida por el mar y por los Pirineos y por una cultura que, históricamente, estará vinculada al mundo clásico greco-latino, al mundo germánico, y a la catolicidad medieval, síntesis ambos… En cada momento económico se alteran los conceptos y lo único que permanece es el sustrato cultural y geopolítico.
El hecho de que el concepto de España como Estado-Nación esté en crisis (que lo está) no implica que la solución consista en encontrar en momentos concretos y muy puntuales del pasado, una inspiración, sino en reconocer que la evolución del contexto científico-económico va generar cambios de envergadura y nuevos “mitos fundacionales”. La miseria ideológica de independentismo catalán se percibe en toda su envergadura cuando tiene necesidad de recurrir a la falsificación y a la alteración histórica para hacer valer sus argumentos: desde la traición de Pau Clarís, hasta la guerra de Sucesión (que no de “secesión”), hasta el mismo origen del catalanismo político. Pero todo esto que, como cualquier otro episodio histórico, es discutible, no supone nada frente al hecho cierto e incontrovertible de que la época de los Estados-Nación ha quedado atrás y que no se superará fraccionando a los actuales Estados en piezas minúsculas, sino, por el contrario, en unidades mayores. Es algo de lo que las mentes más lúcidas del continente ya eran conscientes hace exactamente un siglo y que hoy es una necesidad apremiante.
Sirva todo esto para decir que el nacionalismo catalán sobrevivirá mientras detente las llaves de la generalitat de Cataluña, es decir, mientras tenga a mano las llaves de la caja y financie ella misma su propia supervivencia política entregando fondos cuantiosos a sus partidarios y creando un mecanismo de control ideológico a través de la enseñanza y de los medios de comunicación subsidios y oficialistas. Todo esto les permitirá seguir viviendo a costa del dinero público y mantener la ficción de unos ideales trasnochados y de otra época, pero ni siquiera esto le servirá para forjar la “Cataluña Nación-Estado” con la que sueñan. Porque, repetimos, es inevitable reconocer que el tiempo de los Estados-Nación ha quedado superado y que la historia no da marcha atrás hacia formas medievales de organización.
¿Qué puede aportar el nacionalismo catalán a la tercera y a la cuarta revolución industrial? Lo que ha podido aportar ya lo tenemos: llamar al hardware “maquinari”, al software “programari” y al mouse “ratolí”. Eso es todo. Encomiable, pero limitado. La gencat no puede luchar contra el gigantismo de los tiempos modernos que, para mayor crueldad, la ha condenado a tener que coexiste con una lengua pujante que se configura como una de las que más están siendo habladas en la actualidad y más futuro tiene. En la misma historia del “procés” se percibe que sus mentores hubieran sido capaces de cualquier cosa, incluso de vender Cataluña al peso a Soros, a los chinos o a quien estuviera dispuesto a quedarse con la parte del león de un Estat Catalá, a cambio de un apoyo para la independencia…
Pero la independencia catalana no es hoy, para nadie, un buen negocio. Incluso Soros tiene más intereses (en comandita con Goldman Sachs) en Madrid que en Barcelona y respecto a los chinos, temen que una intervención irresponsable les impidiera progresar en la Unión Europea que, a fin de cuentas, no es más que los antiguos Estados-Nación que caminan renqueando y con muletas, sin tener valor para forjar un futuro común dada la escasa calidad de su clase política, en el mundo que se inicia se la cuarta revolución industrial.
El carcamal sentado en la presidencia de la Generalitat o el paleto de Waterloo, está claro que ni entienden ni son capaces de asumir la dirección en la que circula nuestro momento histórico. Creen que hace cinco años hablando de “2.500.000 de asistentes a la diada” (cifra de la ANC y el Onmium) y que ayer aludiendo a “600.000 asistentes”, lo resuelven todo: “las masas quieren la independencia”. Ni entonces ni ahora las cifras corresponden a la realidad, pero ¡qué importa! Todos mienten y todos lo saben en esto de las cifras para consumo interior. Lo que cuenta es el hecho objetivo: el tiempo del nacionalismo y el tiempo del independentismo han quedado atrás. Que ellos no lo adviertan no es problema: la misma dinámica histórica se encargará de recordárselo. Las cunetas de la historia están llenas de cadáveres similares desde los barqueros del Támesis en el siglo XVIII hasta los que se les ocurrió abrir un videoclub en 1995…
El nacionalismo independentista ha engañado a la historia simplemente porque ha detentado la llave de la caja durante estos últimos 40 años y ha impuesto el control ideológico de la sociedad. Esto ha generado una Catalula que se ha negado a sí misma: la tierra del “seny” ha pasado a ser el paraiso de la “rauxa”. Pero lo inevitable, antes o después, termina ocurriendo. El criado del mercader de Bagdad de esta historia tiene un destino idéntico al del independentismo catalán. La historia la habréis oído, pero quizás no contada por la pluma de Cortázar
Había en Bagdad un mercader que envió a su criado al mercado a comprar provisiones, y al rato el criado regresó pálido y tembloroso y dijo: señor, cuando estaba en la plaza del mercado una mujer me hizo muecas entre la multitud y cuando me volví pude ver que era la Muerte. Me miró y me hizo un gesto de amenaza; por eso quiero que me prestes tu caballo para irme de la ciudad y escapar a mi sino. Me iré para Samarra y allí la Muerte no me encontrará. El mercader le prestó su caballo y el sirviente montó en él y le clavó las espuelas en los flancos huyendo a todo galope. Después el mercader se fue para la plaza y vio entre la muchedumbre a la Muerte, a quien le preguntó: ¿Por qué amenazaste a mi criado cuando lo viste esta mañana? No fue un gesto de amenaza, le contestó, sino un impulso de sorpresa. Me asombró verlo aquí en Bagdad, porque tengo una cita con él esta noche en Samarra. (Julio Cortázar, Cita en Samarra).
¡EL “NACIONALISMO MODERADO” QUIERE LEVANTAR CABEZA!
Cuando CiU se descompuso bajo el peso de la corrupción, el llamado “nacionalismo moderado” desapareció del panorama político de Cataluña. Un buen día, eso que desde la transición se llamaba así, se ausentó sin dejar señas, reapareciendo como independentismo. Era normal: todo “nacionalismo” o tiende a la construcción de una Nación arropada por un Estado, o no es nada. Así pues, en buena lógica, todo “nacionalismo moderado” es apenas una etapa intermedia en el camino hacia la independencia. De lo contrario, en lugar de llamarse “nacionalismo” se llamaría “regionalismo”. Y eso último sí que ha desaparecido completamente del panorama político catalán. Nadie en esta región ha querido resucitar el mensaje de la Lliga de Cambó (como se intentó varias veces en la transición e incluso en tiempo más modernos, intentando fusionar a la rama catalana del PP con fragmentos del “nacionalismo moderado”, especialmente procedentes de UDC.
El regionalismo, el “provincialismo”, el foralismo, el cantonalismo, pertenecen a otra época que ha quedado atrás, muy atrás, en la historia. Ahora, solamente cuentan tres opciones:
- los que quieren construir un bloque geopolítico fuerte de carácter supranacional (llámese hispanismo o europeísmo, según miren hacia Iberoamérica o hacia Europa),
- los que quieren construir un microestado independentista (con el “procés” o con inventos que estiren el “nou estatut” hasta la independencia)
- y los que aspiran a mantener la unidad del Estado tal como la hemos conocido en los dos últimos siglos (exceptuando el breve sarpullido federalista de la Primera República).
No hay más.
Por eso cuando, desde hace unos días, La Vanguardia va insistiendo en que “se está preparando una opción nacionalista moderada” es lícito, en primer lugar, mostrar una sonrisa de conmiseración hacia el proyecto y luego, prepararse para combatir esta nueva falacia.
El 21 de septiembre se reunirán en Poblet, 200 personas de un “grupo de reflexión” que intentan recomponer el “nacionalismo moderado”. Lo que se conoce del documento es una mezcla de obviedades (que el “procés” embarrancó o que ha sido tomado como “deslealtad” por el resto del Estado) y de lugares comunes con los programas de CiU anteriores a que estallara a causa de sus corruptelas. No esperéis nada nuevo, sino la aparición de una nueva sigla que quiere traer los aromas equívocos del pujolismo de los primeros años de la transición.
¿De dónde sale el batiburrillo de gente que aspira a lanzar una nueva sigla política? De Convergencia Democrática de Cataluña, el partido de Pujol, pasado luego a llamarse PDCat y cuatro o cinco grupúsculos “de estudio” (Lliures, Avancem, Convergents o… La Lliga) que solamente existen en la mente de no más de un centenar de nostálgicos de CiU.
Vale la pena explicar por qué aparecen en este momento y justo después de que el último 11-S haya sido el más decepcionante para los independentistas. Solamente los obtusos muy obtusos creen que la independencia catalana es todavía una opción política. De hecho, si por los partidos políticos fuera, ese tema ya habría desaparecido de sus programas, pero ni ERC, ni el PDcat se atreven a confesar públicamente su fracaso. Temen que la “sociedad civil independentista” recupere la bandera, y les haga perder votos. Pero la ausencia de masas en las últimas movilizaciones ha desmovilizado a la CUP-CDR, supone un baño de realismo para ERC y es un elemento de confusionismo y ruptura interior entre las distintas fracciones del PDCat (al borde de la desintegración entre el paleto Waterloo, el obtuso que ocupa la presidencia y cientos de afiliados despistados que no saben hacia dónde tirar). A cualquier observador imparcial no se le escapa que el independentismo catalán, ante el fracaso de su proyecta, ha emprendido la vía de la sectarización y del fanatismo… pero lo que es el “seny” desertó de sus filas si es que estuvo presente en alguna ocasión.
Y así tenemos que, tras adquirir visibilidad esta crisis del independentismo el pasado 11-S y perdida la esperanza de movilizar masas más allá de la tarde en la se conozcan las sentencias para los primeros procesados por el 1-O (hay que recordar que hay varios juicios más abiertos), los “nacionalistas moderados” han creído que esta es la ocasión de recuperar algunos mimbres del proyecto fracasado: especialmente de los más lúcidos y, también, de los más ambiciosos, que saben perfectamente que obstinarse en esa dirección es chocar contra un muro de hormigón y es preciso renovar el look, so pena de un inevitable desgaste.
Así pues, la reaparición del “nacionalismo moderado” es, solamente, un aspecto más de la crisis del independentismo y del fracaso del proceso. Sus impulsores quieren actuar como si aquí no hubiera pasado nada y como si el nacionalismo moderado pudiera rescatarse de la cuneta de la historia. No lo es: vale la pena que reconozcan que al “nacionalismo moderado” se le puede poner rostro, nombres y apellidos y que, el primero de todos, es el del jefe del clan de los Pujol al que se le pueden achacar todos los vicios y neurosis de un individuo sin escrúpulos, con la cabeza trastornada por la ambición y jefe de un clan mafioso que durante cuarenta años tuvo a Cataluña como su feudo medieval, haciendo y deshaciendo a su antojo.
Si los “nacionalistas moderados” quieren tener un mínimo de credibilidad, lo primero sería que condenaran en voz bien alta las exacciones y los latrocinios del clan Pujol y fueron primeros en pedir su procesamiento ante los tribunales. No lo harán, claro está, porque muchos de ellos formaban parte de la corte de aduladores y yes-men que acompañó al goodfather.
Y luego están las propuestas de las que La Vanguardia ha avanzado hoy unas cuentas: relación bilateral con el Estado, estatuto de participación de Cataluña en la UE, agencia tributaria catalana, veguerías en lugar de provincias, ¡más transferencias en educación, lengua, cultura a inmigración que deberían ser competencia exclusiva de la gencat! Y referéndum acordado… ¡¡Estas son las novedades que aporta el nuevo “nacionalismo moderado”!! En realidad, el problema -y por lo que esta nueva opción fracasará- es por carecer de espacio: el programa que proponen para reflexionar es el mismo de hace 15 años cuando el pobre Maragall tuvo la patética idea de lanzar su idea de un “nou Estatut”. El nuevo “nacionalismo moderado” fracasará, simplemente, porque ya no hay margen para ampliar el techo autonómico: después de la actual situación estatutaria o el Estado recupera competencias, o se produce la desconexión definitiva y estos “moderados” lo que plantean es otra vía para la desconexión, a la vista de que la anterior se ha cubierto, literalmente, de vergüenza, fracaso, victimismo y sumarios por vulneración de la legalidad vigente.
De esto no saldrá nada nuevo, salvo otra ruptura interior del independentismo (porque los “nacionalistas moderados”, en tanto que “nacionalistas”, son independentistas o no son nada, no vayamos a olvidarlo). Otra sigla más para romper el voto independentista. Sólo nos queda animar al Omnium y a la ANC que formen otro partido, a la vista de las vacilaciones de ERC y de la pérdida de influencia del PDCat… en las cunetas de la historia caben todavía muchos suicidas.
La Vanguardia jaleará este intento porque recupera la palabra “moderado”, pero no hay que engañarse, es otro ropaje del pujolismo y un remozado a la “vía hacia la independencia pactada”. Nada más.
Sería bueno que miraran en lo que se ha convertido Cataluña, sin duda la región del Estado, en donde la vida es más insegura, las administraciones ejercen menos su autoridad salvo para recaudar impuestos y multas y un 27% de inmigración ha desfigurado completamente la identidad catalana, atemorizada por cierto por manadas, delincuentes y navajeros... ¿Y estos quieren ser independientes?
Ernest Milá
Carod Rovira anunció la independencia de Cataluña para el 2014: estamos en 2019 y, nada. Por tanto, el proyecto indepe es, hoy por hoy, un proyecto fracasado por imposibilidad de conquistar el objetivo propuesto. Carod hizo esta declaración en 2004… pero, a pesar de la agitación independentista que siguió desde entonces, la realidad es que el independentismo está ahora mucho peor que cuando se fijó la mítica fecha: el 300 aniversario de la caída de Barcelona en manos de las tropas borbónicas.
LA DEBILIDAD DE LAS "FUERZAS UNIONISTAS"
La crisis del independentismo sería mucho menor, si las fuerzas políticas “unionistas” tuvieran más calidad que las independentistas. Pero no ocurre así: el PSOE sigue siendo esa masa coriácea, blandurria y amorfa que sigue con fidelidad perruna las últimas orientaciones emanadas de los centros de elaboración doctrinal de la progresía (ideologías de género, multiculturalismo, humanismo desenfocado). Ciudadanos no es más que la reedición de un imposible centrismo que despega en momentos de crisis y que periclita cuando terminan. El PP es hoy, más que nunca, una “derechita blandita”, recién recuperada de su propia crisis, sin resuello ni energía para aplicar políticas de Estado. Podemos es una irrisión casi infantil de aquella “enfermedad infantil del comunismo” de la que hablara Lenin, y, finalmente, Vox duda entre ser un PP(auténtico) o imitar a los populismos europeos, con el riesgo de que unas próximas elecciones lo laminen hasta la irrelevancia y completamente ausente en algunas regiones como Cataluña.
No es raro que, ante esta realidad, los “unionistas” (o, más bien, los no independendistas) no hayan estado en condiciones de realizar campañas políticas en Cataluña para recuperar el sentido del Estado en esta región. Incluso durante el seudo-referéndum del 1-O los propios independentistas tuvieron que colocar carteles de “Vota NO” para dar la sensación de que existía oposición. Nunca hubo carteles en las calles de Cataluña de: “El 1-O sólo votan los independentistas, los inteligentes aprovechan el domingo par algo más útil”. Todos los “unionistas” confiaban en la “legislación” y en los “tribunales” para que resolvieran la cuestión y todos se sentían liberados de la pesada tarea de hacer pedagogía en las calles de Cataluña o, simplemente, recordar lo insensato de la aventura.
En realidad, hasta ahora, Cataluña era España por la historia común pasada, pero en la actualidad, si que lo es más que nunca porque todos los problemas y las lacras que están presentes en el Estado son compartidos sin excepción en Cataluña. El cimiento de la unidad del Estado era ayer unas instituciones, unos objetivos, una bandera común, mientras que hoy es una crisis exactamente igual en Salt que en El Ejido, una corrupción de idénticas dimensiones en Sevilla y en Gerona, y una deficiente calidad de la clase política a un lado y a otro del Ebro.
EL INDEPENDENTISMO ANTE SU ESTACIÓN TERMINUS
A pesar de los esfuerzos empleados, a pesar de los medios de propaganda comprometidos en la tarea, a pesar de la coyuntura objetivamente favorable que se registró a partir del inicio de la crisis económica de 2009, los independentistas hoy se encuentran mucho más lejos del objetivo propuesto que cuando iniciaron su andadura convenciendo al pobre Pascual Maragall, ya cuando tenía avanzada su enfermedad, de iniciar el camino hacia el “nou Estatut”… que debería ser, simplemente, la excusa para el paso siguiente, la independencia. Y Maragall y, con él, el PSC, creyeron que el objetivo de sus socios de ERC era, simplemente, elevar ligeramente el techo del autogobierno…
Esa coyuntura, mezcla de crisis económica, crisis del Estado con el timón en manos de un ignorante permanentemente en las nubes, ZP, sin formación doctrinal, y con unas vagas referencias culturales extraídas de los boletines de la UNESCO, sin resistencia real organizada por parte de la Cataluña unionista que creía que el Estado asumiría la tarea, y sin que la UE se pronunciara claramente (a pesar que, desde el principio, estuvo claro que la UE era una “unión de Estados nacionales”), etc, es una situación que jamás volverá a darse. Además, los independentistas olvidan que la formación de un “nuevo Estado Nacional” es algo que pertenece ya al pasado, un elemento propio de la segunda revolución industrial y no de la cuarta en la que nos encontramos.
En el archivo de infoKrisis existen artículos suficientes como para resaltar que jamás nos tomamos en serio el secesionismo y nunca albergamos la menor duda de que cualquier esfuerzo en esa dirección era una inútil “vanidad de vanidades”. La situación actual es la siguiente: todo lo que los independentistas y nacionalistas (la barrera ha quedado definitivamente rota: hoy todos los independentistas son nacionalistas, aunque no todos los nacionalistas crean que la independencia sea posible) no han conseguido, es algo que ya no lograrán nunca más en el futuro.
Su principal error ha sido no comprender la realidad del tiempo nuevo y lo arcaico del concepto “Estado Nacional”. En segundo lugar, pensar que, al controlar los medios de comunicación catalanes, tenían fuerza suficiente como para obtener la independencia y pensar que el proceso previo de “catalanización”, era suficiente como para que la mitad más uno de la población se decantara hacia el independentismo y… se produjera la independencia. En tercer lugar, pensar que la legislación del Estado español no prevenía procesos secesionistas. De ahí estos tres errores ha derivado la situación actual.
EL INDEPENDENTISMO EN EL TÓRRIDO VERANO DE 2019
¿Cuál es la situación actual del independentismo? En recesión. Un movimiento que no logra sus objetivos, no puede insistir eternamente en ellos, haciendo creer a sus partidarios que la independencia está al alcance de la mano, pero no llegando nunca a ella. Si persiste en esa vía, se deshinchará, antes o después. El momento algido del movimiento fue el 1-O de 2017… después no le quedaba más que periclitar, especialmente, a partir del momento en el que las movilizaciones fueron siendo cada vez más restringidas y las dos convocatorias de “huelga general” se saldaron con fracasos históricos: embotellamiento en la entrada de BCN, eso fue todo.
En la actualidad:
1) No hay hoja de ruta de ninguno de los grupos independentisas. Y lo que es peor para ellos: no la hay, simplemente, porque no puede haberla. La única salida sería la insurrección armada y eso no hay absolutamente nadie en el campo indepe que se atreva ni siquiera a proponerlo.
2) Existen dos fracturas que cada vez se van ampliando:
- la que se da entre partidos y “movimientos sociales”, esto es, entre ERC-CUP-PDCat a un lado y a otro la ANC y el Omnium.
- la que se da dentro de cada uno de los integrantes de estos grupos y que cristaliza en fraccionamiento, aparición de nuevos grupos (tanto partidos como asociaciones) y en las discrepancias interiores cada vez mayores sobre la orientación política de cada grupo.
3) Por el momento, los costes de multas, abogados, propaganda, de los procesados, los va abonando la ANC, esto es, los va pagando la población catalana con sus impuestos que, en forma de subvenciones de la Gencat y de los ayuntamientos comprometidos van a parar a esta asociación. Pero esto tiene un límite, especialmente porque lo que les va a doler más a los procesados en el juicio contra la cúpula indepe y a los que posteriores, se saldarán con unos pocos años de cárcel, pero con auténticas crujidas económicas en concepto de multas, indemnizaciones, responsabilidad civil y costas procesales. Y muchos empezarán a pensar que todo lo que se pague por estos conceptos es dinero que se retrae de nuevas campañas indepes.
Desde el punto de vista internacional, no hay más cera que la que arde: el patético pipiolo de Waterloo y su séquito cada vez parecen más aislados y ni siquiera han logrado popularizar su causa en Europa. Gastan recursos, pero no generan avances políticos.
Desde el punto de vista político: el PDCat ni siquiera tiene claro su propia existencia y su misma sigla, ni mucho menos cuál es su orientación aunque intenta competir con ERC en liderar el “independentismo”… En su interior, los nacionalistas no indepes (o más bien que, entienden la imposibilidad del objetivo independentista) están desmovilizados y en silencio, murmurando en pequeños círculos. E incluso en ERC estos mismos síntomas aparecen en el horizonte: cada vez son más, dentro de estos dos partidos, los que piensan que hay que darse un pase por la “realpolitik” y abandonar el idealismo titánico que les ha llevado al punto en el que se encuentran. Torra es un fantasma que ni pincha, ni corta, y que en los meses que lleva al frente de la Gencat no ha podido ganar propio prestigio como dirigente político, ni siquiera aparecer como un personaje carismático o relevante: no es raro que Artur Mas intente subirse de nuevo al carro de la política (cuando la ANC le ha salvado de la expropiación de bienes para pagar multa e indemnización civil) y que la sombra de Waterloo aspire a seguir liderando el independentismo.
La CUP está desmoralizada: las sucesivas convocatorias irresponsables de “huelga general” y las proclamas maximalistas han servido sólo para demostrar su escasa capacidad de pegada, como cualquier grupo juvenil, los militantes le duran unas semanas, participan en unas algaradas y luego se van a sus casas. Este verano ni siquiera han sido capaces de plantear acciones extemporáneas y absurdas (como la de las cruces en las playas o las siembras de lazos amarillos).
El debate es mayor en el interior de ERC: pero también más soterrado. Los “realistas” se enfrentan con los “idealistas”. Los partidarios de “pasar página” esperan las sentencias para ver si se produce un “estallido social de protesta” (algo que parece una posibilidad cada vez más remota). Pero cada vez son más los partidarios de adoptar un nuevo curso y de reformular tesis “federalistas” para conseguir que el PSC se sume a su campo y abandone el unionismo. Luego ya se verá.
¿QUIÉN LE CUENTA AL ELECTORADO INDEPE QUE LA INDEPENDENCIA ES IMPOSIBLE? (Y QUE SIEMPRE LO HA SIDO)
Pero lo cierto es que entre la independencia y el actual Estado de las Autonomías, la distancia es muy corta y resulta muy difícil encontrar un nivel intermedio en el que socialistas catalanes e indepes puedan considerar como propio, sin que ninguno tenga la sensación de haber cedido.
El gran problema de la política catalana en este momento es ¿quién pone el cascabel al gato? Es decir: ¿quién le cuenta al electorado independentista que el independentismo es imposible? Si fuera por ERC y PDCat, ambos suscribirían un acuerdo rápidamente. Pero el elemento desestabilizador, no es la CUP, sino el que ha sido creado por ellos mismos: la “sociedad civil indepe” con el Omnium y la ANC (que no existirían sin el dinero de las subvenciones autonómicas y municipales) y que constituyen el poso “fundamentalista” del independentismo. En caso de que ERC y PDCat dieran marcha atrás, se arriesgan a que ANC dé el paso al frente y se constituya como partido. Esto es lo único que impide a los dos partidos, reconstruir una estrategia.
Y, por lo que se refiere a Torra, es un punto y aparte insignificante y que representa muy poco en la política catalana: a pesar de ser afiliado al PDCat, en realidad no es más que la extrema-derecha del independentismo, puesto ahí, para que se queme y ante la negativa de otros mucho más significativos a sentarse en ese quemadero imposible de satisfacer a todas las parroquias indepes que es la poltrona de “molt honorable president”
EL INDEPENDENTISMO ¿”ASUNTO RESUELTO”?
No es que el “unionismo” esté mucho mejor en Cataluña: con Vox varada y en dique seco, con Ciudadanos en pérdida de vigor y con posibilidades de ruptura interior, con el PP sin levantar cabeza e incluso con la Sociedad Civil Catalana cayendo en la vieja quimera que se arrastra como una serpiente de verano desde la transición de reconstruir una “Lliga” (regionalismo no independentista), lo cierto es que, este ambiente se beneficia solamente de que el péndulo está iniciando su caída en dirección contraria al independentismo.
El dato revelado por los “espías lingüísticos” en los colegios, ha estremecido al nacionalismo: solamente el 24% de los alumnos hablan en catalán… lo que demuestra que la “catalanización” operada por el “nacionalismo moderado” hace tiempo que tocó techo y que, incluso, la histeria de los independentistas de la Consejería de Educación, perjudica más y más a su causa.
No es que el independentismo sea “asunto resuelto”. Pero se encuentra en la vía muerta y en el camino de la extinción. Es normal: estamos en el siglo XXI y, lo más escandaloso, es que hoy Cataluña es muchísimo menos catalana que durante los años del franquismo: y eso por obra y gracia del “nacionalismo moderado”. Mientras los indepes preparan sus quiméricas protestas, cuelgan pancartas de “Ho tornarem a fer” (demostrando su vocación irresistible de bocazas) y preparan su romería anual del 11-S… la realidad es tozuda: este está siendo el “verano de los MENAS”, el verano de los asesinatos en Barcelona, el verano en el que los mozos se han visto rebasados por la delincuencia, el verano de las “manadas” magrebíes y el verano en el que se ha registrado, por primera vez en mucho tiempo, un descenso notable del turismo y la sensación de que Barcelona se ha convertido en una ciudad sin ley… El problema de Cataluña no es la independencia, sino la SUPERVIVENCIA de su sociedad.
Ernest Milá
Si unas elecciones sirven para clarificar el panorama político, habrá que convenir que las últimas elecciones generales no han servido absolutamente para nada. Todo lo contrario, parece difícil que no se convoquen elecciones anticipadas a la vuelta de unos meses. Desde hace tiempo venimos afirmando que el sistema político español está experimentando una situación de inestabilidad creciente. Es hora de corregir esta afirmación con otra: el pueblo español se está habituando a acampar en esta situación de inestabilidad creciente. Más aún, en las actuales circunstancias el sistema político español no tiene la opción de evolucionar ni hacia adelante (mediante una reforma constitucional profunda), ni hacia atrás (hacia el bipartidismo imperfecto) que ha sido su rasgo característico en los últimos 40 años. ¿Cuáles son los rasgos de la actual situación? Hemos identificado diez:
1) Los éxitos puntuales del “centrismo” nunca van más allá de unos años y ante determinadas circunstancias: luego la sigla centrista se descompone víctima de sus propias contradicciones internas. Tal fue el caso de UCD, luego del CDS y ahora de Ciudadanos. Estamos asistiendo a la descomposición de un partido nacido en Cataluña, creado por La Caixa para contrapesar la locura independentista y que, trasladado a todo el Estado, recogió el voto de protesta moderada contra el bipartidismo. Un partido de ese tipo (“ni derechas, ni izquierdas, sólo centro – progreso – democracia – constitución”) o se convertía en hegemónico y, por tanto, no necesitaba pactar con nadie (como hizo UCD en su ciclo alcista), o bien, debía hacerlo, traicionando el “Ni derechas – ni izquierdas”. Y este último ha sido el caso de Cs. Por otro lado, la exportación realizada por la masonería francesa de Manuel Valls, que llegó con la intención de controlar el partido e imponerle un “giro ultracentrista”, pero esencialmente “antifascista”, ha terminado por descomponer al partido. Valls ha fracasado en su intento de hacerse con la alcaldía de Barcelona y utilizarla como trampolín para ocupar el cargo de Rivera. Pero, ahora mismo, la lucha interior en Cs, empieza a parecer la pelea entre náufragos que se hunden por un miserable salvavidas.
2) El hundimiento de Tsiriza en Grecia no es más que la coronación del hundimiento de la extrema-izquierda europea alternativa. El hundimiento de Podemos en España, dejaba presagiar el de sus homólogos griegos. En las últimas elecciones, el descalabro de Podemos fue antológico. Cabe decir que se lo habían buscado y que todas y cada una de las promesas electorales que había realizado cuatro años antes, todas, sin excepción, habían sido defraudadas: sus cargos públicos cobraban lo mismo que cualquier otro y tenían las mismas prebendas que no importa que otro político del stablishment; algunos de sus cuadros de mando eran simplemente pobres diablos que apenas manejaban cuatro tópicos mal digeridos, algunos porreros irremediables y otros ambiciosillos de pocas luces. Los que creían en la necesidad de una “izquierda alternativa” y en la urgencia de renovación del panorama político español, abandonaron el partido por goteo en los cuatro años que precedieron a las anteriores elecciones. El futuro de Podemos era arrastrar el voto socialista y ganar por la izquierda votos al populismo. En lugar de eso, optaron por lo tópico: ganar votos insistiendo hasta el deliquio en la “ideología de género”… si quedaba algún obrero procedente de la antigua Izquierda Unida, lo habrán perdido en este tránsito. El único misterio que queda en Podemos es saber si el propio partido descabalgará del liderazgo a Pablo Iglesias antes o después de que termine de pagar su chalet de nuevo rico.
3) El independentismo demuestra que se puede controlar al electorado controlando los medios de comunicación de una región, pero que no se pueden alcanzar fantasías centenarias programadas cuando España entraba en la primera revolución industrial y hacerlas electivas cuando estamos embarcados en la cuarta revolución industrial. La era de los nacionalismos pertenece a otro tiempo: no tiene cabida en el siglo XXI. La Unión Europea se lo ha recordado de nuevo, al nacionalismo catalán en estos días, con el vodeville de Puigdemont intentando retirar su acta de diputado. Pero el nacionalismo independentista lleva más de diez años sin entender el mensaje: no es que la legislación española impida la secesión (que la impide) es que esa secesión carece ya de sentido en el siglo XXI, salvo para satisfacer el orgullo pequeño-burgués de algunas mentes pueblerinas que no admiten que su proyecto político se ha quedado atrás en la historia. Y no lo notan porque cada día, al levantarse, leen sólo prensa nacionalista, se alimentan de sus propios informativos y si algún día estos dijeran otra cosa, simplemente, dejarían de verlo. El nacionalismo es la irracionalidad que eleva un concepto de nación modelado por los propios nacionalistas al rango de dogma incuestionable. En Cataluña, históricamente, ERC nació para generar la independencia de Cataluña, a diferencia de JxCat, ex PDCat, ex CDC, que nació solamente para buitrear el 3% del dinero público y eternizar la exacción, “catalanizando el país”. Dado que el Estado no tiene fuerza suficiente como para afirmar tajantemente que los independentismos están fuera de la ley y obligar a reformar en los estatutos de los partidos que lo sugieren, la contradicción entre un momento histórico que hace imposible la aparición de nuevas naciones y del otro lado unos partidos políticos independentistas propietarios de medios de comunicación públicos que difunden mensajes independentistas, hace que una parte del electorado siga votando independentista al margen de la imposibilidad de alcanzar sus objetivos.
4) El Partido Socialista Obrero Español no tiene el valor de afrontar su realidad: ni es socialista, ni es obrero, tiene el concepto de “español” muy atenuado y es una federación antes que un partido unitario. De todas, la coletilla “obrero” es, sin duda, la más grotesca y el hecho de que perviva (como único residuo en Europa de lo que un día fue el socialismo) es significativo de la incapacidad doctrinal del PSOE para interpretar el tiempo nuevo. Porque lo que ha ocurrido en estos últimos 40 años es: 1) renuncia del PSOE al marxismo (antes de que el marxismo se hundiera en sus pretensiones “científicas”), 2) Fracaso de la socialdemocracia europea a la hora de gestionar el capitalismo liberal en sus momentos de crisis, 3) Incorporación a su vacío ideológico de la ideología de la UNESCO y luego, de la ideología GLTBI emanada. ¿Para qué “trabajar” más el aspecto doctrinal y programático, si el voto al PSOE le viene solamente por el desencanto de la izquierda radical y del dontancredismo del pepero del período Rajoy? Esto ha hecho que el PSOE se haya convertido solamente en una federación de vividores sin apenas ideas en la cabeza, provistos de unos cuantos tópicos panfletarios que advierten, eso sí, lo movedizo de los tiempos modernos, lo arriesgado de lanzar nuevas ideas y se contentan con asumir las que están de moda en redes sociales. El PSOE se ha dado cuenta de que no es preciso ser “los mejores”, ni tener las “mejores ideas”, es preciso, simplemente, que los otros lo hagan peor que ellos. Eso garantiza la alternancia en el poder. Los disidentes de la izquierda y de la derecha, los disidentes por el centro, nunca lograrán pasar del estadio de “pequeños”, útiles solamente para estabilizar coaliciones contacto con su apoyo: ayer de nacionalistas catalanes, luego de podemitas, quizás de Ciudadanos, ¡qué importa! Cuando no hay proyecto político global, sino solo voluntad de supervivencia personal, cuando el partido se ha convertido en un teatro de ambiciones privadas (lo cual ocurre también en el PP), se es extremadamente flexible en las coaliciones: cualquier cosa es buena si contribuye a mantenerme en el poder. Lo que tenemos en el centro-izquierda es un partido completamente desnortado, sin contenido doctrinal, extremadamente permeable a las influencias de los “grandes laboratorios ideológicos mundiales” que generan teorías-señuelo para distraer del hecho esencial: la crisis y la inviabilidad del capitalismo globalizado.
5) Lo más sorprendente de la derecha es que, si España no se desintegró a raíz de la crisis económica, financiera y de deuda, del período 2007-2011, fue por la llegada de Rajoy, pero después de Rajoy se produjo un momento de crisis en el PP que le hizo perder las elecciones de 2019 y lo situó al borde de la desaparición. Pero mientras la presidencia del gobierno iba trampeando y resolviendo la cuestión de la deuda, rebajando el rating, día a día, consiguiendo que no se disparase hasta la alarma la deuda pública con la que cerró el gobierno de Zapatero (300.000 millones de euros dilapidados en lo que se llamaron planes E) y otros 600.000 para paliar los destrozos generados por el modelo económico de Aznar y luego por la tardía e inútil reacción de ZP, en el interior, el PP iba siendo víctima de la falta de control: la corrupción endémica dentro de los dos grandes partidos, salía ahora a la superficie. Esto hizo que los logros de Rajoy resolviendo las consecuencias extremas de la crisis económica y de la deuda, pasaran completamente desapercibidas. Para colmo, el problema del independentismo catalán se enquistó y en lugar de actuar rápida y contundentemente mediante un “pacto de Estado” con el PSOE que estableciera como delito la secesión de partes del Estado, optó por aplicar el famoso dontancredismo: “que actúen los tribunales” y los tribunales actuaron tarde. Si el PP se ha medio extinguido en Cataluña, ha sido precisamente por la debilidad de Rajoy ante la cuestión independentista, por su falta de decisión a la hora de resolver el problema y por judicializar la cuestión. La sustitución de Rajoy por Sánchez supuso un batacazo brusco del que el PP no se había recuperado al llegar las elecciones de 2019. Es más, durante ese año, para reforzar su posición, Sánchez había aumentado de nuevo la deuda para aplicar políticas “sociales” con las que aumentar la intención de voto, había regalado la nacionalidad a un millón de inmigrantes y renovado la esperanza del independentismo catalán (un gobierno de izquierdas PSOE-Podemos apoyado por los independentistas posibilitaría el referéndum y la secesión, por mucho que esta última parte nunca esté clara). El PP, vivió con espanto el nacimiento a su derecha de Vox y cómo una parte de su intención de voto se trasladaba a esta nueva sigla. La derecha fue víctima de su propia división. Sólo concluidas las elecciones, se hizo evidente que el voto fragmentado a la derecha había contribuido a la derrota de la derecha. A partir de ahí, empezó la recuperación de un PP que, en tanto que partido conservador, no ha entendido que no queda nada de valor por conservar salvo la aceptación de las decisiones tomadas en los centros de poder neoliberal mundiales.
6) Y llegamos a Vox. Durante seis meses, “la gran esperanza blanca” en la renovación de las instituciones, tenida como la llegada del “populismo” a España. El mes que transcurrió entre las elecciones generales y las europeas supuso el ocaso de estas esperanzas. El “populismo” se caracteriza por la capacidad de un partido de arrastrar la adhesión de las clases populares. En España esto es todavía más importante tras el fracaso de Podemos y el descontento hacia el PSOE. Pero, en lugar de fijarse en ese espacio electoral, Vox se ancló deliberadamente en un espacia de derecha a la derecha del PP. ¿Extrema-derecha? Más bien, derecha nacional clásica: anticomunista, con un programa económico liberal, unitarista, católica y decidida a ser una “derecha auténtica” ya que el PP no sería sino una “falsa derecha”… De hecho, buena parte de sus dirigentes había hecho carrera en el PP y su horizonte político no pasaba de las siglas de este partido. La torpeza de Manuel Valls al ver “populismo” en Vox, ha sido el desencadenante, no tanto de la crisis de Vox -abandonado por el electorado de derechas en el momento en que éste percibió que la división del voto de derechas hacía perjudicado a la derecha- como de la crisis de Cs cuyo poder dependía, en parte, del apoyo de Vox y que las invectivas de Valls y de los que se han situado a su lado, está desmoronando al partido. El gran error de Vox ha sido elegir compañeros en Europa y pensar que si se sentaba con Le Pen y Salvini perdería votos en España… Sin olvidar que las sectas católicas corroen el interior de Vox y controlan algunas organizaciones regionales. Y las sectas, siempre unen fanatismo y estupidez. Para que Vox diera un “giro populista” deberían de cambiar muchas cosas en su interior, demasiadas como para pensar que este tránsito pudiera realizarse con facilidad. De convocarse elecciones a corto plazo, posiblemente Vox volvería a ser un partido extraparlamentario similar al que fue, en su momento, el PADE y con el mismo impulso interior: volver al PP y ser reconocidos como “derecha”. Vox, afortunadamente, hasta ahora ha tenido presente que el papel de un partido de oposición es “hacer oposición”, el problema es, desde dónde hace esa oposición: si desde posiciones liberales o desde posiciones populistas-identitarias. Está en su derecho de elegir cualquiera de las dos opciones: pero una de ellas, le facilitaría el favor de las clases populares y la otra le llevaría a la irrelevancia política ante un PP reconstruido. En la elección de “compañeros de viaje” en Europa, los tres diputados de Vox han evidenciado la opción elegida, derecha conservadora clásica católica y devota, en un país con poco que conservar y cada vez con menos católicos y más divididos. Ahí termina su andadura como alternativa populista. Si en algún momento, algunos pensamos que Vox podía ser el “bien menor”, ahora esa visión queda ya algo lejos y nos inclinamos más bien por considerar que, a estas alturas va camino de ser un “proyecto frustrado”.
7) La situación económica no es, particularmente, buena y resulta imposible evitar que golpee a España este mismo año. El año está caracterizado por la guerra comercial China-EEUU, que cabalga sobre la transformación tecnológica que se prolongará hasta mediados del siglo, cuando la “cuarta revolución industrial” haya transformado la tecnología de arriba a abajo. A lo primero, los especialistas lo llaman, de manera eufemística, “incertidumbres geopolíticas”: en realidad, es mucho más que eso. Lo que se está manifestando no es un fenómeno nuevo, sino que ya estuvo presente en la crisis de 1929: los EEUU quieren mercados libres en todo el mundo… salvo en los EEUU en donde tienen derecho a imponer aranceles a las importaciones. Esto puede hacer que las tasas de crecimiento chino caigan por debajo del 6%, induciendo a aumentar el consumo interior, dando salida a los excedentes que no podrán colocarse en EEUU. Pero, esta política tendrá represalias que no beneficiarán a ninguna de las partes y que ralentizarán el crecimiento de la economía mundial. En Europa, esto se notará todavía más por el Brexit que disminuirá el crecimiento de la UE al 2%. Y, en España, concretamente, empezará a notarse una desaceleración moderada de la economía, con una tasa de crecimiento del 2%. Pero, hay un problema en España: la inestabilidad política que, ahora mismo, no tiene abierto solamente el “frente independentista”, sino los necesarios apoyos que precisa Sánchez para formar gobierno. Sin olvidar que el aumento de la deuda pública ha sido excesivo en el año que ejerció como presidente de gobierno tras Rajoy. La dependencia del ladrillo y del turismo, hace que cualquier crecimiento económico en España y cualquier fórmula que mida el PIB, son ficticias y encubren el hecho real: los medios de comunicación y el gobierno llaman a la euforia y han conseguido estimular el consumo y el gasto familiar… cuando la realidad implicaría empezar a apretarse el cinturón y realizar reformas económicas en profundidad. Lo que induce al pesimismo es que, mientras en España el panorama económico es el mismo que el de hace 30 años, nuestro país está prácticamente ausente de la “cuarta revolución industrial”, no invierte suficiente en investigación, la educación -especialmente en matemáticas y asignaturas de ciencias- está hundida y ninguna de nuestras universidades figura en el ranking de las 100 primeras en el mundo.
8) El problema político se reduce a que se ha reconstruido el bipartidismo, pero con una fisonomía nueva: si antes era “bipartidismo imperfecto” (con la presencia de nacionalistas moderados como factor de corrección cuando PP o PSOE no tenían mayoría absoluta), ahora ese “bipartidismo” es “todavía más imperfecto” (los nacionalistas moderados se han convertido en independentistas, han aparecido opciones intermedias como Cs, derecha a la derecha, Vox, e izquierda a la izquierda, Podemos… Pero ninguna de estas opciones tiene fuerzas suficientes como para alterar los grandes equilibrios, sino solamente para actuar como factores interiores desestabilizantes y esto, en un país que carece de cultura de pacto y cuyos dirigentes políticos nunca afirman con quién van a pactar antes de las elecciones y se limitan a arengas aptas solo para convencidos. El gran drama español de nuestro tiempo es que el sistema político está gastado, la Constitución de 1979 ha perdido fuerza y vigor, pero no existe ningún bloque político con entidad suficiente para imprimir las reformas necesarias. Todo esto en un país en el que se vota cerrilmente, sin meditar ni las consecuencias del voto, ni lo que está en juego y en donde el voto como la nacionalidad es algo que se ha ido devaluando progresivamente. Y no existen posibilidades de remontar esta situación dada las características y estructura de la sociedad española.
9) Una sociedad en desintegración acelerada: en ocasiones ocurre que la economía va bien, aunque el país esté gobernado (caso italiano en donde los gestores económicos han aprendido a marchar de espaldas a las decisiones políticas y a no influir en ellas a cambio de que no les afecten negativamente), pero nunca, absolutamente nunca, se ha dado la circunstancia de que una sociedad prospere cuando sufre un proceso de degradación interior. Y la sociedad española tiene cuatro frentes que garantizan un desmoronamiento interior a corto plazo (de hecho, en buena medida ese desmoronamiento, ya se ha producido)
a. Hundimiento de la educación.- Estamos desde hace veinte años a la cola de Europa en materia educativa y nadie, ni derechas, ni izquierdas, ni partidos alternativos, parecen dispuestos a reconocerlo. La democracia es inviable cuando la población no está educada, culturizada y tiene capacidad crítica y de discernimiento.
b. Hundimiento de los nacimientos.- España es el país europeo con una natalidad más baja y Cataluña la región farolillo rojo de la natalidad mundial. Esto se debe a tres factores: costes altos y nulas ayudas para la formación de nuevas familias, activismo GLBTI e ideologías de género, y, finalmente, hedonismo y alternativas a la paternidad (adopciones en el tercer mundo y mascotas domésticas).
c. Inmigración masiva.- Hoy ya no se trata de saber si en España hay 5.000.000 de inmigrantes como dicen los datos oficiales, o si son 10.000.000 entre “nuevos españoles” (inmigrantes que han recibido la nacionalidad española e hijos de inmigrantes nacidos en España) e inmigrantes que todavía no tienen la nacionalidad. Lo cierto es que este contingente ha alterado absolutamente nuestra sociedad: se han disparado los delitos de carácter sexual, se ha roto la unidad étnica y religiosa del país que, hasta ahora, garantizaba la “unidad”, se han creado guetos, se ha dado entrada unos grupos sociales subvencionados que en toda Europa han sido y son verdaderas aspiraciones de recursos públicos (se ha comprado la paz étnica con subsidios) y, lo más importante de todo: se ha alterado nuestra identidad como pueblo.
d. Banalización de todo tipo de drogas.- Al empeñarse Felipe González en despenalizar el consumo de drogas, lo que hizo fue generar las bases para la oleada de víctimas de la heroína que se produjo en la segunda mitad de los ochenta. Luego vino la disminución de la presión sobre el narcotráfico que, en el fondo, anestesiaba a los grupos sociales hasta entonces más jóvenes y rebeldes. Y, finalmente, hemos entrado en el camino de la legalización de la marihuana y el haschisch, como formas de narcotizar a la juventud. Obviamente, existe toda una industria del entertainment con el mismo objetivo en otros grupos sociales.
La combinación de estos elementos es lo que garantiza cuatro consecuencias ineludibles:
a) La fragmentación de la sociedad española en un mosaico de pequeños grupos sociales, cada uno diferente a los demás, que, en ningún caso, tendrán fuerza suficiente para que de ellos pueden salir propuestas de renovación de la totalidad de la sociedad.
b) La victoria de la sociedad “de los tres tercios”: un tercio que vive de su salario y paga unos impuestos cada vez más abusivos, un segundo tercio que vive a salto de mata compuesto por mileuristas y un tercer tercio completamente subvencionado, sin posibilidades de salir de ese gueto, sin esperanzas y, tampoco, sin necesidades, a la vista de que el “salario social” les permite sobrevivir en el día a día.
c) La imposibilidad de imprimir cambios profundos en la sociedad española. Puede acelerarse su desintegración (PSOE + Podemos + independentistas), o ralentizarse (PP+Cs), pero parece muy difícil que se detenga: no existen fuerzas políticas ni sociales, ni económicas, ni mediáticas con entidad suficiente como para que puede imprimirse un “cambio radical de conciencia” en el país que pueda facilitar un cambio del marco político en las próximas décadas.
d) Las únicas reformas que se aplicarán serán las que impongan por su vitalidad y fuerza, los nuevos grupos sociales que han aparecido: fundamentalmente inmigrantes islámicos y minorías sexuales, lo que retroalimentará la crisis del Estado y generará incluso momentos de gran incertidumbre e inestabilidad en materia de orden público y seguridad: el crecimiento del islam siempre ha repercutido así, allí en donde ha estado presente.
10. Conclusión: una democracia desnaturalizada en la que el voto de un toxicómano vale lo mismo que el de una persona con talento, cultura y experiencia, no es una democracia, es un simulacro. Una nación que ni siquiera tiene fuerza para afirmarse como tal y duda incluso de lo que es, si “nación unitaria”, “federación simétrica o asimétrica”, “nación de nacionalidades”, etc, es una nación en crisis. Una sociedad que carece de valores, objetivos, estructuras y referencias comunes, no es una sociedad es un “puzle” de grupos sociales vecinos pero separados unos de otros. Un sistema político que ya se había quedado avejentado a finales de los años 80 y que la inercia ha permitido sobrevivir, no es un sistema político, es una excusa para taponar cualquier posibilidad de reforma. Y todo este magma, dentro de un proceso de transformación tecnológica mundial que se desarrollará en los próximos 30 años y cuyas consecuencias agravarán todos los problemas hasta aquí enumerados. Pero esto no es lo peor: lo peor es constatar que ninguno de los partidos que operan en el Estado, ni ahora, ni en el futuro, van a estar en condiciones de operar las rectificaciones necesarias, ni tampoco existen condiciones objetivas suficientes como para que pueda nacer una fuerza política que, con la furia de una tempestad, arrase con todo lo que tiene la sociedad y el sistema político español de viejo y caduco.
Todos los elementos que entran en la ecuación, indican que no existe potencial suficientemente intenso como para generar un movimiento de cambio en España. Hasta ahora todos han fracasado y mucho más ahora que la sociedad española está enferma, indefensa y atomizada.
Y me gustaría que alguien me convenciera de lo contrario.
Ernest Milá
Nos enseña Goebbels que cualquier intoxicación que desee ser efectiva debe adaptar su nivel al más imbécil de sus destinatarios. Y una prueba evidente del creciente nivel de imbecilidad alcanzado por el género humano son las operaciones de falsa bandera perpetradas, diseñadas o auspiciadas por los Estados Unidos, cada vez más burdas y chapuceras. Hace más de un siglo, cuando su codicia imperialista se fijó en Cuba, los Estados Unidos tuvieron que masacrar la tripulación (mayoritariamente de raza negra) de un buque de su armada, el acorazado Maine, para que los imbéciles mundiales tragaran y ellos pudieran apropiarse de Cuba, Filipinas, Puerto Rico, Guam y otras islas estratégicas del Pacífico. Hace medio siglo, cuando quisieron justificar su intervención en la guerra de Vietnam, los Estados Unidos tuvieron que simular ataques contra barcos de su propia Armada, aunque ya no necesitaron matar a sus tripulantes para que los imbéciles tragaran. Hace quince años, a Estados Unidos le bastó con mostrar unas diapositivas de unos bidones arrumbados en un sótano para convencer a los imbéciles de que Saddam Hussein guardaba armas de destrucción masiva. Y ahora les bastan unos desperfectos en los petroleros que cruzan por el estrecho de Ormuz para convencer a los imbéciles de que hay que endurecer las sanciones económicas o declarar la guerra a Irán.
¡Ah, qué nostalgia de un mundo en el que los imbéciles, para tragarse las intoxicaciones, necesitaban que los intoxicadores organizasen pantomimas convincentes! ¡Oh, imbéciles de antaño, cuánto se os echa de menos!
Estos ataques se perpetraron, además, cuando las autoridades iraníes acababan de recibir al primer ministro japonés, Shinzo Abe, con la esperanza de que actúe como mediador en su conflicto con Estado Unidos. Uno de los petroleros atacados, aunque navegaba bajo pabellón panameño, pertenece a una compañía naviera nipona; y, según ha confirmado el Ministerio de Comercio del Japón, ambos buques portaban cargamentos con destino a este país. Y, en fin, el otro buque atacado contaba en su tripulación con doce marineros oriundos de Rusia, que como todo el mundo sabe es socio preferente de Irán. O sea, los intoxicadores pretenden que nos traguemos que los iraníes, en su empeño psicopático por provocar un conflicto mundial, se dedican a atacar petroleros japoneses o con destino en el Japón, mientras reciben una legación japonesa que puede abrir una vía diplomática en la resolución de sus conflictos; y también que, en su vesania belicista, a los iraníes no les importa poner en peligro la vida de tripulantes rusos, para chinchar a Putin. ¡Olé sus huevos!
Ante una operación de falsa bandera tan burda uno debe hacerse la vieja pregunta que siempre se hacían los latinos: “Cui prodest?”. Y enseguida concluye que beneficia a quienes desean provocar una guerra contra Irán, bien porque lo consideran una amenaza contra sus fronteras, bien porque es la única potencia chiíta que impide la hegemonía saudí en la zona, bien porque la guerra comercial que se está tramando le conviene convertir en un avispero un país que proporciona salida al Índico a Rusia y también al Mediterráneo (a Rusia y a China) con el ferrocarril que está construyendo hasta Latakia, bien porque es la única nación que puede desafiar al imperio del petrodólar (como antes osaron hacer el Irak de Husein o la Libia de Gadafi), si logra normalizar sus relaciones comerciales. No sé si los iraníes son más malos que Satanás, como quiere la propaganda; pero, para perpetrar estas torpezas, necesitarían ser además más imbéciles que los que se tragan operaciones de falsa bandera tan burdas.
Juan Manuel de Prada
Fuente: ABC
https://www.abc.es/opinion/abci-falsa-bandera-para-imbeciles-201906142353_noticia.html
Ha concluido otro ciclo electoral. A falta de las elecciones autonómicas que caerán, sin duda después del verano, hemos pasado dos meses obsesionados con las elecciones generales, locales y europeas (y unas cuantas autonómicas). El sistema político español ha dado resultados completamente diferentes, e incluso opuestos, a cualquier otro sistema europeo. Eso da la medida de su valor: simplemente, vamos en contra de las tendencias dominantes en la UE.
Mientras la socialdemocracia alemana, el socialismo francés y el laborismo británico, se han hundido sin paliativos (e, incluso, en algunos países ha desaparecido por completo, véase el caso italiano), en España, el PSOE es más fuerte que nunca. Ha arañado votos del centro, votos de su izquierda y, sobre todo, ha contado con los votos de los “nuevos españoles”, esos a los que una simple decisión administrativa ha regalado la nacionalidad.
Vox, “la gran esperanza blanca”, se ha quedado a medio gas. En Cataluña no ha logrado implantarse en los municipios: ha obtenido todavía menos concejales de los que obtuvo PxC en las anteriores elecciones. Y, en las europeas, aunque Buxadé, entre en el Parlamento Europeo, lo hace solamente acompañado por Hermann Tertsch y Mazaly Aguilar. Es cierto que entrará en algunos gobiernos municipales y que logre estar presente o apoyar a gobiernos del PP-Cs, pero los resultados están muy por debajo de las expectativas. ¿Qué ha ocurrido? El resultado, es sorprendente a la vista de que el programa para las elecciones europeas de este partido, era bastante realista y podía satisfacer a un público procedente de la derecha, pero también cumplir las expectativas de gentes que hasta ahora han votado a otros partidos. La sensación que da es que el partido se ha deshinchado, víctima de ataques llegados de todos los sectores políticos (desde la derecha más extrema a la izquierda más radical) y buena parte de su electorado ha regresado al redil pepero. Lo cual demuestra, una vez más, la volatilidad del voto.
Pero, en general, lo que ha mostrado este último ciclo electoral es la ausencia, total, dramática, absoluta, de capacidad crítica del pueblo español. No es algo que pueda sorprender: España es el país de la UE en donde más porros se fuma, con un sistema de enseñanza más pulverizado y con más elevado fracaso escolar, con altísimos niveles de adicción a videojuegos y dispositivos móviles y, para colmo, en el que menos librerías abiertas existen, menos movimiento de libros hay en Internet y menores índices de lectores existen.
Así mismo, había que asistir a las mesas de votación para advertir que, sobre todo, los votantes, eran personas mayores en su inmensa mayoría de edades superior a los 55-60 años y con una presencia, por primera vez, significativa de “nuevos españoles”.
Cabría preguntarse, si en toda Europa se va extinguiendo el socialismo, ¿cómo es que en España se ha recuperado? O, cómo es que, permaneciendo cerrada la vía para la independencia catalana, los partidos independentistas polarizan el voto.
Veamos, el voto independentista: en 2015 la suma total de votos entre CiU y ERC ascendió a 1.376.522, mientras que cuatro años después, ha descendido a 1.357.308 votos. El descenso es mínimo, pero lo esencial es que se ha reproducido el sorpasso: ERC es, también en el ámbito autonómico, el partido hegemónico dentro del independentismo. CiU, actualmente Junts per Catalunya, se ha dejado por el camino 130.220 votos. No es que la diferencia sea muy grande, pero lo cierto es que Puigdemont, perdido en Waterloo y sin la más mínima esperanza de poder utilizar su acta de diputado europeo, es un fenómeno que se irá extinguiendo hasta que la falta de fondos para mantener el costoso equipo en torno suyo en el exterior, lo convierta en un fenómeno residual.
Lo cierto es que, en las elecciones generales de hace un mes, los partidos independentistas, obtuvieron 1.626.001 votos. A pesar de no es riguroso comparar los resultados de dos elecciones diferentes, lo cierto es que, en apenas un mes, 268.693 votantes del batiburrillo independentista, se han perdido por el camino. Y eso, si que resulta más significativo.
Lo que sorprende no es el hecho de que el suflé independentista se vaya deshinchando, sino la lentitud con que lo hace y que solamente puede explicarse por la fijación de todos los medios, especialmente de los dependientes de la Generalitat, por el proceso y por lo que tose Puigdemont desde su exilio dorado. Como hemos dicho en otras ocasiones, ningún partido indepe reconoce su fracaso a la hora de llegar al final de su aventura: si bien, está más que comprobado que la independencia es imposible por múltiples factores y que deberían empezar a tomar nota de ello en sus programas, algo de lo que incluso los personajes más lúcidos de estos partidos admiten en sus conversaciones privadas, nadie se atreve a reflejarlo en un programa político, por temor a que el rival (aquí hay dos siglas en juego, ERC y JxC) se vea beneficiado por lo que parecería una claudicación.
Pero lo cierto es que, a medida que pasan los meses, la situación va volviendo al redil: los radicales de la CUP-CDR ya han admitido su fracaso y en las filas indepes se está produciendo la temida selección a la inversa: siguen adelante los más freakys, los más radicales, los menos inteligentes, vaciándose las filas de personajes socialmente relevantes, significativos o de valía.
El verdadero drama, de todas formas, está ocurriendo en la derecha: la división implica en buena medida, desmovilización y cierta tendencia a que el PP se recupere de su crisis. El sorpaso de Cs al PP no se ha producido y la formación “naranja”, da la sensación de que empieza el declive habitual al centrismo español.
Otro tanto puede decirse de la galaxia Podemos que, como preveíamos, remite y pierde sus plazas municipales más significativas. No nos engañemos: Podemos de hoy tiene el mismo nivel que tuvo Izquierda Unida en otro tiempo. Es la izquierda radical de toda la vida que sigue estando ahí con otras obsesiones, con otros rostros, pero ocupando el mismo espacio. Llamar al partido “Unidas Podemos” (¿y por qué no Unidos Podemas?”) ha sido la última ridiculez en la que han caído sus bases como afirmación de las ideologías de género, única oferta de la coalición en su triste colegueo con el PSOE.
Así pues, el panorama político tiende de nuevo a que el PP sea la fuerza hegemónica en la derecha y el PSOE lo sea en la izquierda, con cada vez más partidos intermedios y en sus márgenes y con el cambio de independentistas por nacionalistas moderados. Eso es todo.
Obviamente, los resultados de las elecciones locales y autonómicas, influirán en la formación del gobierno. Las bases socialistas quieren acuerdos con los despojos de Podemos. Los barones, entendimientos con Cs. Pero lo cierto es que la “línea Valls” se ha quedado corta en Barcelona para consumar su asalto a la secretaría general del partido. Y esa línea era la más proclive a pactar con el PSOE. Sánchez puede optar por un gobierno en solitario con apoyos momentáneos, unas veces en Cs y otras en Podemos. Pero, los primeros le exigirán la resolución completa de la “cuestión catalana” y los segundos medidas de ingeniería social y mano tendida hacia los independentistas que pueden generarle problemas dentro de su propia formación.
A fin de cuentas, inestabilidad es lo que nos espera en los próximos cuatro años.
Vox. Deberá revisar su orientación. Va a ser difícil: en el interior hay demasiadas componentes diferentes que pueden llegar a chocar unas con otras. Tiene que gritar más alto algunas consignas (la lucha contra la inmigración masiva) y relegar otras a segundo plano y, por supuesto, revisar su programa económico (que tiene a la liberación del suelo como “medida estrella”…). Veremos con quién ubica a sus tres diputados en el parlamento europeo y lo que dicen.
Con 655.983 votos, 530 concejales (antes tenía un centenar), 25 escaños en cámaras autonómicas y 3 diputados europeos, parece claro que ha despegado, si bien, su éxito no ha sido tan rutilante como se esperaba. No hay que olvidar que de los 2.67 millones de votos que recibió la formación en las elecciones generales de hace un mes, ahora solamente ha podido conservar en las europeas 1.326.305 votos. Exactamente la mitad.
La relativa recuperación del PP hace que Vox deba de estar excepcionalmente atenta a su orientación: si insiste en propuestas liberales, se lo comerá el PP en una legislatura. Si insiste en propuestas propias del “euroescepticismo” a lo Salvini y a lo Marine Le Pen, podría mantenerse, pero necesita marcar diferencias con el PP: y eso solamente puede venir insistiendo en los problemas de la identidad nacional y de la lucha contra la inmigración. Y de los tres diputados europeos, al menos uno (Tersch) no parece que esté completamente acuerdo con ese planteamiento.
Es significativo que los resultados de Vox en Cataluña hayan sido extremadamente pobres y muy alejados de los 75.134 que obtuvo PxC hace 9 años, o de los 75 concejales a los que llegó. De hecho, se han perdido o no se han reconquistado la mayor parte de las concejalías que PxC obtuvo en 2015, período de declive, salvo en Salt por las particulares circunstancias de esta ciudad.
Hará falta, pues, una reflexión mayor y no una simple declaración postelectoral. Si es que esa reflexión es posible en un partido que dista mucho de estar unificado interiormente.
¿Alguna conclusión final? Sí, que los resultados son el resultado de la falta de capacidad crítica del pueblo español que cada vez parece más predispuesto incluso a reconocer sus problemas, a recordar cómo han sido tratados en las últimas elecciones, a examinar lo que proponen los partidos y a identificar problemas reales de falsos problemas. Eso ha hecho que, a diferencia de Europa, en España haya triunfado los que han sido derrotados en otros países. Más aún que el hecho de quien haya o no vencido, lo significativo son las migraciones de voto y su volatilidad que incidan que los electores carecen de razones profundas para votar a unos o a otros.
¿La pregunta del millón? En estas circunstancias, con un pueblo que vota sin criterio de ningún tipo, ¿es viable una democracia cuantitativa en la que gobierne solamente el que obtenga el mayor número de votos, sabiendo que la opinión de la población cambia como una veleta, el frágil y tornadiza? Pregunta retórica, claro está.
Ernest Millá
Si los europeos están ciegos es porque no quieren ver. Se aferran a la creencia de que ?la Unión Europea significa paz y prosperidad, a pesar de los indiscutibles fracasos de ?ese ente en ambos aspectos. Creen que existe una oposición interna entre “patriotas” y ??“populistas”, cuando en realidad ambos grupos invocan la protección del Pentágono ?contra Rusia. Y la estrategia de post-Segunda Guerra Mundial sigue adelante ?precisamente en detrimento de los europeos… sin que estos tengan conciencia ?de ello.?
Después de su victoria común en la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y el Reino Unido ?adoptaron la imagen de su aliado soviético que les proponía el embajador estadounidense ?en Moscú, George Kenan. Para Washington y Londres, la URSS era un imperio totalitario que ?trataba de conquistar el mundo. Así que, en un giro de 180 grados, concibieron la política de ??«contención» (containment) frente a la Unión Soviética, afirmando que el mundo estaba ?dividido en tres partes: el «mundo libre», el mundo ya dominado por los soviéticos y el mundo ?por descolonizar, al cual había que proteger del ogro soviético. ?
Inicialmente, aquel análisis pudo parecer correcto en la medida en que Stalin seguía deportando ?pueblos enteros. Pero, después de su muerte, ya se hizo evidente que aquello era falso. El Che ?Guevara, entonces ministro de Economía de Cuba, escribió un libro contra el modelo soviético y ?trató de continuar la revolución en África, sin pedir permiso a la URSS, pero contando con su ?apoyo. ?
En todo caso, Estados Unidos y el Reino Unido decidieron proteger Europa occidental del yugo ?soviético mediante la creación de los «Estados Unidos de Europa». Aunque eso recuerda ?el proyecto de los europeos de principios del siglo XX, que quisieron unirse en vez de guerrear ?entre sí, en realidad se trata de algo muy diferente, algo que debemos comparar más bien con ?la Liga Árabe? y con la Organización de Estados Americanos (OEA), instauradas ambas en el mismo ?momento. ?
Fueron pocas las personalidades de Europa occidental que se opusieron al proyecto para Europa. ?Sin embargo, teniendo en cuenta las enseñanzas de la repartición del mundo que se había ?pactado en Yalta, los gaullistas y los comunistas franceses mantuvieron la alianza que habían ?establecido durante la Segunda Guerra Mundial y velaron por impedir la creación de una ?estructura supranacional, de manera que cada nación siguiese siendo más o menos soberana, ?a pesar de hallarse bajo las banderas de Estados Unidos y del Reino Unido. Fue con ese objetivo ?que los gaullistas y los comunistas franceses se opusieron juntos al Mando Integrado de ?la OTAN y a la manera como los anglosajones reformulaban la «construcción europea». ?Los gaullistas y los comunistas franceses estimaban que Europa era todo el continente, ??«desde Brest hasta Vladivostok». En efecto, al implementar su particular sistema jurídico, ?los ingleses se habían alejado de la cultura europea mientras que los rusos la extendieron con ?la conquista de Siberia. ?
Todos esos debates deberían haber terminado con la disolución de la URSS, en 1991. Pero no fue ?así. Más bien sucedió lo contrario. Por boca de su secretario de Estado, James Baker, ?Estados Unidos anunció que todos los Estados europeos liberados del yugo soviético ?se integrarían a la Unión Europea y a la OTAN… afirmación que todo el mundo aceptó. ?Simultáneamente, el propio James Baker hizo redactar el Tratado de Maastricht, documento que ?transformaba el Viejo Continente en una especie de «Estados Unidos de Europa» bajo la tutela ?de la OTAN. La moneda única de ese bloque supranacional, el euro, tenía que imprimirse ?siguiendo el modelo del dólar, lo cual sucedió tan rápidamente que no podía ser cierto. ?Desconfiando de Rusia –como siempre–, Washington y Londres impidieron que se le permitiese ?convertirse en miembro de la Unión Europea pero la asociaron en cierta medida al abrirle la ?puerta del G7, que se convirtió así en G8, a partir de entonces con poderes de decisión. ?
Esa etapa de incertitud terminó en 1999, con la caída de Boris Yeltsin y la llegada al poder de ?Vladimir Putin en Moscú. Las instituciones bajo control de Washington adoptaron una actitud ?más dura, se reactivó la estrategia de containment –que había fracasado durante la guerra fría– ?y el oso ruso sustituyó al oso soviético en la imaginación de los anglosajones. Hoy, con diversos ?pretextos o incluso sin pretexto alguno, Washington ha instaurado contra Moscú todo tipo de ?sanciones económicas, políticas y militares y Rusia ha sido expulsada del G8. ?
Para entender el sentido de las elecciones de renovación del Parlamento Europeo, del 23 al 26 de ?mayo, que designará al nuevo presidente de la Comisión Europea, hay que situarse en el contexto ?histórico y estratégico. Estados Unidos ha decidido poner la presidencia de la Comisión Europea ?en manos del alemán Manfred Weber, quien tendrá como misión sabotear el aprovisionamiento ?de la Unión Europea con hidrocarburos rusos. La primera batalla de Manfred Weber será ?poner fin a la construcción del gasoducto Nord Stream 2, a pesar de los miles de millones de ?euros ya invertidos en ese proyecto y de los miles de millones que permitirá ahorrar cuando esté ?terminado. ?
Para que el Parlamento Europeo elija democráticamente a Manfred Weber no es necesario que ?ese personaje cuente con el respaldo de la mayoría de los eurodiputados. Basta con que su grupo ?parlamentario, el Partido Popular Europeo (PPE), obtenga la mayor cantidad de votos. Así que ?Washington ha preparado una asamblea donde el PPE estará en primer lugar y el grupo Europa de ?las Naciones y las Libertades (ENL) quedará en segundo lugar. ?
- Steve Banon, ex consejero del presidente estadounidense Donald Trump, ha sido enviado a ?Europa para servir de consejero al italiano Matteo Salvini y crear una camada de partidos ?identitarios –pero no independentistas–, aunque poniendo especial cuidado en evitar que el ENL ?llegue a obtener la mayoría.
- En aras de lograr ese resultado –a pesar de los esfuerzos de Salvini– fue necesario convencer al ?partido polaco Derecho y Justicia para que se mantuviera en el grupo de los Conservadores y ?Reformistas Europeos (CRE), prometiéndole un aumento «significativo» del número de tropas ?estadounidenses desplegadas en Polonia.
- El 13 de mayo, Donald Trump recibió en la Casa Blanca al primer ministro húngaro Viktor Orban ?y lo exhortó a mantener su partido en el PPE… a cambio de armamento y de gas natural.
- Además, se “filtró” un video que muestra a Heinz-Christian Strache, jefe del Partido de la ?Libertad de Austria (FPO) y miembro de la coalición gubernamental austriaca, en pleno acto de ?corrupción. El video en cuestión es antiguo y su rodaje fue orquestado por una mujer que ha sido presentada como una agente rusa, aunque es mucho más probable que sea agente de la CIA. ?
A pesar de todo lo que la prensa repite constantemente, no existe oposición de fondo entre el ?Partido Popular Europeo (PPE) y el grupo Europa de las Naciones y las Libertades (ENL). Ambos ?grupos se entienden entre sí y lo hacen bajo la batuta de la OTAN, que impone las decisiones ?políticas fundamentales. Sólo existe una repartición de papeles.?
La propaganda oficial sobre las elecciones europeas repite sin descanso que «Europa es paz y ?prosperidad», un slogan incompatible con la misión antirrusa de la Unión Europea.
Hablemos de paz. La Unión Europea ha sido incapaz de liberar Chipre, isla europea –miembro de ?la UE desde 2004– ocupada por Turquía desde 1974. El ejército turco ocupa una tercera parte ?del territorio chipriota, donde ha instaurado una autoridad que colabora con la ocupación turca ?bajo la denominación de «República Turca del Norte de Chipre». Los chipriotas que viven en la ?parte de la isla ocupada por Turquía no han podido inscribirse en las listas electorales y ?no podrán participar en la elección europea [1]. Pero a la Unión Europea no sólo no le interesa el ?destino de esos chipriotas sino que además desembolsa miles de millones de euros en ?subvenciones destinadas a Turquía. Claro, Turquía es miembro de la OTAN.
Hablemos ahora de prosperidad. Sin entrar a argumentar sobre la cuestión del gasoducto ?Nord Stream 2, la Unión Europea ha aplicado la estrategia antirrusa de Estados Unidos con ?tanta eficacia que los países miembros de la UE se han estancado mientras que el resto del ?mundo se desarrolla. Durante la década posterior a la crisis financiera de 2008, el crecimiento de ?China fue de +139%, el de la India fue de +96% y Estados Unidos creció en un 34%, mientras que ?el crecimiento de la Unión Europea retrocedió (-2%). ?
La campaña electoral europea se desarrolla a la escala de los países miembros ya que el ?sentimiento de ser europeo sigue siendo inexistente. Así que no hay partidos políticos a escala ?europea sino uniones creadas entre los partidos políticos de los diferentes países. Tampoco hay ?una jornada electoral única sino elecciones organizadas durante 4 días en los distintos países, ?según las tradiciones nacionales de cada uno de ellos. ?
Si la abstención en las elecciones europeas siempre ha sido tan alta es porque los electores intuyen que todo ese asunto no está nada claro. Más de la mitad de los electores tienen ?la intención de boicotear la votación –incluso a pesar de que el voto es obligatoria en algunos ?países.
Por consiguiente, aun en caso de que los procedimientos para la votación fuesen ?perfectamente democráticos, el resultado no representará la voluntad del cuerpo electoral en su ?conjunto. No será un resultado democrático. Manfred Weber será electo por una minoría de un ?parlamento, electo a su vez por una minoría de los electores. ?
NOTAS
[1] «Cerca de 200 000 chipriotas no podrán ?votar en las elecciones europeas», Red Voltaire, 16 de mayo de 2091.
Por Thierry Meyssan
Transcurridas las elecciones generales españolas del 28-4, hay un océano de comentarios y de análisis, explicando lo que sucedió y lo que podría acontecer en España.
Desde luego, en el ambiente político y en la opinión social, no faltan el reproche, la iracundia y el otorgamiento unilateral de medallas por aciertos, algunas bien merecidas, otras no tanto. Empero, el asunto político capital, sino que está por venir. Y no nos estamos refiriendo a la famosa y pretendida independencia catalana, peligro que, para nosotros, no es inminente ni inmediato.
Está claro que ganó la Línea Globalismo-Sociedad Fabiana-Soros-Macron, cuyo resultado ya lo habían advertido los medios de esas fuerzas internacionales. Esos clanes ya tenían aseguradas la continuidad de sus planes y sus utilidades.
En virtud de ello, se esperaba con toda certeza el triunfo electoral del PSOE y la subida de Ciudadanos, ambos representantes políticos de los intereses y los objetivos de los poderes antes mencionados. En todo caso, la única inquietud que tuvieron –y tienen- es la diferencia de matices entre algunos de sus jugadores en la arena política, lo que podría modificar fragmentariamente sus planes y ralentizar la aplicación de ellos.
Tanto Pedro Sánchez como Albert Rivera-–sin mencionar a otras figuras de esas formaciones- están enfrentados porque, cada uno por su lado, intentan demostrar que son idóneos para inteligir y administrar adecuadamente la gestión del proceso que está en marcha en el país para contraer las consecuencias desfavorables de la crisis y controlar los riesgos que tiene el formato dominante de sus patrocinadores post 2020.
Algo de ésto escribimos cuando fue la destitución Rajoy y la elección de Sánchez, diciendo que el actual presidente, Sánchez, forma parte de una transición y que, por lo tanto, fue posicionado en La Moncloa por las fuerzas internacionales cuyas reglas de juego acepta, pero que ese apalancamiento no implicaba ser el ungido por todos los clanes que integran el complejo que domina en España.
Del mismo modo, comentamos que Rivera tendría que esforzarse para optimizar –léase, eficientemente- su perfil político si quería acceder a la investidura presidencial y que él no poseía el monopolio del Macronismo.1
En consecuencia y más allá de la refriega personal y competitiva entre ambos políticos, la cual, por otro lado, confunde a mucha gente, las piezas globalista-sorosiana-macronianas del PSOE y Ciudadanos van a trabajar sinérgicamente, cooperativamente, tal y como lo hicieron cuando fue el "golpe blando" contra Rajoy y aliándose con sus similares de otros partidos –por ejemplo, la tendencia globalista del Partido Popular- manipularán con el fin de no conceder mayores espacios políticos a partidos como Vox.
Para ello, no es una condición sine qua non que Sánchez y Rivera conformen un solo gobierno, sino que ambos -desde la esfera política y desde los roles de "oficialista" y "opositor"- garanticen -con o sin el asentimiento de la conciencia de sus votantes- la viabilidad de la transición que se vive para ubicar estructuralmente el país en el Modelo Mundo 2030, previa inserción exitosa del Macronismo en España.
Recordamos que el Macronismo es propulsado en Occidente, para contraponerle, ideológica y políticamente, al Trumpismo y que la crisis nacional que sufre Francia, por el momento, no dinamita la magnitud internacional de Macron ni acorta su duración en el Palacio del Elíseo.
Aunque la Línea Globalismo-Sociedad Fabiana-Soros-Macron haya ganado, no todo está definido en su favor ya que no habrá estabilidad política por la ausencia de un liderazgo político hegemónico y la falta quietud en el orden social y económico por la presión de causas endógenas y exógenas, abriéndose un corredor amplio de posibilidades.
Nota:
Diego Pappalardo
Casi un dejà vu. Eso han sido las elecciones del 28 de abril. Se diría que estamos en una pesadilla simbiótica en la que el Zapatero de la primera época (el que tenía “ansías de reforma social”) y el Zapatero de la segunda legislatura (cuya única preocupación era negar la crisis que teníamos encima), derrotan a la derecha. Los análisis sobre los resultados electorales se han prodigado mucho desde que se cerraron las urnas, así que solamente voy a preocuparme de dar algunas notas y observaciones personales:
1) UN PAÍS PARTIDO EN DOS
Los votos que ha recibido la izquierda (PSOE+UP) con 11.186.384 y los votos que ha obtenido la derecha (PP+Vox+Cs) han sido 11.135.772. Los votos independentistas (ERC+JxC+PNV-EH), están próximos a los dos millones. Así pues, el país está roto en dos partes perfectamente igualadas y con el drama de que la “tercera parte” es la que quiere romper el país… Lo peor de esta situación es que, ante esta polarización del electorado en dos bloques, la “tercera España” es, precisamente, la “no España”. El hecho de que el reparto de escaños haya beneficiado a la izquierda, ante la fragmentación de la derecha, es el efecto secundario de la Ley d’Hont, pero lo cierto es que apenas 50.000 votos separan a derecha de izquierda. La izquierda española cometerá el error de considerar que es representante de “todos” y demostrarlo poniendo en marcha las únicas políticas que le quedan: “ideología de género”, “welcome refugies”, dejar que le educación siga pudriéndose, negar la nueva crisis económica que casi tenemos encima, permisividad ante las drogas, que las clases medias y todo el que tenga una nómina subsidie al resto, no tocar los caudales de las grandes fortunas y -al igual que la derecha- aplazar la resolución de todos los problemas.
2) UN PSOE QUE NI ES PARTIDO, NI ES OBRERO, NI ES SOCIALISTA, NI ES ESPAÑOL
Algún ingenuo puede pensar que Sánchez ha “salvado al PSOE”. A nadie se le escapa la incapacidad de Sánchez para afrontar cualquier problema, incluso los fáciles, y que, más allá de los cuatro o cinco tópicos cogidos con alfileres, el programa del PSOE y su práctica cotidiana demuestras que no es un “partido” (sino una serie de federaciones, esto es, de baronías regionales unidad por intereses, a menudo contrapuestos), no es “socialista” (ni siquiera socialdemócrata porque las opciones que defiende ni son las que dieron origen al socialismo en el siglo XIX, ni a la socialdemocracia, sino la doctrina buenista, universalista y humanista difundida hoy por la UNESCO), no es “obrero” (porque la clase obrera está en vías de desaparición en España y hace tiempo que carece de voz propia) y no es “español” (porque desde el zapaterismo, no cree en fronteras y no le importan las fronteras interiores). La diferencia entre ZP y Sánchez es que, el primero era un tonto iluminado y el segundo es simplemente un tonto con ambiciones.
3) UN PP AGÓNICO VÍCTIMA DEL RAJOYSMO
El PP ha caído en una sima de la que difícilmente se recuperará. Es víctima del “rajoysmo” que, a su vez, sucedió al “aznarismo”. Si éste consistía en ponerse a la cola de cualquier iniciativa tomada en la Casa Blanca y generar un crecimiento ficticio de la economía española, sin mirar más allá de sus narices, la política de Rajoy ha consistido en condescendencia ante la corrupción interior, lasitud ante el problema catalán y renuncia al ejercicio de la autoridad y a realizar cualquier reforma urgente que pudiera “crispar” a la izquierda (en especial en materia de educación). El resultado ha sido el que conocemos: en apenas diez meses de gobierno de un perfecto incapaz, sin ideas, sin equipo, sin programa, Sánchez conseguido que se evaporara el recuerdo de la gestión de Rajoy, al que hay que reconocer que, al menos, en materia económica, impidió el hundimiento total del país y consiguió enmendar la catastrófica situación en la que le había dejado el “tonto con ideas” que fue ZP. Al PP le ha ido bien, mientras no ha tenido “enemigos a la derecha”, cuando estos han aparecido en forma de Vox, ha dudado entre mantener posiciones de centro (ocupado por Cs), contentar a su electorado (con posiciones de derecha-derecha) o identificarse con las posiciones su rival por la derecha (perdiendo así su propio espacio político). Al final, ha optado por desdibujar su propio perfil y perdiendo la mitad de sus diputados. Parece bastante claro que la “época Casado” concluirá el día en que se cierren las urnas de las europeas y municipales y que, a partir de ese momento, la derecha deberá cambiar de estrategia.
4) VOX, LA NOVEDAD, PERO NO LA ALTERNATIVA
El único partido que ha conseguido llevar público a sus mítines ha sido Vox: eso parece incuestionable. Pero, como siempre, no basta con movilizar a los “fieles” sino que hace falta algo más. Los 71 diputados que pierde el PP, los hereda Vox en cierta medida, 24, pero quedan 47, de los que Cs, solamente se ha llevado 15. Quedan 32 escaños sin explicar dónde han ido a parar. La respuesta es clara: la división de la derecha le ha mermado escaños. Ahora bien, los resultados de Vox son buenos, si tenemos en cuenta que pasa de 0 a 24 escaños, pero malos si tenemos en cuenta que sus votos, tal como era de temer, proceden solamente de la derecha. Estamos muy lejos del “populismo euroescéptico europeo” capaz de suscitar simpatías en sectores alejados de la derecha tradicional. Y este es el problema de Vox: que su programa respondía excesivamente a los objetivos de la derecha pepera. Generaba esperanza solamente en ese sector ¡pero no en la sociedad! Acaso porque los factores de su programa que podían suscitarla, estaban en “letra pequeña” y no se ha insistido particularmente durante la campaña. Si la dirección de Vox no saca conclusiones y si opta (como ha hecho Podemos en la izquierda) por un electorado tradicional de derechas, en lugar de abrirse al transversalismo, arrojar la morralla neo-liberal de sus filas e introducir temáticas sociales en su programa (y no solamente eso, sino convertirlas en sus ejes de propaganda), estaremos ante otra decepción: la reconstrucción del PP fuera del PP…
5) CIUDADANOS Y EL UNIVERSO PERDIDO CENTRISTA
Cs ha subido, sí, pero no ha arrasado. El que un partido centrista ascienda solamente haya arañado 15 escaños de la derecha (que ha perdido 71), indica que el centrismo ha llegado al límite y que le va a costar mucho ir más allá de donde ha llegado. Además, ahora le queda empezar a sufrir convulsiones internas: las críticas que Valls va a propinar a Rivera, van a pasar a primer plano. Claro está que, mientras siga abierta la crisis catalana, Cs tendrá su espacio propio. El problema de Cs es que todo lo que propone es tan absolutamente flojo y desdibujado que, si remite el problema catalán, Cs desaparecerá con él, como desapareció UCD cuando terminó la transición. No hay que olvidar que la propuesta de Valls sería forzar un gobierno con el PSOE que evite que éste sea deudor de la izquierda marciana de Podemos. A pesar de que las bases del PSOE no están por la faena, lo cierto es que ¿a quién le importan las bases del PSOE? No a Sánchez, des luego, ni a los “barones”. Lo cierto es que POSE+Cs daría estabilidad parlamentaria al gobierno, tendería a resolver definitivamente la crisis catalana y evitaría el que Sánchez tuviera que contar con los problemáticos diputados de Podemos y con los no menos problemáticos independentistas. Caería el gobierno andaluz que se recompondría al día siguiente, trasladando allí esta coalición. No es esta la intención de Rivera… pero sí la de Valls. Por lo tanto, el conflicto interior está servido tras el cierre de las urnas del mes de mayo. Lo que a Valls se le escapa son los efectos electorales que tendría un gobierno de este tipo en España.
6) LOS INDEPENDENTISTAS, NI PASO ATRÁS, NI PASO ADELANTE
Lo más sorprendente de estas elecciones es que el universo independentista catalán ha permanecido impávido como si nada hubiera ocurrido. En Cataluña no ha existido en estos partidos ni un solo elemento nuevo: la independencia está a la vuelta de la esquina y la república está ahí… Y, tan tranquilos. La novedad es que Puigdemont, cada vez se está quedando más rezagado: ya no es un “surpaso” lo que se ha producido entre ERC y el PDCat, sino que, literalmente, ERC se va configurando como el interlocutor único y el único representante del independentismo. La CUP optó por no participar y los resultados del “frente argentino” creado por Dante Fachín con girones de la extrema-izquierda independentista, no le servirá para tener el salario de diputado. Así pues, si hay que hablar de independentismo, habrá que referirse, cada vez más, a ERC, partido en cuyo interior, los “posibilistas” acrecentarán su polémica con los “idealistas”, independentistas radicales para los que la república catalana es ya un hecho y el referéndum del 1-O, una expresión legítima de la voluntad catalana. La impresión queda y lo que se podía ver en los colegios electorales catalanes es que la inmigración marroquí ha apoyado a ERC… Paradójicamente, el partido más rabiosamente catalanista es el que contribuye a deformar, alterar y destruir cada vez más la identidad catalana en función del mito multicultural.
7) CULTURA DE COALICIÓN Y CULTURA DE GOBIERNOS MONOCOLORES, INESTABILIDAD
Como hemos repetido en varias ocasiones, la época de las mayorías absolutas identificadas con una u otra siglo, ha pasado a la historia. El PSOE nunca podrá reconstruir una mayoría absoluta a nivel nacional, a la vista de su pérdida de influencia en Cataluña y Andalucía, y en cuanto al PP, parece difícil incluso que logre superar esta etapa de crisis. Está claro que la alternativa a los “gobiernos monocolores” formados por mayorías absolutas, son los “gobiernos de coalición” formados por distintos partidos. Es normal y hay en prácticamente toda Europa, pero en España no existe cultura de pacto, ni cultura de coalición. El gobierno andaluz PSOE+Cs se disolvió al aproximarse las elecciones y comprobar Cs que le iría mucho mejor desvincularse del PSOE. Porque la “lealtad” y el “honor” en partidocracia son virtudes ausentes. Tras cerrarse las elecciones del 28-A, Sánchez habló de que optaría por gobernar en solitario (demostrando no haber aprendido la lección de estos últimos meses), las bases del PSOE, más realistas, le animaban a pactar con Podemos, los barones a hacerlo con Cs y la realidad, le impondrá equilibrios permanentes, sea cual sea la fórmula elegida, y una inestabilidad que se irá manifestando cada vez más, a medida que falte dinero (el Estado Español tiene dos BILLONES de déficit en estos momentos, un billón más que hace siete años), la economía se resienta, España siga siendo la única puerta abierta en Europa a la inmigración con la merma económica de recursos, etc, etc. Pero si la derecha ha adquirido alguna experiencia en estas elecciones y es capaz de metabolizarla, lo cierto es que deberá actuar en consecuencias: formar coaliciones provinciales o nacionales en las próximas elecciones. Y tanto la derecha, como la izquierda, deberán ser claras en la campaña con qué partes van a pactar en un momento en el que ya no cabe decir la letanía electoral de “aspiramos a la mayoría absoluta y a gobernar en solitario”.
8) MÁS DESINTERÉS, MÁS PARTICIPACIÓN, PEOR CLIMATOLOGÍA
Lo más sorprendente de estas elecciones que han sido las que menos movilización popular han registrado. Salvo los mítines de Vox, en el resto, apenas ha acudido público. La política no ha estado en los debates de bar, incluso la propaganda electoral que se ha recibido en los hogares, ha sido menor que en elecciones anteriores. En principio, podía pensarse, a tenor de estos datos, que la participación oscilaría entre el 50 y el 60% y, sin embargo, ha registrado un récord histórico. ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué ha ido tanta gente a votar? En primer lugar, la climatología: si hubiera hecho un sol radiante, seguramente habría ido menos gente a votar, pero lo nuboso del tiempo en gran parte de España, inducía a no salir de fin de semana. Por lo demás, la tercera edad ha acudido a votar masivamente y los “nuevos españoles” han estado también presentes. En un país en el que la audiencia global de las televisiones generalistas va disminuyendo, los debates electorales pesan muy poco y, en las redes, no se ha producido tampoco un interés masivo por estas elecciones. Además de la división de la derecha, el factor que más ha contribuido a la victoria del PSOE ha sido la puesta en circulación del fantasma del “miedo”: si ganaba la derecha, los inmigrantes serían expulsados, las mujeres verían sus derechos mancillados y, poco menos, que se daría carta blanca a las “manadas” para que ejercieron la violación a discreción. Así pues, se ha movilizado el voto del miedo de manera sutil pero efectiva, lo que, unido a otros factores y a la misma climatología explica la gran contradicción de una población desinformada y desinteresada que ha votado masivamente, como nunca…
9) LA LEY D’HONT O CÓMO FALSEAR ELECCIONES Y OBLIGAR A LA POLÍTICA DE BLOQUES
La ley d’Hont se estableció para sellar un sistema de “bipartidismo imperfecto”. Pero esa situación, que era la que los “padres de la constitución” querían prolongar por toda la eternidad, ya no es la originaria. En la actualidad existen cinco partidos nacionales que compiten por escaños y una docena de partidos regionales que hacen otro tanto. Por tanto, el sistema d’Hont (que prima al partido que ha obtenido más votos y castiga a los siguientes) sirve hoy -como ha servido siempre- para falsear los datos reales. Y la realidad, como ya hemos dicho es que España está dividida entre tres: “derecha”, “izquierda” y “no España”. Este cuadro tendrá indudables repercusiones en el futuro: porque, o bien, se reforma la ley electoral, o bien, a partir de las próximas convocatorias los partidos tendrán que presentarse en “frentes electorales” al estilo de lo que ha ocurrido en Italia. Pregunta: ¿Existe cultura “frentista” en España? Respuesta: no.
He dejado este último comentario para el final. Realicemos los exorcismos previos: todo ser humano, merece un respeto y si ese ser humano tiene algún tipo de minusvalía, con mucha más razón. Ahora bien, una cosa es el universo solidario, el respeto y el apoyo y otro muy diferente, la demagogia humanitarista llevada al plano político. El gran mito de la democracia es “un hombre – un voto”. A nadie se le escapa que el interés por la política, el conocimiento de los mecanismos de la política o de la economía, la inteligencia, la responsabilidad, no son cualidades que están igualmente distribuidas entre todos los ciudadanos.
Seamos claros: la mayor parte de ciudadanos votan sin ser conscientes ni tener capacidad crítica suficiente como para conocer las implicaciones de su voto, ni saber realmente qué es lo que están votando. Será humano, pero no es razonable y permite cuestionar el valor de la partidocracia, ese régimen en el que unos ambiciosos sin escrúpulos en busca de una forma fácil de vida y de ingresos a la sombra del Estado, toman el pelo al ciudadano, le hacen creerse importante, le engañan, le hurtan información fundamental… todo para sentarse en una poltrona y convertirse en intocable “autoridad política”.
Ernest Milá
No es que Bergoglio dé una a derechas, es que no da una. En materia teológica, no sabe/no contesta. En materia social, siempre comparte posiciones ultra-progresistas. Yo entiendo que asumir la pesada carga de la “infalibilidad papal” es un peso desmesurado para un humano en el que rige el viejo refrán castellano de “quién tiene boca se equivoca”.
Vale la pena recordar que la “infalibilidad” aprobada hace, como quien dice dos días, en 1870 en el Concilio Vaticano I, se refiere a cuestiones de fe, como recuerdan los defensores de la institución papal. El Concilio Vaticano II, la refrendó y los teólogos consideran que dicha infalibilidad absoluta no se da cuando el papa habla como persona privada o cuando se dirige a un grupo solo y no a la Iglesia toda. Esto sirve para justificar que cuando Bergolio opina sobre las concertinas de Ceuta y Melilla lo haga a Jordi Évole, no a toda la Iglesia y, por tanto, aquí se cumple el principio de Murphy: “si existe la posibilidad de que alguien meta la pana, Bergoglio la mete como el que más”. A fin de cuentas, es humano y, como tal, puede opinar de fútbol, de política, sobre inmigración o sobre qué rapero le gusta más… y, claro está, equivocarse.
Begoglio no me interesa, francamente. La Iglesia pertenece a ese tipo de instituciones que “fueron”, pero que ya “no son”. De la misma forma que la monarquía actual no puede medirse con la que existió en España en el siglo XIII o en el XVI y la nobleza no es tampoco la misma, la Iglesia que algunos conocimos en nuestra infancia, simplemente, ya no existe.
Raro es el sistema religioso que dura más de 2.000 años en toda su pureza y esplendor. Habitualmente, los sistemas religiosos tienen, como cualquier especie viva, un nacimiento, un desarrollo, una juventud, una madurez, una decrepitud y una muerte. A la Iglesia Católica los problemas de madurez le llegaron con la “reforma protestante”, se rehízo, pero las revoluciones liberales y el Concilio Vaticano I, iniciaron la fase de decrepitud y, tras el Vaticano II, llegó la agonía. Con Bergoglio, la institución está liquidada como tal.
El primer y gran síntoma de que se ha alcanzado esa fase final es la desaparición casi completa de las Órdenes Religiosas tradicionales (franciscanos, benedictinos, cistercienses, trapenses, dominicos, agustinos, trinitarios, etc.) y su sustitución por grupos que, en realidad, son equiparables a cualquier otra secta de la modernidad: Neo-Catecumenales, Comunión y Liberación, Opus Dei, Kikos, Yunke, Familia-Trabajo-Propiedad, etc, etc. De hecho, en las grandes ciudades, estos grupos se disputan el control de las parroquias como si se tratase de una “guerra de posiciones”. Cada uno de estos grupos tiene su propia visión teológica, su propia estrategia, su propio santoral en el que el fundador del grupo tiene un carácter milagrero y axial.
Es curioso constatar que la Iglesia Católica se opuso especialmente al fascismo alemán, desde el momento en el que -a diferencia del italiano o el español- el Estado asumió la educación de la juventud. Era algo que la Iglesia no estaba dispuesta a permitir. Pero hoy, las órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza o bien están reducidas a la mínima expresión, o han desaparecido e, incluso, en el mejor de los casos, su plantilla está reducida a un director miembro de la orden, con un profesorado completamente formado por laicos. Eso ocurre en colegios escolapios, jesuitas, maristas, en la Salle, y mucho más en colegios de órdenes femeninas. ¿Enseñanza religiosa en colegios concertados? Eso, ha pasado a la historia.
Los motivos de la crisis de la Iglesia Católica son muchos y multiformes, el primero de todos que el mundo ha cambiado a más velocidad que la Iglesia. No era culpa, claro está, de la Iglesia: su culpa era no haber previsto estos cambios y haber adaptado su magisterio a ellos. La distancia se ha ido agravando de día en día. Especialmente, en materia de moral sexual, la Iglesia no supo adaptarse. De hecho, no tenía la obligación de adaptarse, sino tan solo de educar a la juventud en una moral sexual que pudieran asumir y que estuviera en consonancia con la tradición de la Iglesia. Pero, el problema era que, a lo largo de toda la historia de la Iglesia, esa ha sido la asignatura pendiente y existió un problema de partida en el intento de universalizar los valores que solamente correspondían al clero (en concreto, el valor de la castidad) a todos los fieles. No se enseñó a dominar el sexo y vivirlo de forma sana, sino a reducirlo a la reproducción. Se esquivó durante siglos que el sexo, además de reproducción servía también para el placer. Es significativo que ninguna de las reformas teológicas y litúrgicas aprobadas por el Vaticano II sirvió absolutamente para nada, en la medida en que la moral sexual permaneció como en Trento.
Políticamente, la respuesta al liberalismo llegó demasiado tarde y cuando la Iglesia quiso intervenir en política, se sacó ese engendro de la “democracia cristiana”, salida de los “partidos populares” que aparecieron en las primeras décadas del siglo XX y que era una simple respuesta a la revolución de Octubre de 1917, aludiendo a una vaga “justicia social” y a una “doctrina social de la Iglesia” que jamás llegó al fondo de la cuestión: la condena de la usura, de los abusos del capitalismo, y que terminó definiéndose como un “centrismo” que, desde el principio ostentó alta capacidad para las corruptelas y un oportunismo sin principios.
Y un buen día el pueblo católico que no cuestionaba los dogmas de la Iglesia empezó a dejar de ir a misa. Pero había algo peor que el cambio de liturgia, el cambio del mensaje que se produjo tras el Vaticano II. La Iglesia tenía que “ir al pueblo”, debía “defender al pueblo de la opresión”. El catolicismo debía “comprometerse” con los pobres y los menesterosos. Una parte de los fieles se apearon del carro primero. Pasaron a engrosar las filas de “católicos no practicantes”. Pero lo que ocurrió luego fue todavía peor: los dogmas se diluyeron en la nada. Se cuestionaron (¿por qué un Dios “uno y trino”? ¿Por qué el dogma de la Inmaculada Concepción? ¿Por qué Dios creó el mundo a partir de la nada? ¿Por qué la Santísima Trinidad? ¿Por qué el dogma de las dos naturalezas de Jesús que ni se mezclan ni se transforman? Y así sucesivamente…). Las creencias de un día, dejaron de tener valor al siguiente y todo empezó a parecer una gigantesca historieta para niños.
Bergoglio es hijo de la crisis de la Iglesia. El último Papa, Benedicto XVI, dimitió como dimite el presidente de un club de fútbol: cuando es consciente que ya no puede hacerse nada para salvarlo del descenso de categoría y cuando ya no se quiere seguir protagonizando una agonía marcada por escándalos económicos, santificaciones a cascoporro, casos de pederastia y desaparición efectiva de la Iglesia en Europa… y de avances en África.
Debo a la Iglesia el haber dado tranquilidad y serenidad a mis padres en el momento de la muerte. Cada sistema de creencias es lo que es y sirve para lo que sirve. Soy ateo y maurrasiano en mis consideraciones sobre la Iglesia, pero considero que la Iglesia ha dado a Europa algunas de sus mejores páginas y ha polarizado los esfuerzos de los europeos y de sus élites durante siglos. Pero ahora ya no. Esto se ha acabado. La lista de los Papas dada por las profecías de San Malaquías -ciertas o falsas- ha concluido. Después de Ratzinger, lo que viene es el período de “liquidación por cierre del negocio”. Y le ha tocado a Bergoglio gestionarlo. Yo creo que ni él mismo piensa en términos de Papa, como cabeza de una institución que tiene en torno a dos milenios, sino como un pobre tipo, con ideas propias, que lee cada día la prensa y que oscila como una caña al viento: ahora toca humanismo, ahora toca progresismo a ultranza, ahora ecumenismo a tutiplé, ahora inmigracionismo… Ya no es Roma la que dicta la ética, la moral y el comportamiento, sino la UNESCO en sus boletines, nuevo credo y nuevos dogmas.
Salvo el Eclesiastés y el Cantar de los Cantares, libros de belleza literaria especial, el resto de libros del Antiguo Testamento, no pasan de ser la historia y la producción de un pueblo especial de Oriente Medio. Hay muchas literaturas similares en la zona y ésta, desde luego, no es ni mejor ni peor que otras. El lastre de la Iglesia asumiendo el Viejo Testamento es uno de los problemas inseparables de la institución. Menos mal, que la romanización y la aportación de sangre nueva en los siglos de la Alta Edad Media, trocó al cristianismo primitivo en catolicismo, europeizándolo. Pero hoy, el continente en el que el catolicismo está más decrépito es en Europa, su tierra natal.
Bergoglio es el gran reflejo de esa crisis, no el desencadenante de la misma, sino el personaje que confirma en que ésta es irreversible. Los casos de pederastia y de homosexualidad entre el clero, así como los escándalos económicos que estallaron bajo Paulo VI, componen las portadas de esta crisis terminal. La entropía -o el agotamiento de energía en el interior de un circuito cerrado- hace imposible un “revival”. La esperanza en que, tras las “tribulaciones”, se producirá la Segunda Venida de Cristo es como la quimera judía de que un día llegará el Mesías.
Las religiones también tienen una “obsolescencia programada”, parecen haber sido creadas para durar dos milenios. Más allá de los cuales, mutan, decaen, se transforman, son sustituidas por otras. Y esto es lo que le ha ocurrido al catolicismo. Quizás, con otro en lugar de Bergoglio, sentado en la silla de Pedro, el final habría sido menos ridículo, pero, no lo dudemos, también se hubiera producido. Porque todo lo que es humano -y la Iglesia lo es, por mucho que su publicidad diga lo contrario- está sometida a la ley de la entropía, esto es a la ley de la decadencia. Ahí están las tonterías que le ha dicho Bergoglio a Jordi Évole para certificarlo…
Ernest Milá
Las noticias que se reciben de Cataluña en el resto del Estado y en el extranjero, tienen desde hace un mes una única dimensión: el proceso por aquella filfa de referéndum del 1-O. Afortunadamente, Cataluña es algo más que un proceso… Pero ¿lo es? Se demostrará en el próximo maratón electoral.
En los comentarios de la población, el proceso no registra el más mínimo interés. La prensa, eso sí, todos los días, da cuenta de las novedades y las cámaras fijas presentan las declaraciones de los testigos… ¿Hay alguien que las vea? Quizás las familias de los acusados directamente implicados en la declaración de tal testigo, los becarios de las redacciones que quedan encargados de seleccionar los clips que mejor convienen a la política de la empresa propietaria del medio y poco más.
Para los independentistas, el proceso se hace sin garantías judiciales y los acusados están indefensos… El problema es que el proceso se está viendo en todo el mundo y los juristas o aspirantes a tales, tienen la ocasión de ver si el proceso se atiene a los estándares judiciales dominantes en todo el mundo, o se trata de un proceso estalinista en el que un vociferante fiscal, a lo Andrei Vichinsky, el que llevó la acusación en las purgas de Moscú de los años 30. Así mismo, los juristas pueden tomar nota de las alegaciones de los defendidos que se basan en esto: “convocar un referéndum no es delito”… olvidando que, en todos los países, hay unos mecanismos constitucionales y legislativos para ello. Y ese es el problema: que todo el mundo está viendo a unos pobres tipos, víctimas de su prepotencia, de su fanatismo y de las engañifas que el “capitán Araña” y de los armadores del “procés”, les lanzaron en este fenomenal embrollo, pillados, unos en su ingenuidad, otros en sus ambiciones y casi todos en su tontería. Que acaben ya el “proceso al procés” que el circo debe continuar con otros números.
Y el circo en estos momentos, en Cataluña, es, sobre, todo, electoral. Pocas elecciones como estas van a ser tan significativas: que ERC se llevará el título de partido mayoritario parece cantado. Pero esa no es la cuestión, sino lo que hará desde la gencat: ¿reconocer que toda la vida política catalana ha estado varada desde aquella malhadada idea del pobre Maragall de iniciar la tramitación de un “nou estatut”, aguas primigenias que han traído estos lodos y que ya es hora de pasar página? O bien ¿seguirá insistiendo en la vía muerta del referéndum, eufemismo para aferrarse a la independencia imposible, inviable y demodé? La primera implicaría el declive definitivo del nacionalismo (¿qué nacionalismo es ese que reconoce la inviabilidad en la construcción de una nación?) y la segunda es más de lo mismo.
Fuera de ERC -con sus diferencias interiores de criterios, con su ausencia de estrategia en este momento, con un déficit en sus análisis políticos y un inmovilismo en sus objetivos, no sea que vayan a decepcionar al elector independentista- el resto de formaciones que apoyaron el procés están envueltas en una crisis de la que difícilmente saldrán: la CUP y el PDCat.
No sin cierta lógica, la CUP ha decidido que no participará en las elecciones generales. Si no se consideran parte del Estado Español, ¿para qué participar en unas elecciones? Buen argumento que cae ante el visible debilitamiento de esta sigla tras los fracasos mayestáticos de las manifestaciones del 21 de diciembre de 2918 y del 27 de febrero de 2019 que debía ser una huelga general y ni siquiera llegó al estadio de embotellamiento general. No es que se ausentes por este motivo o porque reconocen por anticipado la derrota que les aguardaría. Prudentemente, la CUP ha decidido replegarse y concentrarse en las elecciones locales en donde tienen perspectiva de salvar el sueldo a unos cientos de concejales. Veremos si lo consiguen… porque, de momento, lo único que han logrado es que una de sus tendencias interiores, Poble Lliure, sí se presenten y con ellos se una el grupúsculo Som Alternativa de aquel argentino espabilado, Dante Fachín, que dejó en la estacada a Podemos, tras ser su secretario general en Cataluña, y que, tras su “brillante” declaración en el proceso por el 1-O aspira a seguir viviendo del cuento.
En realidad, lo que se está jugando en el interior de la CUP es una lucha para ver quién controla el chiringuito. Se trata de una organización asamblearia que ya parece difícil que haya aguantado los sucesivos fracasos que ha promovido o en los que ha participado, utilizando un lenguaje “revolucionario” y perentorio, más propio de los años 60 y 70 que del siglo XXI. Pero todo se acaba y la sensación que dan las CUP es que hace mucho que llegaron a su techo máximo. Tras quemar a varias promociones de militantes, ahora les queda remitir. Y en eso están.
¿Se acuerdan de CiU? Las siglas dominantes durante el “pujolato” se extinguieron: UDC sigue existiendo como residuo testimonial y CDC se transformó en PDCat para huir de los muchos procesos que la anterior sigla tiene abiertos. La sigla CiU durante un largo ciclo de casi 40 años fue el paradigma de lo que se llamó “el nacionalismo moderado”, pero los casos de corrupción y el aventurerismo de Artur Mas, implicaron el declive de la sigla. Cuando apareció Carlos Puigdemont, el partido ya estaba en crisis y eligieron a un tipo de provincias para estar al frente.
Puigdemont sería eso que en los EEUU llaman un “paleto de la América profunda”, un tipo con pocas luces, pero ambicioso y que, fuera de la política y de la pastelería familiar, literalmente, no tiene donde caerse muerto. La primera jugada le salió bien: para evitar el “sorpasso” de ERC, les propuso una alianza, Junts per Catalunya. Y Oriol Junqueras se lo creyó. ERC renunció a ser el partido mayoritario en Catalunya para subsumirse en una coalición que debía llevar Cataluña a la independencia. Meses después, Junqueras se dio cuenta de que lo habían timado. Se sabe lo que ocurrió después: tras el 1-O todo estalló: Puigdemont se preocupó de salvarse a sí mismo y allí sigue, en su Waterloo particular. Junqueras, en cambio, lleva más de un año en prisión y luce sombrío en el banquillo de los acusados convertido en el predicador de dos religiones que pierden creyentes día a día: el catolicismo y el independentismo.
Puigdemont podía pasar hasta ahora como un político honesto que ha huido para seguir adelante con sus ideas… salvo por el hecho de que ahora se ha sabido que Puigdemont ocultó un informe interno que admitía corrupción masiva en la obra pública ejecutada en Cataluña. Dicho con otras palabras: la corrupción del 3-5% sigue viva y activa, es una herencia del “pujolato” que ha sobrevivido a la descomposición de CiU, al “procés” y que forma parte de la “construcción nacional de Cataluña” tanto como la sardana o los concursos de castellers de TV3. ¿Honestidad? Sí, pero con el 3%. Los datos que presenta El Confidencial sobre este tema, por supuesto, son evitados en la titubeante prensa catalana e ignorados por los independentistas.
Al paleto de Waterloo le ha caído esta noticia, en uno de esos días de desgracia, cuando el gobierno español y el parlamento europeo han tirado por tierra su particular cuento de la lechera. Puigdemont aspiraba a presentarse a las elecciones europeas, ser elegido, recibir inmunidad parlamentaria y volver a España con lo que sería feliz y comería perdices. Le han dicho que no. Napoleón, al menos tuvo una isla para gobernar sus últimos años. Puigdemont solamente tiene su “república digital”. ¿La Crida per la República que promovió? Creada como tramoya “unitaria”, no logró atraer a nadie salvo a escasos sectores del PDCat.
En la última reunión del consejo de dirección del partido, compuesto por 440 miembros, solamente asistieron 176. Puigdemont impuso sus candidatos, recibiendo la hostilidad de buena parte de la organización, especialmente de las comarcas de Gerona (su tierra natal). Pocas horas después de conocerse las listas, 200 afiliados se dieron de baja. Las voces que claman para que el presidente del partido, David Bonvehí, sea sustituido, agravan la situación interior.
¿Qué ha ocurrido? Algo muy simple: a poco de crear Puigdemont La Crida Nacional per la República, se dio cuenta de que carecía de “tirón” y que su recorrido estaba agotado en la misma meta de salida. Así que ha decidido recuperar el control sobre el PDCat e imponer sus candidatos y sus puntos de vista… al margen de las opiniones de los afiliados. Lo que, en la práctica, implica que el centro político del independentismo (lo que en otro tiempo fue CDC) está ahora vacío: porque el PDCat es ya hoy un partido convertido en un mero títere de un paleto exiliado por sus propios errores y por sus torpezas.
Y así afronta el mundo independentista las próximas convocatorias electorales. ¿Qué puede esperarse? Victoria pírrica de ERC antes del mazazo que supondrán las sentencias del 1-O, con sus multas y sus inhabilitaciones. La obsesión por la independencia será sustituida por la petición de amnistía. Dos elecciones más y Rufián tendrá que vivir del paro…
Así está la Cataluña independentista. Menos mal que Cataluña es algo más que el independentismo, mientras que del independentismo se sabe que existe gracias a las noticias que van llegando sobre el “proceso al procés”.
Anexo. Video: La bomba de Trapero en el juicio sobre el 1-O
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Ernest Milá
Reconocemos que, desde que se inició el “proceso independentista”, tendimos a quitar hierro a la situación. Acaso porque desde los años 60 conocíamos al independentismo, juzgamos que ni entonces, ni ahora constituía un peligro para la “unidad del Estado”. Sabíamos que el problema de los independentistas es que apenas tienen contacto con el mundo real. Un conocido de Arenys de Munt solamente tiene conectada TV3 y no permite que sus hijas vean ningún programa en castellano: ese es el paradigma del independentista. Se han creado un mundo cerrado hecho de unas pocas certidumbres en cuya convicción se refuerzan recíprocamente. Al crearse un círculo en el que todos piensan igual, frecuentar comercios que alardean de bandera “estelada”, informarse solamente de medios del propio abrevadero, termina confundiendo la parte con el todo, el sector nacionalista con la totalidad de Cataluña.
- ¿El coste de esta actitud? Sufrir un error de percepción política y elegir estrategias no menos equivocadas.
- ¿Lo peor? No rectificar a tiempo.
- ¿La evocación cinematográfica? Un Titanic que se hunde y cuyos pasajeros siguen bailando una sardana tocada por el cobla indepe.
Cualquier analista político nacido en Cataluña sabía que en 2010-2012, el independentismo carecía de “fuerza social” suficiente como abordar un proceso secesionista. El uso del catalán estaba estancado e incluso tendía a disminuir, no superando nunca el 35%. Hasta esas fechas, los sondeos indicaban que el apoyo al independentismo no alcanzaba al 19%. Este dato y el hecho, igualmente verificable, de que la Unión Europea era una “unión de Estados Nacionales”, era suficiente para decretar que el “procés” terminaría mal para sus impulsores. No hacía falta profundizar más (les hubiera convenido leer a tiempo: 365 quejíos: No sólo se es idiota por creer en la república de TV3”)
Sin embargo, los independentistas, en lugar de presentar su proyecto como independencia si o independencia no, lo plantearon como “derecho de autodeterminación” y eso, consiguió arrastrar a la izquierda porque, daba la sensación de ser una “sana consulta popular”. Entonces Rajoy hizo lo peor que podía hacer: en lugar de declarar inconstitucional cualquier referéndum o simulacro de tal y actuar, tras la advertencia, con todo el peso de la ley, dejó hacer. Pensaba que el tiempo pudriría el proyecto y que bastaría la ley para disuadirlos de su locura. No fue lo suficientemente claro para decir, desde el principio, que esa era una vía muerta y que antes o después los tribunales entrarían en acción como entran cuando un robagallinas asalta un corral alegando que le apetece un pollo con chop suey. Es más, no instó a que la fiscalía entrara en acción y procediera cuando los independentistas empezaron a jugar con los “referéndums populares” en los pueblos.
Junqueras y el núcleo impulsor había alumbrado la peregrina teoría de que el Estado Español era débil -y lo era por la crisis de 2008-2011- y que no podría hacer nada contra el “legítimo derecho a la autodeterminación” (curiosamente, los promotores del referéndum ya daban por sentado que el resultado sería positivo para ellos). La asistencia a las manifestaciones del 11-S terminó por reforzar el engaño: nunca se ha conocido el número real de manifestantes que asistieron a ellas. Pero en 2014 se llegó a decir que habían sido ¡2.000.000! de personas… ocupando el mismo espacio que este 21 de febrero, cuando las cifras más optimistas, hablan solamente de 40.000 asistentes…
A partir de aquí, lo que no era más que el producto de una tertulia de fanáticos que, entre ellos, retroalimentaban su fanatismo, unidos todos estos factores, se generó el espejismo del “peligro para la unidad de España”… El último esperpento que ha alumbrado el independentismo fue el documento de 21 puntos que presentó hace 15 días Kim-il-Torra al gobierno para debatir. La mera publicación de este documento ya indicaba el estado de indigencia intelectual del gobierno independentista catalán.
En realidad, desde el pasado 11-S y, mucho más en concreto, desde el 21-D estaba más que clara la pérdida de apoyo popular al independentismo. Por eso decíamos:
“menos numerosos – más radicalizados – más locos”.
Y anunciábamos la tendencia del independentismo radical a degenerar desde el estadio de “movimiento político” al de simple “secta seudo-religiosa”. El intento de “embotellamiento general” de ayer nos dio la razón.
La Vanguardia, que ayer actuó, no tanto para informar, sino para DIFUNDIR LA HORA Y EL LUGAR DE LAS CONVOCATORIAS DE MANIFESTACIÓN, hoy cubre un tupido velo sobre lo que ocurrió. El Periódico, siempre timorato, a toro pasado, se atreve a titular “La huelga pinchó”. Decir que “pinchó” es poco. Solamente el Punt-Avui trata de transformar el fracaso en puntazo (“Masiva protesta contra el juicio del 1-O”), mientras que el Ara, no en portada, pero si en el editorial, habla de “Irregular seguimiento de la huelga”. A pesar de que el editorial pone algunos puntos sobre las íes, sigue siendo el resultado de la fantasía independentista: que si no hay liderazgo, que si no hay estrategia, que si en el juicio se están desmontando las tesis de la acusación (cuando, en realidad, para quien tenga ojos y vea, está resultando todo lo contrario: los juzgados aparecen como pobres tipos, sin dos dedos de frente, que quieren mantener la dignidad después de haber hecho el ridículo)…
Ayer bastó salir a la calle en cualquier pueblo o ciudad de Cataluña para saber que hubo cualquier cosa menos “huelga general”. Y este fracaso llega en el momento en el que una protesta de este tipo hubiera sido más necesaria para la causa independentista: cuando se está juzgando a sus impulsores y cuando la “sociedad independentista” debía de salir a la calle para apoyar sus ideales. Si hemos de atender al comunicado de la generalitat, los que se declararon en huelga fueron el presidente y sus consellers (“salvo el de Trabajo, para valorar el seguimiento de la huelga” y el de interior para “atender incidencias”…). A primera hora, los restos de la CUP-CDR, crearon problemas de tráfico, pero nada grave. Algunos neumáticos incendiados, cortes de tráfico y poco más. ¿Manifestaciones? Cifras oficiales: 12.000 por la mañana y 40.000 por la tarde. Cero repercusión en zonas industriales, un 11,2% de reducción del tráfico ocasionado por los cortes. Incluso en la enseñanza apenas rebasó el 25% y algo más en las universidades. El pequeño comercio, un 30%... a primera hora, tras el paso de los piquetes, en la tarde, la situación descendió hasta menos de un 10%. ¿Cómo respondieron los funcionarios de la gencat? Menos de la cuarta parte, un 23%, apoyaron la huelga.
¿Qué está ocurriendo? Algo tan simple como que el suflé, al tenerlo demasiado tiempo fuera del horno, se está deshinchando, incluso en los momentos en los que, para el independentismo, se están produciendo acontecimientos dramáticos (peleas entre ellos, dudas sobre las listas a presentar en las municipales, la exhibición pública de unos acusados que parecen idos y que cuentan historias incomprensibles).
Ahora solamente queda ver si, electoralmente, el fenómeno también remite. Lo normal sería una acumulación de voto en el espacio de ERC. Pero ERC tiene a su líder en la cárcel y ni tiene estrategia, ni tiene “hoja de ruta”, ni sus cuadros locales disponen de orientaciones, por dos motivos: 1) por la negativa a reconocer el descalabro y lo aventurero del proyecto indepe y 2) porque acaso no exista estrategia posible para alcanzar la independencia. Ni la hay, ni siquiera es factible elaborarla de la misma forma que un troglodita no puede establecer un plan para llegar a la Luna… Dicho de otra forma: si bien es previsible que el voto indepe se concentre en ERC, lo que no está tan claro es lo que hará este partido con esos votos.
Imposible saber cómo quedará el mapa político catalán en los próximos años. A la volatilidad del voto, característica de las últimas elecciones, se une la multiplicidad de oferta. No hay que olvidar que, en Cataluña, además de los partidos que existen en el resto del Estado, existe también una oferta local propia que hace que el elector tenga que decidir entre una decena de opciones.
Quizás lo único claro es que, sean cuales sean los resultados, los partidos nacionalistas deberían reconocer públicamente la imposibilidad de la secesión, entonar el mea culpa, recomendar a sus miembros que se socialicen y tratar de salvar lo salvable, volviendo al “autonomismo”, si es que el sentido común les impide reconocer que esta segunda línea de defensa, también ha fracasado, lo que ocurre es que la opinión pública española no se ha enterado. Eso, o la extinción progresiva… que es lo que les ha ocurrido a sus hermanos quebecois y lo que está ocurriendo en estos momentos con sus hermanos escoceses…
Era lo que los antiguos romanos llamaban “la extinción sin gloria en el Hades”.
Ernest Milá
La gran broma del mes de enero fue plantear que, si se convocaran elecciones, Sánchez las ganaría. Que ese y todos, absolutamente todos los sondeos anteriores realizados sobre intención de voto, resultan manipulados por el chef del CIS, es algo que no vale la pena ni mentar. Que el CIS es uno de esos organismos procedentes del franquismo (se creó en 1963) que deberían hoy ser “controlados” y seguidos por comisiones de sociólogos y juristas, es casi obligado porque se trata de una institución oficial adscrita al Ministerio de la Presidencia. Si en otras oficinas la corrupción se basa en comisiones a repartir, en el CIS la corrupción consiste simplemente en pasar por cocina los datos obtenidos y reelaborarlos para que beneficien al inquilino de turno en Moncloa.
No hacen falta cifras oficiales para saber que estamos viviendo uno de esos momentos de recrudecimiento de la delincuencia en las calles: es evidente para el que tenga ojos y vea. Así que las cifras triunfales que da Interior son, simplemente, falsas y tratan, de manera torpe y mendaz, de alterar la realidad que, usted y yo, vemos con nuestros propios ojos. Y, de manera análoga, no hace falta tomar en consideración las encuestas del CIS por que van en la misma dirección y tratan, de manera tan evidente como perversa, de encubrir el hundimiento del gobierno Sánchez que, como ya le ocurrió a Zapatero, lejos de solucionar alguno de los graves problemas del país, abre otros nuevos.
A diferencia de ZP, que creía verdaderamente en la ideología de la UNESCO y en el humanismo-universalista que destila este organismo en su “núcleo duro” (una verdadera secta new-age animada en su interior desde el origen de la institución) y, para él, la “ingeniería social” era la forma de cambiar España en dirección a las propuesta de la UNESCO, mucho más que de la Internacional Socialista, lo cierto es que Sánchez es un tipo que carece incluso de ideas y que ni siquiera cree que sea importante tenerlas. Todo consiste en aprovechar cada momento para aplicar las medidas que le sugiere un entorno compuesto por julays, feminitudas y astronautas, tratando de recuperar votos de Podemos y de no perderlos por el centro. Eso explica la falta de rumbo fijo del gobierno.
La figura del “relator” ha durado menos de una semana. Las esperanzas en que el gobierno del Estado aceptara negociar los 21 puntos titulados “Propuesta del gobierno de Cataluña en la cumbre con el Gobierno de España: un pacto de Estado para solucionar el conflicto entre España y Cataluña” se han ido al garete, no por la actitud de Sánchez, sino por la de los “barones” regionales (hoy llamados “patas negras”). Ni siquiera los regalos presupuestarios a la gencat han servido para que el extraterrestre de Waterloo aceptara apoyar parlamentariamente al gobierno y el troglodita que ejerce como “president de la gencat” se ha sorprendido de que su propuesta de 21 puntos fuera rechazada. Pero es que el PSOE no puede permitirse el que las elecciones de mayo le supongan un segundo descalabro generado por la sífilis independentista catalana. Para colmo, el cambio de actitud en relación a Venezuela ha sido otro de los rasgos de esa falta de criterio propio de Sánchez que va a remolque del que grita más.
Y ahora le queda esperar el resultado de la movilización del domingo. Por adelantado podemos afirmar que los convocantes hablarán de “más de un millón de asistentes” que el gobierno civil de Madrid reducirá a “ciento cincuenta mil” y el ayuntamiento a “cincuenta mil”.
Manifestaciones como ésta, Zapatero tuvo que aguantar media docena. Pero hay una diferencia: ahora, el centro, la derecha y la derecha nacional van juntas. Está claro que los medios de comunicación al servicio del PSOE destacarán unas cuantas decenas de manifestantes de grupos “de extrema-derecha”, pero, vale más que no se engañen: los errores y fracasos de Sánchez son de tal calibre (desde el tragicómico asunto del traslado de los restos de Franco hasta el fracaso de la “Operación Relator”, pasando por el anunciado reglamento de armas que ha movilizado contra el PSOE incluso a los clubs de air-soft…) que, si piensan que todo esto lo va a compensar la publicación del “manual de resistencia”, es que la galaxia de la que procede la izquierda extraterrestre es más distante de lo que imaginábamos.
Lo importante de la manifestación no son las cifras sino la impresión que va a causar en los candidatos del PSOE para las municipales. A estas alturas y no está todavía muy claro a quienes van a incluir en las listas, pero todo induce a pensar que no van a figurar muchos “notables”, sino que se tratará de listas de habituales mindundis con aspiraciones y ambiciones. Los que ven la serie “Vota Juan” pueden imaginarse el fuste, temple y calidad de los candidatos socialistas…
¿Qué le queda a Sánchez aparte del CIS y de los editoriales de El País? Que la caña al viento que es su gobierno, opte por la “dureza” ante el independentismo. Era la postura lógica después del resultado de las elecciones andaluzas. Lo que le recomendó Borrell (el único ministro del gobierno con perfil propio e historial y cuya mujer, no se olvide, es presidenta del partido): recuperar la iniciativa política siendo él quien aplique el artículo 155 para así sustraer un tema a la oposición y resolver la “cuestión indepe” para siempre.
Era una decisión fácil de realizar: total, el independentismo está hoy en horas bajísimas (dividido por oposiciones irreconciliables, en donde antes había tres provistos de hoja de ruta, ahora hay cuatro, cada uno por su parte, y dentro de cada partido hay distintas valoraciones de la situación, las últimas movilizaciones han constituido un fracaso: 11-S, 21-D, 7-E… la última de las cuales, una “huelga general”, se suspendió y trasladó a finales de febrero y con una visible selección a la inversa: siguen los más radicales y cegatos, abandonan los más inteligentes).
Y, no nos cabe la menor duda, de que Sánchez, el hombre-desprovisto-por-completo-de-ideas-propias, tanto para su tesis doctoral como para su “Manual de Resistencia”, escrito por Irene Lozano (y que había sido rechazado por Planeta hace dos años…), si el único “puente de plata” que le permita recuperar votos, es la aplicación del 155, lo aplicará sin que le importe un higo todo lo dicho y hecho antes. El que no tiene ideas nunca puede ser considerado traidor a sus principios y Sánchez -que no las tiene- gustaría de presentarse como un “pragmático” partidario de, primero diálogo y luego medidas enérgicas.
Es lo que tienen los figurones sin ideas, que no les importa hacer mañana lo que habían criticado hasta ayer. Uno se pregunta, a la vista de todo lo que ha ocurrido en el PSOE desde el tercer gobierno de Felipe González, cuando ya estaba más que claro que la corrupción generalizada era el único factor verdaderamente nuevo introducido por éste partido en la política española. ¿Cómo es posible que haya sobrevivido el PSOE y no fuera él el primer partido socialdemócrata que se desintegraba como un azucarillo, tal como le ha ocurrido al socialismo francés o al italiano? ¿Cómo es posible que sobreviviera la sigla a un Zapatero? Y, finalmente, ¿cómo ha podido llegar a ser Pedro Sánchez presidente del gobierno?
Pero hoy, las tensiones internas del PSOE son insuperables. El último comité federal ha sido significativo: los “patas negras” han tumbado todas las iniciativas del presidente, mientras los presupuestos siguen atascados y ni siquiera el chef del CIS consigue dar credibilidad ni al gobierno ni al partido. En el interior del partido se vive pesimismo: perdida la esperanza en que el PSC se recupere de su bache y con el miedo a que el nuevo gobierno andaluz saque de las alfombras más basura de la que podía esperarse, lo cierto es que, hundidos estos dos puntales, para el PSOE gobernar con mayoría absoluta es, a partir de ahora, una quimera irrepetible.
La única esperanza era una fórmula de centro-izquierda en alianza con Ciudadanos. Pero, para ello hay que resolver antes la “cuestión indepe” (e, incluso si se resuelve y Cs pierde el que hasta ahora ha sido su gran y único caballo de batalla, es muy posible que el centrismo desaparezca en una o dos legislaturas como le ocurrió a UCD). Por lo demás el “pacta andaluz” ha indicado las preferencias de Cs en las actuales circunstancias.
¿Unión de la izquierda? Solamente hay una fuerza política que está más desmoralizada que el PSOE: Podemos, al que las encuestas condenan a niveles similares a los de Izquierda Unida en los años 90. Y apoyarse en nacionalistas con futuros “gobiernos Frankenstein” es una perspectiva muy problemática a medio plazo. Quizás un Cs reconducido por Valls podría ser el único aliado del PSOE… pero no está muy claro que el enviado de la masonería francesa para poner orden en la política española pueda hacerse un hueco en España.
La realidad es que el PSOE lo tiene difícil, incluso, para reconstruir un sistema de alianzas. Tras la ruptura de las “conversaciones”, los nacionalistas no quieren ni oír hablar de Sánchez. ¿Única esperanza? Aplicar el 155 desde la Moncloa y enfocar una política de alianzas con Cs. ¿Imposible? Las cañas al viento se mecen hasta que se rompen.
Cuando en un ruedo sale del toril un toro manso o con alguna deficiencia, se vuelve a los corrales, luego se le apuntilla y finalmente se ofrece su carne al lado de la de otros productos de casquería. Que el PSOE se vaya haciendo a la idea de que, en las actuales circunstancias, no puede durar mucho y que la única sigla que ha sobrevivido a la transición, está ya a poco de la estación-término.
Indepes ¿los tontos solo saben contar hasta 21?
Hay documentos que son bochornosos y otros que indican el nivel intelectual de sus redactores próximo a la indigencia. Reconozco que, hasta ahora, a lo largo de mis 66 años de vida, no había leído algo tan rematadamente malo, curso y tontorrón como la llamada “Propuesta del Govern de Catalunya en la cumbre con el Gobierno de España: Un pacto de Estado para soluciones el conflicto entre España y Cataluña” (y de los grandes expresos europeos). Dejando aparte el titular pomposo y grandilocuente, casi interminable, resulta imposible tomar en serio un documento que parece redactado por un grupo de alumnos de último curso de EGB. Desde el principio, dijimos que Kim-Il-Torra no pensaba en términos de realismo político, ni siquiera de normalidad psicológica, es simplemente un troglodita, un vestigio de otra época. De encontrarse estadistas de fuste sentados en la Moncloa, la reacción a esta “propuesta” no podría ser más que la de enviar a un equipo de psiquiatras forenses, no para estudiar si el redactor está o no en sus cabales, sino si es un simple discapacitado intelectual.
Este texto debería ser leído obligatoriamente por todos los españoles para comprobar el nivel de inanición intelectual de la clase política. El Mundo cuenta que el documento “ha sido presentado en la mesa del diálogo abierta por el Govern con distintos partidos políticos catalanes, entre los que se encuentran ERC, Junts per Cat y el PSC”. Me pregunto qué hace ahí el PSC. Y me imagino la cara de sorpresa de Oriol Junqueras, en capilla ante su próximo juicio, al leer los 21 puntos.
Desde hace tiempo, venimos diciendo que en el independentismo catalán se está produciendo una especie de selección al revés: los más inteligentes, aquellos a los que les quedaba un mínimo sentido común y eran capaces de percibir la realidad, hace tiempo que se han ido a sus casas; quedan los indigentes intelectuales y los fanáticos. Torra tiene algo de ambas categorías, pero reconocemos, que el documento en cuestión rebasa cualquier límite. No nos cabe la menor duda de que Kim-il-Torra no es el único culpable. Si en el Palau de la Generalitat el nivel de la clase política ha llegado a mínimos, en La Moncloa no es mucho más alto. Cuando el pasado 21-D, en medio de incidentes y manifestaciones muy minoritarias pero violentas, Sánchez ofrecía a la gencat el cambiar de nombre el aeropuerto del Prat por el de Josep Torradellas y rehabilitar a Companys… indicaba a las claras su creencia de que con estas banalidades podría resolverse el problema. A partir de ahí, la gencat entendió el mensaje: además de banalidades, ellos eran capaces de incluir tópicos.
Y así ha salido el documento que ha salido. ¿Banalidades? Dice el documento en sus puntos: “Hacer efectiva una política de fosas comunes”, “declarar la nulidad de los juicios franquistas como paso de memoria histórica”, “denunciar los privilegios derivados del franquismo”… por citar tres, además, mal redactados. ¿Tópicos? “garantía de respeto a los derechos humanos”, “mejorar la calidad democrática de España”, “garantizar la independencia del poder judicial”, “acabar con la limitación de derechos fundamentales”, “garantía de separación de poderes”, “compromiso por la ética en la política”… es decir, un conjunto de reiteraciones que se resumen en lo siguiente: “dejadnos hacer lo que nos dé la gana”. Muy bueno eso de colocar en el punto 8 lo de la “separación de poderes” y en el 11 “garantizar la independencia judicial” para luego añadir en el punto 15 una alusión a “superar la vía judicial que ha de abandonarse”…
¿Novedades? Altísimas dosis de antifascismo: “compromiso para aislar a los grupos neofascistas” (¿a partir de Ciudadanos o a partir del PSC?), “admitir que la impunidad de las actitudes fascistas tienen relación directa con esto” (con la “cultura franquista”, se entiende), “acabar con la complicidad de la policía y los jueces con la ultraderecha” (¿en qué planeta?). ¿El resto? Las habituales defensas numantinas del “procés”: “no amenazar más con la aplicación del 155”, “no se puede gobernar contra Cataluña” (estos idiotas siguen confundiendo “Cataluña” con ellos mismos), “reconocimiento del derecho de autodeterminación del pueblo de Cataluña, que se ha de hacer efectivo”, “negociación de igual a igual con mediación internacional”.
¿El más desternillante de todos? “Frenar el deterioro de la imagen internacional de España”… punto en común con Vox…
¿El resumen? Un documento inaudito, una mediocre redacción de EGB elaborada por un alumno recién llegado de otro planeta remoto que apareció tarde el día del reparto de neuronas. ¿Alguien se lo puede tomar en serio? El “procés” hace tiempo que se ha terminado, la llegada de Sánchez a la Moncloa ha creado esperanzas a Kim-Il-Torra de que todavía pueden obtener algunas migajas. Pero no nos olvidemos que Sánchez no atraviesa un buen momento, ni siquiera entre los suyos: los “barones” regionales ven como su actitud hacia “el procés”, les hace perder enteros en sus feudos. De momento, ahí está Andalucía para demostrar que la ambigüedad en el tema catalán se paga. No han sido los ERES ni la corrupción lo que han descalabrado al PSOE andaluz, sino la actitud del partido ante el “problema independentista”. Tezanos, al parecer, no ha sido muy claro con Sánchez a este respecto. O quizás sea mucho más cierto que en el CIS dicen lo que el de arriba quiere oír. De todas formas, si el PSOE estuviera seguro de que en estos momentos ganaba las elecciones, ya estaríamos convocados a las urnas.
El tiempo pasa y el tiempo juega en contra de Sánchez y de Torra. Del primero porque, antes o después, deberá acudir a la consulta electoral y, da la sensación, de que a medida que pasan los días la situación política (las dudas sobre el apoyo a los presupuestos generales está erosionando al gobierno así como su actitud sobre Venezuela) y económica empeora (las cifras del paro de enero son demoledoras: 200.000 cotizantes menos; ahí es nada), el problema catalán está estancado y sin posibilidades desatascarse salvo “dialogando” sobre tópicos y banalidades…
A los indepes, no les va mucho mejor: siguen sin aclararse las candidaturas para la alcaldía de Barcelona, hace cuatro años había 3 formaciones y una esperanza común, ahora hay cuatro y su ambiente es una olla de grillos. Antes eran más y más inteligentes. Ahora son menos, más limitados y más violentos (los carteles de “alcémonos” puestos por CUP-CDR parece sacada de la literatura cyberpunk, consigna viable solo en el mundo de ficción en el que se mueven). El increíble llamamiento a la “huelga general” que realizó el seudo-sindicato CSC para hoy, se ha tenido que retrasar hasta el 21…
Hace falta ver cómo reaccionará el electorado en las próximas consultas: municipales, europeas y las generales inevitables que se aplazarán lo más posible. Pero, en las actuales circunstancias, no creo que el gobierno logre sobrevivir hasta fin de año. El tiempo se acorta por todas las partes. No excluyáis que según vayan las cosas, Sánchez dé un giro a su actitud en la materia cuando Tezanos compruebe que las encuestas van de mal en peor por el tema catalán y por el deterioro económico.
No creo que a los independentistas les puede ir mejor. Perdidos en sus consideraciones delirantes, han abandonado ya cualquier referencia a problemas concretos: listas de espera en hospitales, cómo afrontar la delincuencia, propuestas para facilitar la vida a los ciudadanos, reformas urgentes en le educación, afrontar el problema de la inmigración y de las violaciones de menores protagonizadas por MENAs, problema que se está volviendo endémico en Cataluña, garantías sobre alquileres y precio de la vivienda, programas de viviendas protegidas, etc, etc, etc. En los 21 puntos no aparece absolutamente ninguna alusión a los problemas de la población, las únicas consideraciones que merecen el interés de la gencat de los trogloditas, es esa retahíla de tópicos y banalidades, el monotema que repiten obsesivamente los indepes en sus tertulias de casinos y en sus ceremonias de confunsión. Nunca un sector político evidenció una separación tal con la realidad de un país. Y eso tiene costes electorales.
No es que los 21 puntos sean negociables o innegociables, es que no hay por donde cogerlos.
"Ideólogos" de la derecha - circo de las confusiones
La derecha en este país siempre resulta sorprendente. Ayer leo en un tren un ejemplar de La Vanguardia, de los que se regalan y nadie lee. Aludía a que el PP de Casado quiere ser “más ideologizado”… Como para echarse a reír. Llego a casa y veo que en el monguerface abundan los comentarios sobre las declaraciones del “ideólogo” de Vox, un tal Bardají, del que jamás había oído hablar. En estos casos, lo mejor es informarse sobre las declaraciones y sobre el declarante. Por supuesto que la alusión al PP de Casado es irrelevante: un “giro ideológico” no puede darse en ese partido por la sencilla razón que jamás han tenido “doctrina” (el término “ideología” es despectivo especialmente si lo entendemos como “superestructura” que deriva de “infraestructuras” mentales y sociales; por eso, para la Escuela de Frankfurt y para muchos, entre otros, el que suscribe, la ideología no es más que una “falsa conciencia”).
El PP, como el PSOE, han sido diseñados como “partidos de poder”. Y ese es el problema, que, a partir de ahora, ese poder lo tendrán que compartir y eso implica que precisan un perfil propio, acusado. A eso es a lo que llaman “giro ideológico” del PP. Pero que nadie se haga ilusiones: si de lo que se trata es de acentuar sus rasgos “conservadores” que vayan cayendo en la cuenta de que ellos han sido partícipes de que en estos últimos 40 años haya desaparecido cualquier valor digno de ser conservado. Por otra parte, claro está, el PP es, como el PSOE, un partido en declive, como aquella novela de Baltasar Porcel, Cavalls cap a la fosca (Caballos hacia la oscuridad). Mayor importancia tienen las declaraciones del dichoso Bardaji porque se asocian a un partido que, por el momento, está en su fase ascendente.
Mal negocio el de Vox si empieza a alardear de ideólogos de medio pelo. Haría bien en reconocer que a los españoles no-ideologizados, todo lo que es ideología y disquisición petafísica, les importa, en las actuales circunstancias, un completo y absoluto bledo. A mí incluido. Y lo dice alguien que nutre sus neuronas deshace décadas, con el pensamiento de la nouvelle-droite y con el tradicionalismo a la luz de Julius Evola, entre otros. Pero esas “doctrinas” sirven para mí día a día, para soportar tiempo en los que hacen falta valores para aguantar uno de los períodos de civilización más negros de la historia. Jamás se me ocurriría predicar una doctrina que carece de posibilidades -como cualquier otra doctrina- de iluminar tiempos de crisis. No puede extrañar que en épocas así, los vendedores de ideologías -como este Bardaji- recurran a rebajas y a restos de fin de temporada.
Lo que leo del personaje no es uno de esos perfiles seductores: que si en 1987 fundó el Grupo de Estudios Estratégicos, que si fue subdirector del Instituto Elcano, que si asesoró en defensa a Eduardo Serra y Federico Trillo, que si fue director de política internacional de FAES, que si está especializado en el pensamiento neocon “del equipo de George W. Bush”, que si impulsó con Carlos Bustelo, Pablo Casado y Enrique Navarro, la fundación Friends of Israel Iniciative y que si en 2018 se dio de baja del PP y se afilió a Vox. Al menos esto es lo que dice Wikipedia que no tiene porqué ser rigurosamente cierto. La extrema-derecha de a pie se ha exaltado con esto de que Bardaji haya tenido relaciones con Israel. De todo ello, me parece lo menos criticable, especialmente si tenemos en cuenta que Blas Piñar fue miembro fundador de la Amistad Judeo-Cristiana y que él mismo compartía el neo-sefarditismo de Giménez Caballero y de otros intelectuales falangistas como Samuel Ros, o el propio Franco. Me sorprende, en cualquier caso, que esto haya sido motivo de escándalo entre la ultra.
De serlo, el perfil del personaje es el de un pepetero que ejerció como correa de transmisión del pensamiento conservador llegado de los EEUU en la primera década del milenio y que justificó iniciativas tan rematadamente torpes como las aventuras coloniales de los EEUU en Oriente Medio. Por que hace falta tener estómago para defender la acción de Bush y de los neocon americanos en política internacional. Un tipo así -insisto de ser ciertos los datos que da Wikipedia, esa máquina de establecer verdades oficiales de medio pelo y, por lo que veo, lo esencial de esta biografía ha sido tomado del libro Spanish Neocon – La revuelta neoconservadora en la derecha española- es, simplemente, un conservador norteamericano, estilo primera década del mileno, transplantado a España y que vive y escribe, en buena medida, para satisfacer a sus contactos al otro lado del atlántico. Pero, bueno, démosle un voto de confianza -por mucho que algunas de sus propuestas fueran equivocadas en su momento y resulten monstruosas hoy, cuando sigue defendiéndolas, como la línea Aznar en política internacional- y veamos que promueve, aquí y ahora.
Su nombre apareció en diciembre como promotor de contactos que él mismo llevaría, entre “la cocina de la Casa Blanca” y Vox. Él mismo alardeó de que sus interlocutores allí son Jared Kushner, yerno de Trump, y John Bolton, consejero de Seguridad Nacional, y antiguo halcón de segunda fila de Bush. En esas mismas declaraciones, siguió alardeando de sus contactos en EEUU. Y de qué manera...
Dijo entonces: “Karl Rove (el gurú que estuvo detrás de los triunfos de George W.Bush y el resurgimiento de la derecha ultra en Estados Unidos) me decía que en Europa nos equivocamos, que entendemos la política como un teatro. Lo que hicieron ellos, y Trump ha llevado al extremo, es coger temas que sean como polos, como imanes, asuntos que movilizan a grupos distintos de electores. Luego, los ordenan y los ponen en relación entre ellos. Es un poco lo que hemos hecho en Vox: coger como imanes la defensa de la caza, de los toros, de la Semana Santa, de las fuerzas de seguridad...Las nuevas tecnologías y las redes sociales te permiten luego conectar, unir a esa gente movilizada por uno de esos imanes", concluye. Y, claro, también se vio obligado a contar lo de su amistad como Steve Bannon: "Ya en febrero, cuando Bannon todavía estaba en la Casa Blanca, yo les visité allí y me preguntó por Vox, algo que me sorprendió". Un portento de amistades en EEUU, vamos…
En aquella ocasión habló elogiosamente de Marine Le Pen y de su capacidad para penetrar en barrios obreros (ahora, al parecer, le ha tocado decir que Vos sigue a Trump y no a Marine que es como decir que se ha equivocado de bus y de parada). Y alardeó de que a Vox en Andalucía le votaron especialmente en El Ejido, en La Mojonera. En la parte más inteligente de sus declaciones explicó: “Tenemos que buscar votos donde la gente sufre la fricción social con la inmigración. Buscar a gente que en su barrio tiene colapsada la seguridad, la sanidad pública. Ahí tenemos que hacer penetración social. Ya lo estamos haciendo”. Vamos, que su amistad con los grandes del neo-conservadurismo norteamericano, le ha llevado a realizar observaciones que nosotros mismos hacíamos hace 15 años como mínimo y aún antes. Pero hay un problema.
El lector puede estimar que los neo-cons de Bush y el conservadurismo de Trump son lo mismo. En absoluto. De hecho, si Trump está en el poder no es gracias a los votantes neoconservadores del 2000, sino gracias a los desengañados que votaron a Obama en 2009 y que ocho años después querían votar cualquier cosa menos al “stablishment” representado por Hillary Clinton. No hay absolutamente ninguna relación entre los ideólogos de la camarilla neo-con y el “nuevo conservadurismo norteamericano que amaneció con Trump).
Desde este lado del océano y gracias a la simplificación mediática y al panfleteo informativo, puede pensarse que, a fin de cuentas, toda forma de derecha es derecha al fin y al cabo y que no hay matices. Y en EEUU, si los hay: matices y rupturas. El hecho de que el Bardaji neo-con de la primera década del milenio y el Bardajji conservador y trumpiano de nuestros días, existan y uno siga sin hacer autocrítica y sin advertir del otro, es significativo de que hay gente que es capaz de adaptarse como un camaleón a cualquier tonalidad, aquí y ahora. En EEUU es, desde luego, algo más complicado y, de hecho, del entorno próximo a Bush, ya no queda casi nada en las esferas del poder norteamericano. Porque, a fin de cuentas, Bush es lo contrario de Trump en todos los terrenos.
Así pues, ¿quién o qué es Bardaji? Respuesta: el gran peligro que tiene Vox. En primer lugar, ¿un ideólogo? Un camaleón más bien, eco de los vaivenes del pensamiento conservador norteamericano… a este lado del atlántico. Ya vimos lo que nos trajo Aznar y aquella derecha que comía de la mano de Bush: una política exterior errática y seguidista para con las aventuras coloniales de los EEUU como en los peores momentos de la Gurra Fría.
Tiene, ciertamente, razón, Bardaji en decir que Vox debe de insistir en los problemas reales de los españoles, pero… atención -y esta es la parte importante que parece ignorar- ¡es que esos problemas existen y hasta ahora ningún partido con capacidad para hacerse oír los ha asumido, empezando por el PP aznariano!
- No se trata de encontrar consignas electorales que transformar en banderines de enganche, sino reconocer que, en España existe problema de la inmigración ¡justamente por que el ídolo de Bardaji, José María Aznar abrió las puertas a la inmigración en 1996!
- No se trata de alistarse al lado de Israel contra el mundo árabe porque en Europa exista inmigración islamista y yihadismo ¡se trata de ser claros e impedir el establecimiento de colonias islamistas en Europa! Y esas colonias se iniciaron en España con Aznar y en Alemania con la muy conservadora Angela Merkel o en Francia con el no menos conservador Jacques Chirac y antes con Giscard d’Estaing…
- No se trata, ahora, de decir que la seguridad ciudadana está deteriorada sino de reconocer que ese deterioro fue la primera consecuencia, ya en tiempos de Aznar, de la política de puertas abiertas.
- Y, finalmente, no se trata de utilizar la preocupación por la “sanidad”, porque en EEUU de Trump hoy, como de Bush ayer, la sanidad está completamente privatizada y en España las privatizaciones se han realizado en las últimas décadas -incluida de sectores de la sanidad- tanto por liberal-conservadores como por socialdemócratas…
¿Saben cuál es el problema? Que los problemas de la sociedad española son reales y que, de lo que se trata, no es de crear consignas para atraer el voto, sino de proponer soluciones viables. No se trata de UTILIZAR los problemas e INSTRUMENTALIZARLOS, sino de reconocer que, inmigración, globalización y neo-liberalismo son las FUENTES DE LOS PROBLEMAS QUE PADECE ESPAÑA Y EUROPA, y que no se trata de “atraer al electorado” circunstancialmente, sino de conciencias a la ciudadanía e incorporarla a una TAREA DE RECONSTRUCCION NACIONAL. Y para ello, hay que vivir esos problemas y no tener una idea aproximada de ellos leyendo informes sociológicos o entrevistándose en la “cocina de la Casa Blanca” con tal o cual pinche de cocina.
Vox hará bien en evitar “ideologizar” sus propuestas. No va a ganar nada con ello. Personalmente, he vivido conocido durante mucho tiempo partidos con vocación “ideologizante” y he acabado hasta el gorro. He acabado igualmente harto de "gentes con contactos en las altas esferas" (dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces), vendedores de humo.
Cuando se critica a Bardaji por haber dicho que “no somos de ultraderecha. Somos la derecha no tradicional. No tenemos nada que ver con la tradición de Falange, ni defendemos el franquismo. No queremos abolir los partidos ni llevar al paredón a los que no piensan como nosotros”, se está cometiendo un grave error. Parece evidente que Vox ni es ultraderecha -salvo para la izquierda-, ni es el conservadurismo tradicional (al menos en su versión actual), ni tiene nada que ver con Falange o con el franquismo, por mucho que no me cabe la menor duda de que habrá falangistas y franquistas que le voten. Lo preocupante no es que Vox no sea esto -algo que, como el valor al soldado, se le supone- sino que en la versión de Bardaji, Vox debería ser una especie de apéndice de la política exterior de los fogones de la Casa Blanca que está pendiente de las oscilaciones de lo que ocurre allí… en lugar de admitir que está en Europa y que los referentes del partido deberían ser los que se están generando aquí, a este lado del Atlántico.
El historial previo de Bardaji hace de él un elemento típicamente aznariano. Lo más preocupante es ese descaro en afirmar que Vox "debería de utilizar electoralmente determinados problemas para atraer electorado", en lugar de defender que el lugar de un partido de esa naturaleza es tener una inequívoca vocación de RECONSTRUCCIÓN NACIONAL Y SOCIAL y eso solamente puede hacer con un partido de gentes honestas, eficientes, con el valor necesario para enfrentarse a dios y al diablo, que piensen más allá de unas elecciones y de una poltrona, que piensen en una bateria de reformas necesarias a ESTE lado del Atlántico en lugar de políticas dictadas al OTRO lado del océano
¿Qué estas propuestas están en Vox? Si es así, cada vez más ciudadanos se sumarán a la honestidad y a la necesidad de una metanoia (un cambio radical de conciencia) total en la sociedad española; si Vox entra en el juego de la partidocracia, subirá y bajará como la espuma, entusiasmará y decepcionará con la misma velocidad que lo ha hecho Podemos y como le ocurrirá a Ciudadanos en la próxima legislatura.
Lo que propone Bardaji es una reedición de la derecha con sabor a chewing gum y aspiraciones a un “nicho electoral” propio. Y lo que España necesita es bastante más. Menudo error cometería Vox dejándose seducir por un “darth vaader” de la vida que entra en la Casa Blanca por la escalera de servicio y como chico de los recados. Lo peor que podría hacer Vox es seguir sus jeremíadas, especialmente, porque el “PP doctrinal” apostará -está apostando- por una línea similar y a eso se le llama “giro ideologizante de Casado”. Y ya se sabe que, para ir y volver, vale más no ir.
Ernest Milá
La situación en Venezuela está en el punto de bifurcación. Maduro decidió iniciar negociaciones con los rebeldes. Hasta la fecha, todas las posiciones geopolíticas han sido determinadas: El bloque atlantista (Estados Unidos, Europa occidental y sus satélites en otras partes del mundo) representa al liberal pro-estadounidense autoproclamado Presidente Juan Guaidó; y todos los países que están del lado de la multipolaridad (principalmente Rusia, China, Irán, Turquía, etc.) apoyan al legítimo presidente Nicolás Maduro. India, otro gigante de la multipolaridad, toma una posición neutral, enfatizando que el problema debe ser resuelto por los ciudadanos venezolanos sin ninguna interferencia externa.
Cabe señalar que en el caso de Maduro, las posiciones de los atlantistas y globalistas, representadas más claramente por Macron y Merkel, coinciden con las tendencias anticomunistas de Trump. Sin embargo, construir un muro con México y al mismo tiempo pedir la reactivación de la Doctrina Monroe, considerando a América Latina como una zona de control exclusivo de los Estados Unidos, por decirlo de manera suave, es incoherente. Pero así es Donald Trump, a esto todos estamos acostumbrados. En general, Occidente actúa en este caso de manera consolidada, en relación con otras “revoluciones de color” – tales como el “maidán” ucraniano, la “Primavera árabe” (incluida Siria), etc.
Todas estas “revoluciones de color” tienen una estructura común. Comienzan con una acumulación crítica de problemas en la gestión del país, y no importa si a la cabeza está un dictador autoritario o simplemente un funcionario corrupto. En cualquier país siempre hay bastantes problemas, y muy a menudo los políticos no pueden (y a veces simplemente no quieren) resolverlos. Otra cosa es cómo organizar y dirigir el potencial de protesta, ya sea para darle apoyo externo, con qué métodos fortalecer la ira social y hacia qué propósito simbólico dirigirla. En esta etapa, también entra en liza la geopolítica: Los globalistas y los atlantistas aprovechan esta situación para sus intereses, y gradualmente los partidarios de la multipolaridad reúnen fuerzas con las que en algunos casos intentan contrarrestar estos procesos (a veces, como, por ejemplo, en Siria, con bastante éxito).
Todo es tal como lo que sucede en Venezuela. Maduro, heredero de Hugo Chávez, el cual no solo era un líder carismático, sino también un firme opositor a la hegemonía global que compartía la ideología del peronismo izquierdista y la soberanía geopolítica, adaptando para Venezuela al filósofo antiglobalización, Norberto Ceresole. El mismo Maduro continúa en general el rumbo de Chávez, pero no tiene una ideología de gran interés. Tampoco puede hacer frente a la crisis económica y social en el país. Denominar a Maduro como político exitoso es imposible incluso con toda la antipatía hacia sus oponentes liberales, apoyados por la hegemonía. Pero Maduro está avanzando por el camino de la resistencia frente a la presión de los Estados Unidos y trata de mantener desesperadamente la orientación hacia la multipolaridad y, a pesar de la presión de los liberales, no se ha separado de la idea de la política social. Por lo tanto, Maduro se ha convertido en un blanco conveniente para los globalistas y los liberales: Combina el rechazo de la incuestionable subordinación a la hegemonía y una política práctica muy desafortunada.
Rusia y China han brindado a Venezuela un apoyo financiero serio en los últimos años. Pero esto no fue suficiente. Por otro lado, en el polo de la oposición liberal no solo hay un apoyo comparable e incluso superior desde los Estados Unidos y los países de Europa occidental, sino también una ideología, así como una excelente gestión organizativa, basada en esquemas clásicos y efectivos de “revoluciones de color”.
La multipolaridad aún no ha alcanzado el nivel de la comprensión y el diseño ideológico, y los compromisos con el liberalismo en la misma Rusia, así como parcialmente en China e Irán, no permiten brindar a Maduro una asistencia ideológica efectiva y promover una gestión sociopolítica exitosa. Ahora este lado débil del club multipolar se hace sentir de manera especialmente clara. Pero Maduro tiene sus ases: El legado político de Chávez, la lealtad del ejército y el apoyo de la población rural del país.
La situación ha llegado a un punto crítico. En el futuro más próximo se determinará por cual escenario se desarrollarán los acontecimientos: Si los liberales locales, que confían en los atlantistas que ya han reconocido al presidente Juan Guaidó, podrán derrocar al presidente Maduro, elegido legalmente (como en el caso de Viktor Yanukovich), o podrá conservar el poder (como en el caso de Bashar al-Assad). Debido a la interconexión de todos los procesos geopolíticos, esto es muy importante: No se trata solamente del destino de Venezuela, sino también de toda América Latina. Y más ampliamente – del mundo entero. La derrota de los atlantistas en Venezuela demostrará finalmente su debilidad y dará un nuevo impulso a la multipolaridad, lo cual afectará a otras zonas – en Europa, Oriente Medio, África y la región del Pacífico. Si logran derrocar a Maduro, esto fortalecerá sus posiciones, aunque sea relativamente, y creará un escollo en el proceso de establecer un campo multipolar.
Con todo esto, el colapso del modelo unipolar en su conjunto está predeterminado. Aquí estamos hablando, más bien, sobre el ritmo del proceso: Se puede acelerar o retrasar, pero no se puede cancelar ni detener. Sin embargo, la victoria de Maduro acercaría mucho más la muerte de la hegemonía.
¿Qué debería hacer Maduro durante las negociaciones? Tiene dos ejemplos: Yanukovich y Assad. Yanukovich comienza las negociaciones, cree a los rebeldes y a Occidente y resulta ser derrocado, y más tarde – un fugitivo miserable. Assad habla a la oposición en el lenguaje de la fuerza, en la primera etapa pierde su posición, pero con la geopolítica correcta (confianza en Rusia e Irán, así como en una estrategia bien pensada de relaciones con Turquía y los kurdos, y con el desprecio total por las demandas atlantistas e islamistas) en el futuro, durante la sangrienta guerra civil, es el ganador. Yanukovich es un fracasado cobarde. Assad es un camino difícil y sangriento pero heroico hacia la victoria. Los islamistas sirios son un análogo directo de los liberales venezolanos. Esta es una red de terroristas siguiendo las órdenes de un centro exterior de mando. Assad lo entendió. ¿Maduro se da cuenta de esto lo suficiente?
Pronto sabremos, quién es, el camarada Maduro, un funcionario corrupto, indefenso y obstinado o el portador de la llama de la gran revolución continental sudamericana en el espíritu de Chávez y Ceresole. Las negociaciones con liberales y títeres de hegemonía son siempre una derrota. No acatan ningún acuerdo ni tratado. Se espera que Maduro pueda leer la situación existente a la luz de una comprensión adecuada de las leyes geopolíticas: Maduro es la tierra, Guaidó es el mar. Ahora tu palabra, comandante...
Alexander Dugin
“¡Váyanse al carajo, yankees de mierda, que aquí hay un pueblo digno!”: Hugo Chávez Frías (11/11/2008).
En el pasado con las armas, y hoy con la retórica jurídica, nuevamente pretenden atentar contra la democracia y contra el Estado de derecho”: Dilma Rousseff, presidenta legítima de Brasil (5/09/2016).
“¡Fuera, se van de Venezuela!” “¡Basta de intervencionismo!”. Así se expresó Nicolas Maduro, el presidente constitucional de su país, ante las acciones claramente golpistas de Washington, al reconocer al autoproclamado en asamblea multitudinaria, Juan Guaidó, como “presidente encargado”.
Así les dio 72 horas a los funcionarios de la embajada de Estados Unidos de América (EUA) en Venezuela, para que abandonen el país. Y agregó su determinación de “romper relaciones diplomáticas y políticas con EUA”. Los asuntos de Venezuela se resuelven en casa. “Solo el pueblo pone y solo el pueblo quita”; él (el pueblo) es el único que elige al presidente.
Fue el presidente de EUA, Donald Trump, uno de los primeros en el mundo que se apresuraron a “reconocer” al golpista Guaidó. Le dijo que lo reconocía como el jefe de Estado “legítimo” de Venezuela, al igual que el vicepresidente Mike Pence.
Habría sido éste, Pence, quien se pronunciaría tiempo atrás, sobre su apoyo irrestricto —“abierto y continuo”— al diputado del partido de la extrema derecha Voluntad Popular, Juan Guaidó, por la “valentía” y “liderazgo” para emprender acciones contra Maduro. Y ahora se autoproclamó interinato, al más viejo estilo napoleónico que se coronó solo emperador, con la idea de convocar posteriormente a “elecciones”.
Ya el pasado agosto de 2018 hubo un intento fallido de golpe contra Maduro, cuando un dron explotó cerca del presidio donde el dirigente pronunciaba un discurso a la nación. De esa manera, no es la primera vez que EUA intenta una acción golpista contra el dirigente, que por lo demás ha sido reelecto en los términos del orden constitucional y legal vigente en su país.
De esa manera, el golpismo antivenezolano es claramente azuzado por EUA. Se trata de la estrategia similar a la que destituyó a Dilma Rousseff de la presidencia de Brasil en 2016, a Fernando Lugo de la presidencia del Paraguay en 2012, la intentona de destituir a Fernando Correa en 2010 de la presidencia de Ecuador, y en 2009 la expulsión de Manuel Zelaya del poder en Honduras.
Sin olvidar Bolivia (2008), Haití (2004) y el mismo golpe contra Hugo Chávez en 2002, cuando el general Carmona anunció que le había solicitado la renuncia al presidente, luego rescatado de prisión por la multitudinaria manifestación social y el apoyo del ejército que lo liberó. Golpe fallido operado contra Chávez.
No así el sangriento de septiembre 1973 perpetrado contra Salvador Allende, donde la junta militar pinochetista recibió todo el apoyo de EUA —la CIA con Kissinger como orquestador— para el derrocamiento y la imposición dictatorial, desde el golpe hasta marzo de 1990.
Ahora, la estrategia pasó, entonces, del “hard power”, al “smart power”; del poder duro al poder “inteligente”. Es el cambio de maniobra intervencionista EUA en América Latina (AL), de la utilización de la violencia con fuerte presencia militarista empleada en el pasado (siglos XIX y XX), a la estratagema sorda del uso de civiles en la trifulca.
Valgan como ejemplo las ofensivas en otras partes del mundo, como la llamada Primavera Árabe, que estalló en 2011 en países del norte de África y Oriente Medio, las “revoluciones de colores” que fueron armadas para generar inestabilidad política con secuelas graves de violencia.
De esa manera, el imperio se propuso tirar gobiernos legítimos e imponer gobiernos títeres, perfectamente manejables desde afuera para el servicio de las empresas trasnacionales.
En esas tareas funciona bien el entreguismo de las elites locales —políticas y empresariales “opositoras”, oligárquicas—, fustigantes y amenazantes que buscan privilegios; nunca el interés general o popular de las clases bajas sumidas en la explotación y la pobreza.
Con el apoyo incondicional, claro está, del monopolio de los medios de comunicación, guiados siempre por la derecha, pagados con financiamiento externo como lo han hecho en el pasado golpista Latinoamericano. De ese modo surten efecto proyectos como el “golpe suave”, más que violento.
Téngase en cuenta que en 2013 WikiLeaks filtró un documento en donde se reveló la orquestación sigilosa, pero persistente, del gobierno de EUA para “socavar al chavismo” mediante la USAID (la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional).
El documento filtrado era del entonces embajador en Venezuela (2004-2007), William R. Brownfield, quien por un lado proponía “llamar la atención sobre la situación de los derechos humanos, como una voz nacional e internacional”, al tiempo que defendía la tesis de aplicar las sanciones como la mejor solución para “acelerar el colapso de Venezuela”, así eso resulte en “meses o años de sufrimiento” para la población. (16/12/2018).
Esa es una muestra de estrategia dirigida desde Washington, pero operada por las representaciones diplomáticas. Porque no solo espían, también juegan un rol en la desestabilización de los países, siempre tras la persecución de metas económicas y geopolíticas.
Para contrarrestar, nuestros países deben estar unidos en la defenza de su soberanía. Solidarios, pese a las amenazas. Claro que unos corren más riesgo que otros, pero nadie queda salvo. En este caso, el pastel no es menos apetecible.
Y la exigencia mínima de los oponentes es que EUA debe sacar las manos de Venezuela. Que la riqueza material de Venezuela es de los venezolanos. Si el petróleo es codiciado no es asunto suyo. La amenaza aumenta cuando se baraja, con datos de la OPEP (2010), que las reservas probadas son por 296 mil 501 millones de barriles, las más grandes del mundo, seguido de Arabia Saudí con 264 mil 516 millones de barriles.
Y así como el petróleo, el oro, el hierro, el carbón, la bauxita, el níquel, el titanio, el zinc, el cobre y los diamantes son venezolanos. Y son los venezolanos los que deciden qué hacer, cómo explotar y a quién vender sus reservas energéticas y minerales.
De ahí que la defensa de la soberana esté primero. No es la decisión de afuera, vía el uso de la fuerza que se torna intervencionismo imperialista de los EUA. La obligación latinoamericanista es contra la violación de los derechos de los pueblos; más desde México por la calidad moral de su gente, desde que el gringo le arrebató la mitrad de su territorio a mediados del siglo XIX.
Los últimos golpes de Estado propiciados por ellos, han sido “parlamentarios”, como lo denunció Dilma. Junto a la USAID, también la Fundación Nacional para la Democracia (NED), ha sido denunciada por su activismo desestabilizador y golpista.
En agosto de 2016 un “impeachment” operado por el Senado de su país la derrocó por supuestos “crímenes de responsabilidad”. En 2013 habría llegado a la embajada de su país quien antes estuviera en Paraguay, Liliana Ayalde, con una larga experiencia de la USAID en Colombia.
En 2012 se realizó el “juicio exprés” a Fernando Lugo para destituirlo del cargo, como “responsable” de un enfrentamiento entre policías y campesinos, donde murieron siete, entre otros señalamientos. En su momento, la embajadora dijo que “los actores políticos de todos los espectros nos buscan para oír consejos”; además, “nuestra influencia aquí es mucho mayor que en nuestro rastro” (fuente: https://tinyurl.com/ycduouos).
A Correa le sucedió en 2010. A Zelaya en 2009. En 2008, tras una orquestación similar, el ministro de la presidencia denunció: “El corolario de una escalada de complot, conspiración y sedición cívico-prefectual” organizada por Estados Unidos, atendiendo al “mismo libreto”, contra lo cual “se pretende instalar procesos de transformación profunda —como los de Evo Morales— que tratan de recuperar la soberanía, la dignidad, los recursos naturales”.
Contra todo eso hay que protestar, denunciar y luchar. Contra el injerencismo, el intervencionismo, la desestabilización, el golpismo, la intromisión extranjera; contra el acoso de la derecha, los medios antipatriotas, etcétera. Por eso mismo hay que señalar que es repudiable la intentona golpista en Venezuela. México adoptó una postura digna frente a esta situación, al igual que Bolivia, Cuba, Turquía y Rusia, entre otros.
De lado del golpismo quedan la OEA de Luis Almagro, también países como Ecuador, Perú, Brasil, Chile, Paraguay, Guatemala, Argentina, Costa Rica, entre otros. Son avales del intervencionismo en Venezuela y en contra de Maduro; pero que vayan poniendo sus barbas a remojar, con Trump y Pence ante el espejo.
No se olvide que el futuro posible de la región pasa por la defensa de la soberanía y el respeto a las decisiones de sus pueblos; los electores natos de sus representantes. No títeres para servir al de afuera. Es decir, defender a Venezuela es defender a nuestros propios países de un imperio en decadencia, que se resiste a morir.
Salvador González Briceño
Los medios de comunicación franceses han desvelado que el presidente francés -que está en este momento en sus horas más bajas- "vigila de cerca" las conversaciones con el partido Vox para formar Gobierno en Andalucía y advierte a Ciudadanos, de que "no puede haber alianzas con la extrema derecha" en España.
Una fuente del Palacio del Elíseo señaló a un grupo de corresponsales de medios extranjeros, entre ellos EFE, que "trabajar con un partido de extrema derecha no es algo anodino" y que "lo tendrán en cuenta" en su "reflexión" para elegir a sus socios en Europa.
"Observamos, y somos muy claros sobre el hecho de que no puede haber alianzas con la extrema derecha", indicó. La fuente reconoció que "por el momento no hay una alianza de fondo" con Vox, por lo que no se puede especular sobre sus posibles consecuencias, pero destacó que las negociaciones en Andalucía son "un punto de vigilancia" para el Gobierno francés. "Miramos lo que hace el Partido Popular, pero evidentemente también lo que hace Ciudadanos, con quienes (...) En Marcha -el movimiento del presidente francés, Emmanuel Macron- tiene vínculos amistosos desde hace tiempo", señaló.
El Elíseo recordó el "fuerte compromiso europeo" del partido liderado por Albert Rivera y llamó a "respetar los principios sobre el fondo y sobre los socios que se eligen en los gobiernos, incluso en los regionales".
Para Francia, la irrupción de Vox en las instituciones "demuestra desgraciadamente que no hay una excepción española" al auge de los partidos de extrema derecha.
En su análisis, el resultado de la formación de Santiago Abascal en las elecciones andaluzas enseña que "España no está a salvo de un sentimiento nacionalista y quizá también de un sentimiento de renovación política, que ya se había expresado por la emergencia de dos nuevos partidos, en la izquierda y el centro-derecha, con Podemos y Ciudadanos".
La advertencia del Elíseo es la más fuerte lanzada hasta ahora por Francia sobre posibles pactos con Vox, después de que la ministra de Asuntos Europeos, Nathalie Loiseau, rechazase el martes en Bruselas cualquier compromiso "con un partido de extrema derecha que abandera valores que son totalmente contrarios a nosotros"…
Precisamente, un exdiputado de la mayoría "macronista" en el Parlamento francés, Manuel Valls, se ha destacado en España, en esta ocasión como candidato a la Alcaldía de Barcelona, por defender un gran pacto de Estado para frenar el paso a la extrema derecha.
Macron ganó las elecciones presidenciales de 2017 en la segunda vuelta frente a la ultraderechista Marine Le Pen, con un mensaje europeísta, es un mero producto mediático, sin ideas ni talante propio, presentado por los medios como la antítesis de los valores reaccionarios del nacionalismo. Las mismas fuentes del Elíseo han insistido en que el presidente francés mantendrá este año su "discurso firme" sobre los derechos humanos y el respeto al derecho internacional frente a la "ola nacionalista". Dicho de otra manera: globalización – multiculturalidad – inmigración masiva – pérdida de identidad europea de Francia.
Por todo ello, no estamos muy seguros de su esta declaración beneficiará a Ciudadanos -tal como se pretende, inicialmente- o bien, operará en su contra. Lo cierto es que la clase política francesa, al servicio de la oligarquía económica, parece muy interesado en la política española y, en concreto, por Ciudadanos. Después del desembarco de Manuel Valls, ex ministro del interior de Sarkozy, ahora las declaraciones de Macron van en la misma dirección: reforzar a Ciudadanos.
Lo único cierto es que Emmanuel Macron se haya en horas muy bajas, sin prácticamente apoyos, aislado en un Elíseo defendido únicamente por las fuerzas policiales y con un amplio movimiento popular -los “chalecos amarillos”- en la calle maldiciendo su nombre y sus nuevas medidas para presionar a la clase media francesa.
Ernest Milá
El año 2019 ha empezado bien a nivel internacional. La primera noticia (y, desde luego, la más esperanzadora) es que los EEUU han hecho efectivo a partir de hoy su salida de la UNESCO. Ciertamente, han dejado atrás una deuda de 600 millones de dólares, pero parece lógico que el presidente Trumb se niegue a pagar los desvaríos de la secta que se escuda en estas siglas para difundir mensajes excéntricos y ser el laboratorio de ideas de la izquierda marciana. Estoy seguro de que se hablará mucho más de que, también hoy, se retiran las últimas tropas de EEUU de Afganistán… si bien quedarán los “contratistas” y, en cualquier caso, el daño ya está hecho y el país tardará en recuperarse de 40 años de guerras continuas (primero, invadido por los soviéticos y desde hace 17 años por los EEUU).
Bolsonaro hoy toma posesión de su cargo. El gobierno ha evitado el amargo trago de algún miembro del gobierno quede al borde de un ataque de nervios al ver que otro gran país (casi un imperio) cae en la órbita del populismo. Lula, el amado de las ministronas del PSOE, de momento, ha celebrado el fin de año y el tránsito de gobierno en la cárcel.
Más cerca, en Francia, el movimiento de los “chalecos amarillos” sigue vivo y activo. Es, nuevamente, la revuelta del hombre de la calle, harto que el legislador no legisle y, cuando lo hace, sea en beneficio de las minorías más extrañas que pueda imaginarse. Macron todavía no ha interpretado el fenómeno y sigue sosteniendo que es la odiada extrema-derecha quien mueve los hilos. Se ha olvidado de que, una cosa es ganar unas elecciones y otra muy diferente estar en condiciones de gobernar. En realidad, estamos asistiendo a la agonía de la Vª República. La brutalidad que está utilizando el gobierno para sofocar las manifestaciones es indicativo del estado de confusión mental del gobierno. Suerte tiene el poncio del Elíseo en que la revuelta haya estallado cuando no ha llegado al ecuador de su mandato. Pero lo cierto es que, comparado con los que ocurrió en mayo de 1968, esta protesta es masiva, no circunscrita a los recintos universitarios y que engloba a las clases medias, hartas de las mentiras estadísticas. Y esto no se arregla con un par de medidas cosméticas: hoy cabe preguntarse en Francia ¿quién diablo apoya a Macron además de las fuerzas de seguridad del Estado (y veremos durante cuánto tiempo)?
La izquierda europea sigue demostrando no entender el nuevo escenario que se está creando: después de decir durante treinta años “que viene el lobo”, el lobo ya está aquí, está co-gobernando Italia y Austria, está gobernando en Hungría y Polonia, está presente con más del 10% en casi toda Europa (en España ya es cuestión solamente de esperar a las próximas elecciones), mientras que la socialdemocracia implosiona y se convierte en tercera, cuarta fuerza política o, simplemente, desaparece. Lo que ha ocurrido es que la izquierda, lleva treinta años proclamando que la “extrema-derecha” destruirá a las instituciones democráticas… y, de momento, allí en donde gobierna, no ha ocurrido nada similar, ni se le espera: ahora toda España donde ilustres idiotas como Ernest Maragall han llamado a un acuerdo entre todos los partidos para no pactar con Vox, o cuando Podemos ha encajado mal su derrota andaluza y el desalojo traumático del “régimen andaluz”, demostrando los destrozos del porro en cerebros inmaduros.
Es significativo que el primer anuncio de TVE después de las campanadas de media noche fuera uno en la que un actor bastante bueno, Alejo Sauras, presentara a unos desconocidos que se levantaban y alardeaban de lo bien que va España. El primero resaltaba que “España es el país que acoge a más refugiados”, otro cantaba las virtudes de que “España es el país que más artículos científicos publica”, otro que nuestro sistema sanitario es envidiable porque estamos a la cabeza de los transplantes… claro está que ninguno explicó que somos líderes en fracaso escolar, en delincuencia, en mileuristas, en contratos-basura, en despilfarros autonómicos, en corrupción, en ineficacia de las instituciones y la única puerta para los asaltos de la inmigración masiva en Europa, el país líder en fumetas, porreros y colgaos meca de los empanaos de todo el mundo, el país de Europa con más okupas por metro cuadrado, el único país del mundo en el que 12 años después del estallido de la burbuja inmobiliaria se ha creado una nueva burbuja, el país en donde la natalidad está más en peligro (Cataluña está en cabeza mundial de la crisis de nacimientos)… Y esto, no sólo gracias al gobierno del okupa y de sus ministronas, sino al papanatismo de Rajoy. Porque, lo cierto, es que los que tenemos tendencia a viajar y a fijarnos en lo que vemos, podemos afirmar, con harto pesar de nuestro corazón, que España es, en estos momentos, el país con una sociedad y un sistema más desintegrado de todo Occidente, con una constitución avejentada, desarticulado por 17 autonomías y con una clase política en la que está completamente ausente cualquier atisbo de inteligencia y rebosa ambición, una de las que han generado una mayor brecha entre ellos y la población.
El okupa de la Moncloa, cree, como Macron, que es posible negar la realidad con unos cuantos anuncios y declaraciones altisonantes. Ignora que los informes sobre la gravedad de la situación económica (hemos llegado a los dos billones de deuda, cuando hace 10 años estábamos justo a la mitad) recorren las direcciones estratégicas de los bancos y de los fondos de inversión y que, probablemente, en 2019, pero, desde luego, nunca más tarde de finales de 2020, se producirá una nueva convulsión que nos pondrá en el candelero de la crisis económica. No pinta bien la economía española, ni para el 2019, ni mucho menos para el 2020. El hecho de que el IBEX haya perdido en 2918 un 14% es indicativo de la gravedad de la situación. Para colmo, las previsiones internacionales indican que se producirá un “frenazo” económico e, incluso, el gobierno español ha rebajado la previsión de crecimiento a un 2,6% (algo que coincide con las previsiones de la OCDE) por debajo del listón en el que se crea empleo. Se atribuye al Brexit (que debería formalizarse el 29 de mayo) la responsabilidad de este parón, pero lo cierto es que las causas son mucho más profundas.
Pero, eso sí, los que viven de campañas electorales y de mendigar el voto, tendrán buenas ocasiones para movilizarse en 2019: en primer lugar, tocan elecciones municipales y autonómicas que presagian un descalabro por parte de la izquierda el 26 de mayo. Pero, el okupa de la Moncloa ha declarado que, si no es capaz de sacar adelante los presupuestos, puede convocar elecciones generales… Lo que induce a pensar que ERC y el PDCat le apoyarán, por simple interés: estos por mantener vivo el “procés” (saben que un eventual gobierno de centro-derecha con la presión de Vox, supondría, no solamente el entierro definitivo del “procés”, sin margen para negociación de ningún tipo, sino la aplicación inmediata del 155 de una manera bastante más radical que en la ocasión anterior) y el okupa para evitar el desahucio y agotar la legislatura. Pero, en cualquier caso, en la posición de debilidad del gobierno, aislado, además, de toda Europa, el margen para llegar al final de la legislatura es mínimo y, el hecho de que la mayoría del PP en el senado le impida sacar adelante cualquier ley, ofrecen un negro futuro al gobierno del okupa y sus ministronas.
En mayo tendrán lugar las elecciones al Parlamento Europeo. Cruciales porque en ellas se comprobará si el avance de las fuerzas “populistas” y el retroceso de la izquierda socialdemócrata, se confirman. Tal y como está configurada la UE, el Parlamento tiene un gran peso a la hora de apoyar leyes y medidas. No parece que, a estas alturas, nadie en la UE -salvo los muy estúpidos, entre ellos el okupa de la Moncloa- esté dispuesto a atreverse a dar más cancha a la inmigración masiva; hasta ahora ha sido posible introducir a millones y millones de inmigrantes innecesarios en el continente (en esta última hornada de 2015-2018 con la excusa de que se trataba de “refugiados”) gracias a la colusión entre el centro y la izquierda. Pero, mientras que para la izquierda el abrir las puertas se ha convertido en una cuestión de principios, para el centro (especialmente para los restos de la democracia-cristiana europea) es tan solo una forma de oportunismo que le ha llevado a reducir su cesta de votos. Hace falta ver si esto seguirá así o si las europeas de 2019 convertirán al parlamento europeo en la nueva muralla contra la inmigración masiva. Porque, ahora, lo que Europa precisa no es evitar que lleguen más inmigrantes, sino sacarse de encina a los millones y millones que han llegado en los últimos años y para eso se precisa una amplia mayoría en el parlamento, reafirmar su identidad, reconstruirla y sanear su sociedad. Eso y, por supuesto, una voluntad de reformar una institución estancada en los últimos 15 años que, es más un lastre que un proyecto de futuro. Todo lo que no sea pensar en términos de Europa como actor de primera fila en la política mundial, es no servir a los intereses de Europa y ser, a fin de cuentas, un organismo inútil.
En enero comenzará el juicio al “procés”… Va a ser muy difícil que los procesados salgan indemnes. Sin olvidar que el proceso tendrá en la acusación, no sólo a la Fiscalía, a la abogacía del Estado, sino también a Vox. Si la sentencia dictamina “rebelión”, los acusados corren el riesgo de “pillar” 25 años de cárcel… pero eso no es lo peor: los acusados saben que, en el momento en el que se regularice su situación penitenciaria, las autoridades penitenciarias les regalarán el tercer grado y el régimen abierto. Así que les quedan unos pocos meses de prisión. Pero lo peor para ellos no va a ser eso: sino los embargos de sueldos, de patrimonios y las inhabilitaciones. Estos en lo que se refiere a los cargos públicos; porque, los “dos Jordis”, sin duda serán los que corran el riesgo de penas mayores. En lo que a Puigdemont se refiere, cada vez asumirá más el papel de fantasma lejano que se va extinguiendo -como decían los romanos- “sin gloria en el Hades”, en este caso en Waterloo… Nada grave, porque si bien durante el juicio, los independendistas tratarán de jugar su última carta en la calle, una vez conocidas las sentencias y ejecutadas las multas, no volverá a hablarse del proceso en mucho tiempo. De hecho, es significativo que los CDR hayan inaugurado el año con una campaña “Leales al 1-O”… que es como decir “leales al tiempo pasado que se fue y no volverá”.
Y no digamos lo que puede ocurrir si en las europeas y en las municipales el centro-derecha experimenta un tirón y tanto el PP como Cs tienen que actuar bajo presión de Vox, generando un escenario inédito en los 40 años de política española. Porque, el problema de la nueva situación, contrariamente a lo que tratan de decir los tertulianos y comentaristas “al uso”, el único elemento nuevo en los últimos 40 años de política nacional ha sido la eclosión de Vox (que ahora deberá demostrar que el resultado de las elecciones andaluzas no es una excepción) y la aparición de un enemigo a la derecha del PP. Situándonos en los esquematismos políticos, cabe decir que el PP nunca ha sido un partido “de derecha”, sino más bien ha hecho ejercicio a lo largo de toda su historia y especialmente en los años de Rajoy, un partido de “centro-derecha”… que ahora tiene a un verdadero partido “de derecha” como competidor. La cosa es importante porque desde Cánovas el paradigma del centro-derecha era “sin enemigos a mi derecha”.
El riesgo para Vox es que esa “derecha” ya no puede ser nada parecido a la derecha pepera, sino que, si quiere crecer, deberá asumir el transversalismo como eje. Modelos en Europa no faltan. Pero, en cualquier caso, la bandera que deben asumir es inmigración + justicialismo. Y, sobre todo, no olvidar que en las instituciones se juega la partida, pero también en la calle y se trata de tener la iniciativa en ambas orillas.
Ernest Milá
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